Pupi Poisson (artista): «No he sobornado a nadie para que me den el título de Miss Simpatía»
Pupi Poisson (alter ego de Alberto Zimmer) nació en un local de Chueca en 2007. A partir del año siguiente, la artista salió de aquel barrio madrileño para actuar por otros rincones de Españas. Hace poco, la madrileña se quedó a las puertas de la gran final de ‘Drag Race España’, y este mes aterriza en la capital española, junto a sus compañeras de reality, con el espectáculo ‘Gran hotel de las Reinas’. «Cada vez estamos más compenetradas y sale el show de manera más orgánica. La respuesta del público es bastante buena, y todo el mundo quiere verlo», presume.
Fue la concursante más veterana de Drag Race España. ¿Le hicieron mucho bullying las compañeras?
En el programa, sí sentí que aquello era una broma recurrente, cuando no tengo ni cuarenta años todavía. Era una especie de ‘ya pasó tu tiempo’. A mí me daba igual. El problema es que, cuando yo les decía algo, cuando me metía con su inteligencia o su ropa, las otras eran las que se quedaban como ‘Madre mía, ¡lo que nos está diciendo!’. Era algo injusto. Algo en plan: ‘Si tú me dices algo a mí es bullying pero, si soy yo la que te lo digo, como eres humorista y te lo tomas todo bien, entonces eso no es bullying ni es nada’.
¿Cuánto le pagó a los directores del programa para obtener el título de Miss Simpatía?
No he pagado ni he sobornado a nadie para que me den el título. Simplemente, soy simpática y agradable. Puedo tener ese puntito picarón, pero eso es parte de la profesión. La que no lo sepa hacer, poco recorrido va a tener. Hay que tener la lengua viperina. Quizás es que yo me comporté muy bien con todo el equipo: estaba pendiente de los cámaras, los de sonido, las personas azafatas… En cursos de teatro que hice hace años, mis profesores me decían que si tú eres simpática con cualquier persona del estudio de grabación o del teatro, todo te va a ir mucho mejor.
¿Los que afirman que usted es una hortera lo dicen por envidia?
Eso lo afirman porque no han venido a Vallecas, porque la ropa que yo llevo allí es lo más de lo más. Aquí puedes ser una diosa. Hay gente que puede decir que soy hortera, pero también puede ser moda daltónica, o moda conceptual. Entonces, ¿lo de Hugáceo sí es precioso y lo mío es hortera? Yo creo que ahí hace falta un poquito más de cultura y moda [risas].
Ahora que es una estrella mundial, ¿exigirá cachés prohibitivos para actuar?
No quiero quedar de prepotente, pero yo ya era una estrella mundial antes del programa. Ya había actuado en Londres, Alemania y Bélgica. A ver, ni prohibitivo ni nada. Yo tendré el caché necesario para ir y volver, comer un menú, poder pagar la luz y el agua y darle a nuestros managers lo que se lleven.
Empezó como la niña de El Exorcista en el parque de atracciones de Madrid. ¿Ligaba mucho de aquella guisa?
Ligar no se ligaba mucho, porque la gente salía corriendo. Ellos pasaban por la puerta, yo les decía [cambia la voz] ‘¡Ayúdame, ayúdame!’, luego le daba a los botones, las puertas se movían, salían aire y luces, gritaba ‘¡Fóllame!’, y la gente aguantaba allí veinte segundos. Pero ahora, si se puede, intentaremos ligar.
¿Se le daba bien asustar?
Al principio no me iban a seleccionar (más que nada por el tamaño). Pero luego es más cuestión de perspectiva y actitud. El miedo es más psicológico que físico. Como en las películas, yo he apostado por los impactos visuales. Estuve bastante bien. Asusté a miles de personas, y ahora habré asustado a muchas más con el programa. Y seguiré haciéndolo.
¿Qué cosas le dan miedo a usted?
A mí me daba miedo la oscuridad, por el no saber qué hay o qué va a ocurrir. El estar en el Pasaje del Terror me ayudó bastante, porque, al final, yo estaba metida en un pasillo, medio a oscuras. A veces, jugábamos al escondite en el set del viejo caserón.
¿La oscuridad le daba más miedo aún que hacer la declaración de la renta?
Bueno, es verdad. Ese es un miedo nuevo, un miedo desconocido. Es verdad. No sabemos lo que va a pasar, y estoy cagada.
¿También llora cuando le toca hacerse un tuck [la técnica para esconder su pene]?
El tuck yo no me lo suelo hacer como se lo hacen ellas (con el esparadrapo). Yo me pongo unos tanguitas que son de goma fuerte y te lo dejan apretujado y hacia atrás. Si algún día me siento bella y quiero ponerme algo que no necesite que me marque el tanga, me lo haré. Una vez me lo hice y es un poquito incómodo, porque resulta que te tienes que afeitar toda la zona erógena. Si no, eso no hay quien lo despegue luego.
¿Le pagó el psicólogo a los herederos de Manolo Escobar por destrozar El Porompompero?
Realmente, no tengo constancia de que sus herederos tengan conocimiento de la canción. Aunque sí es cierto que he pedido poder tener la canción en Spotify. Les escribí a la SGAE y a los que tienen los derechos de su canción, pero no me contestaron. Luego insistí, y ahí me dijeron que no. Por eso compuse una nueva melodía para Putón verbenero. La transformé en reggaetón y ahora hay una nueva canción que sí es mía completamente.
Creo que mata por unas anchoas…
Es verdad. A veces, cuando me preguntan cuál es mi plato preferido, no sé qué decir. Pero las anchoas están riquísimas. Han habido tantas noches en las que volvía de trabajar y me comía una lata de anchoas entera con un poquito de pan, que no podría ni contarlas.
«No tengo miedo de hacer el ridículo; es mi modo de vida». ¿En qué otras cosas es un as?
En teatro o en cine, todo está más controlado, pero en un show te puede pasar de todo. De repente, te caes, se te rompe algo, se te olvida la peluca… Mucha gente sentiría que eso es hacer el ridículo. Yo no tengo miedo al ridículo, es mi modo de vida. Es una frase como de clown, que es un payaso que coge lo que pasa en la vida cuando tú intentas hacer algo y no te sale, e intenta disimular y aprovecharlo. Y así, intentando aprovechar esa situación, es como crean comedia. Yo estoy ahí, cerca del clown.