La alternativa al orgullo
Los chicos de la banda (The Boys in the Band) es una película estadounidense de 1970 de la que el crítico de cine, literatura y arte de dosmanzanas, elputojacktwist, escribía en 2007: “Si hay diez películas de temática gay imprescindibles, ésta es una sin duda.” Añadía además que el filme era “historia pura” por haber sido rodado “casi en las mismas fechas que los disturbios del Stonewall Inn”. Comparto ambas apreciaciones, pero discrepo de mi admirado Jack respecto de otra opinión que él mismo añadía en los comentarios a su –como de costumbre excelente– crítica de la película: “películas de temática homosexual las hay desde los inicios del cine, pero ésta es la primera del Orgullo, para entendernos”. Para mí, en cambio, Los chicos de la banda es más bien la última película de antes del Orgullo, la última película gay pre-Stonewall.
En defensa de mi punto de vista puedo alegar que aunque se estrenara meses después de los disturbios de Stonewall, el filme en cuestión es en realidad la trasposición al cine, altamente literal, de una obra teatral que los mismos actores de la película estaban representando en Broadway desde 1968; además, el verano de 1968 es precisamente el tiempo en el que se supone que tiene lugar la acción que reflejan tanto la obra de teatro como la película (en ésta última, el marco espaciotemporal queda explicitado por medio de la frase “NYC Summer 1968”, pintada en la pared de la terraza del apartamento donde transcurre casi todo el filme). Eso nos sitúa, pues, justo un año antes de Stonewall.
En mi opinión, la consideración de “última película anterior al Orgullo” se justifica también por la forma en que sus personajes gais demuestran verse tanto a sí mismos como los unos a los otros: ahí sí que el orgullo –o lo que es lo mismo, una saludable dosis de autoestima– está conspicuamente ausente. No es sólo que a partir de cierto punto la fiesta de cumpleaños que celebran se convierta en una verdadera orgía de insultos y crueldad gratuita de unos hacia otros que le hace decir a Alberto Mira (en Para entendernos) que estos personajes parece “como si todos necesitasen, de manera masoquista, ser humillados”; ni que la descarnada homofobia que demuestra uno de ellos (Alan, un supuesto hetero biempensante que en realidad probablemente sea un homo armarizado) no parezca despertar indignación alguna en los demás, ni siquiera cuando éste la emprende a puñetazos, al grito de “maricón” (“faggot!”), contra Emory, el más plumífero del grupo; es que el propio anfitrión de la fiesta, el católico Michael, se lamenta así al final de la película –instantes antes de irse a misa–: “si al menos lográramos aprender a no odiarnos a nosotros mismos tanto, tanto…”
Además, éste es el mismo Michael que el cáustico Harold (el gay feo y judío cuyo cumpleaños celebraba el grupo) había llamado en su cara unos minutos antes “un hombre triste y patético” que, siempre según Harold, era homosexual y no quería serlo, y sin embargo estaba condenado a seguir siéndolo toda su vida, pues ni su dios ni su psicoanalista le iban a librar jamás de ello. Y es también el mismo Michael que, tras una crisis emocional provocada por las duras palabras de Harold, logra recobrar el aplomo al recordar la máxima, para él irrebatible, de que no existen los homosexuales felices: “Muéstrame un homosexual feliz”, le dice a su amigo Donald, “y yo te enseñaré un cadáver alegre”. Frase que en inglés aparece aún más cargada de homofobia, puesto que en ella Michael usa la palabra “gay”: “a gay corpse”, es decir, “un cadáver alegre/marica”.
En el mundo de después de Stonewall, Los chicos de la banda fue rechazada por muchos activistas LGTB, precisamente por no ver en ella una representación de la homosexualidad que estuviera en consonancia con esa nueva autopercepción positiva de los gais y lesbianas surgida en Occidente a partir de 1969 y que hemos llamado el orgullo. Sin embargo, el autor del texto, Mart Crowley, lo defendía en la película de 1995 El celuloide oculto (The Celluloid Closet) de este modo: “Yo conocía a mucha gente así. Ese humor cruel para con uno mismo surgía de una baja autoestima, de la constatación de lo que la época te decía sobre ti mismo.” En otras palabras: de la homofobia interiorizada. Y es que en los años 60, seguía Crowley, “la homosexualidad estaba aún clasificada como enfermedad mental. Si ibas a un bar gay te arriesgabas a que te detuvieran en caso de que la policía hiciera una redada en el local. No eran sólo prejuicios, sino también las leyes, lo que iba contra tu ser, contra el núcleo de tu ser.”
Creo que estas palabras del autor de Los chicos de la banda nos dicen algo valioso sobre su obra teatral y sobre la película que William Friedkin realizó a partir de ésta. Se trata de una obra escrita en vísperas de Stonewall, cuando el orgullo LGTB no asomaba aún por el horizonte; en ella, sin embargo, podemos ver reflejado el orgullo en negativo, a través de su misma ausencia. Sus personajes nos presentan con toda crudeza la alternativa al orgullo: la amargura, la desesperación y la crueldad hacia uno mismo y hacia los demás que nacen de la falta de autoestima, de la interiorización (a menudo inconsciente) de la homofobia ambiental.
Por esta razón, Los chicos de la banda, aunque puede ser vista como un testimonio de una época que, afortunadamente, ya no es la nuestra, sigue siendo relevante para nosotros. Porque la homofobia ambiental sigue estando ahí, a nuestro alrededor, y por lo tanto seguimos expuestos a interiorizarla… incluso sin ser conscientes de ello.
Recuerdo cuando vi esa magnífica película, en una sala de arte y ensayo ya desaparecida, en plena adolescencia, salí del cine tan, tan hecho polvo que tardó en quitárseme el mal cuerpo durante días.
Estaba aterrorizado ante mi futuro y lo que la vida iba a depararme. Esa panda de mariconas que se devoraban como hienas en esa «fiesta» que era una orgía de dardos cargados de curare, como jíbaros en plena guerra ¿iba a ser mi futuro? ¿Así iban a ser mis amigos?
Lo que ocurre es que los años pasan (voz de Maléfica, please) y las cosas se van poniendo en su sitio. Eran los años 60 por Dios!! y ya era REVOLUCIONARIO que en una película sólo salieran hombres gays, que vivían como tales y que como tales se comportaban. Que se comportaran como una panda de antropófagos con solitaria era secundario. Uno ve 12 Hombres sin Piedad y ve 12 heteros que van a decidir sobre la vida de un adolescente y se comportan de la misma manera rabiosa.
En la MARAVILLOSA El Celuloide Oculto se deja bien claro que aquello fue en sí una auténtica conmoción en Hollywood y, aunque escasos, hay momentos hilarantes en el filme.
Por otra parte ¿Quien de los que tenemos taitantos no se planteó nunca que haría lo que fuera, lo que fuera, para despertarse una mañana y ¡plam! haberse vuelto hetero?
Me pondré como ejemplo con una personal «anésdota». En el parque de María Luisa (al lado de la que entonces era la casa de mis padres y, entonces, verdadera orgía del cruising local), entre sus muchas glorietas hay una preciosa con una leyenda. La glorieta es semicircular de banco corrido, en el centro hay una fuente con una enorme hornacina de azulejos. Estos azulejos representan a tres mujeres, dos rubias vestidas de celeste que enmarcan a una morena vestida de blanco que luce una enorme flor entre sus bellas manos. los bancos corridos, naturalmente, acaban en la fuente y las figuras están sobre el agua, las figuras además son enormes (el doble del natural). He aquí la leyenda: si consigues tocar la flor que lleva la morena del centro sin entrar en la fuente (si entraras ni el mismo Gasol alcanzaría la flor) y pides un deseo, éste se cumple. Pues hubo un chaval, que con la excusa de sacar a los perros, se pasó cientos de tardes, al borde del desnuque, de puntillas sobre el banco, rodeando con uno de sus brazos una de las columnas de la hornacina y estirándose hasta lo indecible tocaba la flor y que sólo pensaba «por favor, por favor, cúrame». Ese crío, naturalmente, era yo.
Película IMPRESCINDIBLE para cualquiera.
Maravilloso artículo, y muy certero, Nemo. muchas gracias. Una película imprescindible y unos personajes cuyos comportamientos y falta de autoestima, a juzgar por comentarios de algunos gays en esta página, aún perviven.
Oye Raul, que te hablo de cuando era un crío, yo no pienso así en absoluto.
Guillermo, en absoluto he pensado eso, de hecho no había visto tu comentario cuando he mandado el mío, te lo prometo. La historia que cuentas me ha parecido muy triste, y desde luego ilustra lo mal que lo pasamos muchos, yo también… Ni te cuento las veces que recé por cambiar, la de veces que confié en que tal vez con la pubertad/adolescencia (yo lo mío lo supe desde que tuve uso de razón) dejaría de sentir lo que sentía… En fin, un saludete 😉
Y tanto que perviven. Todos los homosexuales que he conocido de más de cuarenta años, todos sin excepción, me han dicho que en muchas ocasiones desearon no haber nacido con su orientación sexual, y aunque algunos no lo digan abiertamente, sé de sobra que aún hoy, a pesar de todos los avances sociales, lo siguen pensando. Lamentablemente a veces no es sencillo olvidarse de todas las frustraciones y las limitaciones vitales que te ha podido provocar el hecho de ser gay (pérdida de familia, amistades, dificultad para encontrar una pareja, ausencia de hijos…) en una época en la que el camino hacia la felicidad estaba única y estrechamente ligado al «estilo de vida heterosexual». A muchos esa espina se les ha quedado muy clavada.
Porfavor ¿alguien podria decir cuales son las otras 9 imprescindibles?
muy interesante comentario guillermo
Me ha encantado el artículo. Cada vez que sale el tema de esta película, doy gracias por no haberla visto cuando era un adolescente, prefiero no haber tenido referencia alguna antes que acumular puntos para pegarme un tiro. Aún así creo que es un clásico imprescindible y puede nos ayudar a comprender a la gente que se ha quedado en 1968, que la hay.
Thanks Cinturón del Cazador. Besotes Raul
Los homosexuales de más de 40-45 años que conozco siempre me han dicho que les hubiera gustado ser jóvenes ahora. Aún nos queda mucho por avanzar, pero poco a poco hemos logrado cosas. Sobre todo tener el apoyo de tu familia y amigos es fundamental, por suerte en mi casa siempre lo he tenido y los amigos de verdad también.
La verdad es que esta película yo la vi con 20 o 21 años, y también creo que merece la pena. Por cierto, estoy con orión1988, qué otras 9 películas son las imprescindibles?
Yo vi esta película en la tele, era un niño lo que me quedó en la memoria, curiosamente, no era el mal rollo general de la película sino el hecho de ver a gays en una película, montando una fiesta y hablando de sus vidas.
Años más tarde vi la adatación para el teatro que hizo Luis Antonio de Villena. A pesar de haber incluido referencias a asuntos actuales como el SIDA me pareció totalmente desfasada. Lo cual es muy positivo. Si la homofobia es mala, interiorizarla es mucho peor, es tener el enemigo dentro de ti.
Afortunadamente esta obra, hoy día en nuestro país y en EE.UU., tiene valor arqueológico más que sociológico. Aunque, como dice Nemo, hay que verla para recordar cual es la alternativa a la estrategia del orgullo.
Pues yo me acuerdo «del ambiente» local de hace quince años, en el que muchos homosexuales se trataban unos a otros con negatividad… A mí me pusieron mote, en femenino y despectivo, lo cual era habitual por aquel entonces.
Incluso en la actualidad hay alguno que ha dicho, hablando con algún amigo suyo y refiriéndose a mí: «mira, éste es el que iba por las televisiones dándoselas de digna…» (por supuesto, en femenino).
Con respecto a los comentarios de Guillermo, Raúl y Charlie, decir que a mí no me pasó eso que resaltan; por lo que sea, yo nunca deseé ser hetero. Lo más que me sucedió una vez, muy al principio, cuando estaba tomando conciencia, es mirar ¡unos segundos! a una chica desnuda de una revista, para comprobar si podía atraerme igual que cuando vi al chico en la misma. Vamos, una pretensión fugaz de poder ser bisexual.
Lo que no era fugaz era la fantasía de querer vivir «en otro mundo» distinto al que me tocó.
hay que verla para recordar cual es la alternativa a la estrategia del orgullo
Eso es tan absurdo como decir que la única alternativa a cualquier cosa es sólo lo que había antes. Por poner un ejemplo: ¿La única alternativa a la democracia de baja calidad que tenemos en España es volver al franquismo? ¿o sea que o nos conformamos con lo que hay o si no volvemos a Franco? Pues no: hay alternativas para mejorar la democracia española: listas abiertas, reforma de la ley electoral, del sistema judicial…
Con el tema del «pride» parece que si tienes una mínima discrepancia eres automáticamente un partidario del armario y la homofobia internalizada.
Es tan dictatorial y fascista querer abolir el orgullo porque «no te gusta» como el quererlo perpetuar tal como está sin tocar una coma alegando que no hay alternativa a él y que «o lo tomas o lo dejas como las lentejas» y, encima, que la única alternativa a él es volver a lo que había antes (el armario).
Pues no, no, no, no y no. No a los trágalas. Lo siento, pero descalificando a todo aquél que discrepe un pelo del status quo del orgullo os estáis poniendo al mismo «nivel» de Ana Botella, Polaino, Fanfatal y adláteres.
Me gustan mucho los escritos de Nemo y los de los demás colaboradores pero en algunos temas estáis cayendo en el dogmatismo y la demagogia. Parece que tengáis miedo a la crítica interna en algunos temas.
Aceptemos que el movimiento GLBT es plural. Hay movimiento a la derecha de la FELGT (Colegas) y a la izquierda de la FELGT (bloque alternativo, FAGC y CGB en Catalunya, Maribolheras Precarias…). Si en vez de construir e intentar ver la parte de razón que puedan tener en sus argumentos os dedicáis a descalificar porque sí y a predicar sólo a los convencidos, no veo yo que sea la manera de avanzar y, sobre todo, de incorporar sangre nueva al movimiento algo que, si no hacemos, sí que nos pone en serio peligro de volver a la situación social de la película.
Que conste que esta crítica no va a nadie en particular, sino que es una reflexión que me han generado algunos posts y muchos de los comentarios que he leído en la web.
Como dice Jesús, los homosexuales que nacimos en los sesenta, muchas veces pensamos que ojalá fusemos jóvenes ahora.
Somos, en general, una generación que sufrió, rezó, lloró hasta el infinito.Eso en privado.
En público fuimos la generación del fingimiento ; algunos todavía lo son , otros hemos tenido que construirnos a nosotros mismos desde la nada, sin referentes y casi sin donde buscarlos. Por todo esto valoramos mucho lo que ahora tenemos, y, no creo equivocarme si digo que también tememos al futuro en el sentido de perder lo conseguido.
Para nosotros leer noticias como la de hoy con nuestra «quridísima» Botella, es como remover el pasado. El pasado parece querer volver de la mano de algunos. ¡No lo permitamos !
gracias Nemo, por acordarte de mí!
solo una reflexión
¿y dosmanzanas? ¿también es preorgullo?
porque lo de las peleas, humillaciones, insultos, falta de autoestima, me recuerda a algo 🙂
¿Cuál es entonces, rafa, la alternativa al orgullo?
Porque hacer manifestaciones «serias» todos vestido según la norma patriarcal, como ya se ha dicho, lo hizo (con toda su buena voluntad) la sociedad Mattachine, y supongo que la asociación holandesa COC, siendo un fracaso; hasta el punto de que el senador McCarthy persiguió a los primeros sin que la sociedad moviese un dedo. Esto se hizo en ese pasado que según tú tampoco es alternativa.
¿Es la discreción? ¿Eliminar la diversidad? ¿vestir (ellas) con tacones y faldas?
¿Qué otra estrategia propones para el futuro?
Para empezar una buena estrategia es no descalificar de buenas a primeras cualquier crítica calificándola de «homofobia internalizada». Aceptar que el orgullo no es un dogma, que puede evolucionar, cambiar e incluso algún día dejarse de hacer. ¿por qué no? Nada es eterno. Desde luego, para mí no es un dogma de fe sino un instrumento.
Luego, reflexionar sobre por qué dentro del propio movimiento GLBT están saliendo voces críticas tanto a la izquierda como a la derecha. Y después de eso moverse: se puede asumir que siempre habrá división y que incluso ésta no tiene por qué ser mala o al contrario, pensar que la división es mala y pensar en cómo aunar posiciones y reconciliar puntos de vista.
Desde luego para mí el orgullo debe ser un instrumento estratégico al servicio de la normalización GLBT y no al revés: no debemos ser esclavos del orgullo sino utilizar el orgullo para nuestros fines de forma estratégica. Y estrategia implica cambio y adaptación a las circunstancias de cada momento, no repetir acríticamente un modelo que ya tiene 40 años. No se hizo el hombre para el sábado sino el sábado para el hombre. Pues lo mismo con el orgullo. Para mí es de perogrullo que una manifestación cualquiera debe cambiar con los años: la del día del trabajador, las pacifistas, y claro, la del orgullo. De hecho, sólo porque antes el énfasis estaba antes en pedir igualdad de derechos y que ahora nos debamos centrar en hacer reales y efectivos esos derechos o en las partes más perjudicadas del colectivo (colectivo trans, menores de edad, gente mayor) ya implica la necesidad de un cambio de rumbo.
En deifnitiva, cuando hablamos de política y movimientos sociales, que algo funcionara bien hace 10 años no quiere decir que sea lo que se necesita ahora.
Por cierto: ¿¿¿cuando he hablado yo de los tacones y las plumas??? ¿¿cuándo he hablado de hacer manifestaciones «serias»??? ¿¿¿alguna vez he dicho que no me gustara la pluma??? No, no es esta mi alternativa, será la de algunos miembros de COLEGAS, pero no es la mía. De verdad ese de «si no piensas como yo es que piensas como XXX» es rancio, rancio. Digamos losantiano. Me recuerda tanto a foristas como fanfatal o bright que no esperaba que alguien como Turbio o Nemo cayeran en ese sectarismo.
Desde luego, para mi la mejor la alternativa a centrarlo todo en exceso en una manifestación no es cambiar la forma de hacer esa manifestación… eso sería un cambio epidérmico: boas por trajes. No, para mí no se trata de eso, sino crear otros eventos y focos de atención. Un ejemplo de propuesta sería dar más papel al día mundial contra la homofobia que es en mayo. Otro ya lo dije en otro post, algún año el orgullo unitario se podría hacer en algún sitio rural.
¿Se supone que por el hecho de no aceptar acríticamente el orgullo tal como está planteado es estar «contra la pluma y a favor de la discreción y los armarios»? Con el tema de la pluma algunos tienen una verdadera obsesión, tanto a favor como en contra de ella. Personalmente si critico el orgullo es por la sensación de estancamiento y deja vu, no porque aborrezca la pluma.
Pues no, no por criticar el orgullo soy antipluma ni proarmario. Esto me recuerda demasiado a la gente que tacha de antisemita cualquier critica razonada a la política de Israel.
Por cierto en BCN he ido a las dos manifestaciones asi que vamos, antiorgullo lo que se dice antiorgullo, como que no me considero 😉
Muchas gracias a todos por vuestras aportaciones.
Me permito responder antes que nada al último comentario, que me ha dejado de piedra:
«De verdad eso de ‘si no piensas como yo es que piensas como XXX’ es rancio, rancio. Digamos losantiano. Me recuerda tanto a foristas como fanfatal o bright que no esperaba que alguien como Turbio o Nemo cayeran en ese sectarismo.»
La verdad, rafa, yo tampoco esperaba que Nemo (como me consta que Dr. Turbio sabe defenderse solito, no le incluyo en mi respuesta) cayera en ese sectarismo que dices. Y ahora, ¿me podrías indicar por favor cuando ha caído Nemo en dicho sectarismo, que según tú le pone a la (ínfima) altura argumentativa de un Losantos, un Bright o un Fanfatal? Gracias de antemano.
Mirad que bonito (sí, sí, es Intereconomía, ya lo sé):
http://www.youtube.com/watch?v=A_I3TI3BsqM
Ah, es un pequeño OFF TOPIC
Rafa, a mí me parece que lo que Nemo quería decir muy sutilmente es que la alternativa al orgullo es no tener orgullo. O se está orgulloso de vivir conforme a tu orientacion sexual, o no se está. Es algo de lo que no se puede estar parcialmente orgulloso. Y lo de parcialidad incluye también el rechazo a la diversidad. Hay personas que sólo se sienten orgullosas de la forma en que viven ellos su orientación, pero desprecian la forma en que la viven otros, incluso sin haberse parado a conocerles. Eso no es orgullo, es miedo, y miedo es lo que tenían los personajes de ‘Los chicos de la banda’. Miedo para parar diez trenes.
Javier V. por ahí no voy a pasar. Los tíos heteros, incluso de la misma pandilla, también se ponen motes, se pelean, se reconcilian, s faltan al respeto, se acuestan con las novias de los otros, se critican (sí, se critican, estoy harto de que hagamos pasar a los heteros por angelitos noblotes incapaces de romper un plato). Así que eso tan malo que viviste ‘en el ambiente’ hace unos años, seguro que te habría pasado igual siendo hetero, salvo por el detalle de suma importancia del uso del femenino, algo que, por otra parte, no es totalmente ajeno a los heteros. Creo que en ningún ambiente en el que nos movamos le vamos a gustar a todo el mundo, y el ambiente homosexual no es una excepción.
Puto ¿Quienes tienen falta de autoestima?
Jack:
«¿y dosmanzanas? ¿también es preorgullo?
porque lo de las peleas, humillaciones, insultos, falta de autoestima, me recuerda a algo»
Bueno, ya decía yo en el último párrafo que la película «sigue siendo relevante para nosotros»…
Ah, y lo de «las otras nueve películas imprescindibles» creo que va para ti…
(Y bueno, gracias a ti, por supuesto.)
Rafa, he repasado mis aportaciones en este hilo y creo que te preguntado con bastante cortesía cuál es tu alternativa, proponiendo algunos ejemplos de lo que ya existe. A pesar de eso me llamas sectario.
Dejando esto aparte leo tu respuesta para buscar alternativas, intento ver cuál es tu propuesta frente a la diversidad, frente a la visibilidad en la calle, a la manifestación que obliga a políticos, religiosos y asociaciones a ver que detrás de las asociaciones hay muchísima gente homos, trans y heteros.
Veo que hablas de Franco, de lo dictatorial y fascista que somos los que defendemos el orgullo, de que existen críticas (lo normal en cualquier actividad humana), que el orgullo es viejo, de sábados, de la obsesión de algunos, de las manifestaciones a las que has ido… Paja, paja y no veo nada de grano.
Resumiendo, en tu comentario 12 dices que hay alternativas mejores pero eres totalmente incapaz de enumerarlas cuando se te pregunta. La falta de respuesta también es una respuesta.
Estupendo artículo Nemo. Me ha encantado lo de interpretar «Los chicos de la banda» como una muestra de la falta de autoestima de las personas lgtb, y por tanto, la alternativa al orgullo. Si hay algo que me gusta de tus artículos es tu capacidad de relación.
Respecto a la película, yo no quiero quitarle ningún mérito, tiene muchos, pero me pareció tan deprimente que en mí ni siquiera se estableció la posibilidad de considerarla cercana a mí, de sentirme identificado de alguna manera. Simplemente pensé: «qué maricas tan malas y qué película tan deprimente», de ahí no saqué ninguna conclusión sobre mi vida ni sobre mi futuro.
A lo mejor es que la vi una noche en televisión y ya no era adolescente claro. En un adolescente gay con problemas de autoaceptación e inseguridades el efecto podría haber sido, como apunta Al_ex, demoledor.
Un beso.
Por alusiones
Yo tengo 60 taquitos y he vivido la epoca de la que hablais y otras muchas. La peli representaba cierto tipo de gente del «ambiente» que era bastante habitual. Pero ahora tambien existen gente de ese estilo que se dedican a despellejar a todos los que se mueven a su alrededor y a ser incisivos/as y a hacer daño incluso a sus mejores amigos. Unos c on mas pluma y otros con menos pluma.
Lo cierto es que yo no he sufrido todo lo que decis haber sufrido vosotros. Siempre me he aceptado bastante bien y jamas de los jamases he querido «curarme». Seria como si los heteros quisieran curarse de ser «heteros».
Yo empece a moverme por el «ambiente» que habia entonces cuando tenia 18 añitos y algunas cosas me sorprendian, otras me divertian y otras me parecian cutre y muchisimas cursilisimas. El quiero y no puedo estaba (y sigue estando) muy generalizado.
La verdad es que me esta cansando un poco el que me quiteis el carnet de gay por pensar de una forma distinta de la vuestra, tan «oficialista» ella.
Lo siento, pero en muchos sentidos me considero mejor que la mayoria de vosotros, o por lo menos igual de valido.
Dentro de poco pediereis a la RAE que se incluya la palabra bright o fanfa como sinomino de mariquita perversa o de bruja caruja gay.
Para mi las brujas carujas con esas que cuando se enteran que alguien tiene VIH se lo van contando a sus «amigas» para que «tengan cuidado». Como si no tuvieran que tener cuidado con todo el mundo.
Las criticonas que se sientan en los bares del pueblo durante el dia para comentar lo que han leido en el hola y aprovechan para despellejar a todas sus amistades gays y heteros (hay un grupito asi en Torremolinos que se reune todos los dias en un cafe centrico de mi pueblo). En fin cada uno es como es. A muchos les gusta meterse en la vida de los demas y pontificar sobre lo que esta bien o esta mal.
Con lo facil que es vivir cada uno su vida y no preocuparse de lo que digan los demas
Yo no tengo que estar de acuerdo con todos los gays por el hecho de que a todos nos gusten los tios. Es como si a los heteros les gustaran todos los heteros por el hecho de no ser maricones.
Personalmente no me gustan las personas con pluma, ni los tontos de baba, ni los mal educados. Pero ahi estan. Con no hacerles ni caso es mas que suficiente. Supongo que a muchos no les gustan los leather y nos consideran «pecadores». Pues cada uno piense lo que quiera y que tenga las amistades con quien se encuentra mas a gusto, sean gays, lesbianas, trans o heteros.
Tan dificil es
Lo siento pero no voy a pediros que me perdoneis la vida por ser como soy. Vosotros sois como sois cada uno y si alguien me parece un pesado, un plasta o un maripogre se lo digo directamente y ya esta , pero de fariseo no tengo nada. Y al que le pique que coma ajos…
Y hablando del orgullo. La primera mani a la que asisti fue en nueva york a finales de los 80, antes de que hubieran nacido muchos de los aqui contertulios, esos que saben tanto sobre el tema
Felicidades Nemo. De la película comentaré que ya la vi con veintitantos y me recordó a alguna gente que conocí por el ambiente que tenían una «guerra» sobre quién decía «la frase más lapidaria». Todo se reducía a una lucha de garras y plumas.
Pero la primera película que vi sobre tema homo (y creo que ya lo dije en otra ocasión) fué La consecuencia, ¡joder qué desazón más horrorosa tuve pensando que ese podía ser mi futuro! Donde enamorarte equivalía al suicidio porque todo el mundo te decía que estaba mal y querían cambiarte por tu propio bien
nosololopienso: No creas que mi recuerdo del «ambiente local» de hace quince años es negativo en general, puesto que, de todos modos, yo participé en él; lo que quería destacar, en la línea del artículo de Nemo, es cómo existía una baja autoestima y una estima baja de los compas de dicho «ambiente», por insuficiente autoaceptación y falta de «orgullo». Si bien es cierto que aquella gente, y yo con ellos, éramos una «avanzadilla» de relativa «presencia» homo en la ciudad, que no es poco meritorio, precisamente… ¡Cómo andarían los demás!.
Con respecto al femenino, y en general la pluma, anteriormente incluso a aquella época, tuve la gran oportunidad, que aproveché insuficientemente, de juntarme con los poquitos que había entonces en el COGAM de los inicios, que gastaban mucha pluma y mucho femenino, pero… de otra manera, porque ellos sí tenían una visión positiva de sí mismos, del hecho homosexual y albergaban esperanza de un futuro mejor. Aquello tenía el romanticismo de la más intensa solidaridad, aunque no dejaba de ser un argot «artificioso»…
…¿la diferencia entre unos y otros…?: que unos incorporaban positivamente la diversidad y trataban a cada cual como se les pedía, de manera individualizada, sin prejuzgar, ni uniformar; no así los otros.
Bright, no pluralices, que a mí eso del carné de gay «patanegra» me tiene tan jartito, tan jartito, como el calor chorreante que padecemos estos días.
tengo que aclarar (y perdón por ser tan breve, estoy de curro hasta las cejas, para la felicidad de algunos) que a mí el personaje que me gustó en Los chicos de la banda es Harold.
Y veo a Harold perfectamente en los disturbios del Stonewall Inn.
Para Harold ser homosexual no sólo no es un trauma sino que es un cachondeo porque la vida en sí es un cachondeo.
Esa frase os puedo asegurar que me hizo muchísimo bien a nivel personal.
Bright dijo:
Lo siento, pero en muchos sentidos me considero mejor que la mayoria de vosotros, o por lo menos igual de valido.
¡¡¡¡ Tiembla Sofi, una nueva aspirante a reinona quiere quitarte la tiara !!!!
Me deshuevoooooooooooo. Jajajajaajajajajajaajajajajajajajajajajaja. Desde ahora te diré, Quita-Mari porque mariquita te viene grande.