La justicia británica confirma el despido de un terapeuta de pareja que se negó a atender a parejas homosexuales por «motivos religiosos»
La justicia británica ha denegado el recurso de Gary McFarlane, terapeuta sexual y de pareja, que en 2008 fue despedido por Relate, la organización para la que trabajaba, por negarse a prestar sus servicios a las parejas del mismo sexo por motivos religiosos. McFarlane defendía que la obligación de atender a parejas homosexuales chocaba con sus creencias cristianas y atentaba contra la libertad religiosa.
El juez de la Corte de Apelaciones que ha negado el recurso considera que McFarlane tiene todo el derecho del mundo a tener sus creencias religiosas, pero que en ningún el cumplimiento de la ley puede ser supeditado a éstas. La legislación británica es clara al respecto: negarse a prestar un servicio por razones de orientación sexual es discriminatorio. «No vivimos en una sociedad en la que todo el mundo comparta las mismas creencias religiosas. Los preceptos de una religión o sistema de creencias no pueden aspirar, por la fuerza de su origen religioso, a estar por encima en la ley general que los de cualquier otra», ha expresado el juez.
Gary McFarlane había recibido el apoyo, entre otros, de George Carey, arzobispo de Canterbury (líder espiritual del anglicanismo) entre 1991 y 2002. Carey, que actuó en el juicio como testigo, ha puesto el grito en el cielo. “No es más que un paso entre el despido de un empleado cristiano y el final de la contratación de cualquier cristiano. Creo que más decisiones de este tipo van a terminar así y es el momento de actuar», ha dicho.
“No es más que un paso entre el despido de un empleado cristiano y el final de la contratación de cualquier cristiano. Creo que más decisiones de este tipo van a terminar así y es el momento de actuar”
¿Enserio? !Que bueno! Si es el caso entonces ya no nos tendremos que preocupar por personas que anteponen sus creencias religiosas antes que el ejercicio de su profesión. Las personas que hacen eso sencillamente no sirven para nada.
Imagínense si todo el tiempo anteponemos nuestra ideología por sobre la profesión. Porque, por esa regla de tres, yo tampoco atendería a un carcacristiano porque su estilo de vida va en contra de mis «no creencias».
Jajaja, Tienes toda la razón Neurofilo, eso mismo opino yo con el tema del velo en las aulas, luego podría presentarse cualquiera en tanga o vestido con un disfraz de payaso a clase alegando, con la misma razón que los defensores del velo, que forma parte de su cultura o de su religión.
Basta de chorradas: ¡Ley para todos!
No mareemos la perdiz, Mikael. Una cosa es lo que dice el artículo, y que va en la línea de los jueces que dicen no casar a LGTB por motivos de conciencia, y otra muy distinta lo del velo en clase. Mientras las costumbres/creencias de cada uno no interfieran en la marcha regular de las clases, ¿qué derecho hay a prohibirlos? ¿Se prohíbe a las monjas llevar hábito por la calle? ¿No «alardean» ellas de sus creencias? Pues lo mismo. ¿Hablamos de la tiranía del zapato de tacón en la mujer occidental? ¿Del maquillaje? ¿De la depilación? Pues eso.
Saludos
Es distinto la calle que un instituto publico, el caso es que hay queobedecer las leyes y reglamentos por encinnuestras creencias personales con animo de no perjudicar a terceros. De lo del velo solo decir que si ella puede llevar velo yo puedo llevar una cofia medieval si me da la gana. O todos o ninguno.
Saludos igualmente.
No sé qué tiene que ver el caso de la chica del pañuelo con este caso. En este caso, este señor se negaba, porque sus creencias aparentemente así se lo exigían, a cumplir con sus obligaciones y además negaba un derecho a terceros. En España tenemos casos como el de Calamita o Alabau, que incurrieron en gravísimos casos de prevaricación y ralentizaron los procedimientos por motivos ideológicos. Lo que dice el juez es que una creencia religiosa no puede estar por encima (ni fuera) de la ley. La chica del pañuelo no atenta contra los derechos de nadie, y sintiéndolo mucho un pañuelo, una kipá o una crucecita no son elementos folklóricos ni caprichosos, sino una manifestación ***personal** de una creencia religiosa que está constitucionalmente protegida.
No sé qué manía hay con pretender que el Estado intervenga, controle e imponga los criterios de una parte de la población sobre todos los demás. Precisamente los LGBT tenemos que ser los primeros en denunciar los excesos de la tiranía de las mayorías allí donde se produzcan. Najwa no ha conculcado los derechos de nadie, no ha hecho «proselitismo» como tanto insistís y no está imponiendo nada a nadie. Tanta libertad debería tener para llevar la cabeza cubierta como para llevarla descubierta si eso es lo que quiere. Otra cosa sería que Najwa llegara a ser juez y antepusiera sus creencias a lo que dice la ley privando de derechos a sus conciudadanos. Mientras ese día no llegue, la polémica no tiene sentido.
No le veo ninguna relación a los dos casos, la verdad.
Por otro lado, para los que insistís con el tema de «los reglamentos» (qué manía le ha entrado a los españoles, por lo general tan irrespetuosos con cualquier tipo de normativa cívica, recurrir ahora a «los reglamentos» como coartada para disimular la xenofobia y no tener que reconocerse como lo que son): un reglamento no puede estar *****nunca**** por encima de un derecho fundamental sancionado por nuestra Constitución. En este caso, el derecho al desarrollo de la libre personalidad y el de la libertad de conciencia y creencia religiosa, especialmente cuando los derechos de terceros no se ven afectados. Exactamente, ¿en qué se ven afectados los derechos de sus compañeros o de los docentes?
Siempre esas religiones mugrientas ocasionan daños mentales en las personas cuando éstas son febles de la cabezota huera.
Me rindo, pero sabed que ambos temas si que tienen que ver.