Camerún: hombre condenado a nueve años de prisión por mantener relaciones homosexuales
Cornelius Fonya, un camerunés de 35 años, ha sido condenado a nueve años de prisión por mantener relaciones sexuales con un joven de 19 años. Aunque la pena máxima en Camerún para las relaciones homosexuales consentidas entre adultos es de cinco años, el castigo puede llegar a doblarse cuando se trata de relaciones entre un adulto y un joven entre dieciséis y veintiún años.
En octubre de 2012, Cornelius Fonya fue atrapado por una multitud que le acusaba de haber mantenido relaciones homosexuales con un niño de catorce años. La turba le condujo hasta la comisaría de policía, donde prestó declaración y permaneció bajo arresto. La familia del joven, que después se comprobó que en realidad tenía diecinueve años, presentó la correspondiente denuncia, alegando que se había tratado de una violación. Cornelius, por el contrario, siempre ha declarado que las relaciones fueron consentidas, sin que en el juicio se hayan presentado pruebas de lo contrario.
El acusado ingresó en prisión preventiva desde aquella fecha. Aunque consiguió reunir dinero suficiente para la fianza y salir en libertad vigilada, la madre del joven con quien mantuvo relaciones alegó ante los tribunales que su hijo padecía desórdenes mentales debido a sus encuentros sexuales. El juez dictaminó entonces la prisión incondicional.
Después de un año encarcelado se ha celebrado el juicio, cuya sentencia se falló el pasado 20 de noviembre. La familia del joven, que fue quien presentó en su día la denuncia, no acudió a prestar testimonio ante el tribunal, aunque el juez informó que su fallo se había basado en las declaraciones efectuadas en su día ante la Policía. Cornelius ha sido condenado a nueve años de prisión por haber mantenido relaciones sexuales con otro hombre de diecinueve años de edad.
Los activistas LGTB de la organización CAMEF (Cameroon Empowerment Association for Outreach Programs) han declarado respecto a esta sentencia que “el sistema jurídico de Camerún ha demostrado una vez más el contexto homofóbico en el que vivimos actualmente, donde las preferencias sexuales percibidas o reales son suficientes para que ser encarcelado». «Tenemos que hacer algo para poner fin a la violación continua de los derechos humanos que sufrimos los miembros de la comunidad LGTB en Camerún”, han añadido desde esta organización.
Los miembros de CAMEF esperan poder ayudar a Cornelius en el tribunal de apelación. Describen también la terrible situación cotidiana de las personas LGTB en la región del país africano donde reside Cornelius Fonya:
“Es frecuente que muchos sean golpeados en las calles en la región suroeste, que es extremadamente violenta contra los gays.
CAMEF ha estado abogando por los intereses de la comunidad LGTB en esta parte del país y hemos sido atacados por sus homófobos habitantes, que nos acusan de fomentar la homosexualidad, porque los homosexuales somos ‘animales que merecen la pena de muerte y no son dignos de seguir viviendo’.
Los miembros de la comunidad LGTB son a menudo golpeados en la calle, en el pasado incluso eran apedreados hasta la muerte, y muchos otros son detenidos arbitrariamente sobre la base de su orientación sexual real o percibida, siendo enviados a prisión tras ser condenados por un juez sin evidencia de prácticas homosexuales”.
La dura realidad camerunesa para las personas LGTB
A finales de 2012, la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos expresaba su preocupación por la situación de las personas LGTB en Camerún, realmente complicada.
Y es que cada poco tiempo se producen noticias de detenciones, algunas de las cuales hemos recogido a lo largo de los últimos años: en febrero de 2012 (cuando informamos de la detención de al menos tres mujeres lesbianas), en enero de 2012, en noviembre de 2011 (tres hombres fueron condenados a cinco años de cárcel acusados de mantener relaciones homosexuales en un coche), en octubre de 2011 (la condena a tres años de cárcel por declararse a otro hombre por SMS fue confirmada en diciembre de 2012), en abril de 2011, en marzo de 2011 (el detenido fue condenado a 36 meses de cárcel, motivo por el cual Amnistía Internacional llevó a cabo una acción), en octubre de 2010, en mayo de 2010 (los dos detenidos entonces fueron luego condenados a cinco meses de cárcel), en marzo de 2010 (en este caso la detención se mezcló con un intento de extorsión por parte de la Policía a un ciudadano australiano) o en diciembre de 2009 (en este caso el joven fue finalmente liberado tras permanecer varios días en prisión en condiciones miserables). Más recientemente, en julio de 2013, se conoció la sentencia a prisión de dos hombres detenidos dos años antes por mantener relaciones homosexuales. En el mismo mes, fue brutalmente torturado y asesinado en su domicilio el activista LGTB Eric Ohena Lembembe, conocido por su labor en apoyo a los enfermos de sida y por sus continuas denuncias de las leyes homófobas del gobierno de Camerún y su pasividad ante la violencia desatada contra la población LGTB.
Y estos son solo los casos que trascienden a los medios internacionales. Según Human Rights Watch, al menos 28 personas han sido detenidas por delitos relacionados con la homosexualidad en los últimos tres años.
También nos hemos hecho eco de la serie de vídeos “Homosexuales en Camerún: gentes como tú y yo”, breves reportajes que recogen testimonios de personas LGTB perseguidas por su orientación sexual en el país africano.
En Camerún, como citábamos anteriormente, las relaciones homosexuales están penadas con hasta cinco años de cárcel, pero según la activista LGTB Alice Nkom solo se puede detener a una persona si se la encuentra en situación de “flagrante delito”. Desgraciadamente, tal y como corrobora Human Rights Watch, son cada vez más los casos en los que la Policía ignora este requerimiento. En septiembre de este mismo año, las autoridades políticas de Camerún rehusaron seguir las recomendaciones del Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas de despenalizar la homosexualidad y actuar contra la violencia homofóbica.