Condenado a ocho años de cárcel el asesino de la activista LGTBI rusa Yelena Grigoryeva
Un tribunal de San Petersburgo ha dictado una sentencia de ocho años de cárcel para el asesino confeso de la activista LGTBI Yelena Grigoryeva. El crimen, que conmocionó a la comunidad internacional, tuvo lugar en verano del año pasado. Grigoryeva había recibido amenazas de muerte y su nombre había aparecido en una lista de personas LGTBI «a cazar» publicada por un medio ruso. A pesar de ello, la justicia ha desestimado investigar una posible motivación de odio LGTBIfobo. El activismo ha reaccionado con decepción y anuncia un recurso contra el fallo.
Yelena Grigoryeva, que contaba con 41 años y tenía una hija de 20, era una mujer bisexual miembro de la Alianza de Heterosexuales y Personas LGBT por la Igualdad de Derechos de San Petersburgo y muy conocida por su fuerte activismo en defensa de los derechos de las minorías sexuales rusas. Debido a su lucha, había recibido repetidas amenazas de muerte, según declararon activistas de Russian LGBT Network, tanto en persona como a través de las redes sociales.
Poco antes de su asesinato, Grigoryeva había sido fijada como objetivo por la web Saw, posteriormente cerrada, que con una estética basada en la franquicia de terror homónima mostraba una lista de personas LGTBI rusas «que cazar», en la que aparecían todos sus datos personales. La información, que era recopilada por los propios usuarios de la página, servía además para chantajear a quienes aparecían en la lista, pues debían pagar determinada cantidad para ser borrados de la misma. Se produjeron numerosas denuncias por agresión por parte de víctimas cuyos datos habían aparecido en la página.
Según su compañero activista Dinar Idrisov, Grigoryeva también denunció ante las autoridades policiales las amenazas de muerte y su aparición en la lista de Saw, sin que conste que se iniciara ninguna investigación al respecto. El 21 de julio del año pasado se encontró su cadáver cerca de su domicilio en San Petersburgo. El cuerpo presentaba marcas de ocho puñaladas, así como de estrangulamiento, que mostraban la brutalidad y enorme violencia con que había sido asesinada.
La policía localizó a un sospechoso, que confesó el crimen. Aseguró haber actuado bajo los efectos del alcohol y en solitario, en el transcurso de una pelea con la víctima. A pesar de la insistencia de los activistas y del delegado de Derechos Humanos de San Petersburgo, las autoridades rechazaron investigar una posible motivación de odio LGTBIfobo en los hechos. La organización Exit sospecha que el condenado eligió la confesión que más le convenía para reducir su pena y no descartan el móvil LGTBIfobo o la participación de más autores en el crimen. Por todo ello han anunciado la interposición de un recurso contra la sentencia.
La muerte de Grigoryeva conmocionó a la comunidad LGTBI internacional y provocó un rechazo generalizado. Entre las recciones de condena se cuenta la del ministerio de Asuntos Exteriores español, que a través de las redes sociales declaraba que «no se pueden consentir la violencia ni la persecución por motivos homófobos ni de odio».
Lo que está claro es que es inevitable desligar el asesinato de Yelena Grigoryeva de la trayectoria de políticas fuertemente LGTBIfobas en Rusia. La persecución social se ve alentada con leyes que prohíben el mero hecho de informar positivamente de la homosexualidad a menores, a la vez que permiten que quienes simplemente enarbolan la bandera arcoíris o reivindican la celebración del Orgullo sean detenidos, agredidos, sancionados o incluso encarcelados. Además de la violencia institucional, las víctimas de la LGTBIfobia, por su parte, se encuentran en total indefensión ante la laxitud e inoperancia, cuando no connivencia, de las autoridades, que incluso tratan de invisibilizar las motivaciones de los agresores. Por no hablar de la especial persecución que sufren las personas LGTBI en la república rusa de Chechenia.