La justicia federal de Estados Unidos deberá decidir si es legal rechazar a un miembro de un jurado por su orientación sexual
La Corte Federal de Apelaciones del 9º Circuito, con sede en San Francisco, debe tomar una decisión que marcará sin duda un importante precedente: si es legal o no rechazar a un miembro de un jurado por razones de orientación sexual.
El juicio en cuestión gira en torno a si la empresa farmacéutica Abbott violó las leyes de la libre competencia al incrementar en 2007 el precio de un medicamento antirretroviral utilizado en el tratamiento de la infección por VIH en un 400%, un incremento de coste que en su momento recibió fuertes críticas desde la comunidad LGTB. Abbott, de hecho, fue finalmente demandada ante la justicia federal por su competidora GlaxoSmithKline. Pero el caso ha dado un sorprendente giro desde un litigio sobre libre competencia a convertirse en una cuestión de derechos civiles cuando Abbott rechazó a uno de los miembros del jurado propuestos simplemente por el hecho de ser gay.
La decisión que adopte sobre el tema el panel de tres jueces de la Corte de Apelaciones del 9º Circuito será de gran importancia, dado que en la actualidad, en Estados Unidos, los abogados de las partes en un juicio con jurado tienen capacidad de rechazar a una serie de miembros del jurado sin tener que dar explicaciones, pero hay dos importantes excepciones según la jurisprudencia del Tribunal Supremo: no puede hacerse por razones de sexo o de raza, por razones antidiscriminatorias. Si finalmente la orientación sexual se considerara también una condición por la cual no es posible recusar a un jurado, el grado de protección legal de los derechos de la minoría homosexual se vería reforzado.
No se trataría, por cierto, de la primera vez que se toma una decisión de este tipo: en California, ya desde el año 2000 está prohibido recusar a jurados por razones de orientación sexual gracias a una decisión de su Corte Suprema, pero esta vincula solo a la justicia estatal, no a la federal.
Esperaremos el resultado de la decisión, que en cualquier caso podrá ser recurrida y quizá acabe en manos del Supremo. Abbott, por lo pronto, ya se ha apresurado a argumentar que su rechazo al jurado no se basó en su condición de gay, sino en otras razones, como que ya conociera la polémica sobre el coste del medicamento, que un amigo suyo hubiera fallecido a causa del sida o que hubiera trabajado en tribunales de justicia.