La Iglesia de Inglaterra marca distancias con sus hermanas en Escocia y Estados Unidos y rechaza abrir el matrimonio a las parejas del mismo sexo
Después de varios años de discusiones internas, una mayoría de obispos de la Iglesia de Inglaterra ha decidido mantener la doctrina en materia de matrimonio y no abrirlo a las personas del mismo sexo, un paso que ya han dado otras iglesias de la Comunión anglicana, como la Iglesia Episcopaliana de Escocia, la de Estados Unidos o la de Canadá. La decisión, que debe ser ratificada por el Sínodo en febrero, supone un jarro de agua fría para la comunidad LGTBI cristiana de Inglaterra. No ha trascendido el margen por el cual se adoptó la decisión. Públicamente, solo el obispo de Oxford, Steven Croft, se ha pronunciado con rotundidad a favor del matrimonio religioso igualitario.
Los obispos de la Iglesia de Inglaterra adoptaron la decisión el pasado día 17, después de un proceso de consultas y discusión de cinco años pomposamente denominado Living in Love & Faith («viviendo en el amor y en la fe») y cuyas conclusiones se plasman en un documento hecho público tres días después (puedes descargarlo aquí). El documento rechaza modificar la doctrina oficial de la Iglesia de Inglaterra sobre el matrimonio como únicamente posible entre un hombre y una mujer, aunque admite que los pastores anglicanos sí puedan celebrar ceremonias de bendición de matrimonios civiles entre personas del mismo sexo. El documento también incluye un reconocimiento explícito de daño causado por la Iglesia de Inglaterra a las personas LGTB y una petición de disculpa: «Queremos disculparnos por la forma en que la Iglesia de Inglaterra ha tratado a las personas LGTBQI+, tanto a las que participan en nuestra iglesia como a las que no. Sentimos profundamente las veces que te hemos rechazado o excluido a ti y a quienes amas. Las veces en las que has sido tratado de forma hostil y la respuesta homofóbica que has recibido nos avergüenzan y por eso nos arrepentimos», afirma el texto.
En definitiva, un posicionamiento que, si bien comparado con los de iglesias cristianas más conservadoras como la católica o las ortodoxas, no deja de resultar frustrante, especialmente si se compara con la actitud de otras iglesias de la Comunión anglicana. La Iglesia episcopaliana de Escocia, por ejemplo, aprobó reformar su canon para abrir el matrimonio a las parejas del mismo sexo en 2017 por una amplia mayoría de las tres cámaras que componen su Sínodo (obispos, clérigos y laicos). Antes habían hecho lo propio la Iglesia episcopaliana de Estados Unidos (en 2015) y la Iglesia anglicana de Canadá (en 2016), sin que la imposición de sanciones por parte de la Comunión anglicana les hiciera dar marcha atrás.
Anglicanismo: una comunión dividida por la inclusión de las personas LGTBI
La aceptación de la homosexualidad en la Comunión anglicana es desigual entre sus diferentes jerarquías e iglesias. La Iglesia episcopaliana, rama estadounidense de los anglicanos, es sin duda la que abrió camino. Ya en 2003 eligió al primer obispo abiertamente gay, Gene Robinson. Y en 2010 fue la primera en romper con la moratoria autoimpuesta durante varios años por la comunión anglicana tras el nombramiento de Robinson y comenzar a ordenar de nuevo obispos y obispas abiertamente homosexuales. En 2012 aprobaba también la ordenación de personas transexuales. También, como ya hemos señalado, fue la primera iglesia anglicana en celebrar matrimonios entre personas del mismo sexo.
La Iglesia anglicana de Canadá también se ha caracterizado por su afán inclusivo. Así, por ejemplo, tras sumarse a la celebración de matrimonios entre personas del mismo sexo, enspués elegía obispo a Kevin Robertson, abiertamente gay y padre, junto a su pareja, de dos hijos. Roberston se convertía así en el primer miembro de una familia homoparental en ostentar esta dignidad en una iglesia anglicana.
En el otro extremo se sitúan las iglesias anglicanas africanas, algunas de ellas virulentamente homófobas. Una situación inestable que en la última década ha colocado al anglicanismo al borde de un cisma que no ha llegado a producirse, y que obviamente es una de las razones por las cuales la principal de las iglesias anglicanas, la de Inglaterra, y a la espera de que su Sínodo confirme en febrero la decisión de la mayoría de sus obispos, no tiene el valor de dar el paso.