El Orgullo 2015 repetirá recorrido y finalizará en Colón por segundo año consecutivo
El colectivo madrileño COGAM y la FELGTB han hecho ya públicos fecha y recorrido de la Manifestación Estatal del Orgullo LGTB 2015. Será el sábado 4 de julio y la manifestación discurrirá, como ya hizo en 2014, entre la Glorieta de Atocha y la Plaza de Colón. Dosmanzanas aplaude tanto la elección del recorrido como el hecho de anticiparlo en enero, lo que debería permitir a los organizadores dedicar sus energías a batallas más importantes.
Ya en 2014 opinamos que había sido un acierto que la manifestación acabara en Colón. Este recorrido (una larga línea recta que conecta la Glorieta de Atocha con la Plaza de Colón atravesando Neptuno y Cibeles y que evita giros abruptos como el de 2013) favoreció la fluidez y la movilidad, tanto interna como externa, de los cientos de miles de personas que participaron de una forma u otra. También facilitó que las carrozas que animan el evento en su parte más lúdica contaran con su correspondiente perímetro de seguridad, lo que resultaba sumamente complicado mantener en la Gran Vía. La última parte del recorrido, el Paseo de Recoletos, hizo además posible -gracias al desahogo de sus áreas laterales- que las familias con niños pequeños y cochecitos pudieran participar de la fiesta en este tramo final sin miedo a las apreturas, profundizando el carácter de fiesta familiar que cada vez más tiene el Orgullo.
En nuestra opinión, despejada la incógnita del recorrido de la manifestación, los colectivos convocantes deberían centrar sus energías en potenciar una agenda social y cultural en el Orgullo 2015 que vaya más allá de lo meramente lúdico y conseguir que las fiestas propiamente dichas -cuya responsabilidad, a diferencia de la manifestación, no depende tanto de ellos como de AEGAL, la tercera «pata» del Orgullo- cuenten con unos estándares mínimos de calidad e implicación activista. No es fácil, pero quizá sea en este terreno, y no en el debate sobre el recorrido, donde pueda exigirse al actual Ayuntamiento (siendo realistas, el que salga de las elecciones de mayo no contará con tiempo para modificar lo ya decidido) un mayor compromiso. Todo ello sin renunciar al modelo de Orgullo mixto -reivindicativo y fiestero- que tan buenos resultados ha dado en el pasado.
Ya habrá tiempo, cara a próximas ediciones, de valorar si merece la pena el esfuerzo de que la manifestación vuelva a la Gran Vía, opción que a nuestro juicio solo debería contemplarse si existe un compromiso firme y riguroso de la próxima corporación municipal de garantizar la seguridad del recorrido con suficiente personal y medios. Los organizadores no pueden hacerlo contando solo con sus voluntarios. Es más, quizá sea hora ya de poner punto final a la nostalgia de la Gran Vía como escenario principal de la manifestación, como en su momento hubo que hacer cuando el Orgullo abandonó la Puerta del Sol por su incapacidad para absorber a los manifestantes. No conviene olvidar, en este punto, que Madrid organizará el World Pride en 2017, que sin duda atraerá a nuevos asistentes de otros países con los que habrá que contar.