Manifiesto ALEAS IU – Orgullo LGTBI 2011
A pesar que desde los grandes partidos se nos insiste constantemente en que es necesario “apretarse el cinturón”, es decir, resignarse, parece que hay una distinta vara de medir y que hay gastos que son irremediablemente necesarios, como es el recibir a Benedicto XVI, lo cual demuestra los privilegios de la Iglesia Católica en la agenda política, en la legislación y en muchos más aspectos. En este nuevo Orgullo tenemos mucho que demandar, más razones para rebelarnos, indignarnos y pasar a la ofensiva.
El próximo mes de agosto, tiene lugar la celebración en Madrid de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), con la presencia del Papa Benedicto XVI, con un coste estimado de 50 millones de euros y con la financiación de empresas como el Banco Santander, el grupo Prisa, o Iberdrola, cuyos dueños son los actuales culpables de la crisis económica y aquellos que exigen que las transmaribibolleras nos “apretemos el cinturón”. Su colaboración será recompensada mediante desgravaciones fiscales, y el acto será calificado como un “acontecimiento de excepcional interés público”. El Ayuntamiento como la Comunidad de Madrid y el Estado se han comprometido a financiar tanto la seguridad del evento así como se la disposición de colegios públicos.
Todas ya sabemos que la institución eclesiástica practica activamente la homofobia, bifobia, lesbofobia, transfobia, y el heterosexismo, señalando y discriminando a todo aquella persona que se escape de la norma, aunque no compartan su misma fe. La salud no escapa de sus dogmas, y así Benedicto XVI no tiene ningún pudor en negar la efectividad del preservativo frente al VIH, con todos los riesgos que supone que una figura de autoridad esgrima argumentos de este tipo. Todo ello a través de una posición de poder que tiene la Iglesia Católica en nuestro país, no comparable con otros países de la Unión Europea. Sin duda, herencia del franquismo que ni el PP ni el PSOE han querido tocar.
Por supuesto que la Iglesia Católica no va a renunciar tan fácilmente a todo lo que ha sido suyo durante mucho tiempo: la capacidad de someter a las personas, sobre todo a las mujeres y las transmaribibolleras a sus dogmas a través de diversos métodos derivados de sus privilegios. Esto se traduce en considerar un modelo de sexualidad adecuada, exterminando y rechazando todas aquellas posibilidades de vivir una sexualidad diferenciada y alejada de fines meramente reproductivos. Las personas bisexuales y/o transexuales, por ejemplo, han sido perseguidas durante mucho tiempo en sus cruzadas católicas, y no hay más que recordar el papel de la Iglesia durante los cuarenta años de dictadura franquista y el trato que han ido teniendo las víctimas y la invisibilización de muchas de sus experiencias bajo el régimen. Lo alarmante es que las relaciones con el Estado no hayan cambiado demasiado y que incluso se llegue criminalizar a activistas que denuncian los privilegios eclesiásticos, como sucedió con la acción-protesta de la capilla del campus de Somosaguas en la Universidad Complutense de Madrid. Por esto y por más, es necesaria una profundización democrática en lo relativo a los derechos y libertades religiosas de toda la ciudadanía, así como la constitución de un Estado laico, lo que implicaría una reforma constitucional. En todo momento hablamos de la jerarquía, que no de la comunidad cristiana en sí.
A las transmaribibolleras se nos está cargando con las consecuencias de una crisis que no hemos causado, de un déficit de democracia y de un modelo de estado arcaico. Nos parece un atentado a nuestros derechos que se financie la LGTB-fobia con dinero público y que a su vez, se nos deje sin curro y sin casa bajo la excusa de que nos tenemos que “apretar el cinturón”. Una vez más, nos toca salir a las calles y exigir que no nos lo vamos a apretar y que no vamos a pagar ni esta crisis ni más eventos ni instituciones que promuevan el odio y las fobias hacia nuestras vidas.
Desde ALEAS- IU consideramos que es necesario un orgullo más crítico, reivindicativo y de izquierdas que nunca, pues la situación social y política no nos deja de otra. Es hora de volver a demostrar que no nos conformamos con lo que ya tenemos y que no vamos a retroceder ni un paso atrás. Porque es inadmisible que la visita del Papa cueste cien veces más que la celebración de Orgullo LGTB, mientras los índices de homofobia, bifobia, lesbofobia y transfobia no dejan de aumentar en las aulas de nuestros institutos y colegios. Porque es necesario un reforzamiento de los servicios públicos frente a las privatizaciones que nos someten a una mayor exclusión, así como el fin de los conciertos con colegios católicos. Porque no queremos más LGTB-fobia ni una vida inmersa en la precariedad. Porque las transmaribibolleras también somos clase obrera.
¡ESTADO LAICO YA!
¡BASTA DE LGTBFOBIA CON DINERO PÚBLICO!
¡NOSOTRXS NO TE ESPERAMOS!
Me parece increible que un partido como IU, que se ha solidarizado siempre con nuestra causa, nos insulte de forma tan descarada.
Llamazares, igual a ti te gusta que te llamen marica (como te ocurrió en el congreso) pero a la mayoría de los homosexuales no, así que deja de difundir la ideología de cuatro bolleras rabiosas. Nadie nos va a tomar en serio haciendo uso de ese tipo de términos.
Toda la vida votando a IU para que a uno le traten así, manda güevos.
Hola!! simplemente Voy a intentar explicar porqué usamos estos conceptos, como marica y bollera o transmaribolleras para definirnos (como identidad política, como sujeto político desde el que reivindicar nuestros derechos y nuestras formas de deconstruir el mundo hacia un terreno más equitativo):
Para empezar, supongo que coincidirás conmigo en que el lenguaje es muy importante
, ya que construye realidades, las limita, las define,genera violencia,… y por tanto tenemos que ser muy cuidadoso con los conceptos que utilizamos.
El uso de conceptos como marica o bollera surge de una reflexión y debate político que tuvo y sigue teniendo el movimiento LGTBI. Porque muchas voces LGTB empezaron a cuestionarse las otras dos categorías de
identidad que se utilizaban: Homosexual y Gay/lesbiana. Por un lado, se cuestionaba el
uso del concepto homosexual, primero porque invisibilizaba a las mujeres lesbianas y
por otro porque venía de una tradición “patologizante”, es decir, es el término que la
ciencia médica (en concreto la psicología) había empleado para catalogar (y en su día
estigmatizar) a lesbianas y gays. También se cuestiona los conceptos gay/ lesbiana,
porque surgen de una tradición muy mercantilizada por el capitalismo, como categorías de clientes potenciales (parejas de clase media que no tienen hijxs y que por tanto
pueden consumir más que el resto de parejas que si los tiene), muy asociado también al
culto al cuerpo bajo esteriotipos de belleza patriarcales, de cosificación de nuestros
cuerpos, etc. Frente a estos planteamientos que venían a cuestionar estas
categorías y conceptos (Ojo, que estoy diciendo que venían a cuestionar, no se trata de que no se pueda decir lesbiana u homosexual, se trata de que podamos
conceptualizarnos de otra forma utilizando nuestros propios conceptos como
movimiento LGTB) otras posturas planteaban apropiarnos de nuestros propios conceptos, conceptos como marica, bollera, trans, etc. Conceptos que habían sido estigmatizados por la «norma hetorpatriarcal de nuestra sociedad» pero que había que reivindicar y hacerlos propios con la finalidad de apropiarnos de estas categorías y conseguir “darles la vuelta” y empoderarnos sobre estas identidades
(por ejemplo: “ si me llamas marica, porque resulta que estás estigmatizando una
práctica sexual, como puede ser darle o que te den por culo, comérsela a un tío… por “tener pluma”, vestir más allá de
las categorías impuestas del rol masculino, por no cumplir los esteriotipos del gay del cuerpo estructural, etc. Pues efectivamente soy marica, y soy y
me gusta ser marica. Por eso, no voy a huir del término marica, sino voy a apropiármelo
deconstruyendo su significado negativo y redefiniéndolo como algo positivo). Por tanto
la finalidad de utilizar este lenguaje también es romper con la violencia asociada a este
tipo de conceptos (maricón el que no vote, maricón de mierda, bollera de mierda…)desde un posicionamiento por el cual se pretende transgredir el orden heteropatriarcal que constituye una desigualdad para gays, lesbianas, bolleras, maricas,
trans, …
Además, no se trata de categorías nuevas, muchxs activistas desde el surgimiento del
movimiento (en los 70 en EEUU y finales de los 70 aquí) han utilizado las categorías
marica, bollera, trans…. También se trata de visibilizar nuestra historia. Hay mucha gente que se siente identificada mucho más con estas categorías, porque son más «humildes» porque son más nuestras.
Siento haberme alargado tanto 😛
Primero un apunte: «Homo» viene del griego y significa «igual», es un término que se aplica tanto a gays como lesbianas.
Segundo y al tema: En tu vida puedes definirte como te dé la gana. Puedes vivir con la ilusión de que los insultos homófobos perderán sus connotaciones negativas por hacer uso de ellos sobre ti mismo. Pero lo que no se puede consentir es que en un comunicado oficial de un partido político (que muchos hemos votado por su lucha LGTB) se utilicen insultos para definirnos, porque los que no nos consideramos maricas nos vemos desvinculados de vuestros planteamientos. Un manifiesto no es una carta entre amigotes, se debe emplear un lenguaje formal y neutro.
Luego, si aceptamos estos insultos como sinónimos, estamos dejando que cualquier persona, medio u organización pueda dirigirse a nosotros en estos mismos términos. La línea que separa el insulto de la definición se elimina, propiciando que medios como intereconomia puedan seguir llamándonos maricas acogiéndose a estas teorías. No es la primera vez que veo a alguien utilizar insultos homófobos, para luego justificarse diciendo que entre nosotros utilizamos esta jerga.
Unas preguntas: ¿formáis parte de IU de forma oficial? Si es así ¿En el partido es conocido y aceptado el uso que hacéis de «marica» como sinónimo de «gay»? y la última ¿En estos momentos para IU, los gays somos maricas?
Entiendo la explicación que me das (no es el primero que me la cuenta) pero también entiende que muchos no la compartimos y nos podemos ver ofendidos.
@en fin
«así que deja de difundir la ideología de cuatro bolleras rabiosas». Por lo que has dicho, ¿debo entender que estás insultando a las lesbianas?
«Homosexual» engloba a gays y lesbianas, es cierto. Pero cuidado.
En Reino Unido en el s.XIX, la Reina Victoria, que tenía que firmar las leyes, prohibió las actividades homosexuales entre hombres, pero, según se dice, no entre mujeres porque «las mujeres no hacen esas cosas».
De ahí que la homosexualidad fuera penada para los hombres e invisible, no prohibida, no regulada, en las mujeres. Y de ahí (de la idea de la inexistencia del lesbianismo) que el término «homosexual» no salpique tanto a mujeres y sí a los hombres. Y de ahí, en parte, el esfuerzo en favor de la visibilidad lésbica.
Y eso que alguna vez se le ha criticado a las lesbianas por aprovecharse, muy lógicamente, de esa situación de alegalidad y no persecución.
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A mí también me cuesta definirme como «marica». Prefiero «homosexual» porque, habiendo nacido cuando la OMS dejó de considerarlo enfermedad, no lo asocio a una patología. Y su etimología griega (frente al neologismo «gay») parece que lo legitima como algo que existe desde antiguo.
Se corre el peligro, como apunta «en fin» de que alguien juegue con la ambivalencia entre insulto y epíteto cariñoso y se justifiquen futuras campañas de lavado de cerebros.
Pero la actitud me parece muy buena. Oponerse al insulto y acercarlo como una definición positiva; porque el asunto, al final, es que uno no puede luchar contra sí mismo.
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En cuanto al manifiesto en contra de los privilegios de la jerarquía de la Iglesia Católica y su política LGTBfóbica estoy totalmente de acuerdo.
Creo que nos (por desgracia) va a salir más caro e inútil que un andador de plástico gigante para niños, que por lo menos a ellos les libra del suelo. A mí que me libren del cielo.
A mí marica me parece un término divertido. Las palabras son insultantes dependiendo de quién las emplee y para qué se empleen.
Yo vengo observando desde hace algún tiempo que los alumnos de mi instituto de ESO están usando la palabra gay como insulto.
[Me refiero a los homofobillos, que en estas edades de afirmación de la masculinidad hay muchos (cada vez menos, afortunadamente; en esto aplaudo a la tv, a la Educación para la Ciudadanía, la visibilización, campañas…)]
Sin embargo, desde siempre se llaman maricón como vocativo coloquial de «colegueo»: -¡Eh!¿Qué pasa, maricón? ¿Vamos al parque esta tarde?
Obviamente, aquí no utilizan el término para insultarse.
Solo quería reseñar tres cosas:
-He intentado transmitir que utilizar bollera o mirca no excluye utilizar también homosexual, y LGTBI.. es más todo el manifiesto aparece la palabra LGTBI, solo que también se utiliza marica o bollera (desde una finalidad también pollítica y por los motivos que he expresado antes…)
-La diferencia entre el insulto y la utilización de estas categorías como nuestras es el sentido o la intencionalidad que hay detrás del concepto, creo que la diferencia es muy clara.
-Por último, entiendo lo que me planteas «en fin» pero utilizamos este lenguaje porque así el área de libertades sexuales lo hemos consensuado, es más el lema «Transmaribolleras también somos clase obrera» es un lema utilizado ya hace dos orgullos estatales. Es una categoría política más que desde mi humilde opinión tenemos que visibilizar también.
Pues yo me defino directamente como marica y maricón, y estoy en mi derecho. Y si alguno le escuece que se ponga un poco de árnica. También puede acudir a la consulta de algún buen psicólogo.
Bueno, no deja de ser significativo que se moleste tanto por la palabra «marica» alguien que saca a relucir su lesbofobia más ramplona, en el primer comentario a esa noticia, y su xenofobia más visceral en los comentarios a otras.
A mí todo me cuadra perfectamente.
A mi no me preocupa el término que se utilice, aunque creo que en un documento de estas características debiera utilizarse un lenguaje más correcto y serio. A mi lo que realmente me preocupa es que se sea tan aguerrido y ultraizquierdista en este manifiesto y después se ayude a que el PP gobierne 60 ayuntamientos y una comunidad autónoma como Extremadura en la que la izquierda tiene mayoría. Me parece que este manifiesto es muy radical en sus términos, pero no es más que una impostura, porque lo cierto es que ya no podemos confiar en IU para asegurar gobiernos de izquierda en favor de los derechos lgtb. Una pena, tanto como la salida de Inés Sabanes de esta formación, una de las personas mas comprometidas con la causa lgtb que había en IU.
llamarse a una misma bollera o marica no deja de ser reapropiarse de un término despectivo para convertirlo en algo no hiriente.
es algo frecuente dentro de nuestro movimiento lgtb.
si tú mismx te denominas bajo un aparente insulto, pierde toda la carga peyorativa.
nota: lo de las bolleras rabiosas ofende a todo el colectivo lgtb.
(de una bisexual no rabiosa, sino ogullosa)
pues , siendo verdad que es bueno apropiarse de los terminos insultantes para normalizarlos, la verdad, que quereis que os diga la palabra que todos hoy en dia utilizamos como sinonimo de normalidad, y que con mas naturalidad entiende la gente es gay y lesbiana , punto, por lo menos para mi, en fin , cada cual,…, por cierto laura lopez , tienes toda la razon
Me flipa el término «bollera rabiosa» para definir al movimiento transfeminista. En serio, compas, apuntemonoslo. Yo por mi parte me defino como bollera rabiosa pero desde YA.
Pues mira que quieres que te diga prefiero ser una Maricona Rabiosa, rabiosa, rabioooosa soy rabioosa XD
Si se hacen llamar bolleras no se pueden ofender porque yo les llame así. Más coherencia y menos lloriqueos. Y me da igual como os defináis, pero no incluyáis a todos en vuestros delirios.
Bollera rabiosa: lesbiana que odia a los hombres y que confunde los derechos LGTB con sus derechos como mujer. Son fácilmente identificables por su estética y siempre están rodeadas de mujeres y mariconas.
Está claro que IU ha perdido el norte, al igual que los del orgullo indignado.
Carlos, no se puede poner puertas al campo. En el momento que utilizas estos términos para definirte no puedes prohibir que el resto haga uso de ellos.
Yo no me siento insultado cuando me llaman gay u homosexual ¿por qué vosotros sí? Aquí hay algo que falla.
Conozco las reuniones de partidos y se discute más de chorradas que de cosas reales y tangibles. Si ya es díficil explicar a los heteros los objetivos del orgullo, imagínate ahora tener que lidiar con la tontería de los «maricabollos».
¿Insultados cuando nos llaman «gays» u «homosexuales»???¿Desde cuando?? ¿Porqué? Mira que hay que leer cada cosa más absurda…
Eso sí: gracias por la nueva definición. Desde ahora además de MARICÓN también me defino como MARICONA RABIOSA.
…siempre es preferible eso que SER un maricón homófobo… 😉
«Bollera rabiosa: lesbiana que odia a los hombres y que confunde los derechos LGTB con sus derechos como mujer. Son fácilmente identificables por su estética y siempre están rodeadas de mujeres y mariconas.»
¿Despues de esto merece la pena seguir otorgándole a este imbécil con carnet sus diez minutos de gloria?
Gracias por lo de imbécil, zorra.