Manto de Silencio
Los Padres Onubenses Atacan De Nuevo. Los mismos que iniciaron la objeción de conciencia contra la EpC, esa asignatura que pretende subvertir los valores y enfrentar a los niños con sus padres, y tras el varapalo del Supremo vuelven a la carga, ahora con los contenidos, aunque haya quedado claro que el Estado tiene un derecho igual o ligeramente menor a educar al niño en valores que tienen como corolario los derechos humanos y avalando como legal un contenido contra la LGTBfobia. Nada, que no. Ellos, erre que erre.
Francamente, me parece respetable la idea de que un padre quiera inculcarle unos valores a su hijo. Los valores se inculcan día a día. Otra cosa bién distinta es que el padre quiera que la educación que recibe el entorno de su hijo sea acorde con esos valores. Eso es más difícil, sinceramente, porque el entorno de su hijo coincide con el entorno de los demás. Hay partes de ese espacio que el progenitor puede controlar y otros que escapan a su control, y otros en los que puede influenciar pero no controlar de manera total. Veamos. El entorno actual es este, con algunas pinceladas.
Un 56’2% de los/las jóvenes que han participado en una encuesta llevada a cabo por la FELGTB entre jóvenes LGTB ha sufrido violencia psicológica o física en su centro de estudios. Un 48’2% considera negativa la actitud de su centro educativo con respecto a su homosexualidad/transexualidad. La percepción del entorno es peor, igualmente, en los habitantes de ciudades pequeñas y ámbitos rurales. Solo el 45% de estos jóvenes cuenta con el apoyo de su madre; el 32 % de su padre; el 23’4% de profesores; el 18’8% de su médico. Una inmensa mayoría considera muy negativa la imagen que se da de ellos/as en los medios de comunicación. Un 76% de las chicas carece de referentes válidos. Añadir a todo esto que resulta comprensible entonces que la tasa de suicidio entre adolescentes homosexuales supere a la de adolescentes heterosexuales.
Me gustaría que antes de continuar con su publicitada lucha, estos padres onubenses, y otros, la mayoría de los cuales seguramente declararán que se sienten perseguidos por ser católicos, se sentaran a hablar con un adolescente maltratado por su entorno por ser como es, es decir, homosexual. Estoy seguro que la elocuencia del caso les haría plantearse lo que es realmente estar siendo perseguidos y seguramente no tratarían con tanta ligereza ese termino. Incluso alguno de ellos podría ver y oir, aunque no quisiera, a su propio hijo contando esa misma historia. Sin embargo no quieren hacerlo. Quieren una perfecta burbuja alrededor de su hijo y que nadie les susurre una idea que ellos no hayan aprobado antes.
No creo que el haber pasado una tragedia los hiciera cambiar de opinión, francamente. Ni ser el poeta más grande de toda la Edad Contemporánea de las letras hispanas (y son muchas letras, y muchos poetas) te garantiza una mínima empatía por parte de tus conciudadanos, ni siquiera de tu familia. La carga de la vergüenza hace más por callar las visicitudes inextricables de la vida de un artista, y hacer por tanto incomprensible su obra, que el mérito del propio poeta, muerto de manera ignominiosa, cortado en la plenitud de su obra, arrancado de cuajo por odios políticos, homófobos y otros demonios más privados e igual de fatales. Al final cualquier esfuerzo es vano, todo se sabe y todo llega a entenderse. ¿Y qué ha quedado en el camino?. Años de ocultación, vergüenza y sufrimiento. O como termina Bernarda Alba en su casa: ¡Silencio!,¡Silencio, he dicho!¡Silencio!
Un manto de silencio, donde sólo se oiga una única voz, quieren estos padres onubenses. No les deseo un hijo deprimido, maltratado por sus compañeros de clase, incomprendido por sus profesores, insultado, y, si sobrevive a todo eso, exiliado de sus padres y ajeno a ellos. Precisamente quiero todo lo contrario, evitárselo, a ellos y a muchos padres. Para eso es necesario que sus propios hijos comprendan, aprendan a desenvolverse y respeten una realidad con la que es posible que no comulguen, pero que está aquí para quedarse.
Aunque ellos quieran objetar de esa realidad.
Magnífico artículo. Enhorabuena.
A mi también me parece una reflexión extraordinaria. Me ha venido de repente a la cabeza como, tras el fin de la segunda guerra mundial, cuando se preguntaba a las personas que vivían próximas sobre los campos de exterminio, la respuesta era siempre la misma, ellos afirmaban siempre que no sabían nada de lo estaba pasando allí. Ciertamente el manto de silencio es un arma muy poderosa, y jamás es inocente.
Se puede decir más alto pero no más claro. Pero sobre todo, se puede decir. Porque ya no permanecemos en silencio, aún cuando ellos expresen abiertamente ese deseo. Es que cuando se tiene una sordera funcional que les impid escuchar los lamentos de los que sufren, a ellos cualquier susrro al oído que le indique que hay otras realidades les aturde, les hiere y reaccionan como fieras al acecho. Salen de sus jaulas y nos quieren forzar a entrar.
Y encima hay estados que financian ese odio.
Por cierto, me olvidé de decirlo. Es un artículo maravilloso, como de costumbre. Gracias y felicitaciones.
Aislar a una persona en medio de un mundo lleno de estímulos, negándolos, es retrasar su desarrollo y privarla del conocimiento tanto de los hechos como de las valoraciones que nos merecen y que nos hacen crecer por medio de la experiencia. A esto se le llama «vida». Proteger a tus hijos no significa vendarles los ojos.
Una maravilla de artículo, por cierto. La referencia lorquiana, para quitarse el sombrero.
Sé que no viene al caso, y perdón por salirme de tema, pero debo deirlo antes de olvidarme otra vez (oh, la edad… mis 31 años me pesan… :D), bueno, ahí va: Grano Grueso, tu blog es uno de los más increíbles y originales que haya visto en mi vida. Felicitaciones.
Gracias, Martín Caballero. Un abrazo.
Sé que está feo, pero aprovecho las pallasadas del Jefe de las del Otro Lado del Tíber, para dejaros mis teorías respecto a la homofobia de la iglesia: http://nivorg.blogspot.com/2009/03/las-causas-de-la-homofobia-de-la.html
Un beso desde Nivorg.
Estupendo artículo, Odysseus. Me uno a las felicitaciones.
Felicidades por el texto. La referencia a Bernarda Alba me ha puesto los pelos como escarpias.
Saludos
Magnífico, brutal.
¿estabamos pensando en lo mismo?
el viernes que viene lo sabrás: hablaré del silencio