Amor gay en tiempos de guerra: críticas de «Moffie» y «Matthias y Maxime» (ciclo del Cine Embajadores)
Septiembre será el mes del cine LGTB en los muy recientemente inaugurados Cines Embajadores, que acogerán ocho títulos estupendos y muy recientes. De la británica El secreto de las abejas [crítica] os hablé en mi cobertura del 43º festival de Toronto, hace ya dos años; de la argentino-española Fin de siglo [crítica] y la sueco-georgiana Solo nos queda bailar [crítica], a su paso por el último LesGaiCineMad; y de las francesas Retrato de una mujer en llamas [crítica], Sauvage [crítica] y Vivir deprisa, amar despacio [crítica], durante el estreno en cines, aprovechando además para entrevistar a sus interesantísimos directores. No voy a repetirme, así que, aunque os invito a recuperar los artículos dedicados a dichas películas y, claro está, a verlas (o reverlas), hoy voy a dedicarme a las dos películas del ciclo que tenía pendientes: Matthias & Maxime y Moffie (ambas, por cierto, disponibles también en Filmin).
Matthias & Maxime, como tantas otras películas del canadiense Xavier Dolan, es una joyita infravalorada. En ella, dos amigos de la infancia se besan como parte de la filmación de un cortometraje, tras lo cual su relación no vuelve a ser la misma, pues parece librarse una guerra en sus corazones. Además de firmar el guion, la producción, la dirección, el montaje y hasta el vestuario, Dolan encarna a Maxime con una sensibilidad fruto de la fuerte identificación que sin duda le ata al personaje, mientras que el prácticamente desconocido Gabriel D’Almeida Freitas da vida a Matthias. En la química entre ambos reside la magia de una película que, si bien se antoja difusa por momentos, ofrece múltiples momentos inolvidables gracias a la naturalidad del reparto (que acoge también a Anne Dorval, Pier-Luc Funk, Catherine Brunet y Harris Dickinson), la vibrante selección de temas musicales (ay, ¡ese «J’ai cherche» en el coche!) y, claro está, el personalísimo ojo de un director que lo da todo en todos y cada uno de sus trabajos, independientemente de que el resultado guste más o menos a determinados sectores. No solo estamos ante una película fascinante desde el punto de vista formal, sino que la emoción está asegurada. El final, al ritmo de la «Song for Lula», es inolvidable.
Entretanto, la británico-sudafricana Moffie cuenta la historia de un recluta (debutante Kai Luke Brummer) que se embarca en el servicio militar en la Sudáfrica de 1981, mal contexto para ser gay. Basada en la autobiografía de André-Carl Van der Merwe, Moffie (cuyo título es un apelativo ofensivo para los homosexuales) es la cuarta película de Oliver Hermanus, quien ya abordó la homofobia de Sudáfrica en Beauty (Skoonheid) (2011). Teniendo en cuenta que estamos ante el país africano más gay friendly, ser testigos de determinados horrores es particularmente doloroso. La película que nos ocupa, inédita en las salas comerciales españolas pero recientemente presente en la estupenda programación del Atlàntida Film Fest de Filmin, optó a tres British Independent Film Awards: dirección, nuevo productor y fotografía, y podría haber perfectamente ganado este último, pues el trabajo de Jamie Ramsay es muy detallado y poético. A nivel narrativo, la obra es más irregular, especialmente a raíz de una conclusión, digamos, inconclusa, pero sigue resultando atractiva tanto por su temática, rara vez vista en el cine, como por la empatía desplegada por un protagonista al que, más de una vez, solo deseamos abrazar.
Seis de las ocho películas presentes en el ciclo LGTB de los Cines Embajadores, cuya información completa podéis encontrar aquí, estuvieron presentes en mi recientemente publicado top 100 LGTB de la década (o sea, todas salvo la agradable pero olvidable El secreto de las abejas y la muy interesante pero irregular Fin de siglo) y cinco de ellas optaron a los V Premios Apolo de cine LGTB de este espacio (o sea, todas las que por estreno podían aspirar a los mismos). Y son solo 5€ por entrada. ¿Acaso necesitáis más motivos para ir a verlas?