El caso práctico
Cuando tuve edad de entrar a la universidad, me matriculé en Derecho, aunque no llegué a completar el primer año. El otro día me acordé de que había unas clases basadas en supuestos prácticos. Se me ocurrió la idea de traer un supuesto a esta columna, aunque ya advierto que quedará un poco novelado, porque en realidad nunca fui a ninguna de esas clases.
España. Época actual. ¿Qué pasaría si un chico de, digamos 15 años, se presentara en una comisaría de policía para denunciar acoso homófobo por parte de sus padres? ¿Están los policías obligados a ponerlo en conocimiento de alguna autoridad –servicios sociales, juez de menores? Si el acoso es psicológico no deja marcas físicas, no es que ‘salte a la vista’. Algo me dice que los policías mandarían al chaval de vuelta a su casa con un ‘ya te avisaremos’ y luego no pasaría nada.
Pero supongamos que el chaval, que está lo suficientemente asustado como para plantarse, les dice que no se mueve de allí hasta que hayan hecho algo. O bien supongamos que se va y vuelve al rato acompañado de un adulto –si es que encuentra alguno que quiera arriesgarse, porque el sólo hecho de apoyarle puede hacer que se enfrente a acusaciones de ‘adoctrinamiento’ y ‘manipulación’- exigiendo que se le escuche. ¿Cuál es el siguiente paso? ¿Un careo con los padres? Pensemos en unos padres de esos ‘intachables’. Educadísimos. Por supuesto lo negarían todo, diciendo que ellos sólo quieren lo mejor para su hijo y que está en una fase de rebeldía. ¿Qué posibilidades hay de que el menor sea obligado a volver con sus padres?
Decido ponerle un nombre al chaval. Le llamaré Óscar -para ser un supuesto, mal vamos. Creo que me estoy encariñando con él-. Como nos temíamos, Oscar ha vuelto con sus padres. A la salida del colegio privado donde estudia, sus padres le llevan a un ‘psicólogo’. Es la primera de una serie de traumáticas sesiones que llevan a Óscar a un estado anímico muy deprimido. Empieza a ir mal en los estudios. Tiene fantasías en las que escapa y vive su vida, pero es inteligente y sabe que no llegaría muy lejos. Aun así un día burla la vigilancia de sus padres y se va… digamos al Ayuntamiento, donde consigue que alguien… digamos una asistente social, le escuche. Desde allí llaman a la comisaría, donde confirman que Óscar ya estuvo allí hace unos meses. Comprueban la historia del ‘psicólogo’. Una posibilidad. ¿Y si la asistente social resulta ser de la misma ideología de los padres de Óscar? ¿Y si resulta que incluso les conoce porque pertenecen al mismo grupo pro-vida y pro-familia?
A estas alturas de la columna, para mí Óscar ya no es ‘un caso práctico’. Es algo más. Empiezo a interesarme por su historia como si fuera una persona real. Me pregunto si es posible tal indefensión. Le imagino sólo, sin nadie a quién acudir. Me indigno. Pero soy yo el que escribe esta historia. Así que retrocedo y decido darle una oportunidad –algo me dice que de tener que salir en su ayuda, me iba a resultar muy difícil mantener la cabeza fría-. Así que la asistente social decide mojarse y pide al juez de menores que tome medidas cautelares. Esa noche Óscar la pasa fuera de su casa. En el cuarto en el que duerme hay un crucifijo, porque el centro de acogida donde está pertenece a una asociación religiosa (tengo entendido que gran parte de los centros no son estatales, sino privados). Intenta convencerse de que, si se dedican a acoger jóvenes, serán realmente cristianos, y le tratarán con cariño. Hasta ahora ha sido así.
Han pasado unos meses. Comienza un juicio para quitarles la patria potestad a los padres de Óscar. Se les ve fuertes. Una emisora de radio local de la órbita de la Conferencia Episcopal y un foro ultraconservador de Internet han hecho una colecta para que pudieran costearse el mejor abogado. La misma emisora y foro que llevan semanas presentándoles como inocentes víctimas de persecución religiosa. Aún así, las pruebas son contundentes. Ha podido demostrarse que el supuesto psicólogo al que Óscar fue obligado a ir, no tenía la titulación adecuada y que sus prácticas no son aceptadas por ningún colegio profesional. También se presenta como prueba el expediente académico de Óscar y el testimonio de la única profesora que se ha atrevido a hablar, que ha sido despedida.
Óscar no quiere pensar –ni yo tampoco- en lo que pasará si sus padres ganan el juicio. Si todo sale bien –aunque, ¿qué es ‘bien’ en un caso así? ¿No sería mejor que sus padres entraran en razón?- ha pedido estar con unos padres de acogida gays, o al menos unos que entiendan su orientación sexual. El otro día vio en una web unas fotos del Desfile del Orgullo en Madrid. Algunos de los que desfilaban eran padres y madres de chicos como él…. Alguien interrumpe su sueño, porque el juez quiere hablar con él. Le tranquiliza saber que sus padres no estarán presentes.
Nota: Supongo que esto es demasiado parecido a una película. Esto me pasa por intentar hablar de leyes sin conocerlas. Pero bueno, espero que vuestros comentarios arrojen alguna luz sobre qué posibilidades hay de que ocurra algo así. Un saludo a tod@s y hasta septiembre. Me tomo un descansito.
Me parece que planteas un caso plausible, pero tienen que darse una serie de circunstancias. Los obstaculos más que probables en el camino de Oscar complicarian las posibilidades de que el caso acabara en juicio.
Los administradores de la pagina que planteen la duda a los servicios juridicos de alguna asociación, a ver cómo lo ven. Se podria redactar a partir de ahi un protocolo de actuacion para casos similares.
Oscar los tiene bien puestos eh? yo quiero un hijo asi
Estoy de acuerdo con Illán. Me parece muy buena idea investigar para establecer un protocolo. Los chavales y las chavalas que están ahí fuera pasándolo mal lo merecen. Gracias por plantearlo.
A ver, y aunque por aquí hay foreros con mayor control de la materia, un par de apuntes sobre el caso que planteas.
En primer lugar, es más que probable que la policía obligara al menor a regresar al hogar familiar, ya que sus progenitores continuarían ejerciendo la patria potestad. En realidad, sería mejor por parte del chaval acudir directamente a los servicios de protección al menor de su Comunidad Autónoma o Ayuntamiento. Y ese es el camino que debería seguir una asociación a la que llegara un supuesto similar, o un centro educativo que lo detectara. De igual manera, podría presentarse una solicitud de protección ante la fiscalía, ya que desde el ámbito judicial son los fiscales los encargados de velar por los intereses de los menores no emancipados.
Olvidando por un momento las a veces estrambóticas decisiones de la judicatura, los prejuicios personales, ideológicos o religiosos de los jueces, la «respetabilidad» de la familia (que sin duda sería un mal dato para Óscar), el objetivo sería la privación de la patria potestad a sus padres, apoyándose en el artículo 170 del Código Civil y recordando que según el 154 «La patria potestad se ejercerá siempre en beneficio de los hijos, de acuerdo con su personalidad, y con respeto a su integridad física y psicológica».
Importante es también la edad de Óscar, porque al tener quince años (al ser mayor de doce) toda decisión referente a su tutela, patria potestad, etc, debe tomarse después de que el juez le haya escuchado.
No sé si como pautas básicas estas ideas os servirán de algo. Aunque el futuro de Óscar no lo vea demasiado claro ni siquiera con la administración apoyándolo.
Desde luego has hilado un interesantísimo argumento para un guión de cine. ¿Cómo podría acabar esa historia?. Yo no sé nada de leyes, pero intuyo que esa historia acabaría mal: esos padres arropados por los poderes más reaccionarios acabarían ganando ese juicio. Y ese muchacho sólo podría escapar de su familia en unos pocos años, cuando tuviera el valor, la madurez y el coraje de vivir su propia vida (y recordemos que no todos somos igual de valientes).
A mi me gustan este tipo de finales para las películas (no soporto los finales almibarados) y mucho me temo que en el caso de Oscar sería así.
Raúl: ha sido un placer leerte cada martes. Has salido de la temporada por la puerta grande.
Besos.
Creo que también seria importantísimo que Oscar contactara con alguna asociación LGTB para que le asesorara.
Aunque luego también vendrian acusaciones de manipulación por parte de los cristofachas de turno, pero eso es algo automático.
Es muy inteligente tu propuesta Illán, gracias. Gracias a tí también C M Q, un placer volverte a ‘ver’ por aquí.
Rukaegos, qué buena información, muchas gracias. Veo que mi pesimismo es compartido por tí también en parte, de todas formas. Qué triste.
Rafa, no es la primera vez que me animas a dedicarme al cine, mira que si al final lo hago tú serás el culpable 🙂 Muchas gracias, en serio.
Dexter, llevas razón, la acusación de manipulación es más que probable. Si yo trabajara en una asociación y se presentara un chico de las características de Óscar, creo que lo primero que haría sería grabar (con su consentimiento) las conversaciones.
Aunque si nos atenemos a la realidad comparto cierto pesimismo con vosotros, a mí me parece que se nos olvida algún personaje positivo en el relato; quizás ese familiar (recordemos al tío de «nuestro» Fernando) que bien podría ser el adulto que describe Raúl y que apoya al chaval. Siendo LGTB o no, sabría de los problemas que tiene el adolescente y seguro que intentaría hablar con los padres, todo esto fuera del terreno legal.
Por desgracia, también hemos olvidado el circo mediático que desencadenaría un caso como éste; no sólo por el argumento que introduce Raul a cuenta de grupos de presión, sino por la cantidad de debates sin sentido y llenos de impresentables que se sentirían en la obligación de «formar a los oyentes» acerca de todas esas cuestiones sobre la homosexualidad que volverían a «ponerse de moda» en cuanto un programa sensacionalista recibiese noticia de este caso.
Saludos, y, desde luego, todo mi apoyo para un posible Oscar y similares.
No tengo siquiera una remota idea de las posibilidades que hay de que en la España actual ocurra esta historia completa o una similar. Imagino que habrá diferencia entre comunidades, según tengan más dotados y mejor orientados los servicios sociales, y en última instancia, cuál sea el funcionario que te toque. De qué valen las leyes contra situaciones en las que insistentemente se busca un resultado predeterminado, en este caso contra el chico. Imagino también —mejor dicho: quiero creer— que la situación empeorará según cambiemos las variables «España» y «actual» y nos adentremos en territorios y épocas más tenebrosos. No logro entender *por qué* en tantísimos lugares nos odian tantísimo. Hay que reconocer también a aquellos que rompen la cadena del horror y dan una oportunidad de salir adelante dignamente a los Óscares de este mundo.
Bueno, el caso que planteas es muy interesante. Lo que pasa es que dudo mucho que haya resortes legales que puedan proteger al chaval, cualquiera de los recursos que planteas acabaría con el retorno del chico a la «patria potestad». Prefiero no imaginar cual podría llegar a ser el desenlace.
Quizás el cine pueda aportarnos algo de luz, recomiendo «Las vírgenes suicidas».
A mí el caso que has planteado me ha parecido muy interesante. Yo he imaginado a Óscar en el pueblo en el que vivo y la verdad es que veo a un chico más solo que la una y sin ninguna posibilidad de que los pocos recursos sociales existentes (ni tan siquiera en el instituto) le ayudaran de verdad. En el caso que tú planteas, además, donde entran en juego cosas como la educación en colegios privados/concertados (con sus peculiaridades que todos conocemos) la situación se complica todavía más; en un centro público es posible que Óscar tuviera la suerte de encontrarse con algún profesor comprensivo que le aconsejara y le protegiera, pero en un centro privado o concertado donde las contrataciones y despidos son a dedo…. Creo que este supuesto enmarca a la perfección todas las áreas de desatención que todavía quedan por cubrir, que por desgracia son un montón.
Creo que el caso que has planteado, Raúl, es una verdadera prueba del algodón de la vigencia que tiene la homofobia en nuestra sociedad y de la desprotección ante ésta de algunos de los LGTB más vulnerables, los adolescentes. Por desgracia, el hecho de que todos los comentaristas coincidan en ser poco optimistas ante el desenlace de un caso como el que planteas nos hace ver que dicha vigencia y dicha desprotección son aún muy grandes: seamos pues conscientes de lo mucho que nos queda por conseguir.
Muchas gracias por todas tus columnas de esta temporada, un beso y que disfrutes de un muy merecido descanso.
Carrington, Zarevitz, Nazareno, Ave, Nemo: Muchas gracias por vuestras intervenciones.
La verdad es que sí que queda como un regusto amargo, hay muchas zonas oscuras y este país, que no ‘es’ homófobo (¿os acordáis?) sobre el papel, sí que ‘parece’ homófobo a poco que enfocas. Lo bueno es detectar estas ‘zonas oscuras’ y trabajar en ellas, cada uno según pueda. Yo ya tengo tarea para este verano (no tendré que comprar el cuaderno de ejercicios, jeje). Creo que merecería la pena plantear este estudio a algún jurista, intentaré hacerlo. Bueno, y descansar un poco también.
Un saludo afectuoso a tod@s
Yo no es que vaya a ser pesimista, es que me quedo en el primer párrafo de las andanzas del chaval, en comisaría.
Me imagino la escena, ante la perplejidad del chico:
– ¿acoso quéeeee….?,
– Acoso homófobo, sargento.
– Y eso qué es?.
– Lo he mirado en el diccionario, sargento. Me ha costado, porque resulta que se escribe con hache y con be, pero lo he encontrado. Los homófobos son los que odian a los gays o algo así.
-Ummmm, vaya, vaya, cosas de mariquitas, a saber con qúién habrá andado éste. Pues los padres verán lo que hacen, pero yo de una hostia le quitaba tanta tontería de encima. Llama al padre ahora mismo anda, menuda vergüenza va a pasar el pobre. (Al chaval:) O sea, majete, que eres sarasa, ¿no?
Os podéis imaginar el resto.
Bueno, Raúl, felices vacaciones y descansa, te lo tienes merecido. Un beso.
Pues en esa comisaria no utilizan en diccionario de la R.A.E., porque en ese los académicos no han considerado oportuno incluir la voz «homófobo».
Será que los debates sobre el término «matrimonio» no les han dejado tiempo para ello.
http://buscon.rae.es/draeI/
Interesante reflexión y sobre todo interesantisimo el protocolo que apunta Illán. Personalmente creo que el chaval lo tendrá bastante jodido para que «releven» a sus padres de la patria potestad, pero creo que con un buen asesoramiento se puede avanzar bastante.
No sé por qué, el DRAE incluye «homofóbico» pero no «homófobo».
homofóbico, ca.
1. adj. Perteneciente o relativo a la homofobia.
homofobia.
(Del ingl. homophobia).
1. f. Aversión obsesiva hacia las personas homosexuales.
Sin embargo, recoge «xenófobo», pero no «xenofóbico».
¿Será que antes se decía más «homofóbico», que rima con «claustrofóbico»?
Zarevitz: ¿tú conoces algún caso concreto en el que se le haya retirado la patria potestad a alguien y los argumentos que se han utilizado?
Nop y no tengo ni idea de cómo se maneja. No sólo es la patria potestad, también entran en juego la guardia y custodia. Pero no, no conozco ni directa ni indirectamente ningún caso.
Ave, ¿preguntas por retirada de patria potestad en general o sólo referente a adolescentes lgtb?
Por cierto, antes apuntabais la posibilidad de un personaje en positivo como el tío de Fernando … Sí, pero fue cuando Fernando cumplió los 17. Con 15 nada hubiera podido hacer.
Preguntaba en general, porque la impresión que tengo (que no sé si es correcta, quizás alguien lo sepa) es que para que un juez le retire la patria potestad a un padre o madre ha de llegarse a situaciones extremas (y dudo mucho que con la mentalidad tan conservadora de la judicatura un juez considerase que la situación del supuesto de Rafa sea «extrema», por increíble que parezca). Da la impresión, incluso en esta sociedad, como si los padres biológicos tuvieran derecho a hacer prácticamente lo que les viniera en gana con sus hijos (haciendo un paralelismo un poco peculiar pero válido, pienso por ejemplo en la negativa de los Testigos de Jehová a recibir transfusiones de sangre o a que sus hijos las reciban). ¿Quién protege a los desprotegidos?
Por ejemplo:
http://www.elpais.com/articulo/ultima/TESTIGOS_DE_JEHOVa/testigos/Jehova/demandaran/juez/autorizo/transfusion/sangre/hija/elpepiult/19771029elpepiult_1/Tes/
Si en una cuestión tan evidente como es la de salvar la vida de una persona de una muerte inmediata todavía nos andamos con estas componendas y hay que enfrentarse a las amenazas de los padres, ¿qué no ocurriría en el supuesto que nos plantea Rafa?
La noticia que enlace Ave sobre los testigos de Jehová es de 1977. No creo que hubiera mucha polémica si el caso se presentara hoy en día. La verdad es que no tengo ni idea de derecho pero, así de entrada, yo soy un poco más optimista respecto al futuro de Óscar y no veo tan descabellado que un juez le retirara la patria potestad a los padres en estas circunstancias. Lo realmente complicado, creo, es que un adolescente consiga superar miedos, chantajes emocionales, remordimientos y homofobia interiorizada (con unos padres así es muy dificil no crecer con sentimiento de culpa) y penurias varias, para dar el paso de querer ser independiente.
¿Y la posibilidad de que una futura Ley Integral contra la Homofobia incluyera una disposición que definiera la homofobia de este supuesto como una forma específica de maltrato contra el menor? ¿Os parece algo que podría llegar a conseguirse?
Es de 1977, es verdad, pero la ley no ha cambiado. Aquí hay un caso más reciente en el que el Constitucional dio la razón a los padres, de 2002:
http://www.elmundo.es/2002/07/20/sociedad/1188498.html
Bueno, es muy deprimente… pero este crio, el testigo de Jehová, estaba adoctrinado y se supone que los médicos respetaron su voluntad (llénese de comillas lo de su volundad) que era la de sus padres, que hay que joderse con los adultos que tenían que velar por el bien del niño, pero en fin. Si un chico, como nuestro Óscar, a los 15 años y teniendo las cosas tan claras pide ayuda… algún mecanismo habrá para que lo ayuden, digo yo. No sé, es complicado. Aunque supongo que en la práctica al chico no le queda otra que esperar a cumplir los 18.
En cualquier caso el supuesto es un buen ejercicio para pensar. Sería muy interesante saber si ha habido algún precedente parecido.
Ave, la posibilidad que apuntas me parece interesantísima y, desde luego, bastante lógica tal y con el tipo de noticias con las que nos desayunamos últimamente. Ahora bien, ¿pasaría dicha ley todos los filtros del sistema? Los más reaccionarios sin duda la calificarían como «una casuística muy particular».
Y en cuanto al aspecto legal, seguro que los expertos nos podrían decir en qué medida resultaría sencillo o no acotar con palabras esta situación y si habría que prever todos los supuestos.
Saludos
Pues a ver, AVE, es más normal de lo que puedas pensar, aunque como casi todo con un notable sesgo de discriminación social. Quiero decir que si un fiscal de menores o un departamento de menores se toman medio en serio su trabajo, sí ha habido bastantes casos de retirada al menos provisional de la patria potestad cuando el menor está en lo que legalmente se conoce como situación de desamparo: críos a los que se deja solos, que no asisten al colegio, mendicidad …
No hace falta decirte que suelen responder a casos bastante evidentes y siempre en situación de exclusión social. Pero sí hay retiradas de patria potestad.
Otra cosa es qué pasaría en el supuesto que nos han propuesto … y la respuesta casi seguro sería no.
Entré por casualidad a leer el caso práctico que plantea Raul, que es verdaderamente interesante y real.Yo pertenezco a una asociación LGTB (XEGA) y de vez en cuando nos llegan consultas de chavales que al confesar que son gays o lesbianas a su familia, reciben respuestas negativas. No hemos tenido ningún caso en el que se haya planteado la batalla judicial de retirar la patria potestad. Coincido con la mayoría de los que intervinieron en la discusión en que sería prácticamente imposible. Sólo se retira la patria potestad en casos verdaderamente graves y este, creo, no sería considerado así. El enviar al chaval o la chavala al psicólogo o al psiquiatra, el cortarle las horas de salida, las relaciones y cualquier contacto con asociaciones LGTB suelen ser decisiones que llevan a cabo estos padres homófobos y ultracatólicos. En algunos casos se ha intentado contactar desde la asociacilón con la familia, pero muchas veces esta no quiere ni oír hablar de nosotros, pues nos considera manipuladores y adoctrinadores de los menores.
Muchas gracias por compartir tu experiencia Julián, y a todos los que participásteis el martes pasado, ahora me doy cuenta de que continuásteis con vuestras aportaciones. A ver si es posible tener pronto algo respecto a este tema, un saludo a tod@s