Croacia vota en contra del matrimonio igualitario
Los croatas han votado mediante referéndum que su Constitución sea reformada para definir el matrimonio como la unión entre un hombre y una mujer. Aunque la participación no ha alcanzado ni siquiera el 40% del electorado, la ley croata no establece una participación mayoritaria para que el resultado de un referéndum sea válido.
Tan solo unos meses después de su incorporación a la Unión Europea, los croatas han sido convocados a referéndum para consultarles acerca de si su Constitución deber restringir derechos a las personas LGTB. El resultado ha sido favorable a la discriminación constitucional de las parejas del mismo sexo. Según datos preliminares de la Comisión Electoral croata, con una cuarta parte de los votos escrutados, la reforma constitucional que veta el matrimonio igualitario habría sido secundada por un 64,84% de votos favorables, mientras que un 35,56% habría votado en contra. Esos mismos datos ofrecen una participación inferior al 40% de la población convocada.
El promotor de la iniciativa de referéndum fue un grupo denominado En el nombre de la familia, que consiguió que su petición fuera secundada por más de 700.000 firmas, más de una quinta parte del cuerpo electoral croata (un país de apenas cuatro millones y medio de habitantes). Ello fue posible gracias a la fuerte movilización de los sectores católicos, ya que debemos recordar que un 90% de la población croata se define como católica. La campaña nació para oponerse a la introducción de la educación sexual en la escuela, pero viró rápidamente hacia el matrimonio igualitario tras llegar a Croacia los ecos de lo sucedido en Francia, donde la fortísima oposición al matrimonio igualitario por parte de la derecha política y de sectores católicos sorprendió al mundo.
Aunque el referéndum no es vinculante y el Parlamento croata no tiene obligación de proceder a implementar la reforma constitucional, el triunfo del “sí” refuerza la ya de por sí vigorosa homofobia social en el país balcánico. En todo caso, las declaraciones al respecto de los representantes políticos son poco o nada halagüeñas.
El presidente Ivo Josipović, jefe de Estado croata, afirmaba haber votado en contra de la reforma constitucional, estimando que “un referéndum de este tipo no es necesario. No es competencia de la Constitución el definir el matrimonio entre un hombre y una mujer. Una nación se juzga por su actitud hacia las minorías». Sin embargo, también añadía que, en su opinión, el resultado del referéndum debe ser respetado y que “no debe ser motivo para nuevas divisiones. Tenemos graves problemas económicos y sociales. No vale la pena centrarse en estas cuestiones». El presidente comunicó que el gobierno croata está trabajando en un proyecto de ley que asegure algunos derechos a las parejas del mismo sexo que convivan, proyecto del que se lleva hablando desde el año 2012.
Por su parte, el primer ministro Zoran Milanović había declarado previamente que este sería «el último referéndum que permite a la mayoría despojar de sus derechos a una minoría», anunciando una reforma legal que lo impida en el futuro.
La jerarquía católica, a través de una carta dirigida a sus feligreses por el cardenal Josip Bozanic, había promovido el voto favorable a la reforma homófoba de la Constitución, puesto que para su fe “el matrimonio es la única unión que permite la procreación. Esa es la principal diferencia entre el matrimonio y otro tipo de uniones”. Ignoramos si, en consecuencia, la iglesia católica croata promoverá otra reforma constitucional que impida que las parejas heterosexuales con problemas de fertilidad puedan contraer o mantener sus matrimonios.
Por último, recogemos las palabras de un estudiante universitario, Jura Matulic, que definía perfectamente lo que ha representado el referéndum croata: “voy a votar en contra porque creo que este referéndum no es una fiesta de la democracia, sino una celebración de la opresión contra una minoría, contra la lucha por sus derechos y contra los derechos que no disfruta”.
Bueno, ya sabíamos que la pertenencia a la Unión Europea no era una garantía para el bienestar económicos, ahora se confirma que tampoco es una garantía para el Estado de Derecho. Me pregunto que tipo de razonamientos puede servir para rechazar, en esta nueva coyuntura, el ingreso de países como Turquía o Rusia. De hecho, visto el cariz que está tomando la situación, la Rusia de Putin representa los valores y capacidades más apropiados para liderar la Europa del futuro que comienza a asomar tras la obra de Merkel y y los miembros del corifeo neocon europeo…
Pero qué más le dará lo del matrimonio a la gente que no es homosexual… Entiendo que puedan poner reparos a la adopción de niños, pero el matrimonio en sí, ¿en qué les afecta a ellos? Y encima casi apalean a los pocos que se manifestaron en Zagreb para pedir el voto en contra. Y ver los comentarios de periódicos croatas en Internet estos días ha sido una orgía homófoba. En fin, otra tristeza más, y me da doblemente pena porque es un país precioso al que tengo bastante cariño. Gracias por poner la noticia.
Desde luego esto es repulsivo, yo no sé qué pasará con Croacia pero entre estar en la UE o con Rusia y su proyecto de Unión Euroasiática, creo que es mejor que estén en la UE. Mirad las diferencias respecto a derechos LGTB entre Polonia y la actual Ucrania o la homófoba Bielorrusia.
Quizá con el tiempo las cosas en Croacia empiecen a cambiar. No lo sé pero espero que sí.
Al menos tienen la suerte de poder hacer referendums. Tal y como hoy lo han rechazado, puede que dentro de pocos años, siempre que se permita repetir el referéndum, dé otro resultado.