La Iglesia Metodista Unida restituye al pastor que había bendecido la boda gay de su hijo
Frank Schaefer, quien bendijo el matrimonio de su hijo con otro hombre, ha sido finalmente restituido en su posición de pastor de la Iglesia Metodista Unida, después de que en 2013 le retirara de su cargo. Más allá del hecho concreto, la noticia refleja el avance del debate sobre las relaciones entre personas del mismo sexo en el seno de la segunda denominación protestante en número de fieles de los Estados Unidos.
El Consejo Jurídico de la Iglesia Metodista Unida comunicaba el pasado lunes la readmisión de Frank Schaefer, refrendando el parecer de un tribunal eclesiástico local que ya en junio había fallado a favor de restituir al reverendo. En su dictamen, el Consejo no entra en el fondo del asunto y se limita a confirmar que la decisión del tribunal inferior era conforme a las leyes de la Iglesia metodista. Con todo, los miembros del Consejo reconocen ser conscientes de la división que vive su comunidad sobre el tema del matrimonio y asumen que “algunos no comparten la decisión que hemos tomado hoy”.
Pese a la relativa timidez argumentativa, Schaefer se ha mostrado muy satisfecho y considera que la decisión es un paso pequeño pero “significativo hacia otro punto de vista sobre las políticas excluyentes de la Iglesia Metodista Unida. Con su decisión de validar mi restitución, el Consejo Judicial ha actuado con justicia y sabiduría. Su decisión es una señal de esperanza para nuestra comunidad LGBTQ, que no siempre ha visto la ley del amor y de la gracia en la letra de la ley arcaica que la iglesia sigue suscribiendo”.
Un pastor convertido en activista por la igualdad LGTB
Frank Schaefer adquirió notoriedad en noviembre de 2013. Como recogimos en dosmanzanas, quiso bendecir en 2007 la boda de su hijo Tim con el hombre al que ama, celebrada en Massachusetts (el primero de los estados de Estados Unidos que permitió el matrimonio igualitario). Lo hizo orgulloso de apoyar a su hijo, que con 17 años le había confesado su homosexualidad tras haber sufrido la culpa de sentirse pecador. Un sufrimiento cuyo conocimiento le causó un gran dolor a su padre, que le brindó entonces todo su apoyo. “Jesús Nuestro Señor jamás mencionó la homosexualidad. Si es una cuestión tan importante, ¿por qué no lo hizo?”, argumentaba.
Esta decisión no había supuesto ningún problema para Schaefer durante años, en los que siguió ejerciendo su labor pastoral. Sin embargo, en 2013 uno de sus feligreses lo denunció ante su iglesia tras llegar a sus oídos la noticia. El proceso, conforme a los reglamentos, no pudo sino resultar en un dictamen adverso. La Iglesia Metodista Unida sigue considerando de forma oficial las relaciones homosexuales pecaminosas y no permite bendecir uniones entre personas del mismo sexo o celebrar bodas (a pesar de que hay un importante sector que defiende posturas inclusivas). Con todo, no se le expulsó directamente sino que se la dio un plazo de 30 días para que “reflexionara”. Schaefer se mantuvo firme por lo que tuvo que ser expulsado. Sin embargo, apeló la sentencia y el dictamen del lunes pasado es la última resolución de este proceso.
De hecho, el caso de Schaefer ha reavivado el debate sobre las relaciones homosexuales en la Iglesia Metodista Unida, haciendo del pastor un activista por la igualdad LGTB. El debate interno ha tenido hitos muy significativos. Así, poco antes del primer juicio, una cincuentena de pastores celebraba al unísono la boda de Bill Gatewood y Rick Taylor, gays, fieles metodistas y pareja desde hace más de 25 años. La boda se celebró en la Arch Street United Methodist Church, una parroquia inclusiva de Filadelfia. En concreto, 36 de ellos pertenecían a la Iglesia Metodista Unida y 9 a otras confesiones religiosas. Otros 17 clérigos metodistas de diferentes lugares de Estados Unidos les daban su apoyo permitiendo que sus nombres figurasen en el certificado de matrimonio que fue entregado a los novios.
Meses después, otro pastor metodista bendecía la unión de su hijo con otro hombre. Fue Thomas Ogletree, quien además ocupaba un lugar prominente al haber sido diácono en Yale y el Drew Theological Seminary, un importante seminario metodista. En este caso, sin embargo, no hubo juicio y además su obispo apeló a que cesaran estos procesos.
Todo el proceso ha tenido además otro efecto interesante. Y es que la actitud de su padre motivó que el propio Tim Schaefer se haya replanteado su vocación al ministerio, aunque en una iglesia que tenga ya una actitud inclusiva más asentada.
Lo sucedido con Frank Schaefer es una muestra más del intenso proceso que llevan viviendo las principales iglesias protestantes de Estados Unidos en torno a la realidad LGTB, caracterizado por intensas discusiones públicas y tomas abiertas de posición. Precisamente esta transparencia es la que ha estado ausente en la Iglesia católica, al menos hasta el último Sínodo de la Familia, donde más allá de los resultados concretos se ha constatado por primera vez un cierto debate público en el seno de la jerarquía. Con todo, queda claro que de momento sigue muy lejos de lo que se está viviendo en las denominaciones protestantes de Estados Unidos y otros países.