Homofobia combativa desde las religiones (I)
La Real Academia Española de la Lengua, de la que ya sabemos como define en 2009 el término “matrimonio”, es precisamente muy clarificadora, para los fines del presente análisis, al referirse al concepto de “religión” como “conjunto de creencias o dogmas acerca de la divinidad, de sentimientos de veneración y temor hacia ella, de normas morales para la conducta individual y social y de prácticas rituales, principalmente la oración y el sacrificio para darle culto”. Y es que no se deja lugar a dudas en cuanto a los caracteres básicos que tal fenómeno ha manifestado de manera predominante, y sigue haciéndolo, en las diversas culturas, desde luego en la nuestra.
Las religiones oficiales no han dudado en formular afirmaciones dogmáticas sobre qué y cómo es su dios y han exigido sentimientos “de veneración y temor”, así como “prácticas rituales… [de] sacrificio”. Correlativamente, han sentado doctrina muy concreta con “normas morales para la conducta individual y social”. Grupos sociales amplísimos han conformado su respectiva unión al compartir, entre otras circunstancias, una misma religión que conllevaba sus propias normas y que, desde luego, les dotaba de un marco de referencia común. La cuestión es, tal como señala la RAE en su definición, que el fundamento de su unión ha sido el “temor”, el “sacrificio” y la traslación a normas de conducta de “dogmas acerca de la divinidad”.
¿Qué subyace en todo ello? La realidad de una religión autoritaria. Se ponen en circulación verdades absolutas que son objeto de fe irracional acerca de unos conceptos construidos de divinidad, la cual se sustenta en el miedo, y se exige obediencia como un fin en sí mismo. Se generan instituciones o mediadores entre la temible divinidad y los fieles, de tal manera que no importa nada, más bien es pecaminosa, la autonomía en el desarrollo personal con su propia búsqueda de la verdad, porque ya se encarga la autoridad oficial de transmitir la voluntad divina. Se requiere, pues, el desarrollo de un carácter autoritario entre la masa de fieles.
El autoritarismo conlleva una interrelación piramidal entre las personas, contrariando cualquier tipo de principio de igualdad. Quien obedece ciegamente, de manera sumisa, irracional, a su vez necesita sentir que domina sobre otros. Se considera inferior a la autoridad, pero superior frente a terceros. A su vez, dominación/sumisión va ligada a sadismo/masoquismo, al deseo pasional de causar daño o sufrimiento. Como menos grave se da el fenómeno de la compasión paternalista ante el considerado débil.
La religión es, en la práctica, un poderoso mecanismo de cohesión de una sociedad. Cuando una nación o un grupo social no nacional comparte una misma religión, o ésta es mayoritaria, se genera una identidad común, que da seguridad y mitiga el aislamiento, diluyendo la individuación. Se construye un “nosotros”, que es como un gran “yo” fuerte, poderoso. Entran en juego las normas que dicta la religión y los conceptos acerca de la divinidad y los dogmas. Se constituye una imagen ideal o arquetipo de cómo es la persona “normal”, la que obedece y complace a la autoridad.
El arquetipo de normalidad se crea en función de cómo es la mayoría social que sustenta la religión compartida y se cosifica, se le da un carácter de atemporalidad, se idolatriza. Sirve para reconocerse, para identificarse como miembro de la comunidad, para tener un ideal de vida, desde luego para someterse a la conformidad con la autoridad, con la religión. No cabe descubrirse cada cual a sí mismo y la propia humanidad universal, sino ser conforme a la norma convencional, ello de manera rígida. Eso es “ser bueno”.
El autoritarismo de este proceso requiere que, frente al tipo ideal o normal, exista lo indeseable, lo anormal y contrario a la virtud que proclama la religión. Es necesario que existan los indeseables porque los sometidos o sumisos tienen que sentirse, al menos, superiores frente a “ellos”, “los que no son como nosotros”, los que contravienen la norma y son merecedores de rechazo furibundo, de odio y, si es menester, de castigo ejemplar. El sadismo encuentra terreno abonado con su proyección hacia «ellos». Es necesario que existan los indeseables porque, en definitiva, el “nosotros” no es, desde luego, universal, no se refiere a todos los seres humanos, sino que es el “grupo” o la “nación” que se debe su cohesión al principio asumido del autoritarismo.
Javier V.
El fundamento de las religiones es el miedo a lo que se desconoce: cuando no habia explicaciones para, por ejemplo, los relámpagos, el sol o el agua se crearon dioses de todo eso. Pero luego cuando las civilizaciones desaparecieron, o hubo explicaciones racionales para lo anterior, dejaron de existir las religiones y esos dioses. Ahora lo que se desconoce es «que podría haber después de morir» (probablemente nada), o como comenzó el universo, y ahí fue como nació la creencias en cielos, y en infiernos. Pero para darle mejor sabor (y conseguirse varios clientes de paso) crearon su propia «moralidad», cuyo castigo por no cumplirla son «infiernos ardientes», dioses vengativos y celosos y demás.
Son los fundamentos por los que existen las religiones: lo que hasta ahora no se ha explicado y el temor a ello, a lo que «pudiera haber». Cuando tenga explicación, simplemente morirán como lo han hecho el resto. Y, la religión como guía moral, por ejemplo la católica, no sirve, en vez de hacer que las personas «amen al prójimo» como dicen constantemente las contrapuntearon unas contra otras: heteros contra gays, caúcasicos contra afroamericanos, cristianos contra musulmanes, creyentes contra ateos, hombres contra mujeres, creencias contra ciencia… Como guía moral, repito, no ha servido de nada.
Espero con impaciencia la segunda parte de la carta.
Porque en vez de hablar de Lituania no se preocupa de la brutal agresión a una transexual en Gijón. ¿O no le interesa la situación de las transexuales?
«La religión es un insulto a la dignidad humana. Con o sin ella, hay buena gente haciendo buenas obras y mala gente haciendo malas obras. Pero para que la buena haga cosas malas se necesita religión.»
Blaise Pascal
¿Lo dices enserio, o solo juegas Dr. Turbio? :-S Deseo hacerte una observación al respecto: Blaise Pascal fue el que hizo esa tonta «apuesta» de «sí crees en dios no pierdes nada, pero sí no crees en el irás al infierno» (es tan boba que hasta Homero Simpson la rebatió en uno de los capítulos).
La frase que citas sobre «la religión es un insulto…» pertenece a Steven Weinberg, premio nobel de física.
Asad, ya se empezó a hablar de ello aquí ayer:
http://www.dosmanzanas.com/2009/07/salvaje-agresion-a-una-mujer-transexual-en-un-gimnasio-de-gijon.html
Y no se trata de «hablar de… en vez de…», sino de «hablar de…. además de….»
¿Comprendes la diferencia?
La he tomado de la wikipedia, ya la había oído antes.
Estoy de acuerdo con ella porque creo que todos nacemos con una moral natural que se resume en «haz a los demás lo que te gustaría que te hiciesen a ti no hagas lo que no te gustaría». Solo la religión distorsiona esta moral al hacer pensar que el amor que no se rige por la norma es malo, que si alguien piensa distinto debe ser quemado en la hoguera o que los dictadores lo son por «la gracia de Dios».
Voy a hacer de abogado del diablo, veo que dios a mejorado mucho últimamente, antes era agresivo, rencoroso y mataba por un pecado al pecador y a su familia inocente, en la Edad Media se volvió mejor persona y sólo mataba al culpable, ahora se ha vuelto un blando y lo perdona todo, incluso el otro papa cerró el limbo, (donde iban los inocentes) y el infierno y ya ibamos todos al cielo de cabeza. Este papa ha vuelto a abrir el infierno, supongo que exclusivamente para nosotros, aunque no ha tenido ovarios de reabrir el limbo que eso de que los inocentes no vayan al cielo está muy mal visto hoy día.
Quiero decir con esto que la religión siempre ha sido reflejo de la sociedad con lo que, quien sabe si dentro de 100 años se descubre que realmente dios para ser más completo es bisexual e intersexual. Sin ir más lejos Buda se ha representado en ciertas ocasiones como intersexual y si Buda puede dios también.
Efectivamente, como decís J.J. y Daniel, las religiones tienen una evolución histórica, su nacimiento, desarrollo y extinción; sus dogmas tienen variantes y explicación de las mismas; y, desde luego, la religión cumple su función, que va mucho más allá del miedo a la muerte… De hecho, diría que, ante todo, es un modo de «unión» con el mundo presente…
Además, como observa Dr. Turbio (de hecho, me baso en ello), la moral de cada religión es convencional y, precisamente, muchas veces y, desde luego, muchas interpretaciones y sus aplicaciones contravienen la ética humana básica, que sí es «natural» y universal.
La cuestión es que creo que nosotr@s, les, gays, bi, trans… podemos, e incluso nos vemos obligad@s, denunciar el autoritarismo y la maldad que se ejercen desde las religiones y de las que, no sólo somos víctimas una minoría «propiciatoria», sino la salud y el bienestar del conjunto de la sociedad.
La segunda parte de la carta trata sobre la génesis y función del simbolismo religioso. ¡Cómo hemos quedado miles de años «fuera»!
¿Y a poco si acabamos con la religión se acaba el mal?
Mmmm … me temo que no, el problema no es la religión, somos los seres humanos.
Los seres humanos generamos el mal entre nosotros y también el bien entre nosotros. Lo que se denuncia aquí es una forma de generación del mal, que, precisamente, se hace pasar por «el bien»… a saber, el autoritarismo religioso, que crea enemigos a combatir entre inocentes… desde las jerarquías y con el respaldo de las masas de fieles.
Por cierto, en realidad «el hecho religioso» trasciende la definición que da la RAE, que es sesgada, como la que aún da de matrimonio.
Hoy se idolatriza todo lo relativo al mundo del fútbol, por ejemplo, habiéndose convertido en una religión en sí. Los ídolos, que no se esconde el denominarse así, famosos, generan su propio culto y veneración fanática.
El «hecho religioso» también puede manifestarse positivamente. De hecho, casi todas las religiones oficiales admiten su interpretación no oficial, no institucional, que se centra en el desarrollo de la capacidad de amar al prójimo como un bien en sí mismo, y sin compartimentaciones…
Las religiones suelen nacer «despues» de que un gran ser, un maestro iluminado, viva. Es el caso del Budismo, del Cristianismo, El Islamismo, etc. En general esos «fundadores» son personas excepcionales y maravillosas que hablan de amor y no de miedo, ni de odio. Luego llegan los «aprovechaos» y en nombre de Cristo o de Mahoma se montan su chiringuito con sus interpretaciones, sus negocietes, su compra-venta de entradas para «el cielo» etc. y se lia. Desde luego en cuanto estructuras dogmáticas, irracionales y castrantes sería mejor que las religiones desaparecieran de una vez, y que nos dejen tranquilos a los humanos de bien. Siendo homosexuales o heterosexuales o transexuales o lo que queramos y sin tanto juicio moral absurdo.