El odio homófobo vuelve a las calles de París mientras los socialistas franceses renuncian a nuevos avances en materia LGTB
La Manif pour tous, el gran movimiento homófobo surgido al calor del proceso de aprobación del matrimonio igualitario en Francia, vuelve a las calles. Entre 70.000 (según la policía) y 500.000 personas (según los organizadores) han desfilado en París para expresar su oposición a la reproducción asistida para las mujeres lesbianas o al reconocimiento de los hijos nacidos por gestación subrogada en el extranjero. Bastantes menos (7.500 según la policía, 30.000 según los organizadores) lo han hecho en Burdeos, la otra ciudad en la que tenían lugar movilizaciones. Pero más allá del poder de convocatoria de los homófobos, lo más preocupante es la cobardía que demuestra el gobierno francés, que bajo la dirección de Manuel Valls se niega a reconocer ningún derecho más a las familias homoparentales.
Fue en febrero pasado cuando los homófobos franceses celebraron su última gran movilización callejera contra el reconocimiento de derechos a las familias homoparentales (en aquella ocasión centraron su protesta contra el conocido como “informe Lunacek”, una propuesta de hoja de ruta contra la homofobia y la discriminación por motivos de orientación sexual e identidad de género aprobada por el Parlamento Europeo pocos días después). Sin embargo la Manif pour tous no ha permanecido inactiva durante este tiempo. De hecho, el movimiento homófobo se ha consolidado como un poderoso lobby que de hecho ha conseguido la marcha atrás de los socialistas sobre la modificación de las leyes de reproducción asistida.
Una de las primeras acciones de Manuel Valls tras ser designado primer ministro fue de hecho viajar al Vaticano y dejar allí claro que su gobierno no promovería dicha modificación, pese a formar parte del programa electoral con el que los socialistas ganaron las elecciones legislativas. La secretaria de estado de Familia, Laurence Rossignol, llegaba a recibir a los representantes de la Manif por tous y confirmarles la renuncia de su gobierno a modificar la normativa de reproducción asistida. “Estamos felices de que el gobierno reconozca el peso de nuestro movimiento. Esperamos ahora que detrás de las palabras lleguen los hechos”, declaraba entonces el coordinador general de la plataforma homófoba, Albéric Dumont.
De hecho, ha sido la justicia la que se ha visto obligada a reconocer a los nuevos modelos de familia algunos de los derechos que el gobierno se niega a promover por vía legislativa. Por un lado, hace solo dos semanas la Corte francesa de Casación confirmaba el derecho a que, en el seno de los matrimonios de mujeres lesbianas que se ven obligadas a acudir a otros paises (como Bélgica o España) para concebir a sus hijos, la madre no gestante adopte al hijo de la madre gestante. Y a finales de junio era el Tribunal Europeo de Derechos Humanos el que fallaba a favor de dos matrimonios heterosexuales franceses que tuvieron tres hijas mediante gestación subrogada en Estados Unidos y a las que Francia se negó a registrar por estar dicho procedimiento prohibido en su suelo. Sentencia que por cierto obligó al gobierno español a claudicar y anunciar que cursaría a todos los consulados de España la orden inmediata de volver a inscribir en el Registro Civil a estos menores.
Es en este contexto en el que los homófobos franceses se han vuelto a movilizar en favor de la familia tradicional como único modelo de familia posible y en contra del matrimonio igualitario, del acceso de las lesbianas a la reproducción asistida, de la gestación subrogada o de la educación en la diversidad en las escuelas. Lo han hecho, además, con asistencia de destacados miembros tanto de la UMP, el principal partido de la derecha francesa, como del Frente Nacional, la más que pujante formación de extrema derecha.
Habrá que ver hasta qué punto, con los socialistas franceses ya hundidos en las encuestas de una forma que parece irreversible, la Manif pour tous –que en buena parte debió su pujanza inicial al afán de la derecha de desgastar al presidente Hollande- sobrevive como agente político. Por lo pronto, son los socialistas los que parecen haber claudicado al renunciar a promover cualquier nuevo derecho para las personas LGTB. Además de lo ya referido respecto a la reproducción asistida, especialmente demostrativo de esta situación es el giro de 180º de Manuel Valls, que ha pasado de defender la gestación subrogada en 2011 a descalificarla esta misma semana como una «práctica intolerable de comercialización de seres humanos y de mercantilización del cuerpo de las mujeres».
El Tribunal Supremo de EE.UU. allana el camino para las bodas gays en el país
http://www.elconfidencial.com/ultima-hora-en-vivo/2014-10-06/el-tribunal-supremo-de-ee-uu-allana-el-camino-para-las-bodas-gais-en-el-pais_382702/
Lo más increíble de todo es el poder de influencia que tienen estos grupos en Francia. Osea, si ya la iglesia y sus secuaces ultraconservadores en España poseen la suficiente plataforma como para darse a conocer e intentar frenar avances en derechos LGBT, de seguro presionando al PP y, de vez en cuando, consiguiéndolo, lo que ya es suficiente dolor de cabeza, si en Francia la iglesia no tiene el poder que en otros países, lo más esperable es que fuera un país más igualitario y tolerante que mi querida España. Pero de tolerancia, muy poco, y de igualdad, menos. Y lamentablemente la cosa por ahora no vislumbra cambios. Malditos fascistas!