Manuela Trasobares (cantante): «Muchas veces hablo de mí en tercera persona, porque Dios soy yo»
Manuela Trasobares es catalana, del Ampurdán, y tiene 59 años. Estudió Bellas Artes y Canto Lírico, y se dio a conocer al gran público tras su participación en varios concursos internacionales de canto. A finales de los noventa se convirtió en un icono del colectivo LGTBI tras rebelarse contra la transfobia en un polémico debate en torno a la transexualidad organizado en el programa autonómico ‘Parle vostè’, donde, tras hacer apología de la lujuria y el barroquismo, tiró una copa contra el suelo del plató y acabó cantando un aria de ópera. En 2007 se convirtió en la primera concejala trans del estado. «Canto todos los días», responde cuando se le pregunta si sigue dando el cante. «El canto lírico es mi vida. Y no necesito público ni grandes auditorios, me basto conmigo misma. Es una terapia».
Muchas personas siguen aplaudiendo aquella polémica aparición suya en Parle vostè. ¿Se siente la Juana de Arco española?
Me identifico mucho con Juana de Arco y canto el rol protagonista de la ópera La doncella de Orleans (de Chaikovski). Pero yo no me siento de ningún país. Tengo un carácter latino y mediterráneo. Soy apasionada y emotiva.
¿Ha lanzado muchas copas al suelo desde entonces?
No, esa fue la última, pero antes sí que había lanzado algunas. Entre las chicas trans, lanzar una copa al suelo era un símbolo de rebeldía ante situaciones de discriminación o acoso. Durante el franquismo y la transición, tuvimos que sufrir multitud de atentados contra nuestra integridad personal, psicológica y física. Muchas murieron, víctimas de asesinatos, del sida, del alcohol o de la heroína. Nos tocó vivir un calvario y muchas lo soportaron con adicciones mortales. Yo sobreviví gracias a mi pasión por el arte.
Escuché que lidera una corriente filosófica vitalista llamada Trasobarismo. ¿Sigue impartiendo clases?
Soy una gran estudiosa de la filosofía y tengo la mía propia, que muchos comparten y siguen. La mejor lección es la propia vida. Pero sí, he participado en ponencias, incluso, en la facultad de Filosofía de Valencia. El Trasobarismo no es una filosofía vitalista, sino existencialista e idealista. Creo que el ser humano es pura metafísica.
Creo que, siendo niña, le dio clases de dibujo el mismísimo Salvador Dalí. ¿Usted también cultiva la megalomanía, o no es de las que se refieren a sí mismas en tercera persona?
Mi bisabuelo era gran amigo de Salvador Dalí y, de pequeña, me llevaba a su estudio. Dalí me insistía en que siguiera dibujando y era un señor muy correcto, disciplinado y serio. Ante el público, se transformaba. También aprendí de él la importancia de crear un personaje artístico que esté en consonancia con la obra. Y sí, muchas veces hablo de mí en tercera persona, porque Dios soy yo misma.
Con quince años, se sometió a una cirugía de reasignación sexual. ¿Se lo pusieron muy difícil en casa?
Se opusieron de forma tajante y tuve que buscar mis propios recursos legales y sanitarios. Eran tiempos muy diferentes. España salía del franquismo y su moral aún perduraba. Aproveché un estudio sobre este tema que se estaba realizando en Londres. Corrí un riesgo, pero la intervención salió muy bien. Estuve totalmente sola, nadie me apoyó, ni familia, ni estado.
¿Se mudó a Valencia porque el nivel de barroquismo de esta ciudad estaba a la altura del suyo?
Lo hice porque aprobé el examen teórico de entrada al Gremio de Artistas Falleros. Abrí mi propio taller y, durante cinco años, planté fallas en plazas céntricas de Valencia, con tanta calidad que el Gremio me expulsó con la excusa de que yo no hacía fallas sino obras de arte. El barroquismo está en mi mente.
Una vez la lió parda en las Fallas, después de elaborar un ninot de la entonces alcaldesa Rita Barberá (que posaba totalmente desnuda y con un plátano entre las piernas). ¿De dónde sacó la inspiración?
Me incitaron otros artistas contándome intimidades de la alcaldesa. Sinceramente, creo que los políticos no pueden estar en el armario. Deben dar ejemplo de visibilidad y transparencia. No soporto la doble moral. El ninot se rehizo y se expuso en una sala de arte alternativo tras ser destruido en la Exposición del Ninot. Aquí me di cuenta de que el franquismo en Valencia estaba vigente en el año 2000.
¿Lo de aquel ninot no sería una venganza porque nunca la eligieron fallera mayor?
No, no era venganza porque yo soy una artista plástica, pintora y escultora. Jamás se me pasó por la cabeza ser fallera, que es otra historia. La crítica política y el tono pícaro son la esencia del monumento fallero. Pero esto cambió con la llegada del franquismo y luego, con las políticas de Fraga Iribarne como ministro de Información y Turismo, la crítica fallera se censuró y las fallas se convirtieron en puros objetos decorativos. Y la censura aún existe. Este año 2021 por primera vez se ha plantado una falla en la que se besaban dos chicas. Yo siempre soy una adelantada a mi tiempo. Actualmente ya no me interesan las fallas.
Lleva años viviendo en un pueblo de 600 habitantes. Menuda diversión, ¿no?
Yo no vivo en el pueblo, ¡vivo en mi mundo!
«Soy roja de lujuria, no roja de Mao». ¿Sigue aspirando a llegar a la III Tercera República española?
Actualmente, creo que la III República jamás va a llegar a España. Los intereses internacionales son muchos y no les conviene una España libre, fraternal e igualitaria. Les conviene una España con una monarquía corrupta, un insulto a los ciudadanos.
También afirma que «la gente que más daño me ha hecho han sido gais ocultos». ¿Quiénes le han dado a usted la vida mártir?
Toda persona que no se acepta a sí misma se siente mal ante una persona auténtica, ya que le refleja su propia falsedad y su falta de valentía.
¿A sus vecinos de Geldo se los cameló por casualidad con algún ninot fallero?
Yo no me camelo a nadie. La gente reflexiona ante lo que digo y les gusta.
¿Para conquistar a su marido recurrió a la canción lírica o le pintó un cuadro?
Me conquistó él a mi. Venía todos los días a verme al teatro.
Una admiradora suya ha hecho un documental para rendirle homenaje. ¿Le cocinará una paella, en agradecimiento?
El documental de Lola Merchán es genial. Me ha entendido completamente en toda la extensión de mi personalidad e idiosincrasia vital. Es un ser muy sensible que, para mí, se merece lo mejor. Es difícil encontrar personas metafísicas y espirituales. La paella no la cocino, pero le haría con todo mi honor una ‘bona escudella catalana’ con embutido artesano del Mercado del Cabanyal de València.
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Acerca del Author
Aashta Martínez
Periodista. Profesional con compromiso social y fobia al servilismo político. Totalmente convencido de la responsabilidad social de los medios. Escribo sobre diferentes temas y pregunto (mucho) cuando me dejan.