Joven de Malasia «desaparecido» hace tres años, localizado por su familia al difundirse en redes sociales fotos de su unión civil con otro hombre

Curiosa historia la Ariff Alfian Rosli, de 28 años, que refleja la presión a la que las personas LGTB viven sometidas en muchos países del mundo. El joven salió de Malasia con destino a Irlanda en 2003 para estudiar Medicina. Pero en 2008 interrumpió el contacto con su familia, que le perdió la pista. Tres años después, la difusión en redes sociales de sus fotos contrayendo unión civil con su novio irlandés le han sacado del anonimato y han desatado la polémica en su país.

Sus padres, a los que el joven ocultó su homosexualidad, denunciaron su desaparición tanto en Malasia como en Irlanda, país al que viajaron hasta en ocho ocasiones en su busca. Hace pocos días, sin embargo, fotos de la unión civil de Ariff (ataviado, precisamente, con un traje típico de su país) y su novio irlandés llegaron a conocimiento de sus padres, tras ser difundidas en redes sociales. De esta forma, los padres de Ariff han sabido que su hijo está vivo, y que es gay. Los padres, que no habrían aceptado de buen grado la noticia, le han pedido públicamente que vuelva a su país y que responda del dinero de su beca, sufragada por la compañía petrolífera estatal Petronas y que al parecer la compañía reclama a los padres.

El  caso ha causado gran polémica en Malasia, donde una organización islámica ha presentado una denuncia contra él por «deshonrar a su país, a su religión y a su raza». El embajador de Malasia en Irlanda, por su parte, ha confirmado que el joven está localizado, pero que no puede revelar más detalles ya que atenta contra la legislación irlandesa de protección de datos.

Los derechos de las personas homosexuales en Malasia

Malasia sigue castigando la “sodomía” con penas de hasta 20 años de cárcel, si bien en la práctica la homosexualidad no suele perseguirse. O así ha sido hasta ahora: hace poco más de un mes recogíamos las intenciones de dos estados del país de endurecer la persecución de la homosexualidad. Se trata de Pahang y Malacca, cuyos líderes religiosos están considerando añadir castigos suplementarios a los que ya prevé la legislación federal, que se aplicarían a los musulmanes, tanto a los homosexuales como a los que los apoyen de alguna manera. Malasia es un país de variada composición étnico-religiosa, aunque de mayoría musulmana, en el que conviven leyes civiles (de obligado cumplimiento para todos) y leyes islámicas, de aplicación a los ciudadanos musulmanes.

Malasia es, en cualquier caso, fuente habitual de noticias de corte homófobo. Entre las últimas, la cancelación de un Festival que se celebraba desde 2008 para promover el respeto a la diversidad sexual, el intento de enviar a 66 adolescentes “afeminados” a un campamento para masculinizarlos o la censura de la canción Born This Way, de Lady Gaga, por su contenido LGTB. Semanas antes, un joven gay musulmán recibía amenazas de muerte por difundir un vídeo en el que animaba a otros homosexuales a salir del armario.

En marzo de 2010 informábamos sobre la relajación de la censura, dispuesta a permitir la presencia de personajes homosexuales en el cine siempre y cuando se arrepientan o se vuelvan heterosexuales. Pocas semanas después la ley contra la sodomía era usada para juzgar a Anwar Ibrahim, un líder opositor, noticia que también recogimos. Antes, en noviembre de 2008, nos hacíamos eco de como las autoridades musulmanas dictaban un edicto contra las “actitudes masculinas” en las mujeres, entre las que se incluía el lesbianismo y el vestir “como un hombre”.