El único centro LGTB de Jerusalén contrata un vigilante armado y refuerza su control de acceso
Open House, el único centro LGTB de Jerusalén, ha reforzado su seguridad después del atentado homófobo que costó la vida a dos jóvenes en Tel Aviv y por el cual no hay todavía ningún detenido. Open House, que cuenta con un largo historial de amenazas, ha decidido tomárselas por fin en serio y contratar a un vigilante armado, implantar un rígido control de acceso e instalar botones de alarma conectados directamente con una agencia de seguridad privada.
«Tras el ataque de Tel Aviv comprendimos que quizá hemos sido un poco ingenuos en cuanto a la reacción de nuestro entorno y el nivel de violencia y odio al que nos enfrentamos», ha declarado Yonatan Gher, director ejecutivo de Open House. Resulta significativo, por ejemplo, que el centro carezca de señalización alguna salvo una bandera arco iris que resulta inaccesible desde la calle, dado que cualquier signo identificativo exterior es inmediatamente atacado y retirado antes de 24 horas tras ser instalado, según refiere Gher.
Jerusalén es una ciudad especiamente hostil a la comunidad LGTB, debido al alto número de ultraortodoxos que se han asentado allí a lo largo de los últimos años y a la coincidencia de buena parte de las confesiones religiosas allí presentes en condenar la homosexualidad. «Nos sentimos más fuertes cuando estamos juntos», señala Gher. «Pero no estamos seguros cuando andamos solos por las calles. Caminar cogidos de la mano por Jerusalén es muy díficil. Y no debería ser así», señala.
No sé como no lo hicieron antes, no me explico porqué tampoco había guardia de seguridad en el Centro de Ayuda en Tel Aviv, eso me sorprendió mucho.
Acá en Israel tener seguridad a las entradas de los comercios, de las escuelas, de los pub y restaurantes es algo normal y necesario; no sólo por el peligro de algún atentado de parte de palestinos, sino que nunca se sabe cuando puede venir un loco y matarnos a tiros.
Trabajar como guardia, no es un trabajo grato, pero necesario en éste país; como guardia siempre se vive desconfiando, mirando cada rincón por donde pasas, el rostro de la gente, dónde tienen las manos.
Me sigo preguntando, en mi fuero interno: ¿Qué hacer para cambiar el mundo en que vivimos? Para vivir en Paz, en Tolerancia, en Armonía.
Shalom para todos.
Para vivir en paz, tolerancia y armonía, lo único que hay que hacer es no ver a los palestinos como el enemigo y saber ser autocríticos.
Salam
carmel:
Tiene usted razón.
Los enemigos no son el pueblo palestino, que se merecen todo el respeto y el derecho a tener un estado libre, bajo condiciones humanas favorables. Condiciones que sus dirigentes deben procurarles, por sobre todo interés particular de esos dirigentes.
Tiene ud. razón.
Los enemigos no son el pueblo palestino, son aquellos grupos terroristas que utilizan a este pueblo como escudos humanos, que utilizan «la causa palestina» para propósitos que van más allá de temas limítrofes.
carmel ud. dice que hay que ser autocríticos y está en lo correcto.
Salam.
No quiero resultar grosera Milo y me alegra que me des la razón, pero conozco bien la «causa y efecto» de la situación en Palestina, conozco bien quién usa escudos humanos adolescentes y mano de obra barata y lo peor, conozco y reconozco que los asuntos LGTB no tienen visibilidad a pesar de que existen, como no tienen visibilidad muchas cosas en esa tierra.
Pero si he contestado su comentario es para manifestar que no estoy de acuerdo, en absoluto, con la identificación del «enemigo», del «terrorista», del responsable, aprendida de un estado judío y su política de miedo.
Efectivamente, la «causa palestina» responde a necesidades transnacionales, que van más allá de los límites y no puede obviarse ya sea en la lucha contra la homofobia, por la igualdad de género, contra la opresión religiosa o cualquier otro asunto social; porque todo en Palestina es una lucha constante por la libertades y a eso se llama Causa Palestina.
Un saludo.
carmel:
Usted no ha sido grosera en ningún momento, pero ha fallado.
Sí, porque ud. (tal vez sin darse cuenta) ha generalizado, como muchos generalizan aquí, y debo reconocer que respondí a su comentario, porque ud. al comentar ha generalizado, incluyéndome y ud. no me conoce.
Quisiera conocerle a ud, pero veo que ni siquiera deja un enlace a algún blog suyo o algo.
Sólo decirle que con estas «discusiones» no logramos nada.
Ud. por lo visto no vive en Israel, ni mucho menos en Palestina (ojo, que yo no le llamo Gaza, porque quiero creer que pronto más que luego, el pueblo palestino tendrá su estado, un estado libre, libre de grupos terroristas, libre de acosos diarios del ejercito israelí, libre para vivir dignamente como seres creados por Dios), dice conocer «todo», díjame ¿ud. es árabe? Yo soy judío. Sería muy interesante saberlo, para saber de qué calibre es su «conocimiento» de la causa y efecto como ud. le llama. Tengo amigos árabes, y créame que los estimo mucho (cuando se encuentran conmigo, me besan en los cachetes más de una vez y si ud. es árabe tiene que saber lo que eso significa)
Le escribo y me da pena porque mientras ud. y yo «conversamos» muy sentaditos frente a nuestros ordenadores, hay gente en Palestina sufriendo y acá en Israel, la gente del norte y del sur del país viviendo insegura.
Tranquila, el «asunto» no es con ud. es de gobiernos mal dirigidos, grupos mal intensionados que usan la violencia para lograr sus propósitos, centros de poder económicos, militares y religiosos sin escrúpulos a las hora de velar sólo por sus intereses propios, sistemas corruptos.
No hay camino para la paz, la paz es el camino.
La paz comienza con una sonrisa.
Mi nombre es Carmel Hassan, soy palestina hija de un refugiado palestino del 48, nacida en España y por consiguiente, con nacionalidad española (mi web la verdad no es muy relevante porque no es un blog personal). Tengo familia en Tulkarm y Jordania, mientras yo vivo al otro lado del Mediterráneo.
…pero esta discusión tampoco debe tener un tono personal, no es importante quienes seamos ya que cualquier argumentación bien sostenida es suficiente para concederle la autoridad que necesitan sus palabras.
No es mi intención entrar en una discusión que no lleva a nada, pero me siento obligada a reaccionar ante un discurso que se repite sin cesar en muchos ámbitos (en este caso, frente al ordenador) por su forma, más que por su contenido.
La situación es más complicada de lo que aparenta, se hace más grave a medida que pasan los años, creo que en eso estaremos de acuerdo, y como usted comentaba la empeoran sus responsables directos: esos centros de poder económicos, militares y religiosos.
Pero el pueblo aquí tiene un poder especial: la denuncia. Por eso me gustaría que quedara escrito, sin intención de alargar una discusión vacía (aunque cualquier nuevo comentario será bienvenido, faltaría menos), porque desde mi punto de vista sé que sin justicia no habrá paz.