Dos de las acosadoras de Carla Díaz, la adolescente bisexual que se suicidó en 2013, condenadas a trabajos sociales
La lucha de la madre de Carla Díaz, la adolescente de 14 años que se quitó la vida en 2013 tras ser víctima de acoso, entre otras razones, por su orientación bisexual, ha dado sus frutos pese a los impedimentos sufridos. Dos menores, compañeras del colegio Santo Ángel de la Guarda (un centro católico concertado) se han reconocido finalmente culpables de un delito contra la integridad moral y han sido condenadas a cuatro meses de trabajos sociales.
En marzo de 2014 contábamos que la Fiscalía de menores de Oviedo sobreseía el caso sin practicar diligencia probatoria, algo que el colectivo LGTB asturiano XEGA consideró en su momento “inaudito”. Carla Díaz, que presentaba estrabismo y que había hecho pública su condición de bisexual, se había quitado la vida el 11 de abril de 2013 saltando desde un acantilado de Gijón después de ser acosada en su colegio con burlas continuas e insultos del tipo de «bollera», «virola [bizca]» y similares. Carla fue sometida incluso a agresiones físicas. En al menos dos ocasiones fue encerrada en un retrete y le arrojaron agua por encima de la puerta. En el infierno de Carla participaron diversos compañeros de clase, aunque las principales responsables que además incitaban a los demás a acosarla fueron las menores ahora condenadas.
Tras el sobreseimiento del caso en marzo, la abogada de la madre de Carla, Leticia de la Hoz, pidió la reapertura aunque modificando la acusación (de inducción al suicidio a delito contra la integridad moral) y aportando conversaciones en redes sociales mantenidas por las condenadas. El caso se reabrió y las dos menores fueron imputadas en septiembre. Finalmente han admitido ser las responsables del delito por el que se las imputaba para llegar a un acuerdo, por el que se las condena a llevar a cabo tareas encaminadas «a mejorar la empatía, el control de impulsos y la asunción de las consecuencias de sus actos».
Una sentencia que deja un sabor amargo
La sentencia deja un sabor amargo. Por un lado, cabe felicitarse de que el acoso que sufrió Carla haya sido reconocido y no quede silenciado. «Hoy por hoy, el castigo impuesto a las agresoras de mi hija es una porquería (…) pero servirá como precedente, para algo servirá», declaraba hace pocos días Montserrat Magnien, madre de Carla, al diario El Mundo.
Por otro, sigue resultando inconcebible que el colegio no adoptara ninguna medida pese a los indicios del acoso que Carla estaba sufriendo. Como en su momento recogimos, hay incluso actas de reuniones de su madre con la tutora del centro en las que se reconoce la existencia del acoso. Carla, de hecho, había comenzado a autolesionarse meses antes de quitarse la vida.
La abogada Leticia de la Hoz estudia ahora demandar al colegio Santo Ángel de la Guarda, del que Montserrat Magnien solo ha recibido «malas críticas», según declaraba en la citada entrevista a El Mundo, en la que denuncia la desatención sufrida por parte del centro antes y después de la muerte de su hija.
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Flick
Flick no es más que el "nick" con el que empecé a comentar (y discutir, y razonar...) en dosmanzanas, allá por 2006. Me sabía a poco, por eso decidí colaborar y compartir mi pasión por estar informado. Y aquí sigo.
Ese colegio de «santo» y de «santos» no tiene nada.
Tiene bemoles la sentencia. Pero en este país es así muchas veces. Los chorizos y delincuentes se salen con la suya mientras la gente que los sufre y padece están absolutamente desamparadas.
Lamentables.
Lo siento, pero no viene a cuento mencionar una orientación sexual inventada por algunos medios sobre esta chica. Dejad de inventar, por favor.