Sobre homosexualidad y tolerancia: respuesta a Rafael Reig
El pasado martes, en su sección «Carta con respuesta» del diario «Público», Rafael Reig respondía, bajo el título de «Qué matraca», a una carta del lector Javier Posa, de Barcelona. el texto de Posa decía lo siguiente:
Hay personas que les molesta o no entienden que cada año se celebre del Día del Orgullo Gay. Algunos nos tildan de “exhibicionistas”. El otro día escucho en un bar: “No tengo nada en contra, pero no me gusta que dos chicos o dos chicas se besen, pues no sé qué decirle a mi hijo”. Y yo pienso: si no lo sabe educar, ¿para qué lo ha traído a este mundo? En fin, saben aquel que diu: “yo no soy racista, pero mi hija que no se case con un negro”. Si por tolerancia se entiende sólo que no nos insulten y agredan, poco hemos avanzado.
La respuesta de Reig fue la siguiente:
Lo único que me intriga es qué canastos entenderá usted por tolerancia. Yo creía que era precisamente eso: no insultar, no agredir y garantizar los mismos derechos para lo que no nos gusta o no aprobamos. ¿Qué cree usted que es? ¿Que además les quieran? Hombre, en ese caso, ¿qué falta hacía la tolerancia? Por ejemplo, yo tolero a los católicos y sus manifestaciones en Colón. Les reconozco los mismos derechos que a usted, no les insulto ni mucho menos les agredo. Ahora bien, ¿además tienen que gustarme? ¿No puedo considerar que los obispos energúmenos son exhibicionistas y un sórdido espectáculo que prefiero evitarle a mi hija? No entiendo que los católicos se manifiesten y me molesta, qué pasa. Pero me aguanto: eso es tolerarlos. Tampoco me gustaría nada ver a un cura y a una monja metiéndose mano, ¿y qué? ¿Es que encima, además de tolerarlo, me exigirán que me guste?
Tolerar no es más que “respetar las ideas, creencias o prácticas de los demás cuando son diferentes o contrarias a las propias”, como dice la Academia. Para tolerar algo, no hace falta estar de acuerdo, sino todo lo contrario. Yo tolero hasta al PP valenciano, lo cual no quiere decir que no pueda sentirme horrorizado si mi hija se quisiera casar con Zaplana o Camps.
Qué matraca con la tolerancia. Si le soy sincero, a mí me parece que exigir, no sólo tolerancia, sino el aplauso y el cariño de los demás es un gesto despótico y muy infantil. A mí también me gustaría gustar a todo el mundo, pero a mi edad ya me aguanto, oiga, y me conformo con que me toleren. No se puede exigir más.
Y ahora mi respuesta a Rafael Reig:
No tengo más remedio que contradecir su opinión, porque ha mezclado churras con merinas, como un cegato que se cree iluminado por el don de la sabiduría auténtica, con esa equidistancia que gusta procesar cuando el tema es de su desagrado. No, no y mil veces no. A un gay, a una lesbiana y a un transexual no hay que dejarles (dejarnos) vivir y esperar las gracias, es lo mínimo. La verdadera sociedad de izquierda es aquella en la que se respetan a las personas por ser personas, no por tal o cual cualidad. El orgullo gay, aunque parezca una contradicción responde a defenderse de un insulto y de un crimen histórico al que se ha sometido a un grupo amplio de personas por algo tal aleatorio como la sexualidad. ¿Increíble? No, lo increíble es la soberbia y estúpida ignorancia que demuestra cuando reduce todo ese dolor a una comparación con las manifestaciones de la iglesia que dice «tolerar» O sea, merecemos la misma tolerancia aquellos que defendemos nuestros derechos que aquellos que intentan fastidiarnos por el simple hecho de ser unos HIJOPUTAS que besan unos papeles escritos milenios ha, por no se sabe quien. Eso es increible. Sí.
Es más, quizás le extrañe, pero desde el colectivo LGTB+ pedimos algo más que tolerancia, ni siquiera pedimos nuestro espacio en la sociedad, sino que pedimos en nuestra utopía (¿le suena aquello de : «seamos realistas, pidamos lo imposible»?) de una sociedad en la que este, y otros factores igualmente arbitrarios como el sexo, la raza, lugar de nacimiento, no sirvan de excusa para marginar a nadie.
Le remito a lecturas más amplias, e incluso a que relea algunos clásicos que tanto mencionan, porque seguro que verá las cosas de otras maneras. Pero en cualquier caso, me ha decepccionado como nadie, más que los cristofachas, porque a ellos se les ve venir, pero cuando la puñalada (le remito a como menospreció las 57 de Galicia) viene de casa, duele más. Sinceramente, no se merece respeto como escritor.
Deabrutxiki
deabrutxiki.blogspot.com
Aunque me gusta tu respuesta Deabrutxiki me parece muy mal dar publicidad a este tipo.
Rafael Reig es un cobarde que nunca provocará llamando pesadas a las mujeres maltratadas. Sabe muy bien quiénes pueden darle publicidad de «políticamente incorrecto» y quienes pueden hundirle. Y, todos lo sabemos, los homosexuales estamos en el primer grupo.
Si lo que hace Reig es explicar qué exige estrictamente (como mínimo) la tolerancia, creo que estoy de acuerdo con él. Tolerar algo no requiere abrazarlo, sino que justamente tiene su sentido ante mensajes o conductas que nos producen rechazo (como ocurre con la libertad de expresión).
Deabrutxiki: creo que tu posición apuesta por ir más allá de la tolerancia. Posiblemente una verdadera sociedad de izquierdas (como dices) vaya mucho más allá de la mera tolerancia, que no es transformadora sino que mantiene el statu quo. Entiendo que de ahí (por la izquierda) parte tu decepción con Reig, más que exactamente de su definición de tolerancia.
hoy publica un artículo en el que se burla de los antitaurinos, resulta que es aficionado a los toros y claro, no entiende que haya gente que no sea capaz de apreciar su «arte»
lo peor es que este como este tipejo hay muchos que encima van de perdonavidas «de izquierdas»
Permíteme que discrepe, Zarevitz.
La definición que da de «tolerancia» puede ser muy neutra y, por tanto, plausible. Pero él la utiliza como coartada. Y para ejemplificarla no se le ocurre otra cosa que comparar la manifestación del Orgullo con las manifestaciones de los obispos. Tú y yo sabemos qué sentido tiene una y qué sentido tienen las otras. Creo que aquí las equidistancias no sirven.
Además, si este tipo no hubiera escrito en ocasiones anteriores como lo ha hecho (y como certeramente nos recuerda Deabrutxiki), sobre temas lgtb, su apelación a la tolerancia colaría. Pero ya no cuela.
Es una lástima, pero entre Reig, y el tratamiento más bien parcial que le ha dado a las informaciones sobre el Orgullo, el diario Público me está decepcionando bastante, la verdad.
Deabrutxiki: gracias por la carta.
«Yo creo que esto es una cuestión de libertad de opinión. Rafael Reig, al igual que muchos de los que habéis escrito por aquí, es perfectamente libre de opinar lo que le dé la real gana (en este caso intuyo que negativamente) de los homosexuales, el Orgullo, el matrimonio gay o las muestras de afecto entre personas del mismo sexo (siempre y cuando no se cruce la delgada línea roja y se empiece a faltar al respeto al personal), de igual modo que yo soy perfectamente libre de pasarme por el forro de las pelotas todas vuestras opiniones, incluidas las que hablan de no sé que dictadura del lobby rosa (ja, ja, ja), y seguir haciendo lo que me apetezca cada día por mucho que se os revuelvan las tripas. Porque, aunque no os lo creáis, a mí me la pela lo que podáis pensar sobre todas esas cosas. Y a la mayoría de los LGTB de este mundo también»
Este es el comentario que he escrito en Público hace sólo un momento. No duró ni tres minutos. Eliminado al instante. No es la primera ni la segunda vez que me censuran un comentario (de hecho lo guardé porque sospechaba que duraría mucho), pero quisiera que leyeseis los comentarios homófobos que este panfleto tan progresista y de izquierdas sí consiente en muchas noticias de contenido LGTB.
Que no duraría mucho, quise decir…
Crasamet: lo entiendo, y releyéndome ahora puede parecer que desprecio o minusvaloro la tolerancia. Nada más lejos. La tolerancia fue una revolución en su momento, ¡tolerar al contrario, al que opinaba diferente, al que rezaba diferente! Lo que nos sucede ahora es que la mera tolerancia se queda pequeña; es un mínimo indispensable, pero es un mínimo minimísimo. Yo aquí he defendido la libertad de expresión de Phelps y sus seguidores. Estos mecanismos dieciochescos se establecen para que imponer directamente el bien, sino con la esperanza de que creando unas condiciones (mínimas), el debate de ideas lleve a que las buenas triunfen. Justo lo contrario que hacen eliminando los comentarios de Charlie.
Gracias a todos por los comentarios, especialmente a Crasamet que me animó a publicar esta carta en dos manzanas. No sé si es cosa mía, que estoy más sensible de lo habitual, o parace que los ataque a todo lo LGTB están aumetando en poco tiempo, y sobre todo en aquellos que lo hacen veládamente porque se consideran muy de izquierdas.
En cuanto a la opinión de Zarevitz, quizás pudiera opinar como tú si no estuviéramos hablando de una persona que minimizó un asesinato homófobo como Reig, al que siento dar publicidad, pero creo que el enemigo en casa hay que marcarlo bien. Y es cierto, la palabra tolerancia no me gusta, porque me parece que mantiene la jerarquía, porque el que tolera es quien está en una posición superior y permite que otros hagan cosas raras.
«se establecen» -> «no se establecen». Cuando más piensas la frase, más riesgo de meter la pata.
Acabo de leer tu segundo comentario Zarevitz, veo que entonces pensamos similar
«el que tolera es quien está en una posición superior»
Exactamente. Es una fórmula para dejar vivo a quien desprecias. Puede parecer poco, porque es eso, dejarle vivo, sin represalias, pero es que anteriormente la reacción era aún peor.
A Reig lo conozco de los dos o tres casos que se le ha traído a dos manzanas y en este caso me parece que coge la carta de lector por donde más le interesa (por la última frase de la tolerancia), en vez de entrar en lo importante. Pero en eso estoy de acuerdo con cómo lo has explicado, así que no entro.
Por mí se pueden meter la tolerancia por donde más gusto les dé. Yo no quiero que me toleren, quiero que me respeten.
Bueno, Zarevitz, yo no interpreté al leer tu primer comentario que despreciaras o minusvaloraras la tolerancia ni muchísimo menos, sino todo lo contrario. Simplemente creí que caías en la trampa dialéctica de Reig.
Pero menudo eres tú para caer en ninguna trampa dialéctica. El día que eso ocurra yo sentiré una atracción sexual irrefrenable hacia Carla Bruni 😉
El ejemplo del cura y la monja no tiene pies ni cabeza. Ver a dos personas hacer algo que han prometido no hacer y cuya propia moral (no la mia) prohibe, es una cosa muy distinta al Orgullo LGTB y no se puede poner en la misma balanza.
En el Orgullo lo que tenemos es cientos de miles de personas llamando la atención sobre su propia existencia, ‘prohibida’ por unas leyes morales absolutamente ajenas a los LGTB que en él se manifiestan. Cuando los LGTB salimos a la calle a decir que estamos orgullosos, lo que en realidad estamos diciendo es que no estamos sujetos a las ‘leyes’ morales o de cualquier tipo que se han utilizado tradicionalmente para atacarnos.
A las personas LGTB no se nos puede tolerar precisamente porque las leyes que nos protegen y nos han concedido la igualdad (sobre el papel) comprometen a todos los ciudadanos. Son las leyes civiles, y no ‘otras leyes’. Por tanto, en todo caso seremos los LGTB los que ‘toleremos’ o no a los homófobos como usted, señor Roig.
Otro apunte más.La persona objeto de ser o no ‘tolerada’ se ha puesto voluntariamente, digamos, en la picota, asumiendo que puede ser juzgada. Es el caso de, digamos, una persona que se posiciona públicamente a favor de la pena de muerte, algo que tengo que tolerar, aunque me parezca una sinrazón, porque no es ilegal estar a favor de la pena de muerte (aunque sí la pena de muerte). Los LGTB, al contrario que esta persona que habla públicamente a favor de la pena capital, no hemos elegido ser como somos ni sentir como sentimos. Por eso es absolutamente impropio que se nos tenga que ‘tolerar’.
La persona que diga, con respecto a los LGTB, que nos ‘respeta’ pero no nos ‘abraza’ es simplemente una persona homófoba que ha ‘abrazado’ la democracia tan sólo de una forma superficial, seguramente porque cuadra mejor a sus intereses.
Muchas gracias por tu carta, Deabrutxiki, a mi este caballero no deja de indignarme. En alguna ocasión he comentado por aquí que la homofobia es la pueba del algodón, no ya de una mentalidad de izquierdas, sino simplemente para definir a una persona progresista y, en general, un partidario de la igualdad fundamental entre todos los seres humanos y de la defensa de sus derechos fundamentales.
Esta caballero hace tiempo que no pasa la prueba del algodón, y un medio de comunicación que tolera una columna como la suya semana tras semana, tampoco. Yo es que, a diferencia de este personaje, hay cosas no tolero.
El movimiento LGBT trabaja por la igualdad, que consiste en el logro de que la sociedad en su conjunto conciba, en términos simbólicos, culturales (¡de opinión!) y prácticos, que es igual ser hetero que LGBT y viceversa.
De tal manera que suene muy extraño y, desde luego sea objeto de reprobación, el hecho de que haya quien desprecie a las personas LGBT y a la realidad de «lo LGBT». No es que se tenga que «apreciar» como tampoco se hace o haría con respecto a las personas hetero o «lo hetero», sino que simplemente se reconozca la realidad, sin juicios de valor; tan sólo con la mera consideración inequívocamente igualitaria de la diversidad.
Es decir, sería absurdo pensar en términos de «tolerancia». Ea, ¿yo tolero que exista atmósfera en la Tierra?.
La respuesta del señor éste que escribe en Público quedaría muy clarificada con pensar que hiciera referencia a los heteros. Sería increíble un texto así… ¿verdad?
Lo más facil siempre es ser homófobo desde una supuesta antihomofobia.
Estoy con Frantic. No quiero tolerancia, EXIJO RESPETO.
Zarevitz, es cierto que lo de la tolerancia parece una coartada para eludir el tema principal, y también es cierto que lo que dice sobre la tolerancia es muy razonable. Pero aquí se sale ya del tiesto:
Qué matraca con la tolerancia. Si le soy sincero, a mí me parece que exigir, no sólo tolerancia, sino el aplauso y el cariño de los demás es un gesto despótico y muy infantil. A mí también me gustaría gustar a todo el mundo, pero […] me aguanto y me conformo con que me toleren.
Es lo que pasa cuando se habla frívolamente de algo que marca las vidas (y las muertes, y la tortura, y el sufrimiento) de muchas personas: que el resultado es insultante y grotesco.
Excelente carta, Deabrutxiki.
Pero esto de tener que explicar siempre lo elemental me hastía tanto que paso de entrar en debate ninguno por simple salud mental.
Me da que tal vez hemos sido los propios gays los que por ser en exceso considerados hemos hablado de «tolerancia».
Lo siento pero igual que Frantic y Despot:
No pido tolerancia sino que EXIJO RESPETO.
Primero porque lo que me pertenece no lo tengo pq pedir. Es mi obligación EXIGIRLO.
Y segundo pq a mi nadie me tiene que «hacer el favor» de «tolerarme» por ser maricón sino que tienen LA OBLIGACIÓN de RESPETARME.
Nada más. No hay nada más, ningún debate más ni ninguna explicación más.
Simplemente ES ASÍ.
Y al que no le guste que se aguante y punto.
Muy bien, Deabrutxiki.