57 puñaladas
Está claro que hay vidas que no valen nada. Que no importan a nadie. Esta claro que el dolor, el sufrimiento y la muerte no son conceptos universales que afecten a toda la humanidad. Hay jerarquías claras y la vida de un maricón, de una bollera, de un transexual o de una trabajadora sexual no vale nada. A nadie le importa.
A Jacobo le entro pánico cuando, tras muchos cubatas de whisky y gramos de cocaína, se le insinuaron para mantener relaciones sexuales, homosexuales. Su hombría en entredicho. Su virilidad cuestionada. Toda su esencia a punto de desaparecer tras la tamaña agresión de ser objeto un deseo que el no compartía.
Como iba a permitir Jacobo, esa mano que al acariciar su pierna le privaba de toda su dignidad de macho de pro. Como iba a permitir Jacobo, que esos ojos que le miraban con deseo le inocularan un veneno capaz de diluir su testosterona y difuminar su hombría. Que tremenda osadía simplemente el plantear su accesibilidad a una forma de placer. Que miedo. Que pánico. Que horror. Tenia que defenderse. Tenía que acabar con eso para siempre, por eso no fue una, ni fueron dos, fueron 57 puñaladas las que debían garantizar su integridad viril, su estatus de macho impenetrable, al deseo, a la razón.
Las puñaladas fueron certeras, no en vano el puñal había sido afilado por los mejores vaciadores: la iglesia católica y el islam con su mensaje de odio, jueces acostumbrados a anteponer sus creencias a las leyes, deportistas dispuestos a demostrar que la sangre que llena sus músculos no llega a su cerebro, profesores y maestras acostumbrados a mirar a otro lado cuando el bulling homofóbico llena sus patios y aulas, padres y madres empeñados en dirigir los deseos de su prole, políticos dispuestos a meterse en las talamos para decidir con quien y como hacerlo, y si no es así conculcar derechos; escritores y plumillas detentadores del saber tradicional, ese que no conoce empatía. Cada puñalada se afilaba con la firma de un macho detentador del poder, o de sus hembras sumisas incapaces de ver que ese mismo puñal puede volverse en cualquier momento contra ellas.
Pudieron ser muchas menos, hubieran bastado dos o tres para salir airoso del paso; pero fueron 57. 25 y 32. Cada puñalada se convertía en una medalla en su uniforme guerrero, en una nueva pieza en su potente armadura viril, en una garantía de su integridad de macho.
Después vino el fuego. La inquisición enseñó, muy bien, como acabar de forma total con el pecado. No debía quedar nada que supusiera una sospecha sobre los sanísimos deseos heterosexuales, naturales, de toda la vida de Jacobo. Además, Jacobo, contaba con el beneplácito social: se porto como un hombre, se porto como un machote, y como tal se le ha tratado. Defender la hombría no es delito, es un acto de exaltación del macho, el que con 52 puñaladas construye su integridad viril. Jacobo actuó en defensa propia y los 52 agujeros en cuerpos inertes son el argumento más infalible de su enorme calidad humana. Esa de la que Jacobo y los que le juzgaron son sanos detentadores.
Sejo Carrascosa
solo falta decir: Y OLÉ
Como ya he dicho a algún otro responsable de blog, debemos hacer tod@s cuanto más ruido posible para que esta barbaridad no se olvide. Cualquiera puede ser el próximo.
Excelente artículo Sejo. Muestra muy bien cómo la homofobia impregna toda la sociedad, hasta el punto de que un jurado «popular» es capaz de avalar semejante salvajada. Esa labor de homofobia de baja intensidad (COPE, PP, iglesia católica, integristas islámicos, machitos ibéricos, colegios concertados gracias al concordato PSOE – Vaticano…) da sus frutos. Strange fruit.
Excelente carta. Es imposible contar mejor lo que sentimos todos.
Javier: lo de la Cope, PP, iglesia católica… no es homofobia de intensidad baja, lo es de intensidad media o media alta, según los casos…
Y, efectivamente, ellos son los que inoculan el odio que hay en ese puñal.
Enhorabuena, Sejo.
Lo que no entiendo es qué parte de la declaración del agresor pudo hacer llorar a alguien de esas 7mujeres y 2hombres del Jurado, como se recoge en la prensa.
Como profesional de la Justicia dudo de la utilidad del Jurado Popular, pero ya que lo tenemos, echo en falta un examen previo de los miembros del Jurado al estilo americano para detectar incompatibilidades que vayan más allá de la «enemistad manifiesta» o «interés directo», que es lo que dice la Ley para poder recusarles. Está claro que no todo el mundo está preparado para ser Jurado.
Confiemos en que los correspondientes Recursos puedan rectificar esta barbaridad.
Excelente reflexión, Sejo.
Creo que el brutal asesinato cometido por este energúmeno, así como la homofobia que rezuma el veredicto de ese jurado tan «imparcial» no son más que las manifestaciones más terroríficas y extremas de algo que empieza con el simple «joder, tío, tuve que poner el peta contra la pared» que todos hemos escuchado alguna vez.
Excelente Sejo.
Ciertamente has puesto en palabras lo que todos pensamos.
Sí, ahora con un texto como este tenemos que movernos para que se repare el juicio injusto y una vez hecho siga sin olvidarse.
O los próximos podemos ser nosotros simplemente por mirar a un tío en el metro: total si no le van a hacer nada…
Muchas gracias por compartirlo, Sejo.
Gran reflexión, Sejo. Esto sí que es capaz de hacerme llorar. 🙁
fantástico Sejo, como siempre
Esta trágica historia ha sacado a la luz del modo más brutal el feo rostro de la homofobia de nuestra sociedad, esa misma homofobia que muchos querían creer ya domesticada y en pleno declive, y que ahora se nos muestra tan salvaje como poderosa… Con su texto, Sejo dibuja un magnífico retrato de ese rostro horrible, cotidiano.
Me encanta el artículo, además pones de manifiesto algo que muchos medios no dicen, solo dicen que es poca la condena porque fueron 57 puñaladas, como si que sería admisible si fuese 1 o 2 puñaladas las que hubiese dado.
La sentencia es injusta, no por el número de puñaladas, sino porque ha sido un asesinato con ensañamiento y con tintes homófobos.
Homófobos y Racistas, estas son las principales señas de identidad de este «jurado popular». A ellas (pobrecitas) les «pudo» el salvar la dignidad masculina? del asesino, dignidad que en otros ambitos cuestionan airadamente. De ellos, salvaguardando la heterosexualidad más autentica.
Soy Heterosexual por elección personal pero tengo por máxima en mi vida elegir a mis amigos y compañeros, no por su elección sexual, sino por su calidad humana, algo más que cuestionable en los miembros de este jurado.
A todos ellos les pregúnto, ¿cual seria su veredicto si el asesino fuera el homosexual y las victimas heteros?.
Enhorabuena a Sejo Carrascosa por su articulo. Estaré en la concentración de Vigo el próximo sábado, esto no puede repetirse y sugiero se «eduque» a los miembros de ese jurado.
La impunidad de la homofobia es brutal. Un jurado que llora y perdona a un hombre por su «miedo a ser violado» por otros hombres refleja los prejuicios y los peores mecanismos perversos de esta nuestra sociedad.
Si una mujer es violada,pero de veras , y actuara en legitima defensa sería así el llanto del jurando?sería perdonada?sería entendida?sería apoyada?
El hombre heterosexual es el gran patron social, las demás categorias siempre en cuestión, siempre en tela de juicio.
Esto no puede ahogarse en el silencio social, en la sumisión de una ideología que no respeta la ley y se ampara en el fanatismo religioso y político del jurado popular. Jurado popular… qué lee este jurado popular, ¿el adoctrinamiento Hitleriano? El día que accedan a la conciencia se avergonzarán tanto con tal de no admitir su demencia no les quedará más remedio que mantenerse firme en sus absurdas ideolgías de superioridad. Esta gente necesita un psiquiatra y mucha medicación intravenosa, para que no deje de hacer efecto. Un poquito de ética, por favor. Esto no es más que la punta del iceberg de la degeneración y la deshumanización a la que estamos llegando con este individualismo que genera la falta de criterio y la falta de valores morales. Si ser es ser con los demás, un poquito de relación, por favor!!!