La aprobación del matrimonio igualitario y su actitud ante el terrorismo, lo único que los franceses salvan de la presidencia de Hollande
A solo un mes de que se produzca el relevo presidencial, una encuesta recoge la opinión de los franceses sobre su presidente saliente, François Hollande. El socialista se despide del Elíseo con un bajo nivel de aprobación general: un 70% de los franceses consideran que ha sido un mal presidente. Sin embargo, salvan dos logros de su presidencia: la lucha contra el terrorismo y la aprobación del matrimonio igualitario, ambos con un 54% de apoyo. Este último, de hecho, es considerado por la mitad de los franceses como el logro principal de su presidencia.
En el sondeo, realizado por la empresa Odoxa para France Info (ver datos), Hollande recibe una mala valoración tanto entre los electores de derecha como de la izquierda, excluidos los simpatizantes declarados del Partido Socialista. Solo le salvan estos últimos, aunque incluso entre ellos hay un no despreciable 24% que lo considera también un mal presidente. Su política económica y contra la desigualdad social es sin duda la que inclina definitivamente la balanza: un 83% de los franceses la consideran negativa.
De hecho, cuando de destacar los éxitos de Hollande se trata, solo dos son las áreas en las que obtiene el aprobado: la lucha contra el terrorismo y la inseguridad y las reformas en materia de derechos civiles, como por ejemplo el matrimonio igualitario. Ambas obtienen el visto bueno del 54% de los franceses. En el caso del matrimonio igualitario, el eje izquierda-derecha sí emerge con nitidez. Recibe el aprobado del 86% de los votantes socialistas, del 78% de los votantes de izquierda no socialistas, del 30% de los votantes del Frente Nacional y solo del 28% de los votantes de la derecha, Frente Nacional excluido.
Matrimonio igualitario y reforma laboral, cara y cruz de Hollande
Preguntados sobre el evento que de forma más destacada marcará la presidencia de Hollande (los encuestados podían citar hasta tres), sin duda es el matrimonio igualitario el que se lleva la palma. El 48% de los encuestados lo han citado, muy por delante de la reforma laboral para facilitar el despido, citada por el 39% de los encuestados. Los que votan a la izquierda no socialista y al Frente Nacional son los más sensibilizados por esta última medida. Los votantes del Frente Nacional, de hecho, recordarán más a Hollande por su reforma laboral (49%) que por el matrimonio igualitario (47%). Un dato que debería hacer reflexionar a más de uno.
Ya en tercer lugar (un 36% de los franceses la citan) se encuentra la forma en la que Hollande reaccionó ante los atentados cometidos en su país durante su mandato, que en su momento mereció elogios bastante extendidos.
Hollande y derechos LGTB: una presidencia que se quedó a medio gas
La aprobación del matrimonio igualitario en Francia fue, sin duda, un hito para el avance de los derechos LGTB en Europa, y como bien anticipa este sondeo ello quedará, muy posiblemente, como el gran logro de la presidencia de Hollande en los libros de historia. La contestación social que recibió por parte de la derecha política y social fue además impresionante: nunca hasta entonces las fuerzas homófobas se habían organizado de una forma tan efectiva, dando lugar al nacimiento de fenómenos como La manif pour tous o Sens commun, su articulación política, capaz por ejemplo de situar al homófobo François Fillon como candidato del centro-derecha a las próximas presidenciales en lugar del que parecía principal favorito, el moderado y mucho más favorable a los derechos LGTB Alain Juppé.
Por no recordar lo que sucedió en su momento, cuando cientos de miles de manifestantes se movilizaron con un discurso extremadamente duro mientras florecía un ambiente inaudito de crispación y violencia, hasta el punto de que se estima que las agresiones homófobas se incrementaron en un 78% durante ese periodo. Locales de ambiente violentados, constantes enfrentamientos con la policía, la jerarquía católica culpando a las víctimas de ser los causantes de la violencia, la agresividad en los discursos de los políticos opuestos al proyecto de ley sobrepasando todas las barreras… La amenaza de la portavoz de la Manif pour tous, la cómica Frigide Barjot, de que correría la sangre, se convirtió en realidad. En dosmanzanas tuvimos que informar de agresiones como la sufrida por una pareja gay en París, la muerte por una paliza de un joven antifascista y participante en manifestaciones contra la discriminación o ataques a militantes LGTB por parte de fanáticos.
Sin embargo, ello no impide que se pueda reprochar a Hollande y a los que con él han gobernado (y muy singularmente al primer ministro Manuel Valls) que la contestación conservadora al matrimonio igualitario fuese capaz de hacerles dar marcha atrás en materia LGTB y no aprobar su segunda gran promesa: el final de la prohibición a las mujeres solteras o a las parejas de mujeres de acceder a la reproducción asistida. Hace poco más de un año, la ministra francesa de Familia, Laurence Rossignol, reconocía que su gobierno no había querido «volver a incrementar el nivel de excitación» con este tema. “No quiero que se diga que la izquierda promueve debates sociales para distraer la atención, como fue el caso durante el debate sobre el matrimonio igualitario. La vociferación de la Manif pour tous lo paralizó todo. No quiero verme impotente en todo lo que tengo que hacer por lanzar un debate sobre la PMA [procréation médicalement assistée, o reproducción asistida]», declaró entonces.
También en materia de derechos trans el gobierno de Hollande se ha quedado a medio gas: ha habido que esperar a 2016 para que se aprobase una ley que regula la modificación registral sin necesidad de someterse a tratamiento previo (hoy recogíamos en esta misma página la condena que Francia se ha ganado por ese motivo ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos). La nueva ley, sin embargo, sigue manteniendo la tutela judicial sobre la decisión de ver reconocida la identidad de género, algo que los colectivos LGTB consideran incomprensible. La Fédération LGBT calificó a la ley, de hecho, como el “peor texto escrito nunca en el mundo sobre el cambio registral de las personas transgénero”.
En definitiva, sabor agridulce en materia LGTB el que deja la presidencia de Hollande, sobre todo en su segunda mitad, en la que pudo hacerse mucho más pero no se quiso, por miedo a enfurecer a los que se opusieron al matrimonio igualitario. Algo que visto de forma retrospectiva tenía poco sentido: ya alejado el ruido que rodeó la aprobación del matrimonio igualitario, esta es una medida que hoy día goza de la aprobación general de los franceses, y muy especialmente de los que en su momento dieron la victoria al Partido Socialista. La previsible debacle socialista en las próximas elecciones tiene razones sobre las que sus responsables deberán reflexionar, pero entre ellas no está la aprobación del matrimonio igualitario.