Perdidos
“Es una película sobre el pasado, pero que tiene mucho que ver con el presente, porque habla de ciclos; la humanidad cree que avanza, pero no vive más que ciclos.” Son palabras del director Alejandro Amenábar en referencia a Ágora, la obra que ha presentado estos días en el Festival de Cannes. Fijémonos primero en la última parte de su declaración: ¿tiene razón Amenábar? El supuesto progreso de la humanidad, ese progreso en el que, especialmente en los últimos siglos, tantas esperanzas hemos depositado, ¿es en realidad un espejismo? ¿No será que caminamos en círculos, completamente perdidos en esta extraña jungla que es el mundo?
En cierto sentido la noción de progreso es irrebatible: hoy sabemos mucho más sobre el universo en que vivimos que hace 50 años, entonces sabíamos mucho más que un siglo atrás, etc. Al menos en el sentido de ‘aprender’, es obvio que progresamos. Otra cosa es si progresamos adecuadamente. Porque hay otro gran problema con nuestra noción de progreso: el mayor conocimiento sobre el mundo nos ha permitido transformarlo cada vez más a nuestra voluntad. Y en ello hay mucho de trágico, pues parece ser que las posibilidades que hoy nos ofrecen la ciencia y la técnica son mayores que nuestra capacidad intelectual, moral y organizativa para hacer uso de ellas de modo que no nos hagamos daño a nosotros mismos, que no lleguemos incluso a amenazar nuestra propia supervivencia. Somos niños pequeños jugando con una granada de mano que se acaban de encontrar; y no es una granada de juguete.
Pero volviendo a lo que planteaba Amenábar, el director tiene razón al menos en la existencia de ciclos históricos, lo que significa que nuestro progreso no es una línea recta, y no siempre avanzamos; a veces también retrocedemos:
“Berlín 1931: la cultura homosexual más desarrollada del mundo. Una biblioteca sobre el tema más prolija que cualquiera de las actuales. Bares. Conferencias. Actores fuera del armario como Conrad Veidt o (antes) la Dietrich a los que nadie ponía en listas negras. Para Isherwood y Auden un paraíso. Un registro para posibilitar la reasignación de sexo.
Berlín 1936: No hay biblioteca, se cierran los bares. No hay conferencias. Se exilian los actores. Al poco tiempo se utilizará el registro para enviar a los que en él se incluyeron a campos de concentración.”
Los dos últimos párrafos son una cita de un brillante comentario de Alberto Mira aquí en dosmanzanas. La biblioteca a la que se refiere Mira era la del Institut für Sexualwissenschaft (Instituto de Sexología), fundado en 1919 por el sexólogo y activista homosexual Magnus Hirschfeld. El Instituto era un centro de investigación y de recursos sobre la sexualidad humana en todas sus manifestaciones, atendía a personas que acudían allí en busca de orientación, atención médica o psicológica, etc., y además defendía públicamente los derechos civiles de las personas homosexuales y transgénero. Era, pues, una institución única en el mundo, visitada cada año por unas 20.000 personas.
Pocos meses después de que Hitler se convirtiera en el nuevo canciller de Alemania, en mayo de 1933, los nazis atacaron el Instituto de Sexología (que antes habían clausurado), sacaron a la calle el extraordinario contenido de su biblioteca (unos 20.000 libros y revistas, unas 5.000 imágenes) y lo quemaron públicamente. La causa LGTB retrocedió por entonces de golpe varias décadas, y no sólo en Alemania, sino a nivel global. Ni siquiera tras la derrota del nazismo en la Segunda Guerra Mundial se pudo recuperar el terreno perdido: hubo que esperar a la década de 1960 para que el activismo gay, lésbico, trans lograra de nuevo levantar cabeza. Pero, como señalaba Alberto Mira, incluso en nuestros días no disponemos en ningún país de una institución equiparable a la creada por Magnus Hirschfeld hace 90 años.
“Era como si toda la civilización hubiera sufrido una operación cerebral infligida por su propia mano, de modo que quedaron extinguidos irrevocablemente la mayoría de sus memorias, descubrimientos, ideas y pasiones. La pérdida fue incalculable.” El científico y divulgador Carl Sagan valora así (en su libro Cosmos) la destrucción de otra enorme colección de textos, la célebre Biblioteca de Alejandría. En aquella época Occidente, y con él la humanidad entera, retrocedieron de forma tan grave que tuvieron de pasar muchos siglos para que se volviera a alcanzar un nivel de conocimiento similar al que contenían los perdidos volúmenes de la antigüedad (y muchísimos textos preciosos desaparecieron para siempre). No sabemos con certeza cuándo fue destruida la Biblioteca, pero una de las hipótesis más plausibles es que ello ocurrió en tiempos del emperador Teodosio, famoso entre otras cosas por haber convertido el cristianismo en religión oficial del Imperio Romano (en el año 380) y por haber ordenado (en 391) la destrucción de todos los templos no cristianos, lo que incluiría los edificios que albergaban la Biblioteca alejandrina.
Ágora, la nueva película de Amenábar, transcurre en Alejandría en esa misma época, y narra la historia –y la muerte a manos de una muchedumbre cristiana– de un personaje real: la matemática y filósofa Hipatia, que Sagan considera como “el último científico que trabajó en la Biblioteca”. Según el director español, la suya “es una película contra los fundamentalismos, porque aunque la cosa ha mejorado un poco, el mundo sigue lleno de ellos”. Tiene razón Amenábar: lo peor de nuestro pasado está también de algún modo en nuestro presente, dispuesto a arrastrarnos de nuevo hacia sí, y por eso recordar la historia no sirve simplemente para evadirse hacia un tiempo y un lugar más o menos exóticos, sino para reflexionar sobre nuestro propio tiempo, sus dilemas y sus riesgos.
Yo creo que existe miedo subyacente entre la gran mayoría de gays en cuanto a que la sociedad pueda dar marcha atrás en su tolerancia (que es lo que hoy existe: tolerancia) para con nosotros.
De hecho, visibilizarse uno públicamente como gay es un paso tremendamente difícil porque, precisamente, no tiene marcha atrás. Si las cosas se tuercen, ya sabe todo el mundo contra quien pueden proyectar sus frustraciones.
He quedado encantado con este articulo; ya me lo había preguntado antes ¿Estamos avanzando o solo caminamos en círculos?… Gracias!!!
Gracias por no decir que la Biblioteca de Alejandría la quemó Julio César…es un error tan habitual y que hace tanto daño a la figura de César.
Un romanista agradecido.
¡¡No me la pierdo!!! Lo que se quemó durante la batalla de Alejandría (con César y Cleopatra encerrados en el Barrio de Palacio, esperando refuerzos) fue una ínfima parte del gigantesco edificio al incendiar los romanos la flota egipcia que estaba amarrada a puerto. De todas formas, cuentan que la bronca que le montó la última lágida a César fue de órdago.
La verdad es que asusta lo que nuestros días se parecen a los años 30.
Pero tampoco hay que mitificar la época. Sí existían listas de homosexuales: las listas rosas. Más tarde también fueron usadas por los nazis. Fuera de Berlín y Hamburgo, los homosexuales eran perseguidos como perros e incluso en esas ciudades los chantajistas hacían la vida imposible.
Por otra parte, los nazis persiguieron a los homosexuales, pero si disimulabas lo suficiente (y no tenías mala suerte), se te «perdonaba la vida». Hay que reconocer que los homosexuales no sufrieron una persecución equivalente a la de los judíos. Aunque eso sí, mucho más larga, porque siguió después del 45 hasta finales de los años 60 como bien dice Nemo. Hasta 1975 se realizaron operaciones en el cerebro para curar la homosexualidad en la República Federal…
Estupendo artículo.
No deja de ser revelador observar como los cristianos pasaron de perseguidos a perseguidores.
En cuanto a lo de la alemania nazi, el otro dia discutí con un tipo (ultracatólico para mas señas) que me llegó a afirmar que los gays no eran perseguidos por los nazis y que había alguno que estaba de acuerdo con el exterminio.
Yo no se si es que cuando te haces ultracatólico te lobotomizan o algo así, porque decir tales barbaridades no es normal.
Magnífica por cierto, la serie Cosmos. La recomiendo a todo el mundo. Que gran persona se perdió con la muerte de Sagan.
Lo de la historia por ciclos ya lo había leido yo en mas sitios. Todo aquello de que la historia siempre se repite y conocer el pasado para evitar los errores, debería estar mucho mas presente, habida cuenta de hasta que punto podemos repetirla.
Vease sino lo que ha ido pasando con esa «lucha contra el terrorismo» y la merma de derechos en pos de la «seguridad» (y aquí se llegan a ilegalizar partidos de tal forma que ya ha habido protestas de ámbitos internacionales como Naciones Unidas).
En fin, estamos lejos de estar a salvo. Los fanatismos religiosos están ahí, en todos los estamentos de la sociedad (mismamente, ahora una fanática es presidenta de la cámara vasca) apoyando a sus jerarcas en la lucha contra la razón y la igualdad.
Y la gente no acaba de verlo, hasta que es demasiado tarde.
Creen que es una simple cuestion de pataleta o de campañas en autobuses (y menos mal que se ha armado cierto jaleo y los ateos hemos dicho al mundo que estamos aquí) cuando se trata de defender la neutralidad del estado.
Igual vamos a necesitar que en vez de «los nuestros» sea otra religion la que se favorezca desde el estado para que la gente lo comprenda.
PD: por cierto, el título del artículo está puesto a mala idea ¿eh? XD. Que este finde ha terminado la 5ª temporada de Perdidos y me ha dejado comiendome las uñas hasta la siguiente y última XD.
Por cierto, dobleposteo porque he encontrado una noticia altamente preocupante:
http://www.levante-emv.com/secciones/noticia.jsp?pRef=2009052000_19_591815__Comunitat-Valenciana-Prejuicios-contra-seropositivos
PREJUCIOS CONTRA LOS SEROPOSITIVOS
El 15% de los valencianos cree que los infectados de sida deberían estar separados en los lugares públicos. El 37,5% cambiaría de colegio a su hijo si hubiera un portador del virus.
na encuesta de la Sociedad Española Interdisciplinaria del Sida (Seisida) revela actitudes intolerantes de uno de cada cinco ciudadanos ante la enfermedad. El informe apunta que un 18% de los valencianos cree que los nombres de las personas seropositivas deberían publicarse en un listado «para que quien quisiera pudiera evitarlas»
qué triste quemar libros…
quien quema un libro quema la humanidad.
Aunque alguno de Cesar Vidal no te diría yo que…
Gracias, Nemo.
Yo creo que Amenábar tiene razón y al mismo tiempo no la tiene. Me explico.
La imagen que al parecer él mismo propone en la película, la de una evolución en espiral, sería más idónea. Más bien, la de una espiral que se estira en tres dimensiones. Hay un avance, pero no se produce de manera completamente lineal, sino en forma de ciclos.
La humanidad avanza y retrocede sobre las mismas ideas, pero en esas idas y venidas quedan pasos dados sobre los que ya no se vuelve. Y esto pasa sobre todo en cuestión de valores morales, culturales y sociales. La tecnología avanza linealmente casi por necesidad.
Los fundamentalismos no sé si siempre existirán, pero desde luego no veo que puedan desaparecer fácilmente. Pero no miremos siempre al mismo lado: caer en ideas fundamentalistas es más fácil de lo que parece y las hay de todos los colores.
Respecto a lo que narra Amenábar en la película, no me gustaría juzgar antes de ver, pero me da en la nariz que no va a contar todo lo que se sabe sobre la muerte de Hipatia y las circunstancias que llevaron a ese suceso. No me gustaría que hiciese una simplificación ingenua «cristianismo contra ciencia»; sería una oportunidad perdida (otra por su parte) para plantear un debate más completo e interesante a mi juicio.
Es estupenda la reflexión de Amenábar y me encanta que Nemo la haya traído aquí. Es tan profunda que no sé decir nada que no sean banalidades. Los ciclos, las ruedas que giran (y dentro de ellas hay otras que giran también), las tendencias, los cambios de modelo. Ni siquiera sé si se puede formular alguna tesis en relación con estas cuestiones en lo que respecta a una sola persona, mucho menos en lo que respecta a toda la humanidad. Hablar del antiguo Egipto provoca vértigo, pero incluso así nos dejamos la mayor parte del tiempo que ha habido seres humanos sobre el planeta.
No lo sé. En la película «Vencedores o vencidos» (Judgment at Nuremberg), se toca esta cuestión desde varios puntos de vista. Dexter lo ha dicho antes en relación con la lucha antiterrorista.
Con todo, a nivel pequeño, de una cultura o un pueblo, creo —o más bien confío— que la tendencia en ciclo largo es a progresar y, de nuevo, creo o quiero creer que los anteriores ejemplos, incluyendo el nazismo, son las excepciones que confirman la regla.
La película, por cierto, tiene buena pinta. Habrá que verla.
«siempre«, en este contexto largo y profundo, en este rincón apartado del Universo rutilante, me parece mucho decir. Aunque invita a soñar, la perspectiva te hace, no sólo bajar los pies violentamente al suelo, sino también sentirte insignificantemente pequeño. Esta roca se enfriará un día o se la comerá un sol crecido o recibirá el impacto de otro astro, y ese día, quizá mucho antes, se acabarán los ciclos definitivamente.
Una película que no me pienso perder.
Yo también pienso si no estaremos viviendo la situación que Isherwood describía en «Adiós a Berlín». Un fugaz momento de libertad antes de volver a las leyes segregadas, a los despidos legales, a las cárceles…
No sé cómo será el futuro. Pero a mi alrededor veo que, si una mezcla de crisis económica, ascenso de la ultraderecha y xenofobia permite volver a una situación como la que se vivió en los cercanos años cincuenta, las personas, las ideologías y los medios que la instaurarían están aquí y con mucha fuerza.
Tenemos a una importante parte de la población dispuesta a apoyar al PP, a sus insultos y defensa de la discriminación. Tenemos a decenas de medios de derechas llamando enfermos destructores de la familia a las personas LGBT. Tenemos a un senador exministro franquista que encarcelaba a homosexuales que no ha pedido perdón por ello. Tenemos a una iglesia, casi de estado, dispuesta a dar argumentos «científicos» a los homófobos en sus medios y universidades.
Espero que las personas tolerantes y demócratas sigamos siendo mayoría, aunque cuando veo la cabalgata del orgullo llena y las manifestaciones sobre temas graves vacías me temo lo peor.
A mí personalmente la teoría de los círculos me produce un poco de angustia. Por salud mental prefiero pensar que vamos dando dos pasos adelante y uno hacia atrás.
Mis reservas de fe son limitadas, por eso prefiero emplearlas en creer en el ser humano y en el progreso antes que en Dios. Eso sí, es una fe con muchísimas dudas…
Desde el mismo momento en que leí la sinopsis, cuento los días para ver «Ágora». Sin duda, el momento en que los cristianos pasaron de perseguidos a perseguidores (y que tan bien reflejó Gore Vidal en «Juliano el Apóstata») es uno de los más interesantes de la Historia. Y de los más reveladores, también. Lo curioso es que, 1700 años después, los perseguidores intentan hacerse pasar por perseguidos…
Un placer leerte todos los miércoles, Nemo.
Magnífico artículo, como de costumbre. En cuanto a la película, ya era hora que alguien la rodara. Para la figura de Hipatia he guardado siempre un rinconcito dentro de mí desde que siendo niño me la presentara el Maestro Carl Sagan.
Estupendo texto. Afortunadamente, no son nuevos los datos sobre el alza del Cristianismo y todo lo que asimiló, engulló y aniquiló para llegar a lo que es hoy. Sobre la lucha entre Cristianismo y Ciencia/Saber/Cultura, a mí sí que me parece bien que subraye este hecho, ya que hasta casi anteayer la Iglesia seguía en sus trece. Sólo comenzó a rebajar un poquito el discurso cuando vio que el castillo se les desmoronaba. E incluso hoy en día, sigue «condenando» ideas o prácticas científicas/médicas para alargar su control sobre la sociedad/cultura occidental.
Dexter, me da que por muchos que vean películas y documentales como «Parrafo 175», «Bent» o el de los presos gays del franquismo, seguirán sin creerse la persecución al colectivo LGTB. Incluso dirán que ahora vivimos en un paraíso. Del que a ellos les gustaría tener la llave, claro.
Excelente artículo. Yo me he planteado muchas veces también la pregunta sobre la naturaleza del progreso. Es evidente que no es lineal, que tiene interrupciones y retrocesos, no sé si cíclicas o en espiral, como ha dicho Sidney.
Aunque desde la revolución industrial hasta ahora, los avances técnicos y materiales sí han sido lineales (y ahora, con la revolución informática y en las telecomunicaciones, acelerados), no debemos olvidar que los retrocesos sociales han provocado también en muchas ocasiones retrocesos científicos. Muchos de los avances en el conocimiento científico de los antiguos griegos y romanos sufrieron un tremendo retroceso en la Antigüedad tardía y en la Edad Media (el incendio de la biblioteca de Alejandría, que tan oportunamente has traído a colación es sólo una de las causas) y que cuando esos conocimientos se recuperaron en el Renacimiento fue, en muchas ocasiones, con la tremenda oposición de la Iglesia.
Una observación sobre la destrucción definitiva de la biblioteca, la Wikipedia no aclara mucho, la verdad. Pero parece ser que Teodosio no destruyó la gran y primera biblioteca de Alejandría, sino una secuela que se construyó tras una destrucción anterior imputable a Aureliano o a Diocleciano. En cualquier caso, ni fue Julio César, como dice Astyaro, ni fue el califa Omar, como tantas veces se ha dicho también. Y la pérdida fue, efectivamente, irreparable.
Estupendo artículo, Nemo.
Hoy día quizá ya no se quemen libros, pero hay algunos que se apuntan a la ‘invención’ de una ‘cultura’, una ‘ciencia’ (el ‘catedrático’ Enrique Rojas), una ‘historia’ (César Vidal, como decía jacktwist) afín a sus ideologías. Lamentable.
Gracias por tu oportuna reflexión, Nemo.
Desde luego por mucho que avancemos nunca debemos bajar la guardia, estoy de acuerdo, los talibanes pueden estar en cualquier parte, dispuestos a llevarse lo suyo.
Por cierto, si hay que quemar libros – qué cosa más triste, es cierto, Jack- que sean los de César Vidal.
A propósito:
La última película de Amenábar, señalada por la derecha mediática:
http://www.elplural.com/macrovida/detail.php?id=34072
La semana pasada decía, citando al compañero de DM Enrique Olcina, que son vuestros comentarios los que me alimentan… pues esta semana ha sido un banquete: gracias a todos por tantas y tan buenas aportaciones. Os voy respondiendo, aunque tenga que ser brevemente:
Javier: «Yo creo que existe miedo subyacente entre la gran mayoría de gays en cuanto a que la sociedad pueda dar marcha atrás en su tolerancia (que es lo que hoy existe: tolerancia) para con nosotros.»
Tienes razón, y además no me parece que sea un miedo injustificado. La cuestión está en ver cómo reaccionamos ante ese miedo: escondiéndonos o afirmándonos, cediendo terreno a la homofobia o luchando para asegurar lo conseguido y seguir avanzando.
Ecelan: «La verdad es que asusta lo que nuestros días se parecen a los años 30.»
Yo pienso lo mismo cada vez que los medios sacan alguna estadística económica que es, nos dicen, «la peor desde la Segunda Guerra Mundial». Y me da la impresión de que eso, en los últimos tiempos, se está volviendo habitual.
DexterMorgan: «el otro dia discutí con un tipo (ultracatólico para mas señas) que me llegó a afirmar que los gays no eran perseguidos por los nazis y que había alguno que estaba de acuerdo con el exterminio»
No he entendido la última parte de este fragmento: ¿qué es lo que afirmaba tu interlocutor, exactamente? Según él, ¿quién estaba de acuerdo con qué?
«PD: por cierto, el título del artículo está puesto a mala idea ¿eh?»
Je je, el título del artículo alude a todo lo que se perdió en los momentos históricos a los que me refiero en el texto, y también a la imagen del final del primer párrafo, la de que la humanidad peude ser como una persona perdida en medio de la jungla. Pero reconozco que esa imagen me la inspiró la serie Perdidos (en la primera temporada, Jack intenta en dos ocasiones distintas seguir a alguien por la selva y las dos veces acaba caminando en cículo). Así que algo de razón llevas 🙂
Jack: «quien quema un libro quema la humanidad.»
O como escribió el poeta alemán y judío Heinrich Heine a principios del siglo XIX: «Dort, wo man Bücher verbrennt, verbrennt man am Ende auch Menschen»: Donde se queman libros, al final se acaba quemando también seres humanos. Eso ocurrió en los dos momentos históricos de los que habla el artículo: el de la institucionalización del cristianismo como religión del Imperio Romano y el de la llegada al poder del partido nazi en Alemania.
Sidney: «Respecto a lo que narra Amenábar en la película (…) No me gustaría que hiciese una simplificación ingenua ‘cristianismo contra ciencia’; sería una oportunidad perdida (otra por su parte) para plantear un debate más completo e interesante a mi juicio.»
¿Cuál sería ese debate más completo e interesante a tu juicio? ¿Y qué otra oportunidad crees que perdió Amenábar?
Zarevitz: «Esta roca se enfriará un día o se la comerá un sol crecido o recibirá el impacto de otro astro, y ese día, quizá mucho antes, se acabarán los ciclos definitivamente.»
Muy bello, zar.
Dr. Turbio: «si una mezcla de crisis económica, ascenso de la ultraderecha y xenofobia permite volver a una situación [respecto a la homosexualidad] como la que se vivió en los cercanos años cincuenta, las personas, las ideologías y los medios que la instaurarían están aquí y con mucha fuerza.
Éste es, ciertamente, un pensamiento turbador, pero mucho me temo que lúcido. Y deberíamos tenerlo muy presente.
Giorgio: «Lo curioso es que, 1700 años después, los perseguidores intentan hacerse pasar por perseguidos…»
Y no sólo eso, sino que además intentan hacer pasar su ignorancia y su mezquindad (tan a menudo acompañadas por la hipocresía) por una moral muy superior a cualquier otra, divina. Y los que no cabemos en esa moral suya somos, dicen, «objetivamente desordenados» y no merecemos tener los mismos derechos que los demás ciudadanos, ni la misma libertad para expresarnos o, simplemente, para vivir…
A todos los demás (Kalexander, Astyaro, Guillermo, al-ex, Grano Grueso, Carrington, Crasamet, Raúl, Rafa), muchísimas gacias por enriquecer esa sección con vuestras aportaciones.
Besos a todos.
zarevitz está hecho un poeta, un poeta enamorado, que son los buenos
Estupendo artículo, como siempre. Es curioso que la película, apenas estrenada para la prensa en Cannes, ya ha hecho acopio de todo tipo de críticas negativas. Va a ser duro para algunos ver «el reverso tenebroso de Quo Vadis», lo que todos podíamos imaginar pero nadie se atrevía a contar. Espero que la película tenga mucho éxito, yo desde luego no me la pienso perder.
Me encantaría que, por cierto, una vez abierta la veda para que se puedan conocer ciertos detalles del afianzamiento del cristianismo como religión oficial (y única) del imperio, una película de igual rango dedicada a esos años en los que Constantino el Grande organizó el cristianismo en Nicea, sería muy reveladora, hay cosas que no se enseñan…