El nuevo ministro de Justicia de Senegal descarta ahora despenalizar la homosexualidad pese a haberlo defendido en el pasado
Sidiki Kaba, nuevo ministro de Justicia de Senegal, ha declarado que no modificará las leyes que penalizan la homosexualidad en el país africano. Kaba fue presidente honorario de la Federación Internacional de Derechos Humanos, y desde ese cargo abogó por que el gobierno senegalés aboliese “de urgencia” las leyes que castigaban la homosexualidad.
En el año 2009, nueve jóvenes homosexuales fueron condenados en Senegal a ocho años de cárcel por la comisión de un delito de “actos impuros y contra natura”. Debido quizás a la presión internacional, la condena fue anulada tres meses después por el Tribunal de Apelaciones. Sin embargo, tras la sentencia inicial, Sidiki Kaba fue entrevistado por France 24 como presidente honorario de la Federación Internacional de Derechos Humanos. En aquella entrevista, Kaba calificaba la sentencia de “grave y extremadamente severa”, sobre teniendo en cuenta que el fiscal había solicitado la pena de cinco años recogida en el Código Penal, y consideraba que venía a demostrar “que existe una fuerte represión de la homosexualidad en Senegal”.
Asimismo, Sidiki Kaba estimaba que la administración senegalesa debía cambiar urgentemente la ley penalizadora de la homosexualidad “si quiere ser creíble y estar en conformidad con los acuerdos internacionales en materia de derechos humanos que ha firmado y ratificado”. Kaba aclaraba también que el artículo 319 del Código Penal senegalés no habla directamente de homosexualidad sino de “actos contra natura”, englobando a las relaciones sexuales entre personas del mismo sexo y la zoofilia, lo que lo convertía en un “cajón de sastre” que permitía a los jueces condenar a los homosexuales con mayor facilidad. Sidiki Kaba exhortaba a un cambio de leyes: “los diputados deben asumir este problema en nombre de la libertad sexual. En cuanto al Estado, que se enorgullece de defender la democracia y los derechos humanos, sería mejor que se comprometiera con la vía de la despenalización de la homosexualidad”.
El pasado lunes 2 de septiembre se conoció la composición del nuevo gobierno senegalés, dirigido por Aminata Touré, que fue nombrado jefe del ejecutivo por el presidente Macky Sall. Como titular de la cartera de Justicia aparecía Sidiki Kaba, lo cual alimentaba las especulaciones sobre un cambio en la legislación contra la homosexualidad, en coherencia con sus antiguas declaraciones. Preguntado al respecto, Kaba se apresuró a puntualizar que las posiciones que defendía en su día eran las de la Federación Internacional de Derechos Humanos, y que ahora, en su cargo de ministro de Justicia, “trabaja en el contexto de un gobierno cuyos puntos de vista se expresan a través del jefe de Estado Macky Sall, lo cual se aplica a todos los que sirven bajo su mandato”.
Postura oficial del presidente de Senegal
A instancias de un diputado socialista, que interrogó sobre la posición oficial del gobierno senegalés acerca de la despenalización de la homosexualidad, el pasado mes de abril, la jefatura del Estado emitió un comunicado en el que declaraba que “los valores culturales básicos enraizados [en Senegal] no pueden ser compatibles con la opción de despenalizar la homosexualidad», afirmando con firmeza que “el Estado no ha considerado esa opción, que se excluye por completo de su doctrina política». Esta misma declaración fue reiterada por el presidente Macky Sall dos meses más tarde, durante la visita que en el mes de junio efectuó al país africano el presidente estadounidense Barack Obama.
A pesar de las declaraciones efectuadas por el ahora ministro de Justicia, acomodándose a las instrucciones de la jefatura del Estado, la organización islámica Jamra ha solicitado su dimisión inmediata. Jamra tacha a Kaba de “derechohumanista prohomosexualidad”, expresando su preocupación por su capacidad para defender la postura oficial de Senegal ante los organismos internacionales. Según Jamra, esa preocupación “refleja la del 98% de los creyentes, tanto musulmanes como cristianos, cuyas religiones respectivas rechazan categóricamente las uniones contra natura”.
Senegal es un país situado en el África occidental, de mayoría musulmana, que actualmente castiga las relaciones homosexuales con hasta cinco años de cárcel y multas que en los casos más extremos pueden llegar hasta los 1.500 euros, cifra exorbitante para un ciudadano senegalés. A finales de 2010 nos hacíamos eco de un informe de Human Rights Watch que alertaba del incremento de las agresiones hacia las personas homosexuales en ese país, estimuladas por líderes políticos y religiosos que habrían sido decisivos a la hora de fabricar un clima de brutal violencia homófoba con la connivencia de buena parte de los medios de comunicación. Muchas de las agresiones, detenciones e incluso linchamientos ni siquiera alcanzarían las páginas de la prensa internacional.