Niegan la confirmación a una mujer transexual en Granada, alegando que la transexualidad es una “aberración para la Iglesia»

A Manuela Rute le quedaban unas tres semanas para concluir el curso de catequesis previo a la confirmación, cuando el cura de su parroquia en la localidad granadina de Íllora le comunicó que no podría recibir dicho sacramento ya que según el arzobispo de Granada “la transexualidad es una aberración para la Iglesia y una mutilación”. Colectivos transexuales proponen la convocatoria de una huelga de hambre hasta que el arzobispado permita su confirmación.

Manuela ha declarado que incluso planteó la posibilidad de recibir la confirmación con el nombre de hombre con el que fue bautizada, pero tampoco se lo permitieron. En palabras del párroco de la Iglesia de la Encarnación de Illora, José Luis Ontiveros, “la Iglesia no le cierra las puertas pero la confirmación es un sacramento que nos responsabiliza como cristianos, y el cambio de sexo es algo que, según las enseñanzas de la Iglesia en este tema, no se recomienda”. “Somos amigos, ella suele venir los domingos, comulga, no se lo negamos, pero la confirmación es como dar un paso más, identificarse más cristianamente, por lo que confirmarla sería de alguna manera justificar esa práctica”, añadió.

La Asociación de Transexualidad Clínica de España lanzó un llamamiento la pasada semana convocando una huelga de hambre ante la catedral de Granada, en fecha aún por fijar, en protesta por la decisión del párroco de Íllora de negarle la confirmación a esta vecina, una mujer “cristiana, hija del pueblo y de la clase trabajadora”. “He sido siempre católica, apostólica y practicante y me ha costado mucho tiempo ganarme el respeto como persona y como mujer en Íllora, donde me he integrado sin ningún problema”, ha declarado Manuela, de 56 años, que dice estar atravesando “una depresión” por la negativa de la Iglesia a confirmarla.

También ha intervenido la histórica activista transexual Kim Pérez, amiga de Manuela. Pérez ha declarado que cuestiones como ésta hacen “peligrar la integración social” de la afectada en particular y del colectivo de transexuales en general. Añadiendo además que a diferencia de la homosexualidad, sobre la que la Iglesia se ha manifestado en contra, la transexualidad ha sido un asunto “opinable” en el mundo eclesiástico.