En una motivada y emotiva sentencia, un juez federal declara inconstitucional la prohibición del matrimonio igualitario en Oregón
El juez federal Michael McShane ha dictaminado este lunes 19 de mayo que la prohibición del matrimonio entre personas del mismo sexo recogida en la legislación del estado de Oregón viola la Constitución de los Estados Unidos. La sentencia, cuya ejecución no ha sido suspendida por el juez McShane, probablemente tampoco será apelada por la Fiscalía General del estado, que ni siquiera llegó a defender la legislación vigente en Oregón ante el tribunal. Si no se presenta alguna apelación admisible en el plazo establecido, la sentencia adquirirá firmeza, convirtiendo a Oregón en el decimoctavo estado de los Estados Unidos en permitir el matrimonio igualitario.
Dos parejas del mismo sexo eran quienes demandaban al estado de Oregón por impedirles contraer matrimonio al aplicar la enmienda a la Constitución del estado, aprobada en 2004 por el 57% de los votantes, que establece que la única forma de matrimonio reconocida por el estado de Oregón es la formada por la unión de un hombre y una mujer. Las parejas arguían que impedirles el matrimonio debido a estar compuestas por dos personas del mismo sexo violaba el derecho a la igual y protección y al debido proceso recogidos en la 14ª Enmienda de la Constitución de los Estados Unidos.
La fiscal general de Oregón, Ellen Rosenblum, anunció en el mes de febrero que no defendería la prohibición del matrimonio igualitario ante el tribunal federal puesto que dicha prohibición “no podría resistir una impugnación constitucional federal en virtud de cualquier norma a examen”. Ya en octubre de 2013, un informe favorable del Departamento de Justicia del estado ocasionó que los matrimonios del mismo sexo celebrados en otras jurisdicciones donde estaban permitidos fueran reconocidos por el estado de Oregón. Por su parte, el gobernador John Kitzhaber no consideró la contratación de otro equipo legal que defendiera el ordenamiento constitucional de Oregón al respecto.
Debido a ello, la organización homófoba National Organization for Marriage (NOM) presentó una solicitud ante el juez McShane en la que se abogaban la representación de quienes habían votado a favor de la enmienda constitucional en 2004, instando al juez a que les permitiera ser quienes la defendieran ante su tribunal. El magistrado finalmente denegó la solicitud, al estimar que la organización apenas si tenía afiliados en el estado de Oregón como para atribuirse una representación semejante.
Resolución favorable
Sin defensa de la prohibición constitucional al matrimonio entre personas del mismo sexo, se esperaba que la resolución del juez McShane fuera favorable. La circunstancia de que se tratara de un juez abiertamente gay alimentaba también esa esperanza, aunque desde su entorno se declarara inmediatamente que cualquier resolución que tomara estaría motivada por los méritos del caso, no por cualquier circunstancia personal.
Pero la resolución, efectivamente, ha sido favorable, y el juez Michael McShane ha dictaminado que los derechos constitucionales de los demandantes se menoscababan debido a la prohibición estatal de sus matrimonios. La sentencia, que no ha sido suspendida cautelarmente por el juez, ha sido acompañada por una orden ejecutiva en la que se obliga a los funcionarios del estado de Oregón a que proporcionen licencias de matrimonio a las parejas del mismo sexo que las soliciten.
La National Organization for Marriage presentó inmediatamente una solicitud de suspensión de la sentencia ante la Corte de Apelaciones del 9º Circuito, solicitud que ha sido denegada con la misma prontitud.
De hecho, las primeras licencias de matrimonio ya han sido proporcionadas a las parejas del mismo sexo que las han solicitado. Eso sí, las leyes de Oregón establecen un plazo de tres días tras la emisión de la licencia matrimonial antes de que la boda pueda tener lugar, por lo que habrá que esperar ese plazo para contemplar las primeras ceremonias nupciales.
Una motivada y emotiva sentencia
Los fundamentos legales de la sentencia del juez Michael McShane han respondido a los méritos del caso, y están en la línea argumental de las sentencias del mismo tipo dictadas en Utah, Oklahoma, Texas, Virginia, Michigan, Arkansas e Idaho. Sin embargo, el juez se ha permitido, como es su prerrogativa, concluir su resolución con unos comentarios que indudablemente están ligados a su experiencia personal. La de él y la de muchos, que sin duda se verán reconocidos en ellos.
Estos son los párrafos finales, que merecen una lectura:
Oregon reconoce un matrimonio por amor de la misma manera que reconoce un matrimonio de conveniencia. Se ofrece el mismo conjunto de derechos y privilegios a Tristán e Isolda que a una celebridad de Hollywood que se despierta en Las Vegas con la memoria borrosa y un anillo en el dedo. Sin embargo, no permite esos mismos derechos a las parejas de gais y lesbianas que desean contraer matrimonio dentro de los límites de nuestras fronteras geográficas.
Generaciones de estadounidenses, incluido yo mismo, se criaron en un mundo en el que se creía que la homosexualidad era una perversión moral, un trastorno mental o un pecado mortal. Recuerdo que uno de los juegos de recreo más populares de mi infancia se llamaba ‘manchar al maricón’ y se jugaba con gran celo sin pensar un momento en la corrección política de hoy. A un nivel más profundo, la misma visión del mundo dio lugar a un ambiente de crueldad, violencia y odio a sí mismo. Tan solo era 1986, cuando el Tribunal Supremo de los Estados justificaba, sobre la base de una ‘enseñanza moral de milenios’, el encarcelamiento de los hombres gais y las mujeres lesbianas que participaban en actos sexuales de mutuo acuerdo…
Incluso hoy en día me viene a la memoria ese legado que hemos dado como herencia a la generación actual, cuando mi hijo mira con desdén el suéter que le regalo para la Navidad y, volteando los ojos, dice ‘papá… es tan gay’.
…
Mi decisión no será la última palabra sobre este tema, pero en lo que respecta al matrimonio me llaman más la atención nuestras similitudes que nuestras diferencias. Creo que si somos capaces de pasar por alto el género y la sexualidad, podremos ver en estos demandantes ni más ni menos que a nuestras familias. Las familias que esperaríamos que nuestra Constitución protegiera, incluso exaltara, en igual medida.
Con ese discernimiento no vemos las sombras que acechan en los armarios o los estereotipos de lo que antes se creía; más bien, vemos familias comprometidas con un propósito común de amor, devoción y servicio a la comunidad en general.
¿A dónde nos conduce esto? Sé que muchos sugieren que vamos por una pendiente resbaladiza que no tendrá límites morales. Para aquellos que realmente abrigan estos temores, tan solo puedo decir esto: miremos menos hacia el cielo para ver lo que nos podría caer; en vez de ello, mirémonos los unos a los otros… y elevémonos.
Continúa la avalancha
Desde la sentencia del Tribunal Supremo de los Estados Unidos que derogaba la parte de la DOMA que impedía el reconocimiento federal de los matrimonios entre personas del mismo sexo en junio de 2013, se han presentado varias decenas de demandas en diversos estados, en las que de una u otra forma se desafía la prohibición del matrimonio igualitario. Oregón se une a los estados en los que las sentencias han dado resultados favorables, como en el caso de Utah, Oklahoma, Virginia, Texas, Michigan, Arkansas e Idaho. En todos ellos, sin embargo, las sentencias están en suspenso mientras se resuelven las apelaciones.
En Kentucky y Ohio se ha resuelto a favor del reconocimiento de los matrimonios del mismo sexo celebrados en otros estados donde están permitidos, con las sentencias también en suspenso. En Tennessee e Indiana ese reconocimiento se circunscribe únicamente a las parejas demandantes, aunque el precedente ya se ha establecido.
En dosmanzanas también hemos aludido a algunas otras de las que están en proceso (como las de Nevada o Pensilvania), pero en realidad el proceso alcanza ya a treinta estados que cubren todos los territorios judiciales del país. Todo apunta a que esta auténtica avalancha judicial tendrá que culminar más pronto que tarde en una nueva sentencia del Tribunal Supremo que aclare la situación.
Actualmente, y en espera de que se resuelvan las diversas apelaciones y procesos, en los Estados Unidos el matrimonio entre personas del mismo sexo es legal en California, Connecticut, Delaware, Hawaii, Illinois, Iowa, Maine, Maryland, Massachusetts, Minnesota, New Hampshire, Nueva Jersey, Nueva York, Nuevo México, Oregón, Rhode Island, Vermont y Washington. A estos 18 estados se unen además Washington DC (la capital federal) y ocho jurisdicciones tribales.
Sé que nadie leerá esta opinión mía, pero me resultan muy interesantes estas noticias sobre el «tira y afloja» entre Estados y Gobierno federal acerca de los matrimonios, porque expone a las claras un sistema federal puro como es el americano. En estos tiempos en que se habla de federalismo para España, ¿es este el sistema que queremos?
Obama hace unos días dio un discurso ante uno de los puentes que unen los Estados de NY y NJ, que a pesar de su importancia está a punto de ser cerrado por su mal estado. La pugna entre conservadores -agazapados en los Estados, como Sarah Palin- que defienden la capacidad de las regiones para frenar el intervencionismo del Gobierno nacional (sea para construir infraestructuras o establecer un sistema público de salud) y los progresistas que defienden un Estado central fuerte y con capacidad de invertir es justo lo contrario que tenemos en España, donde el progresismo se une con los nacionalismos rupturistas mientras la derecha se envuelve en la rojigualda.
Me gusta más la idea de Obama de fomentar la inconstitucionalidad de las medidas contra la igualdad, como la de Oregón (recuerdo de la guerra civil entre yankees y confererados) que la opinión del Tea Party, favorable a que los Estados regionales puedan parar ese impulso.
Y me da envidia. Me gustaría que España pudiera, ya que no pudo en el pasado, constituirse en una idea de progresismo nacional frente a la ruptura de los nacionalismso periféricos, herederos del carlismo tradicionalista. Franco nos robó la bandera y el PSOE y la izquierda no nos la quisieron devolver.
Este tira y afloja entre estados federados y gobierno federal, entre gobiernos estatales y jueces, entre presidente y congreso, es la esencia de la democracia estadounidense, que ya quisiéramos tener aquí. Un sistema de eternas tensiones y contrapesos políticos.
Y sobre España no creo que más centralismo y más nacionalismo españolista sea lo mejor. Y menos aún para los LGTBI.
iñigo, me parece que tu comentario no viene al caso. No tengo un profundo conocimiento de la organización institucional de los países anglosajones en general, ni de Estados Unidos en particular, pero me temo que la evolución del proceso jurídico norteamericano en lo relativo a los derechos de las personas LGTB y del acceso al matrimonio de las parejas del mimo sexo, tiene muy poco que ver con la organización territorial y sí mucho con la tradición de respeto a los derechos individuales, a la igualdad ante la ley, la libertad de prensa, expresión, el sometimiento a las leyes y al escrutinio público de todos los poderes del estado, el escrupuloso respeto a la división de estos, el respeto a la diferencia, etc. Algo que aquí, desde luego, no forma parte ni de nuestras tradiciones sociales, y que nuestra estructura política no deja de considerar un engorro. No hay que alarmarse por ser singulares, en la Europa Continental comparten también esa fé en que el Poder debe tener las manos libres para resolver con energía y de forma expeditiva las grandes crisis que surgen a lo largo del devenir histórico. Una fé autoritaria en la homogeneidad que tan excelentes frutos da una y otra vez…es muy posible que pronto podamos volver a disfrutar de sus mejores logros, en España y en Europa. Un saludo.
Yo creo que ese impulso de la igualdad de basa en la historia americana. Ocurrió cuando se dio la guerra civil americana: los estados del sur, esclavistas, se declararon independientes para no acatar lo que decía el Gobierno federal. Y Lincoln les declaró la guerra para devolverlos al redil… con la esclavitud derogada.
Lo mismo cuando los derechos civiles en los años 50, 60…. El Gobierno federal volvió a agachar la cabeza de los Estados sureños rebeldes. Y ahora, lo mismo. Es síntoma de que el EEUU el ideal progresista está unido a la unión, valga la redundancia, y los movimientos separatistas (sobre todo en Texas) están en manos de pensamientos ultras.
Vaya, iñigo, me has hecho ver la luz con tus reflexiones desde la perspectiva de la organización territorial de los EE.UU.
Yo cabizbajo y preocupado ante la perspectiva de revivir en mis propias carnes las experiencias de los belgradinos de hace un par de décadas (y para muchos años…), y resulta que en algunos meses en lo que nos vamos a convertir es en ¡cosmopolitas neoyorquinos!.
¡Un besote, guapetón! 😉