La prueba del monovolumen
El verano pasado, durante un viaje a Oviedo, mi marido y yo contratamos una excursión a los lagos de Covadonga y al Santuario. Además del guía, viajábamos en el monovolumen dos maestras argentinas, dos madrileñas enamoradas de Asturias –una profesora de taichi y la otra masajista- que pretendían hacer un baile ritual en la cima de una colina, un matrimonio valenciano bastante mayor, mi marido y yo. Dado que teníamos que pasar el resto del día con todos ellos, procuramos evitar muestras ostensibles de cariño, aunque al final, entre la actitud que adoptábamos en las fotos, el tamaño de mis gafas de sol y la manera en que empezaron a tratarnos las dos madrileñas, resultó evidente que éramos pareja. Aún así, el ‘encierro’ forzoso aconsejaba discreción, sobre todo cuando la valenciana empezó a hablar de lo católica que era ella y toda su familia. Así que, cuando dijo que sólo hacía dos meses que la habían operado de una cadera, pero que ella, como buena cristiana, soportaba el dolor sin quejarse, me mantuve en silencio. Cuando salió de la cueva y dijo que nos había incluido en sus oraciones, tampoco dije nada. Cuando salió de oír misa en el santuario, agradecida por haber podido hacerlo, y añadió que a ella la comunión diaria le había ayudado a criar sola (¿dónde estaba su marido?) a sus cinco hijos seguí guardando silencio, a pesar de que el cuerpo empezaba a pedirme manifestar mi opinión, pero la verdad es que no había necesidad. Al fin y al cabo la fe de aquella señora no era algo hiriente en sí mismo y hasta ahora había sido educada e incluso ‘maternal’. Total, que pasamos la mayor parte del viaje sin mayores incidencias y sin que ninguno de los excursionistas le pidiera que hablara de otra cosa.
Total, que cuando casi llegábamos a Oviedo, entramos en la Universidad Laboral de Gijón, grandiosa (con más de 270.000 metros cuadrados es el mayor edificio de España) e inacabada obra del franquismo. Como el guía la puso como ejemplo de la ostentación del régimen y a los dos abuelos se les cambió la cara, me atreví a añadir que la ostentación gubernamental ha existido en todas las épocas y que todos los gobiernos –democráticos y despóticos- habían dado muestras de ella. Puse como ejemplo la Expo de Sevilla y –¡ay de mí!-, la Ciudad de las Ciencias de Valencia. Para qué quise más. La dulzura de la señora tornó en aspereza y, encarándose conmigo, me espetó que ‘Zapatero no había puesto un duro para la Ciudad de las Ciencias, que eso lo había pagado todo el Gobierno de Valencia’.
Por desgracia, y según mi experiencia, cuando alguien hace gala de ostentación religiosa, suele ser (aunque no siempre) bastante poco dado a razonar. Por eso me hace gracia que los ultracatólicos hablen de ‘lobby gay’, intentando retratarnos a todos como una especie de ‘arpías’ que nos lanzamos a la yugular al más mínimo e inocente desliz, a la más mínima transgresión de las ‘decenas’ de leyes que nos han convertido en la ‘élite’ de la sociedad.
Lo cierto es que nada más lejos de la realidad. Ni somos ‘lobby’, ni tenemos más influencia que cualquier otro grupo social. Y en cuanto a nuestra supuesta ‘agresividad’ a la hora de hacer respetar nuestros derechos, mi experiencia me dice que la mayoría de nosotros más bien nos callamos mucho. Lo único que ha cambiado es que el partido democráticamente elegido para gobernar, junto con las formaciones que les apoyan, ha decidido –y no entro en los motivos, que serán de distinta índole- dar una serie de pasos para que nuestros derechos se vayan equiparando –lentamente- a los del resto de ciudadanos, y para saber cuáles eran nuestras reivindicaciones han escuchado a las asociaciones LGTB. En esto se basan para hablar de ‘lobby gay’ pero entonces, ¿a quién habrían de preguntar? Es verdad que muchos no pertenecemos a ellas y no secundamos sus actos, pero pasa igual con los sindicatos. ¿También ellos son un ‘lobby’ porque se les incluya en una negociación salarial?
El problema es que el avance en materia de derechos LGTB, y el hecho de que hayan sido sus oponentes políticos los que lo hayan propiciado, les molesta. Por eso se han inventado ese cliché de homosexual ‘intrigante’ e ‘influyente’ que ni ellos mismos se creen. Lo peor es que algunos gays sí que les creen, y apelan a la discreción y a no buscar tres pies al gato, convencidos de que efectivamente somos menos dialogantes que ellos. Y yo os pregunto, imaginad a cualquiera que hubiera formado parte de la excursión de la que os hablaba. ¿Por quién se habría sentido cohibido a la hora de expresar una opinión cualquiera? ¿Por la pareja gay?
Y el caso es que al principio tal maternidad te cae simpatica, y todo ….
Hay que ponerse en el lugar de los ultraconservadores. Yo creo que ven tan, tan absurdo que los gays no sólo salgan a la calle sin vergüenza sino que tengan derechos, que deducen que debe haber un lobby formado por cuatro gatos poderosos para que un gobierno ceda a sus ridículas pretensiones. Seguramente no encontrarán otra explicación.
No estoy seguro de ver que sean hechos comparables. Vais a Covadonga y esta señora reza por vosotros (y os lo dice) y también dice que la religión la ha ayudado a superar embates de la vida. Pues vale, nada fuera de lo común. Al fin y al cabo, hay un santuario en Covadonga, así que la cuestión religiosa ni siquiera parece fuera de lugar. Naturalmente, hay gente que se pasa todo un viaje hablando de sus cosas, de sus problemas, de sus enfermedades, y resulta pesada. Da igual que hable de sus sentimientos religiosos o no. Es pesada, por estar raca-raca hablando de sus cosas ante gente que no tiene el menor interés por su vida privada.
Otra cosa es hablar de quién financió una obra pública, en concreto si el gobierno de Zapatero dio dinero para la Ciudad de las Artes y las Ciencias de Valencia, o si todo lo dio el gobierno autonómico. Es una cuestión de hecho, no de sentimientos (religiosos o no), así que me parece correcto corregir al que se equivoca. No me parece muestra de intolerancia o ultraconservadurismo.
Me habría parecido intolerante si, después de estar ella mostrando todo su fervor religioso, os reprochase luego a vosotros que os abrazáis u os dais un beso. Después de haber ‘compartido’ ella su vida privada con vosotros (sin haberos preguntado), creo que ella no puede pediros que os estéis callados con vuestras cosas. Lo contrario es sólo es propio de maleducados, y muchas veces los pesados son maleducados, pero por lo que cuentas no os puso malas caras ni os reprochó nada en público.
Creo que Al pone el dedo en la llaga: cuando uno tiene asumido que los maricones son una especie de subhumanos que todo lo más a lo que pueden aspirar es a que la gente de bien, por pura caridad cristiana, les tolere y les permita vivir entre ellos, ver que de repente esos parias se ponen farrucos, se atreven a mostrarse como son sin vergüenza, exigen derechos como los demás y, esto ya es el colmo, va un Gobierno de rojos y se los concede, pues tiene que desconcertar y escocer mucho. Y encima, ahí están la Iglesia, la COPE, etc., para renovar el escozor cada poco tiempo recordando el enorme daño que esos derechos obtenidos por los moralmente desordenados hacen a las familias de verdad, a la democracia española y al sursuncorda. Pobre gente, de verdad, cuanto picor…
Hay una cosa que no entiendo: ¿por qué el encierro forzoso aconsejaba discreción sobre todo cuando la valenciana empezó a hablar de lo católica que era ella y toda su familia? ¿Por qué evitar muestras ostensibles de cariño?
Si ella podía hablar de sí misma, ¿por qué no ibas a poder darle un beso a tu marido cuando te apeteciese, por ejemplo?
Lo pregunto porque tal como lo leo, me suena a «armario selectivo» y me parece algo incongruente con esa normalidad que todos reivindicamos. A veces me da la impresión de que nosotros mismos nos tiramos tierra a los ojos.
Ya sé que no éste no es el tema central de lo que has escrito pero es la impresión que me ha quedado y como tal la expreso.
Zarevitz: Lo que he intentado reflejar es que aquella señora estuvo hablando todo el día de lo que quiso sin que nadie le discutiera nada, precisamente por lo que tú dices, porque no se le adivinaba mala intención, creo que me he referido a eso yo también cuando aludo a su tono ‘maternal’. En cambio, cuando el guía criticó al régimen franquista por aquella obra faraónica tanto a ella como a su marido se les cambió la cara. Para intentar suavizar un poco las cosas, expliqué que este tipo de obras se habían hecho siempre(incluso mencioné las pirámides o la espléndida Medina Azahara de mi tierra). No mencioné para nada al Partido Popular ni al Psoe, de ahí que me sorprendiera que la señora saliera con aquella reacción tan a destiempo, y tan alejada de la dulzura que había mostrado hasta entonces. Yo sólo ponía la Ciudad de las Ciencias como ejemplo de obra ‘propagandística’ de un gobierno para promocionar una ciudad. Te juro que no pongo ni quito nada, por eso aún cuando me acuerdo de aquel viaje, me pregunto qué le pude decir para que se dirigiera a mi de aquella forma.
Frantic: Tienes toda la razón. Mi comportamiento en aquel viaje fue cobarde e incoherente, pero supongo que pesaron más en mi las ganas de ver los lagos en paz. Uno a veces flaquea en sus convicciones. Supongo que no está mal compartir con vosotros estas muestras de flaqueza. Sé cuando merezco una reprimenda
Lo que pasa es que hay gente con la que no tenemos ninguna confianza que se pasa el día parloteando, contándonos sus cosas sin venir a cuento, sobre todo sus enfermedades, y que se cree siempre en posesión de la verdad y con ganas de opinar siempre de todo y en plan borde. Me imagino perfectamente la escena con esa señora y el tema de franquismo y el centro de Valencia, Zapatero y todo lo que venía o no venía a cuento, y con malas formas.
Eso es lo que me parece criticable. Que luego os aburriese con sus cosas religiosas, pues bueno, es lo que tiene, que la gente es pesada. Pero una cosa es ser pesado y otra ser un maleducado respondiéndote así al tema de Valencia.
No sé, supongo que hay que vivir la escena para opinar realmente.
Claro, Zarevitz. Yo creo que una situación como esa (fueron más de diez horas viajando y ‘condenados’ a compartir el mismo pequeño espacio) requerían una moderación que esa señora no tuvo. Pero vamos, que el viaje fue fantástico, y los lagos una pasada. Me quedo con eso y con los lagos, que son una pasada, como toda aquella maravillosa tierra.
Lo tienen muy bonito montado. Verdaderamente parece la cuna de algo épico.
Pues yo en tu lugar hubiera hecho algo parecido. No se nos puede pedir ser activistas 24h al día porque es muy cansino, necesitamos un descanso. Tampoco podemos cargar con ser «El Gai» en representación y nombre de todos y cada uno de los gais del mundo. Y no vas a ponerte a discutir en mitad de Cuadonga o arriba en el Enol, no es sitio, la verdad. Qué pereza.
Además, ¿no es eso lo que se nos critica por parte de otros gais no tan concienciados cuando dicen que «hacemos de ser gai una bandera»/»llevamos un cartel»/»escrito en la frente»?
Aunque una parte de mí, para serte sincero, me dice que en Xixón tenías que haberte callado la boca y que con su pan se lo comiera. Te entiendo de todas formas, porque viste a la señora tan maternal, tan buenina en sus manifestaciones religiosas, tan piadosa,… Pero luego mira por dónde salta la liebre. Es el motivo por el que yo creo que su discursito tiene relativo éxito, porque supuestamente representa los valores positivos que el ultracatolicismo enarbola como bandera: ser bueno, piadoso, entregado a su familia,…
Normal que desarrolles síndrome de Estocolmo hehe (broma)
Pues nosolopienso, como gijonés he de decirte que el guía se fué un poco por los cerros de Úbeda en cuanto a «atacar» el franquismo por la obra de la Universidad Laboral. Aquí hay gente que, efectivamente, la ve como una muestra del régimen franquista…. pero chico, si vamos a mirarlo todo así puedo decir lo mismo de monasterios, catedrales, palacios, etc. Y me alegro que te haya gustado mi tierra. De hecho yo hace ya 12 años que estuve en Medina Azahara y se la recomiendo a todo el mundo, además La Sultana bien vale una misa como dice el dicho.
Yo creo que sí viene a cuento. Al fin y al cabo, asientos con piel de camello… xD
La verdad es que no acabo de entender tu artículo, mezclas un montón de cosas que desde mi punto de vista no tienen nada que ver
La verdad es que nosotras seguramente habríamos hecho lo mismo, si tienes que convivir forzosamente unas horas, pues no es que te contengas, es que ya no te sale, es muyy desagradable soportar malas caras y malas contestaciones. Pero lo que la vida te demuestra es que este tipo de gente por mucho que seas comedido al final siempre la cagas por una cosa o por otra.
En efecto, en una convivencia forzosa donde lo que quieres es disfrutar del viaje —pese a quien tienes al lado— no tienes ganas de forzar el mal rollo. El que pueda ser activista las veinticuatro horas al día, que lo sea, pero a mí me cansa a veces. Magnífico artículo.
JaviMurcia, es cierto que hablo de cosas distintas en el artículo. De la historia de la excursión mi mente saltó a la parte final del artículo con lo del ‘lobby’ y todo eso. Creo que la redacción probablemente falla en explicar cómo saltó mi mente de lo primero a lo segundo. Intentaré explicarlo: La frecuencia con la que hablaba de su fe, me hizo ponerme en guardia. Pensé que pasaría igual que ante otras personas que, teniendo en común con ella esa concepción ‘expansiva’ del sentimiento religioso, no estaban muy capacitadas para argumentar ni del sentimiento religioso ni de muchas otras cosas. Al final se demostró que mi intuición era cierta, y la señora se lanzó ‘a la yugular’, atacándome sin motivo, nada más creer que se estaban atacando sus ideas.
Y lo que intentaba poner de manifiesto en el artículo es que, seguramente, esa persona tan poco dialogante y su entorno son de la opinión de que están siendo atacados por ‘el lobby gay’, o por los gays en general, a quienes tienen conceptuados como personas ‘poco razonables’ que no paran de exigir derechos y privilegios.
«En efecto, en una convivencia forzosa donde lo que quieres es disfrutar del viaje —pese a quien tienes al lado— no tienes ganas de forzar el mal rollo. El que pueda ser activista las veinticuatro horas al día, que lo sea, pero a mí me cansa a veces. Magnífico artículo.»
No sé qué tiene que ver comportarte con naturalidad con tu pareja con «ser activista». Ya cansa la etiqueta, la verdad. Yo cuando voy con mi pareja por ahí no ando pensando en si molestaré o no molestaré. Los únicos lugares donde conscientemente no hago ningún gesto ni le hago una caricia o le doy un beso son los interiores de las iglesias que visitamos cuando vamos de vacaciones. Después de todo, estoy en su casa y entiendo que allí habrá gente que podría sentirse ofendida. Por lo demás, naturalidad absoluta. Y al que no le guste, pues que no mire.
El único que fuerza el mal rollo será aquel que se ofenda por algo que no es malo.
Si es la clásica fan del amor cristiano que luego se dedica a odiar a todos los que no son como ella, pues ella misma, pero que no espere que los demás se adapten a ella.
Y a título personal, a mi me molesta que recen por mi. Me lo tomo como una muestra de ese proselitismo y esa soberbia tan características de la clerigalla.
Es que no lo entiendo. Vamos a ver, das dos ejemplos (a mi entender muy buenos) y ella sale por peteneras. ¿Es que el Gobierno de la Comunidad Valenciana no es democrático o no lo es el nacional?
(Me acaba de dar la risa floja)
Yo me he sentido con ganas de reprenderte por autocensurarte en aquel momento, pero la verdad es que la sonrisa que veo en tu avatar compra más de mil perdones. Ahí va uno de ellos 🙂 Esa es mi muestra de flaqueza cuando debo ser firme 🙁
Y supongo que eso es lo que hace que a tu marido se le haga más soportable este tipo de situacipones. Qué afortunado el muchacho 🙂
No podría estar más en desacuerdo. ¿Vibvvir una vida plena y normal es ser «activista»? Los heterosexuales son todos activistas y parte del «lobby hetero»? No es afán de mostrarse sino hacer lo que uno tiene derecho a hacer. Con lo de «no tan concienciados» creo que tú mismo te puedes dar cuenta; no te pongas al nivel de la gente de armario. Yo al menos no lo haría. Ya cansa eso de que los heterosexuales pueden serlo las 24 horas del día y nosotr@s solamente cuando estamos en un entorno amigable. Yo particularmente no lo llevo escrito en la frente; lo llevo hasta en la última gota de sangre y hasta en la paerete de mi ser que he entregado a aquel que he amado por dos años y con quien solamente una vez hemos salido juntos al cine a ver «Brokeback Mountain», un martes a la noche. Si él hubiera tenido el valor, el sol nos hubiera sonreído todos los días.
No mireis donde no hay (que ya os conozco), es que me la he imaginado ¿eh?
¡martin caballero ha vuelto!
pues perdoname, se ve que estoy espeso hoy pero no entiendo tu razonamiento, y no es que este en desacuerdo con que los fanaticos religiosos sean intolerantes es que no pillo el enlace entre una cosa y otra, y lo de que la ciudad de las artes y las ciencias oslo la financiara el gobierno valenciano, seguramente sea qu eofendiste su chovinismo al criticarla pero no tiene nada que ver con la homofobia, no?, no se, de verdad, igual estoy espeso yo
Ay querido Raúl, mira que yo siempre he estado en contra de los viajes organizados…
🙂
aiss.. estáis casados y no sois capaces de ser abiertos sobre el tema? no sé.. se me han quitado las ganas casi hasta de seguir leyendo
JaviMurcia: no es que estés espeso. El artículo no tiene coherencia. Creo que la situación a la que alude, incluyendo el artículo, ha sido toda de lo más absurdo. Igual todo este tiempo hasta el día de hoy he intentado culpar a la señora, sin darme cuenta de que yo también tuve parte de culpa, y ahí estoy de acuerdo con Carlitos Hache y con todos los que me han censurado mi falta de coraje. Si yo (y todos los demás) no le hubiera permitido desde el primer momento ‘acomodarse en el mejor asiento’, quizá ella habría sido más discreta. Si mi marido y yo nos hubiéramos dado las habituales muestras de cariño, y todo el mundo hubiera sido más natural, quién sabe, a lo mejor ella habría sido más consciente de que había otras sensibilidades además de la suya. Yo desde luego he aprendido la lección.
Bueno, supongo que lo único que puede dar un poco de sentido a este post sea esto que estamos haciendo ahora, poner en común nuestros puntos de vista.
Pienso que no me habria cohibido con ningún pasajero. Una fria mirada a la señora Valenciana y intentar ser lo más correcto posible. Pero no comprendo este viaje con la homofobia y el lobby gay, la verdad.
Yo lo que no comprendo es la obtusa postura de algunos: no por actuar un día o dos o mil de una manera se es un «traidor a la causa».
Bruno, llevas toda la razón, no se produjo ninguna situación de homofobia. La homofobia estaba sólo en mi cabeza. Quiero decir que actué como lo hice en virtud de la homofobia que asumí que tenía esta mujer -no sé si acertadamente o no-. Y esto, como estáis poniendo de manifiesto, fue un error. Con esa actitud lo único que conseguí fue materializar a un fantasma que ¿sólo estaba en mi cabeza?
Creo que este episodio nos vuelve a recordar que salir del armario no es cosa de un día, sino que exige lucha diaria, literalmente diaria. Por eso comprendo a Raúl cuando un día, de vacaciones, decide no estar en pie de guerra, por más que la guerra sea legítima, y prefiere callar, como el que calla por no montar el escándalo en un restaurante aunque esté cargado de razón. Creo que va más con el estilo y con el momento, que con el fondo de su compromiso.
La verdad es que la anécdota es curiosa. Creo que, por desgracia, no hace falta irte de viaje a Covadonga, o a donde sea para encontrarte personas como la señora valenciana de la que hablas, personas que no son capaces de caer en la cuenta de que no todo el mundo ve las cosas igual que ellos y que, en aras de una convivencia de unas horas con desconocidos, no deberían hacer ostentación de su visión del mundo.
Estoy casi convencido de que, al principio, esa señora ni se planteó la posibilidad de que le iba a tocar compartir la excursión con una pareja de gais. Y de que, si se dio cuenta, esa amabilidad que tú interpretaste como «sentimiento maternal» no era más que compasión cristiana por unas «ovejas descarriadas».
En cuanto al dilema que habéis planteado entre casi todos sobre cómo actuar en una situación así con la pareja, creo que las dos partes tenéis algo de razón. Efectivamente, el que Raúl y su marido procurasen que no se notara (o al menos que no se notara demasiado) que eran una pareja es una forma de armario. Si gais y lesbianas no tuviéramos miedo a molestar con nuestra visibilidad en ningún momento de nuestras vidas, no actuaríamos así ni siquiera en situaciones como la que describe Raúl.
Pero no es menos cierto que esas situaciones se dan, que hay ocasiones en las que pensamos que vamos a molestar y que esa posible molestia de nuestra visibilidad va a resultar innecesariamente incómoda. No creo que se trate de una cuestión de ser o no ser activista las veinticuatro horas al día. Ave ha señalado que cuando muestra en público manifestaciones de afecto con su pareja, lo hace no por «activismo», sino porque no anda pensando en si molestará o no molestará. Por tanto, que otras parejas sí piensen si molestarán o no, no me parece ni mucho menos recriminable. Se trata, simplemente, de desarrollar determinadas actitudes con entorno efímero en busca, no ya de un respeto que sabemos de antemano que no va a ser recíproco, sino de una convivencia pasajera. O sea, justamente lo que no supo hacer la señora ultracatólica.
Os recuerdo, además, que también hay muchas parejas heterosexuales a las que no les gusta hacer manifestaciones de afecto en público.
Creo que no se puede juzgar como se siente uno de una manera o otra en según que situaciones y como actua conforme a sus sentimientos.
Yo si en alguna ocasión no le hago un mimo a mi mujer es por egoismo, a mi si que me afecta que me miren mal o me digan una bordería y puede joderme el dia, y por eso, es por lo que puede que en un momento muy determinado no me apetezca más conversación, ni mucho menos porque piense que puedo molestar, sino porque piense que me puedan molestar a mi.
Llego tardeeee.
Eso te pasa por «implicarte» en viajes organizados en gente que importa menos que un pimiento.
Supongo que por un lado es normal actuar con normalidad. Y esa normalidad es la que hace que no te apetezca hacer carantoñas las 24 horas del día y en todas las situaciones a tu marido.
De todas formas y en una situación como la que cuentas yo, que soy un tanto bruto, después de oír un rato el parloteo de la vieja, hubiese dejado de mirar para la ventana y de pasar de «compañeros»; le hubiese espetado a la anciana una mirada con cara de perro cabreado para acto seguido comerle los morros al marido y seguir contemplando el paisaje como si tal fuese yo sólo en el monovolumen.
No soporto los viajes organizados pero cuando no me queda más remedio que vivir situaciones similares a la que cuentas poseo una facilidad pasmosa para «convertir en invisible» al plasta/o-lo-que-sea que está al lado. Y me sienta de fábula.
Me ha gustado el artículo.
Mucho.
Un abrazote.
Y ni te se escurra volver a un «monovolumen organizado».
Ah, y no creo que «la homofobia estuviese en tu cabeza».
Me niego que seamos nosotros quienes tenemos que justificarnos.
Lo que estaba en tu cabeza (y seguramente en el aire que llenaba el monovolumen) se llama «miedo átavico», «mecanismo de defensa ancestral».
Vamos que llevamos tan arraigado el miedo (siempre justificado y real) a la homofobia manifestada en algún tipo de rechazo, agresión o simplemente exigencia de dar explicaciones, que en según que circunstancias, hasta el mayor desarmarizado y el más grande activista mira hacia otro lado.
Y eso no es cobardía: es simple supervivencia.
Una pena que sea así pero es lo que hay.
Y por otro lado es normal: estamos hablando de miles de años de miedo, persecuciones e intolerancia. Miles de años en los que ese miedo se nos ha metido en el «tuétano de los cromosomas más escondidos» (soy de letras…) se ha pasado de generación en generación y ha llegado hasta hoy.
¿Cómo vamos a pretender que ese terror desaparezca en tan sólo 20 años?. ¡Por favor!.
Cuando dentro de cientos o miles de años ya nadie recuerde lo que es el miedo, el rechazo o la intolerancia entonces hablamos. Aún es pronto.
En 1988 (21 añitos sólo) aún hubo una redada en una conocida sauna de Barcelona en la que estaba la plana mayor del activismo gai reunida medio a escondidas y, con la excusa del trapicheo de drogas y prostitución, todos estos activistas pasaron una noche en comisaría.
Y «veinte años no es nada»…
Por lo tanto yo veo tu reacción como algo totalmente normal.
…Aunque yo le hubiese comido los morros a mi marido sólo por poner nervioso y molestar al personal… 😉
No se hubieran parado ha pensar que puede «herirnos» nuestra sensibilidad, cosa que nosotros si sabemos que ciertos comentarios que no van a ningun lado es mejor evitarlos.
No sé si son «lobbys», en la pelicula de harvey milk hay un grupo de presion organizado y que tiene muy claro lo que quiere conseguir o evitar que otros consigan, restarles derechos, si eso es un «lobby» muy bienvenido sea y me alegro mucho de que existiera y se luchara por esos derechos, supongo que todo lo que vaya contra el pensamiento del lobby de la iglesia es malo, asi que da igual que sean afroamericanos, gays o cualquier minoria, asi están todavia…. con la duda si existió el mayor genocidio de la humanidad, para que queremos más
Martín Caballero, creo que no me expresé bien, visto lo que creo que has entendido. Creo muy bien que se puede ser homosexual 24h al día, de hecho se es y punto. Lo que no tengo tan claro es que sea productivo a nivel personal el estar todo el día ojo avizor para rebatir cualquier atisbo de homofobia que circule a nuestro alrededor.
Sí, lo sé, es lo que se debe hacer, pero también sé que las circunstancias muchas veces te hacen callar la boca porque o simplemente pasas de tener jaleo porque no estás de humor o porque en ese momento no lo ves adecuado, siendo contraproducente una actuación antihomófoba que todo el mundo aquí compartiría pero que para los «no concienciados» puede parecer fuera de lugar.
No me refiero con eso a que callemos si están gritándole a alguien por ser homo o amenazándolo de muerte, me refiero al combate de la homofobia sutil. En esos casos hay que pisar con pies de plomo y la estrategia y la táctica son más requeridas. Sacar toda la artillería antihomofóbica ante un chistecito (por poner un ejemplo) sería como matar hormigas a cañonazos. Podemos quedar como «la pesada» de turno y la otra persona reforzar sus posiciones, precisamente porque la gente no nace aprendida y no ven homofobia donde sí la hay, igualmente que muchos no ven su propio armario de cristal. Hay que contestar y reaccionar, sí, pero de formas diferentes según la situación lo requiera.
Si es que es tan fácil desmontar una explicación racional de media hora con una frase de prejuicio… Y eso que nuestro intento es el contrario.
No sé si me expliqué bien en esta ocasión.
Ah ¿pero no os acordais que los católicos estaban perseguidos en este país? Yo creo que por eso sus reacciones histéricas.
Ave, resulta cuando menos curiosa la elasticidad de tu rasero. O sea, que al que no le guste, que se fastidie… excepto en las iglesias, que te fastidias tú. ¡Ah! ¡Que no te fastidia no mostrar afecto a tu pareja durante veinte minutos! Pues a lo mejor al autor del artículo tampoco le fastidió no mostrar afecto a su pareja durante unas horas. Y aunque hubiera sido toda la vida. ¿Quién soy yo (o tú) para juzgar la visibilidad de los demás? ¿Y ese respeto por los templos cristianos? ¿Tan respetado te sientes por la iglesia que “les debes” ese gesto? Si lo que haces no es malo, no lo es independientemente del contexto; las iglesias no son territorios extranjeros regidos por otras leyes. ¿O acaso es que cuando eres tú quien hace turismo no te apetece que te “inviten amablemente” a abandonar un templo? A ver si todos mostramos mayor tendencia a ponernos en la piel del vecino e intentamos comprender circunstancias que nos son ajenas. Porque, a ver, ¿qué es lo siguiente? ¿Esperar el mismo grado de visibilidad de las víctimas de trans y homofobia, a las personas que han sufrido la violencia en su cuerpo?
Para Metabolic, Grano Grueso y otros cuyo nick no recuerdo: dar un beso a tu pareja cuando y donde te apetezca realmente hacerlo no es activismo. Es naturalidad, es dejarte llevar por tus sentimientos más bellos, es VIVIR.
No estoy hablando de «caricias forzadas ni besos premeditados sólo para joder a estos fachas», estoy hablando de hacer lo que de verdad te apetezca hacer en ese momento como lo haría cualquier persona.
Si no te apetece en ese momento darle un beso a tu pareja no tienes por qué dárselo, es evidente. Pero si te apetece mucho, ¿por qué coño no lo vas a hacer?
Insisto: confundir la expresión de unos sentimientos con el activismo es confundir el culo con las témporas, ¡joder!.
frantic: tienes razón, pero el problema es que, en ocasiones, para mantener la convivencia, tenemos que abstenernos de hacer cosas buenas, pero que molestan a los demás y consiguientemente perjudican la convivencia, pese a que esas mismas cosas, en otro contexto y en otras circunstancias, las haríamos con naturalidad. Es natural besarse, lo mismo que es natural discutir, y sin embargo no vería bien que montes a tu pareja un espectáculo de gritos y reproches en un restaurante o en una excursión, ni siquiera unas malas palabras, y eso aunque la discusión esté completamente justificada y sea natural que una pareja discuta.
Quiero decir con esto que creo que no es tanto una cuestión de principios, sino de circunstancias: qué/cuánto estamos dispuestos a ceder, en cada momento, por mantener la convivencia.
Con esto no quiero decir que toda cesión sea acertada (de hecho, pienso lo contrario), ni siquiera que la cesión de Raúl aquel día fuese necesariamente correcta. Pero sí creo que decir que una conducta es natural no justifica, por sí mismo, que esa conducta pueda o deba realizarse en cualquier contexto; creo que hay que valorar cuestiones adicionales, como el tiempo de la cesión (es para siempre o es temporal), las personas a las que afecta, etc. Y habrá líneas rojas por las que no estemos dispuestos a pasar nunca, pero no será sólo porque es natural, ni siquiera porque es meramente bueno.
Esta tensión entre principios y compromiso lo hemos tratado aquí más veces en las cuestiones políticas, pero creo que también es aplicable al ámbito personal.
Frantic, a lo mejor no confundo el culo con las témporas, sino que simplemente le estoy dando un significado nuevo a la palabra activismo que no sé explicar bien. He utilizado esa palabra porque, lo queramos o no, en ciertas ocasiones el mostrarse naturalmente ES un acto de activismo, de comportarte como eres y como te da la gana, no por «joder a esos fachas». ¿No es eso lo que queremos, respeto y normalización (que no «heterosexualización»)?
Es un acto de activismo desde el primer momento en que hay (mucha) gente que se reprime aunque tenga muchísimas ganas. Lo siento, pero vivimos en un mundo en el que darse la mano por la calle se ve por ciertos sectores (minoritarios y no tan minoritarios) todavía se ve como una provocación, una salida de tono, que siempre va acompañado, queramos o no, de un esfuerzo por comportarnos naturalmente. Es un acto consciente, a no ser que nos hayamos criado en un ambiente con homofobia 0%, lo cual me parece que no cumplimos ninguna de las que estamos aquí. En mi caso, pocas veces me comporto con normalidad en este tema sin llegar un punto en que te haces autoconsciente de la situación, bien porque te miran, bien porque oyes comentarios, bien porque, oye, te entra miedo así de repente.
Precisamente por eso, porque hay muchas veces que te vence la pereza de no discutir, de no crear tensiones en un grupo de turistas que mañana no vas a volver a ver en tu vida, de pasar un mal rato por nada, de fastidiar un viaje maravilloso o un buen momento por una gente que te da bastante igual, se opta por dejar el «activismo» a un lado momentáneamente. Porque somos humanas y tenemos nuestros momentos y circunstancias.
Me está dando la sensación de dar muchas vueltas en círculo, perdón si es así. O quizá sea más fácil sustituir la palabra activismo de mis comentarios por otra más afortunada. Pero espero que se haya comprendido lo que quiero decir.
Saludetes y abrazos por doquier, que hoy hace sol 🙂
«Ave, resulta cuando menos curiosa la elasticidad de tu rasero. O sea, que al que no le guste, que se fastidie… excepto en las iglesias, que te fastidias tú. ¡Ah! ¡Que no te fastidia no mostrar afecto a tu pareja durante veinte minutos!»
Manda cojones. En una iglesia estoy en un lugar de culto PRIVADO. Es la casa de los creyentes y respeto ese lugar: como sé que hay cosas que pueden molestar, no las hago. La calle, mi casa, el entorno en el que normalmente me muevo, no es la iglesia. No es que no me fastidie «no mostrar afecto a mi pareja durante veinte minutos»: es que si me paso veinte minutos o 3 horas visitando una iglesia, no ***necesito*** besar a mi pareja dentro, punto. Pues sí, igual tengo ganas de besarla; lo mismo que a veces tengo ganas de besarla cuando voy a verla a su trabajo pero no lo hago porque trabaja en un negocio de cara al público y quedaría como el culo de mal, fuese bollo o hetero. Es una cuestión de cortesía.
Y estoy de acuerdo con todo lo que ha dicho Metabolic. Yo sí te he entendido.
«Si no te apetece en ese momento darle un beso a tu pareja no tienes por qué dárselo, es evidente. Pero si te apetece mucho, ¿por qué coño no lo vas a hacer?»
Porque todo depende, Frantic. Todo depende. Vamos a dejar lo LGBT a un lado y vamos a aplicar esa lógica a todo: si yo estoy trabajando de cara al público y me apetece… no sé, tomarme una cerveza, ¿me la tomo? Pues depende: si estoy delante de una clase de chavales de 14 años, es impropio que lo haga. Lo pongo al mismo nivel, la verdad. No siempre podemos hacer lo que «nos apetece», independientemente de si hablamos de temas LGBT o de la vida en general.
Ave, con tus mismos argumentos, hay quien en determinadas ocasiones no ***necesita*** besar a su pareja y punto. Lo que para ti es cuestión de cortesía en los demás lo ves como otra cosa… sí, parafraseándote: manda cojones.
Vamos a ver si nos entendemos Ave y compañía y no quería utilizar el mismo argumento de siempre pero es que parece que no hay otro. No me refiero a hacer cosas que no se puedan hacer como tomarme una cerveza si estoy dirigiendo el tráfico o fumar si estoy sirviendo un banquete en el Gran Hotel o ponerme a mear en mitad de misa (suponiendo que fuese). Me refiero a hacer cosas que, en general, no están mal.
Hablando en plata, coño. ¿Por qué las parejas heterosexuales pueden darse un beso donde les dé la gana y nosotros «tenemos que andar con ojo para que los demás no se molesten»?
Otra cosa es que estuviéramos en algún país donde estuviésemos perseguidos por la ley (demasiados, por desgracia) pero estamos aquí, en España, en donde desde el 30 de junio de 2005 tenemos plena equiparación de derechos civiles.
Insisto, no quería usar este argumento por manido pero es que parece ser que es el único que se entiende.
Y sí, Metabolic, tienes razón en que, a menos que nos hubiésemos criado en un lugar libre de homofobia, nos hemos acostumbrado a cortarnos y a aceptarlo como natural.
Pero sucede que yo, personalmente, ya estoy harta y puesto que no estoy haciendo nada malo, no tengo por qué esconderme.
Gracias Lobo, otro para tí.
Y a tod@s: ya sabéis que vuestros comentarios (buenos y malos) matizaciones y reproches son siempre bienvenidos, como no podía ser menos en DM. Para eso estoy aquí todas las semanas. Hasta la próxima, l@s que queráis apuntaros.
Un abrazote, Raúl.
No dejes de deleitarnos con tus escritos.
Ende luego jos míos, os gusta más discutir sobre cuantos ángeles bailan sobre la cabeza de un alfiler…
Ummm… No seas tan autocrítico, Raúl. Yo creo que no andas nada desencaminado con la idea que transmite el artículo. La situación que describes es una más de las muchas situaciones de la vida diaria en las que preferimos transigir, sea con la señora del viaje, con la vecina, con el carnicero o con el portero, y más si uno es de natural pacífico y tímido y huye de los protagonismos…
Yo reconozco que me cuesta, pero cada vez intento superarme y ser menos «tolerante» con la intolerancia de los demás. Siempre habrá quien te acuse de ser un «talibán de lo políticamente correcto» o de «estar siempre pensando en lo mismo» o de «ser muy susceptible». Mala cosa, por cierto, cuando alguien te dice algo así…
Pero vamos, que a veces uno, por pura pereza, deja pasar cosas. Faltaría más, somos humanos, aunque algunos se empeñen en rebajar nuestar dignidad.
de todas formas, que conste que cada vez hay más presencia gay en los viajes organizados…
CMQ y Frantic: yo no sé si me explico en chino o es que sencillamente leeis lo que queréis leer.
Yo beso a mi pareja donde me da la gana. Llevo fuera del armario ni sé. De hecho, cuando salí del armario trabajaba en una universidad católica (aunque jesuita), así que tampoco es que se me caigan los anillos. Por supuesto que no hay nada «malo» en darle un beso a tu pareja, hacerle una caricia o lo que sea. Pero lo único que ha dicho Raúl es que a él en ese momento no le apetecía que le miraran mal. O sea: que prefirió no sentirse incómodo o exponerse a que le gritaran. Y yo lo que digo es que está en su derecho a hacerlo. ¿Que yo no hubiese actuado igual? ****Por supuesto que no****, pero porque es un rasgo de mi personalidad (es más, conociéndome no sólo habría besado a mi pareja, sino que le hubiese lanzado tal mirada a la señora que se hubiese quedado patidifusa): no actúo fijándome en lo que los demás vayan a pensar. Pero ¿y si a él no le apetecía en ese momento?
Vamos a ver, a mí me pasa a veces con otras cosas. Conversaciones donde he tenido que escuchar «menudos hijos de puta estos catalanes» y, por no montar un pollo en el contexto en el que estaba y para no avergonzar a mis acompañantes, me he callado o me he limitado a decir «te pido que por favor no utilices ese lenguaje».
No todo es tan blanco ni tan negro: yo estoy completamente fuera del armario y no tolero ni medio pelo de comportamiento o comentarios homófobos delante de mí. Pero hay veces en las que he tenido ganas de darle un beso a mi pareja y no se lo he dado, no por el «qué dirán» sino porque no me apetecen ciertas cosas, como por ejemplo besarla delante de sus empleados. Y haría lo mismo si fuera un hombre.
«Hablando en plata, coño. ¿Por qué las parejas heterosexuales pueden darse un beso donde les dé la gana y nosotros “tenemos que andar con ojo para que los demás no se molesten”?»
Yo conozco a gente hetero a la que no le gusta besarse en público. Porque son tímidos, porque son más o menos pudorosos, porque… por lo que sea. Y me parece respetable. Exactamente igual que me parece respetable en una persona homosexual. En mi vida personal, ¿lo acepto? No. De hecho, ha sido motivo de ruptura para mí. Pero entiendo y respeto que haya gente que se sienta cohibida, o a la que le pueda la timidez, o lo que sea. Cada persona es un mundo… Cuando eso me ha afectado a mí, pues nada: le he dicho a la persona en cuestión «mira, yo así no puedo vivir» y punto. Pierde más ella que yo.
Ni escribes en chino ni leo lo que quiero leer, aparte de que, en el fondo, tampoco nuestras posturas personales difieren tanto. Yo me refiero al hecho de dejar de hacer una cosa que te apetece y no está mal hacerla, sólo pensando en quien te rodea.
Por supuesto, que si no te apetece dar un beso a tu chica no se lo das y punto, cualquiera que sea el motivo por el que no te apetezca.
En fin, dejo ya el tema que ya está «tó revenío». Sólo quería dejar clara mi postura y sus razones pero no tenía ningún interés en convencer a nadie. Allá cada uno.
Hace unas semanas, más concretamente el 1 de marzo, volvía de la ciudad de Rosario en autobús, en en Sana Fe (la capital de la provincia homónima donde se encuentran Rosario y mi ciudad también) subió y se sentó a mi lado una señora muy amable con la que comenzamos una conversación. Que es de Avellaneda (solamente separada de mi ciudad por un arroyo), que vino a Santa Fe a visitar a una hermana enferma de cáncer, que la ve cada vez peor, que viaja seguido, que la atención en esa línea de autobuses es excelente (era la primea vez que yo viajaba en esa línea), etc. Yo le contaba que viajaba por primera vez en mucho tiempo, que la atención en esa línea es muy buena, que el motivo de mi viaje era asistir a la reunión de planificación anual de una ONG, que «por fin he encontrado en el mundo gente maravillosa», que me he encontrado con un muchacho que estaba drogado y le he ayudado a encontrar una dirección donde tomar el autobús… Ella replicó que las drogas son un gran problema, que ella habla siempre con sus hijos, que reza por esas personas, etc. Yo ahí ya puse en alerta mis sistemas, sin dejar de lado la amabilidad. Es que sentirme parte de un grupo que lucha por los derechos de tod@s me haía renovado las energías y en ese momento estaba en modo «niño explorador», iba a buscarle jugo a la señora, le avisaba al niño del piso superior (era un autobús de dos pisos y el baño se encontraba en el piso inferior) que el baño está libre… no podía estar más feliz en ese viaje.
Cuando legamos a la entrada de mi ciudad (eran las 23:30) vimos un par de chicas trans esperando clientes. La señora dijo sin sonrojarse «Ésos (sic) son trolos» (trolo= maricón, en muchos casos se usa como sinónimo de trans, siempre de forma despectiva). Yo sin mostrar enojo, le dije algo así como «Sí, justamente ése fue el motivo de mi viaje a Rosario; soy parte de Vox Asociación Civil y luchamos por los derechos de gays, lesbianas, trans, bisexuales, etc. Justamente estamos tratando de llegar a esas chicas para concientizarles sobre la necesidad de tomar medidas de prevención del VIH; vamos a repartir preservativos en las discos, acabamos de organizar nuestra primera charla-debate que tuvo cobertura en varios medios y tenemos planeadas más actividades. Mire, ésta es nuestra bandera» y le mostré la bandera de Vox que me habían dado en Rosario para que nos hagamos visibles en las manifestaciones. Luego le mostré el último ejemplar de la resvisa de nuestra organización (tenía el bolso lleno) y le hablé de cómo nos organizamos a partir de un caso de abuso en una escuela… la señora se quedó sin palabras, como de piedra mientras se acercaba el momento de descender. Todo eso le expliqué en menos de dos kilómetros de recorrido. Me bajé sin perder el buen ánimo, y hasta (por primera vez en mi vida aunque creo que debería hacerlo siempre) agradecí al chofer por habernos traídos a salvo y por la excelente atención.
Tal vez no es comparable con el caso que te ha tocado ya que esta vez fue directamente un caso de LGTBfobia a diferencia de lo que te ha pasado. Pero con la experiencia aprendemos tod@s y creo que de ahora en más intentaré responder de esa manera para dejar al otro en evidencia. Creo que es una medida efectiva para que la otra persona la próxima vez se muerda la lengua o se replantee su forma de actuar. De todas formas creo que de no estar yo en modo «buen_animo++» mi respuesta hubiera sido otra.
Saludos desde Reconquista, Argentina.