La prensa nicaragüense se hace eco de cómo muchas personas LGTB se ven obligadas a emigrar del país

Nos hacemos eco hoy de un interesante artículo que publica “La Prensa”, uno de los diarios más importantes de Nicaragua. En él se recoge como muchas personas LGTB se ven obligadas a emigrar de ese país debido a su orientación sexual o identidad de género.
 
El reportaje recoge dos testimonios, los de Alberto Cortez, joven de 26 años que ha emigrado a España, donde ha podido contraer matrimonio, y el de Roberto Matínez, de 36, que dejó esposa e hijos para rehacer su vida en Colombia. «Son muchas las personas que se atreven a juzgarnos, condenándonos a vivir en el silencio. Por eso decidí tomar mis maletas e irme», asegura Cortez. Ahora vive en Plasencia, junto a su marido. «Aquí puedo ser yo mismo, agarrar de la mano y besar a mi esposo», cuenta. Roberto Martínez, por su parte, dejó a la que era su familia con la excusa de un largo viaje de trabajo. «Les estaré llamando, pórtense bien», se despidió de sus dos hijos. Ahora vive en Colombia, junto a su actual pareja, donde “al menos, podemos caminar tranquilos por la calle, sin ser mal vistos». Roberto se sinceró con su esposa a través del teléfono. «Estoy seguro que mis hijos algún día lo entenderán, aunque ella sienta un gran odio por mí, no se atreverá a decirle a los niños el por qué no he regresado», asegura.
 
«No existe un control de cuántos emigran por año, pero puedo asegurar que la migración en la comunidad homosexual es común en países como el nuestro”, cuenta Samira Montiel, abiertamente lesbiana y procuradora especial para la diversidad sexual en Nicaragua. Para Montiel, los abusos hacia la comunidad LGTB en Nicaragua trascienden el papel del Gobierno y constituyen un problema cultural. Montiel recuerda también los asesinatos de personas transgénero. «El año pasado asesinaron a tres compañeras transgéneras; una en Matagalpa, otra en Carazo y una Masaya», expresa.
 
Montiel advierte además que la emigración no necesariamente es una mejora en la calidad de vida. «Nosotros somos de un país subdesarrollado, donde enfrentamos el problema de ser inmigrantes. Aún después de casados, siempre será más difícil para éstos ser respetados o tener puestos de trabajos a fin a sus conocimientos», expresa.
 
La Asamblea Nacional nicaragüense no derogó hasta noviembre de 2007 el artículo del Código Penal que castigaba con penas de uno a tres años de cárcel las relaciones homosexuales.