Maurice: Reflejos y paradojas
En 1987 James Ivory estrenó ‘Maurice’, basada en la novela de E. M. Forster del mismo nombre, con el beneplácito de la crítica y gran éxito de público, sobre todo entre los homosexuales, que la convierten de inmediato en una de sus películas más emblemáticas. Dos años después, en 1989, su fama ha crecido tanto que un joven de 18 años, recién salido del armario, la ve a escondidas en su casa. Le decepciona profundamente, sobre todo por el final, al que acusa de ‘falta de realismo’. El chico, demasiado centrado en sus problemas –sus padres le someten a estrecha vigilancia desde que supieron que era homosexual, su primer amor ha resultado ser un desastre…-, es incapaz de identificarse con el protagonista, y hasta inconscientemente, por grotesco que parezca, le envidia. Que a un personaje de la mojigata Inglaterra post-victoriana le hubiera resultado más ‘fácil’ encontrar el amor que a él mismo, era algo que no podía tragarse sin al menos protestar.
El ‘final feliz’, que tanto chocaba al joven adolescente de nuestra historia y que, según él, otorgaba a la película una acusada ‘falta de realismo’, estaba sin embargo y paradójicamente inspirado en la realidad. Porque Forster escribió esta novela movido por una visita a la casa que Edward Carpenter, escritor y activista homosexual, compartía con su ‘camarada’ George Merrill, en claro desafío a la moral de la época, no sólo por tratarse de una relación pública entre dos hombres sino por el hecho de que Merrill pertenecía a la clase obrera y no tenía estudios formales (las barreras entre clases eran prácticamente insalvables en la época). Todo un escándalo, si tenemos en cuenta que Carpenter había sido propuesto (aunque rechazó el puesto) para ser tutor del futuro rey Jorge V.
Con su rechazo al ‘final feliz’, nuestro jovencito había puesto sin saberlo el dedo en la llaga, porque no es un simple detalle. En este juego de reflejos y paradojas, es curioso comprobar cómo Forster no se atrevió a ir tan lejos en la ficción como habían ido Carpenter y Merrill en la vida real, siendo precisamente este ‘detalle’ del final feliz el que llevó a Forster a autocensurarse. Preocupado por la repercusión negativa que podría tener para su carrera el hecho de que la novela no condenara el amor homosexual, finalmente murió sin verla impresa, siendo publicada póstumamente en 1971.
De no haber sido por su impaciencia e inexperiencia, el joven Raúl habría reconocido en la película una realidad todo menos envidiable. Las relaciones homosexuales que se nos presentan ocurren todas entre cuatro paredes, con el miedo como denominador común y con el problema añadido de la falta de modelos. Por otro lado, los acontecimientos en torno a Lord Risley, su detención y posterior juicio, y el juez que, en sus terribles palabras al dictar sentencia, se hace portavoz de la sociedad de aquella época. Tal vez si se hubiera detenido a reflexionar sobre esta realidad, el joven de nuestra historia no habría estado dispuesto, como de hecho lo estaba, a cambiarse por Maurice.
Pero también es cierto que todo en la película está encaminado a la forja del ‘héroe’ que es Maurice. Desde su ‘vaticinio’ en la primera escena, siendo aún un niño, cuando le dice al maestro que no piensa casarse nunca, hasta su negativa a retractarse ante el decano, siendo por tanto expulsado de Cambridge, desde su ‘declaración de principios’ ante el apabullante Lord Risley: ‘Los hechos son más importantes que las palabras’ (la palabra en el original inglés es ‘deeds’.-‘hazañas’) hasta la naturaleza nada intelectual de sus sentimientos por Clive (al contrario que éste, imbuido de la idea platónica del amor homosexual, probablemente para justificar –no le culpo- su propia cobardía), todo nos hace pensar que, cuando tenga que dar un paso verdaderamente importante, lo hará, por eso su personaje y su ‘final feliz’, por encima de lo que Raúl pudiera pensar, son verosímiles. Incluso tiene flaquezas, lo que le hace aún más creíble como héroe (todos las han tenido, desde Ulises hasta Supermán pasando por Don Quijote, o incluso Jesucristo). Cuando ve que su amor se derrumba por culpa de convencionalismos, siéndole imposible actuar, reacciona cruel e injustamente con su hermana Ada. Cuando, por miedo, se niega a sí mismo la posibilidad de actuar (ignorando la invitación a acudir al embarcadero) acaba prejuzgando injustamente al único que ha arriesgado algo por él.
Una vez comenté hablando del ‘armario’ que la mentira continuada puede convertirnos en seres mezquinos. Igual podría decirse de la privación del amor. Al joven co-protagonista de esta columna se le había negado durante lo que a él le pareció una eternidad su urgencia de amar. Vio una película en la que un joven gay encuentra el amor, y la tomó con su protagonista. Menos mal que el tiempo y la vida le dieron la posibilidad de tomar perspectiva y valorar como se merece esta joya de película, y comentarla ahora que se ha vuelto a reeditar en DVD. Tal vez egoístamente otra vez, se alegra de haber podido amar y ser amado. Agradece a los héroes que le precedieron, pero no quiere olvidarse de los que no tuvieron esa suerte y sucumbieron a una vida gris, cuando no al odio o a la envidia, porque no se les permitió amar.
Una maravilla de artículo, Raúl. No conocía la historia detrás de esta obra. Gracias.
Yo tampoco conocía esta historia. Nunca he leído el libro pero la película me gustó muchísimo (como todo lo de James Ivory, la verdad sea dicha).
Gracias, Raúl.
Solo he visto esta película una vez. En la televisión, hace un montón de años. Estaba solo en el salón con miedo a que entrasen mis padres y me preguntasen de qué iba la película (entre cuatro paredes y con miedo, como tú dices). El caso es que me gustó mucho y me dio esperanzas para encontrar el amor verdadero y todo eso.
una delicia de película y una delicia de artículo
me fascinó el que en la peli uno se afeite el bigote cuando el otro se lo deja, una bella metáfora
A mi también me gustó mucho la peli y tu columna
La película me gustó muchísimo en su época ya que continuaba (para mí) con la estela de «Su otro amor» donde mostraba relaciones homosexuales donde el protagonista, además de no morir, encontraba el amor. Así que me lancé como un rayo a comprar el DVD. Pero has hecho un interesante artículo también. Gracias por compartirlo.
Intrincado y bellísimo ejercicio de escritura combinando tu experiencia personal, Raúl, el argumento de la película, la historia de las personas que inspiraron a Forster y las reservas de éste último ante una obra en la que creía, a la que quizá amaba demasiado para arriesgarse a verla hecha trizas por la crítica de su época. Hace poco he vuelto yo también a ver la película después de muchos años y lo cierto es que la he disfrutado más de lo que lo hice entonces, apenas un adolescente que se llevaba a los ojos lo poco que caía en sus manos… como ocurrió también con «Su otro amor», mencionado por Despotorramiento.
Enhorabuena por el artículo.
Preciosa reflexión, Raúl. ¡No la había podido leer todavía!
Qué buen artículo… La verdad es que me has abierto una nueva interpretación de la película, que siempre me gustó, pero en plan como te gusta un telefilm… Ahora me queda más clara su calidad narrativa.
La verdad es que, después de leer este artículo, a mí me dan ganas de volver a ver la película.
Me encanta el cine de James Ivory y (lo tengo que decir, aunque se salga del tema) «Una habitación con vistas» me vuelve loco.
Yo vi la peli ésta también hace muchos años siendo adolescente con una sensación parecida a la que describe D. Turbio, y tengo muy buen recuerdo de ella, aunque entonces supongo que se me escaparon muchas cosas, y me gustaría volver a verla. Recuerdo sobre a todo a Hugh Grant y ese ambiente tan típicamente inglés que me encanta. También me gusta mucho «Una habitación con vistas», series como «Retorno a Brideshead» y las adaptaciones de obras de Jane Austen…o sea que me va lo anglofilo 🙂
Felicidades por el artículo.
Curioso el caso de ese chico porque, si no recuerdo mal, cuando la gente de treinta y tantos hablamos entre nosotros de Maurice, en general admitimos que fue el primer libro/película que leímos/vimos con final feliz, y que nos marcó exactamente por eso. ¡Las vueltas que da la vida!
Siempre nos quedará la incógnita de saber qué hubiese ocurrido en Inglaterra con la publicación de Maurice en su época original.
Lo que sí daría para un hilo interminable es la relación de Charles y Sebastian en «Retorno a Brideshead», sin olvidar a Aloysius.
Ah, y si habéis visto todas estas pelis inglesas, os recomiendo una tonta parodia de todas ellas: «Arrogantes y exquisitos», con guiño LGTB, por supuesto.
Saludos con sabor a campiña inglesa
jeje, esa sí la recuerdo. La de Maurice la he visto seguro, pero me gustaría hacerlo de nuevo.
ayyyyy, Retorno a Brideshead…. 10 veces que me he tragado la serie entera (nada que ver con la absurda e innecesaria pelicula estrenada el año pasado)
Yo además, recuerdo con especial interés una peli también «arrogante y exquisita»: Un mes en el campo. Tengo que volver a verla.
Retorno a Brideshead… ¡Qué pedazo de serie!
Gracias a todos por vuestros comentarios. Me alegro de que os haya gustado el artículo y me quedo con vuestras recomendaciones de otros títulos.
Pues a mi me gustó muchisimo Maurice cuando la vi en mi adolescencia pero ahora la encuentro desigual, elitista y misógina. Sin duda tiene un bello final y escenas muy significativas y evocadoras pero creo que ya ha sido superada. De echo el libro se conserva mejor. Aunque merece estar por fin en DVD en castellano . A ver cuando sacan en DVD también «Another country», «Lianna» de John Sayles y «Tarik el hob» en castellano