Ay, Beyonce, Beyonce
Estaba yo viendo el lunes las fotos de la alfombra roja de los Oscars, que es hasta donde me quedo porque mi tiempo del lector de Fotogramas pasó ya, y de pronto la veo. A ella. Y pienso: «¡Lástima de sillón que se le habrá quedado a la abuela!». Me refiero, evidentemente, a Beyonce Knowles que, decían los plumillas, llevaba un Dior Haute Couture. Mentira como una casa. Eso es el tapizado de las cortinas. O una gran venganza de John Galliano.
El caso es que Beyonce Knowles tiene algo que ver con la parte heterosexual de mi vida. Como sabéis, practico rugby. C., un buen amigo, insiste que ese deporte es un deporte de chicos, entendiendo que quiere decir que quiero (re)afirmar algo que posiblemente no tengo, y posiblemente tenga razón. El caso es que es uno de los pocos deportes que me gustan, y también me gusta por la gente que lo practica… ¡y no por eso que estáis pensando! (Nota: En el vestuario se va todo el morbo que pudiera existir). La gente que lo practica, en lineas generales y salvo (des)honrosas excepciones, es sincera, franca, abierta, honesta. Supongo que el hecho de que tienes cierto contacto físico en el campo no te deja espacio para muchas florituras ni para muchas tramas de conspiración. El hecho de que es un deporte de equipo donde se pide que hagas tú papel pero todo tu papel hace que si no haces todo tu papel tus propios compañeros te reprochen lo que no haces, antes que venga nadie de fuera a hacerlo, mas que nada porque ochenta minutos de intensa defensa y ataque no dan para mucho escaqueo. Y los tópicos se abordan con buen humor: un día en el entrenamiento, el preparador físico dijo que el grupo no corría y que parecía una panda de maricones. Yo iba a un trote más rápido y adelantado del grupo. Sin girarme alcé la mano, tal cual una guía de Pullmantours. Entre risas reformuló el reproche sin usar el epíteto. Y no pasó nada.
Beyonce en realidad tiene que ver con otra de esas anécdotas. No todos los jugadores de rugby son bueno, eso, jugadores de rugby. Los hay que son médicos, notarios, abogados, directores comerciales, mecánicos y cantantes de ópera. Uno de ellos, precisamente el cantante de ópera, respondió a mi broma sobre si el aria que cantaba -de «La Fanciulla del West» de Puccini- era de Pocahontas (por aquello del Oeste), con que en realidad era de Brockeback Mountain. Para troncharse y mondarse. Le dije que se metiera un vibrador que iba de lado a lado, como un diapasón, por el culo, para seguir el ritmo, más que nada. Enseguida hizo protestas de su heterosexualidad, poniendome a Beyonce en toda la cara, ¡zas!.Y no lo pude evitar. Saque la marica mala que hay en mi. En cerocoma le dije que hay que ver con el ojo que tenía con las chatis no se había dado cuenta que esa jamona solía llevar peluca, y que de todas maneras… tías como Beyonce quedaban fuera de su alcance.
Pero el traje de Beyonce, el de la gala de los Oscars, y más que yo podría traer a colación, tienen más en común conmigo de lo que en principio pudiera parecer. Ella se empeña en embutirse en trajes lámpara que, en principio, no le hacen ningún favor. Yo me empeño en embutirme en ambientes que, en principio, no me van (rugby, judo, catolicismo …). Y Beyonce, a pesar de ir con el Dior, no deja de ser Beyonce, o precisamente por eso lo es. Yo, a pesar de jugar al rugby, o precisamente por eso, no dejo de ser yo. No me siento obligado a renunciar a ningún espacio de mi vida por las aparentes contradicciones con el estereotipo que desde dentro y desde fuera se me trata de imponer, y, por supuesto, esas aparentes contradicciones forman parte de lo que soy, como persona y como gay, porque además de no ocultarlo, trato de hacer pedagogía de ello.
Porque no hay lección más rotunda, Beyonce nos lo enseña con su ceñidísimo traje de cola de sirena, que no tener nada que ocultar.
PS: Además, tod@s la envidiamos un poco más desde que se marcó este intenso numerazo con Hugh Jackman ….
PLAS PLAS PLAS PLAS
PLAS PLAS PLAS PLAS
PLAS PLAS PLAS PLAS
PLAS PLAS PLAS PLAS
BRAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAVA
Pues hala, han quitado el video ….
Joer cómo canta el Jackman, plaffffffffff…… m’esmorráo sobre el suelo.
Braavoooooooooooooooooooo. Ella tampoco ha estado mal, que conste, pero mis ojos (y mis oídos) estaban como hechizados.
….pues tienes más aqui
Fantástico, Enrique. Pa fuera dogmatismos y modelos impuestos, como bien dices, desde dentro y desde fuera. Un abrazo.
Vaya! y le dicen que ahora el deporte es cosa de chicos? entonces donde encaja el medallista de oro olímpico Matew Mittcham??, lo que me parece es que en algunos homosexuales entre la homofobia asumida y/o arrojada y el machismo que les hace comportarse a algunos depreciando a los demás porque solo sabe ver los roles impuestos como un burro con sus arreos estamos pa matarnos.
Los que piensan que una persona homosexual solo entra a un vestuario para espiar cuerpos ajenos tiene una mente deformada por los estereotipos pero las personas un poco normales usamos los lugares públicos para lo que están destinados.
Me parece que ya es hora que afrontemos la homoseuxalidad con responsabilidad con hace Enrique, que estemos informados, con argumentos y réplicas inteligentes, dejemos de insultarnos a nosotros mismo diciendo «si me dicen maricón… pues sí son muy maricón que pasa», deja de llamar «marciones a otros como diminutivo familiar, si no te sientes mujer no pongas roles homófobs femeninos a otros ni dejes que te lo pongan a tí… por tu salud y la de los demás… por un futuro en igualdad legal y social
El vestido no era de Dior sino de House of Deron, su propia marca, con lo cual tiene más delito… jeje
¡¡¡¡¿¿¿ Que me dices ????!!!! En la alfombra roja lo pusieron así y, conociendo a Galliano, lo di por bueno