Euprepio Padula (coach): «He dado muchos mordiscos, pero no he sido parásito en mi vida»
Euprepio Padula, natural de la región italiana de Apulia, es abogado, coach y experto en liderazgo empresarial y político. En 1992, se incorporó a Nicholson International, empresa británica líder en selección de ejecutivos, pero en 2005, harto de las ataduras de las multinacionales, fundó su propia empresa de cazatalentos y consultoría. Debutó como tertuliano hace seis años en el magacín ‘Más vale tarde’ y, desde entonces, no ha dejado de colaborar en distintos programas de televisión. «Uno de mis sueños ahora es conseguir hacer una nueva versión del programa ‘La Clave’, el de Balbín, que me ayudó a aprender español», confiesa.
El año pasado publicó Don de gentes. La clave para triunfar en la vida. ¿No se vino muy arriba con el subtítulo?
Yo no, ¿por? Yo considero que triunfar en la vida no consiste en acumular fama o dinero, sino en ser feliz. Y creo que, para ser feliz y triunfar en la vida, hay que tener don de gentes.
Habla en el libro del carisma y el magnetismo personal. ¿Cree que Santiago Abascal va sobrado de estas cualidades?
Hombre, de carisma no, en absoluto. Aunque, siendo sincero, también te diré que aún no he tenido el gusto de entrevistarlo, y juzgo solo por las imágenes que veo y las entrevistas que da.
Le oí decir que Pablo Casado es el único de nuestros líderes políticos con don de gentes. ¿En qué lo ha notado?
Creo que sí tiene don de gentes. Le conozco desde hace años y siempre me pareció una persona que transmitía cierta sensación de felicidad y serenidad, y que sabía utilizar mejor que nadie la sonrisa (algo que considero un ingrediente fundamental para tener don de gentes). Luego ha ido perdiendo algo de chispa, sobre todo a raíz de convertirse en presidente del PP.
De Pedro Sánchez destaca su resiliencia y valentía. ¿Le hace tilín nuestro presidente del Gobierno?
¿En qué sentido? [risas]. Para empezar, me parece un tío físicamente muy guapo. También le veo una persona que podría mejorar mucho en su capacidad para transmitir. A veces, se le ve muy rígido y encorsetado, y yo echo de menos en los líderes el que sean más naturales. Utiliza poco la sonrisa. Es como si, para gobernar, hubiera que perder la sonrisa. Yo creo que es todo lo contrario.
«La gente vota mucho ahora con las emociones y poco con la cabeza». ¿Decía esto por la victoria de Díaz Ayuso?
Por supuesto. Ayuso ha sido un ejemplo clarísimo de cómo llegar con tus políticas y decisiones a las emociones de los votantes. Tanto es así que no solo la votaron los tradicionales votantes del PP, sino que también lo hicieron muchísimos votantes de Vox, y hasta gente tradicionalmente progresista y de izquierdas. Es innegable negar que su éxito fue absolutamente arrollador. Con su estilo de liderazgo supo llegar al corazón y a las tripas de las personas. Consiguió dar un mensaje de esperanza a la gente que la había perdido, especialmente en el terreno económico. Lo hizo de una forma absolutamente estratégica, sabiendo perfectamente lo que hacía.
¿Mandaría a la cárcel al estilista de Pablo Iglesias?
[Risas]. No, hombre, yo no mando a la cárcel a nadie. Bueno, en el caso de Pablo, mandaría a la cárcel al que le vistió con aquel esmoquin en aquella gala de los Goya a la que acudió como invitado, porque se le veía absolutamente incómodo. A mí me parece que, dentro de ese estilo desenfadado e informal suyo, se vestía de una forma totalmente adecuada. Lo importante es que se te vea cómodo; de lo contrario, haces el ridículo.
Hablando de estilismo, siempre le veo ataviado con su traje de hombre de negocios. ¿Lo usa también para dormir?
¡No, en absoluto! De hecho, en verano siempre voy con mis americanas sobre una camiseta. Fuera de mis trabajos y mi vida pública, uso vaqueros y voy de manera sencilla. En verano, por ejemplo, yo no salgo de ponerme mis polos, mis vaqueros y mis bermudas. Soy un supermegafriki del vaquero; tengo veinte mil en todos los colores y versiones.
También escribe sobre la necesidad de alejar a los ‘vampiros emocionales’. ¿Se vacunó ya contra ellos?
Sí, ya estoy vacunado. Siempre digo que, para controlar a los vampiros emocionales y a las personas tóxicas, hay que ponerse encima condones XXL a modo de barrera o filtro. Pero esto no quiere decir que no sufras. En España hay un vicio nacional que es la envidia hacia los demás, sobre todo hacia aquellos a los que las cosas le van bien. Yo también la sufro, pero luego reacciono siempre rápidamente e intento sacar algo positivo de esa gente que te intenta joder la vida.
¿Ha dado usted muchos mordiscos por ahí?
Bueno, he dado unos cuantos… Muchos, sí. Pero no he sido parásito en mi vida. Nunca he chupado a nadie a nivel emocional. Yo los mordiscos los he dado siempre con cariño.
Muchos consideran los libros de autoayuda y desarrollo personal un timo. ¿Entiende a esas criaturas?
Sí. De hecho, pienso lo mismo. La mayoría de los libros de coaching son una mierda. No suelo leer ese tipo de libros. Yo no considero que mis libros lo sean, en absoluto. Mis libros son experiencias de vida, y lo que intento es que la gente, si les interesan y les gustan, puedan usarlas a nivel personal. Nunca voy por ahí dando consejos.
Últimamente le veo a todas horas en televisión. ¿No se cansa de sí mismo?
No, la verdad es que no. A veces, me aburro, pero no de mí mismo sino cuando me tomo las cosas muy en serio. Soy una persona que tiene muy claro lo que quiere, que es la excelencia y, a veces, estamos más rodeados de gente que busca la mediocridad que la excelencia. Voy donde quiero, nadie me obliga a nada y nadie me censura.
¿Lo de entrevistar a gente en los vagones del metro de Madrid lo hace porque no tiene presupuesto para subirlos a un taxi?
¡No! Lo hago porque el programa (‘A un metro de ti’) está dedicado al metro de Madrid y es un homenaje a esta ciudad. Ha sido una experiencia extraordinaria. Adoro el metro. Yo, que vengo de un país en el que solo hay cinco líneas de metro, recuerdo que, cuando llegué a Madrid y vi que había un metro con 300 kilómetros de líneas, flipé en colores.
Ahora que no nos escucha nadie, ¿tiene algún vicio confesable?
Tengo muchos. En lo sexual, por ejemplo, soy muy mirón. Soy un poco voyeur; me mola mirar a la gente, y no solo en el plano sexual. También me gusta mucho el chocolate, y como fruta a todas las horas del día.
¿Qué diría el niño que fue del adulto en que se ha convertido?
Estoy bastante contento. Vengo de una familia muy muy humilde, con unos padres analfabetos a los que yo he adorado toda mi vida. Fui un niño triste al que le faltaban muchas cosas para ser feliz. Todo ha sido una lucha en mi vida. A nivel económico, no me falta nada. Tengo libertad y todo lo que tengo lo he conseguido siendo siempre fiel a mí mismo: fiel a mi homosexualidad, a mi manera de vivir la vida, etc. En la vida hay que dar las gracias a todos los que te rodean, pero nunca he buscado recomendaciones ni enchufe. Todo lo que tengo, lo tengo porque me lo he currado como un cabrón, y eso sí que me hace feliz.