"Si se suman dos manzanas, pues dan dos manzanas. Y si se suman una manzana y una pera, nunca pueden dar dos manzanas, porque es que son componentes distintos. Hombre y mujer es una cosa, que es el matrimonio, y dos hombres o dos mujeres serán otra cosa distinta" - Ana Botella

Visibilizando la identidad trans: críticas de la película «La chica danesa» y el musical «Priscilla»

Mientras la homosexualidad se ha ido haciendo, poco a poco, un hueco en la sociedad occidental, la identidad trans lo sigue teniendo difícil para captar la atención de aquellos ajenos al mundo LGTB. Confundidas a menudo con los travestis o los propios homosexuales, las personas trans son tristemente marginadas por la cultura popular, siendo escasísimo el arte protagonizado por ellas. Es por tanto una verdadera suerte contar ahora mismo con La chica danesa en los cines y Priscilla en los teatros, pues ambas obras rompen peligrosos prejuicios y ponen su granito de arena a la tan necesaria (y amargamente lejana) normalización social de esta comunidad. A ellas y a todas las personas trans que nos leen va dedicado este artículo.

La chica danesaLa chica danesa (The Danish Girl, 2015) es la última película del londinense Tom Hooper tras el oscarizado drama biográfico El discurso del rey (2010) y el popular musical Los miserables (2012), además de la primera superproducción cinematográfica centrada en la transexualidad. El sujeto escogido para tal honor no podría haber sido más apropiado: Lili Elbe (nacida bajo el nombre masculino de Einar Mogens Wegener), la primera persona que decidió someterse a la cirugía de reasignación de sexo, toda una personalidad a la que Eddie Redmayne (último ganador del Óscar a mejor actor gracias a su Stephen Hawkins de la maravillosa La teoría del toro) honra con una sentida (aunque algo forzada) interpretación. Escrita por Lucinda Coxon a partir de la novela de David Ebershoff, la cinta se centra en el proceso de cambio de Lili Elbe, desde que se viste de mujer por primera vez hasta que decide arriesgar su propia vida por tener el cuerpo que le corresponde, aunque erra algunas concepciones básicas de la propia transexualidad (por ejemplo, su empeño en relacionarla con la ropa vestida). Que el protagonista tenga en la también pintora Gerda Wegener (magníficamente encarnada por la actriz revelación del año Alicia Vikander, la sugerente robot de Ex Machina) como máximo apoyo aporta a la historia un afligido romanticismo, pero desvía por momentos la atención de quien realmente la merece, instando al espectador a identificarse más con Gerda que con Lili. Los elementos que sí son perfectos son la evocadora música del siempre efectivo Alexandre Desplat (ganador del primer Premio ‘Apolo vive enfrente’ por The Imitation Game) y el sugerente carácter pictórico de la fotografía de Danny Cohen, el diseño de producción de Eve Stewart y Michael Standish y el vestuario del canario Paco Delgado, perfecto dada la profesión de las protagonistas. Este último es el único español nominado este año por la Academia, que también se ha fijado en el diseño de producción y el fascinante trabajo de los dos protagonistas. Les deseo mucha suerte a todos, pues sus cuatro candidaturas son, junto a las seis de la elegante Carol de Todd Haynes, la única representación LGTB en unos premios que, nuevamente, han apartado a homosexuales y personas trans de la categoría principal.

PriscillaPor su parte, Priscilla está fielmente adaptado por Miguel Antelo a partir del musical australiano de Stephan Elliott y Allan Scott, quienes lo basaron a su vez en la genial película Las aventuras de Priscilla, reina del desierto (dirigida por el propio Elliott en 1994). Un equipo español e internacional de primera categoría (incluyendo a Ángel Llacer al mando de la dirección artística) da como resultado una espectacular puesta en escena, gloriosas coreografías y carismáticas interpretaciones, todo ello al servicio de una historia que logra hacer reír y llorar al mismo tiempo. En ella, tres despampanantes Drag Queens (dos gais y una mujer trans) viven una inolvidable aventura en autobús por el desierto australiano, encontrándose a su paso odios y prejuicios, pero también amor y respeto donde menos se los esperan. Como sucedía en la cinta inolvidablemente protagonizada por Terence Stamp (el primer intérprete en encarnar a un personaje transexual en una cinta relativamente comercial, también conocido como el Canciller Valorum de Star Wars), Hugo Weaving (Elrond en El señor de los anillos y el agente Smith en Matrix) y Guy Pearce (el olvidadizo Leonard de Memento), el alocado vestuario es una auténtica delicia plagada de imaginación (tanta, que la película se hizo sorprendentemente con el Óscar). Verdaderamente, nos encontramos ante uno de los mejores musicales que jamás ha surgido de una película no musical, ya que suma la genial banda sonora del film (incluyendo “Girls Just Wanna Have Fun”, “I Will Survive” y “Go West”, por supuesto) a otros múltiples éxitos con las que avanzar la trama. Tras varios meses en Madrid, el musical se despide de la capital el próximo 28 de febrero, momento en que dará comienzo su gira por España, con lo que, viváis donde viváis, no tenéis excusa para no disfrutar, antes o después, de uno de los espectáculos más satisfactorios que un servidor ha contemplado.

Mientras La chica danesa se centra en el lado más dramático de ser trans (ser consciente de ello en un mundo que te da la espalda y luchar por obtener el cuerpo que deseas aun a costa de tu propia vida), Priscilla explota la vertiente más cómica (el travestismo y las contradicciones que conlleva nacer con un cuerpo y vivir con otro), pero ambas obras se acercan a la identidad tran (en este caso, femenina) y el transformismo con máximo respeto, siendo de obligado visionado para todos aquellos deseosos, bien de disfrutar de cultura con la que por fin se sientan identificados, bien de comprender mejor una realidad que, poco a poco, debería darse por sentada.

Comentarios
  1. DanielGrimoir

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