Lech Wałęsa quiere a los parlamentarios homosexuales lo más lejos posible: «en la última fila, e incluso más allá»

La sociedad polaca ha evolucionado mucho en materia LGTB. Quien no parece haberse adaptado al signo de los tiempos es el que fuera líder del sindicato Solidaridad, héroe de la resistencia al régimen comunista, Premio Nobel de la Paz y presidente del Polonia, Lech Wałęsa. Fiel a su conocido pensamiento católico y tradicional, Wałęsa ha hecho unas declaraciones abiertamente homófobas tanto contra la presencia de diputados LGTB en el Parlamento como, en general, contra la visibilidad homosexual.

Entrevistado por la cadena privada TVN24, el expresidente polaco afirmó que los diputados homosexuales «deberían sentarse en la última fila, e incluso más allá, al otro lado de la pared». «La mayoría ha construido la democracia y esta pertenece a la mayoría. Y tenemos una minoría que camina sobre la cabeza de la mayoría. Yo no quiero que esta minoría, con la que no estoy de acuerdo, pero que tolero y entiendo, se manifieste en la calle y haga girar la cabeza a mis hijos y nietos», añadió Wałęsa.

El expresidente polaco, ya con la quinta marcha metida, acabó por defender orgullosamente sus puntos de vista homófobos. «Soy de la vieja escuela y no pienso cambiar. Entiendo que hay gente diferente, diferentes orientaciones y que tienen derecho a su identidad. Pero que no cambien el orden establecido desde hace siglos. No quiero ni oír hablar de eso. Que lo hagan entre ellos y que nos dejen en paz a mí y a mis nietos», aseguró.

Polonia, una realidad en franca evolución

Por mucho que le moleste a Wałęsa, lo cierto es que la presencia LGTB en el Parlamento polaco se hace notar, gracias a la presencia de la diputada Anna Grodzka (abiertamente transexual) y Robert Biedroń (abiertamente gay, antiguo líder de la organización Campaña contra la Homofobia, KPH). Grodzka, de hecho, estuvo hace pocas semanas a punto de ser elegida una de las vicepresidentas de la cámara, aunque al final el nombramiento no se materializó. Ambos son diputados del Ruch Palikota, el movimiento de izquierda y a favor de la laicidad liderado por Janusz Palikot que en octubre de 2011 se convertía en la tercera fuerza política del país.

Y es que Polonia, en materia LGTB, está cambiando a marchas forzadas, pese a las fortísimas resistencias de su clase política. Buen ejemplo de ello es los sucedido en enero, cuando el Parlamento polaco rechazaba tres proyectos de unión civil abierta a las parejas del mismo sexo, uno de ellos promovido desde la gobernante PO (Plataforma Cívica) con el apoyo del primer ministro, Donald Tusk. Una derrota que provocó una auténtica fractura en el seno la PO entre su sector más liberal y su sector más conservador, liderado el ministro de Justicia Jarosław Gowin, un político vinculado al Opus Dei y con conocidos antecedentes homófobos.

El resultado de la votación, que se acompañó además de furibundas proclamas homófobas lanzadas por algunos diputados, generó de hecho gran frustración entre los sectores más avanzados de la sociedad polaca. Sectores que, según los sondeos más recientes, podrían reorientar su voto en las próximas elecciones europeas desde la PO hacia Europa Plus, formación promovida por Palikot y por el expresidente Alexander Kwaśniewski.

Robert Biedroń, diputado gay, responde a Wałęsa

El propio Robert Biedroń, único diputado abiertamente gay de Polonia, ha respondido ya a Wałęsa, y lo ha hecho por cierto con la educación y el respeto que el expresidente no ha demostrado. «Me encanta Wałęsa, si no fuera por él yo no estaría aquí», ha declarado, reconociendo su papel en la caída del régimen comunista. Biedroń, que ha expresado que se sentiría feliz de poder reunirse con el expresidente polaco, le ha recomendado eso sí a su hijo (Jarosław Wałęsa, eurodiputado de la PO) que se siente con su padre y le explique en los que consisten cosas como las uniones civiles o la reproducción asistida.

Lo cierto es que, pese a ser un personaje respetado en Polonia, las declaraciones de Lech Wałęsa han merecido fuertes críticas en su propio país. La influyente periodista Monica Olejnik considera por ejemplo que con sus declaraciones «deshonra al Premio Nobel» y de hecho ya se ha cursado una denuncia por incitación al odio.