El mal francés
El mal francés
Lluís Maria Todó
Editorial Egales (libro cedido por Berkana)
A Todó le da pereza la ficción (algo que comprendo perfectamente), así que, cuando aborda el proyecto de una nueva novela descubre que puede aprovechar un diario suyo (un cuaderno azul en vez de gris) escrito a los diecinueve años, en 1969, año que el autor pasó en Pau estudiando y quizá huyendo del progreso de la tripa de su novia, a la que había dejado embarazada, y año en que asumió su orientación sexual homosexual.
Así que, como sus admirados y homenajeados Pla (si aún no has leído El cuaderno gris no sé que coj… haces leyendo esta reseña), Proust (si aún no has leído En busca del tiempo perdido no sé que coj… haces leyendo esta reseña) o Moix (si aún no has leído Olas sobre una roca desierta no sé que coj… haces leyendo esta reseña), Todó se embarca en un prodigioso ejercicio de memoria y se enfrenta al joven que fue y que escribió el diario desde el hombre maduro que es hoy y que escribe la novela. Una novela-palimpsesto que deambula, busca, retrocede, a ciegas, siempre al borde: de la tragedia, del lirismo, del suspense, de la carcajada.
Todó es un señor poco dogmático, cuyas ideas sobre el nacionalismo convergente han conseguido que sea uno de esos autores catalanes invisibles, por odiado. Y además me imagino que le importa un bledo. En la novela aprovecha para cargar sus tintas contra la memez, la incultura y el paletismo en general de la clase política. Mientras tanto, uno queda fascinado por el joven Todó, sus progresos con el francés y con la aceptación de su homosexualidad, sus encontronazos con Gide o Lorca, su amor ferviente a Proust.
Si El juego del mentiroso nos sorprendió en 1995, creo que El mal francés es la mejor novela de Todó y una de las mejores que he leído en lo que va de año. En su versión catalana, consiguió el premio Josep Pla en el año 2006, cuya primera edición ganó Terenci Moix en 1968 con Onades sobre una roca deserta.
Lluís Maria Todó (1950, Barcelona) es novelista, traductor y profesor universitario, nació en 1950 en Barcelona. Autor de la estupenda Placeres ficticios (Anagrama, 1993), y de la no menos estupenda El juego del mentiroso (Anagrama, 1995). Hace poco comentamos en dosmanzanas su colección de relatos Doce fábulas (Egales, 2007).
«ser gay no es ni más ni menos importante que ser catalán, o protestante, o violinista, y el hecho es que ahora mismo hay gente que se está matando por sus identidades nacionales, religiosas o deportivas, pero hasta ahora, que yo sepa, ningún gay ha matado a ningún hetero por el hecho de serlo -la inversa no es cierta, claro-.»
Alabado sea Todó y ojalá tenga muchos bloqueos literarios como éste.
Comparto contigo la grata sorpresa que supuso en su momento «El juego del mentiroso». Si como dices «El mal francés» es todavía mejor, estamos sin duda ante un novelón que habrá que leer. Gracias, Puto.
Es MUUUUUCHO mejor que El juego del mentiroso, es una novela mayúscula a la que nadie le ha hecho caso, como le suelen pasar a las novelas mayúsculas.
Anécdota: el material del libro es bueno. Lo leí en la playa de Barinatxe, y en quince años que llevo yendo jamás había visto algo igual: una especie de minitsunami llenó la playa de espuma y barro, y el libro de Todó se rebozó por el lodo un buen rato. Estuve tres días quitándole arena y algas y secándolo. Dos meses después ¡está como nuevo y huele a playita!
Me ha gustado el libro.Pero cuando habla de la politica linguistica del catalan yo me pierdo, segun el cree que se esta perdiendo la pureza del catalan, que muchos hablan «un catalan» que no parece catalan ,y parece tener nostalgia del catalan que se hablaba en la epoca de Franco.
hola, 3sharon, soy L.M.Todó, el autor del libro que comentáis. Quiero aclarar que, en cierto modo y paradójicamente, lo que dices es verdad: el catalán que se hablaba en la época de Franco era mejor que el de ahora, y esto te lo puede confirmar cualquier persona con un poco de oído lingüístico y sin prejuicios. No sé muy bien por qué, pero una de las causas podría ser que antes sólo hablábamos catalán los que teníamos esta lengua como lengua familiar, mientras que ahora la hablan, por ley, muchos ciudadanos que tienen el castellano como lengua materna: maestros y profesores, dependientes de los grandes almacenes. También, y por causas que también desconozco, la influencia del castellano a través de la radio, la prensa y sobre todo la televisión, es mucho mayor ahora que antes, y los esfuerzos de la prensa en catalán (poco leída) y de la televisión autonómica (muy vista) no consiguen contrarrestar este efecto. No sé, ya te digo, yo no soy lingüsta, y la mayoría de lingüistas profesionales catalanes llevan las orejeras del nacionalismo que les impiden ver la realidad. Es verdad que cuantitativamente ahora hay más gente que entiende y habla el catalán que antes, pero cualitativamente, nunca el catalán había sido tan mal hablado, con fonética, sintaxis y fraseología casi castellanas.Espero haberte aclarado un poco las cosas, y por favor, ni se te ocurra imaginar que quiero justificar el régimen de Franco, que sufrí de manera bastante pintoresca, pero real, como podrás recordar si has leído El Mal Francés.
Entonces, ¿qué es preferible que unos pocos, y cada vez menos, hablen un «genuino» catalan o que hablen «un mal catalan» más gente, muchos de ellos tras un esfuerzo enorme?
Ha sido un enorme placer tu libro. Un abrazo.
“ser gay no es ni más ni menos importante que ser catalán, o protestante, o violinista, y el hecho es que ahora mismo hay gente que se está matando por sus identidades nacionales, religiosas o deportivas, pero hasta ahora, que yo sepa, ningún gay ha matado a ningún hetero por el hecho de serlo”
¡AMÉN!
gracias, Lluís Maria, es un honor tenerte por aquí
El placer es mío. Y una pequeña puntualización: la cita sobre «ser gay no es ni más ni menos importante…» terminaba así: «ningún gay ha matado a ningún hetero por el hecho de serlo -la inversa no es cierta, claro».
Añadido !!
Ufff pues a mí me gustó mucho más «el joc del mentider», pero tal vez por ser un homenaje a una de mis novelas favoritas de todos los tiempos, las amistades peligrosas de Choderlos de Laclos.
Y por otro lado estoy en desacuerdo con el primer párrafo, parece que estéis confundiendo el autor con el narrador. Igual que en Proust y su «Recherche», Todó aquí no escribe unas memorias sino que escribe una falsa autobiografía (igual que, por poner un ejemplo más peregrino, «Borat» es un falso documental). Y lo hace construyendo un personaje-narrador que juega con ser Lluís Maria Todó pero que no es Lluís Maria Todó.
Por lo tanto, las opiniones del personaje no tienen por qué ser las del autor…
Sobre el tema del catalán estoy bastante de acuerdo con el autor… eso sí matizar que no es lo mismo la situación sociolingüística en Vic o en un pueblo del Pirineo que en Barcelona… Y en todo caso hablar mal una lengua puede ser el primer paso para pulirla, sea o no tu lengua materna.
Es obvio que en BCN, área metropolitana y otras zonas ha habido un «nivelaje» por el cual los catalanohablantes han acastellanado progresivamente su lenguaje mientras que muchos castellanohablantes incorporaban el catalán en ámbitos de la vida pública como neohablantes. Esos son los hechos. Juzgar que eso sea bueno o malo es ya una cosa completamente distinta…
Y además el tema viene de lejos: los escritores barceloneses del siglo XIX ya tenían la impresión de que hablaban un «catalán contaminado» en comparación con los hablantes de la catalunya profunda.
En todo caso sí estoy de acuerdo en que una lengua se defiende queriéndola, conociéndola en todos sus registros y utilizándola, y no «embolicant-se amb la bandera» (sea esta cuatribarrada o rojigualda).
¿verdad, falsedad, autobiografía?
¿acaso no es sólo verdad lo que pasa en este instante mismo (y sólo a mí) y cuando ya se ha ido sólo queda el recuerdo, y el recuerdo no es más que ficción?
Todo es mentira 🙂
Gracias por los comentarios
«ningún gay ha matado a ningún hetero por el hecho de serlo -la inversa no es cierta, claro»
AMÉN!!! 🙂
En su día El mal francés fue el primer libro que me atreví a leer en catalán. A pesar de que me costó más de lo que pensaba (y es que, efectivamente, estaba acostumbrado a escuchar y leer el catalán castellanizado de barcelona y valencia y Todó habla un catalán más pulcro) me encantó el recorrido que nos hacía por su vida y por un mundo que ya no es el de hoy. Deliciosos los saltos del pasado al presente, muy buenos incisos sobre situaciones actuales (del movimiento lgtb, sobre el «nacionalpujolismo»…). Desde luego, un autor de referencia.
Recomiendo también, como lectura más breve de este autor, «Isaac y las dudas», eso sí, en traducción castellana, porque la versión catalana fue censurada en detalles importantes…
Abrazos
Es la primera vez en la vida que chateo con mis lectores, y le estoy cogiendo el gusto a la cosa. Después del post de Ivan, quiero aclarar que la censura, que existió, no fue obra de la inquisición nacional-pujolista, que también existió, sino de las leyes del mercado: la que en aquel momento era mi editora consideró que en la ficción original, el profesor del que el protagonista se enamora tenía una actitud demasiado cobarde y mezquina, la que aparece en la versión castellana. La ilustre editora me recordó que este libro, en principio pensado como lectura para institutos, debía agradar ante todo a los profesores, que eran quienes debían recomendarlo. Consecuencia: en la versión catalana el profe queda como un hombre cabal y comprensivo. La censura, pues, no tenía que ver con el sexo ni con el nacionalismo, sino con la pela!! Pero algo falló en los cálculos de la ilustre editora, o tal vez fue un castigo del dios de los escritores, porque el caso es que el libro nunca fue recomendado -que yo sepa- en ningún instituto, ni siquiera en aquel que aparece en la ficción y que está muy cerca de mi casa.
Leer las reseñas de Elputojactwist siempre es un placer. Si encima interviene en los comentarios el autor reseñado, pues entonces ya es todo un lujo. Así que gracias a los dos.
Me ha encantado lo de «novela-palimpsesto», Jack, es precioso. Y me han parecido muy interesantes los comentarios sobre la pureza o no pureza del catalán hablado en la actualidad. Pero supongo que, además de las causas alegadas por Lledó, también influirá en eso algo que está afectando en general a toda la población, no sólo la catalanohablante: el bajo nivel de la enseñanza actual y la cada vez mayor pobreza expresiva de la gente. En castallano, como digo, también pasa.
Y desde luego, me pienso leer «El mal francés». De hecho, no sé que coj…. hago leyendo esta reseña. 😉
Perdón, quise decir «Todó», por supuesto.
Vaya error más tonto.
Pues sí, Crasamet: léelo. Vale la pena.
Personalmente las historias en las que aparecen adolescentes o gente muy joven me producen un hastío mortal y no me aportan ni me gustan nada.
«El mal francés» fue una agradable excepción.
Bien narrado, excelentemente descrita la época, los lugares, un lenguaje preciso y bello: una gozada.
Creo que voy a volverlo a leer…
Puto: sólo una puntualización. Eso de que «no se le ha hecho mucho caso» tampoco: ganó el premio Josep Pla en 2006.
Y otra cosa paquetemuerasdeenvidia: lo tengo dedicado por el autor… 😉
Un honor y un gustazo tenerte por aquí Lluís Maria. Un abrazo fuerte.
un libro que una anciana hetersosexual medio pirada con marido gay puede disfrutar como yo lo he hecho.
aprovecho su disponiblidad para hacerle dos preguntas a Todó:
es verdad que tiene hijos?
sigue interesado en las propuestas de Ciutadans o UPyD o ya ha salido escaldado?
gracias
respuesta 1:
tengo dos hijos, varón y mujer, y cinco nietos, tres niñas y dos niños -todos preciosos, naturalmente! (pero puedo probarlo9
respuesta 1
estoy totalmente decepcionado y desilusionado por ambas formaciones.
¡me encanta usted!
I love you too, Lady Eleanore
Muy interesantes tanto la reseña como el debate posterior. Sobre la cuestión de la mayor o menor pureza del catalán actual y las causas de este fenómeno, creo que tener en cuenta el caso valenciano, y no sólo el de Cataluña, ayuda a centrar el problema. En Valencia no hemos tenido nacionalismo pujolista; muy al contrario, el nacionalismo dominante por aquí ha sido en todo momento el mismo que en Madrid: el nacionalismo español constitucionalista en su versión PSOE (Lerma y Leguina, en los 80 y primeros 90) o en su versión PP, actualmente gobernante.
Este hecho no ha permitido que el catalán/valenciano conserve en el País Valenciano pureza alguna; el catalán/valenciano que hoy se habla por aquí es sin duda mucho más pobre en recursos y más lleno de interferencias del castellano que el que hablaban nuestros abuelos (tuve ocasión de comprobarlo personalmente hace algunos años al hacer un estudio del valenciano que hablaban los menores de 30 años en un pueblo de la Plana de Castelló).
En lo que sí ha influido el signo político de los sucesivos gobiernos de la Generalitat Valenciana es en que la lengua que, supuestamente y según el Estatuto, es la propia de la Comunidad Valenciana haya sido claramente marginada y relegada tanto por las autoridades como por buena parte de la sociedad valenciana, que se ha visto animada a ello por el ejemplo que le daban las propias autoridades (Rita Barberá, por ejemplo, no dice prácticamente nunca palabra alguna en la lengua que lleva el nombre de la ciudad de la cual es alcaldesa).
Hoy en día es difícil encontrar los libros de Lluís Maria Todó en catalán aquí en Valencia, pero ello no se debe a veto alguno hacia este escritor, sino a que en la mayoría de las librerías y bibliotecas públicas de la capital valenciana resulta más fácil encontrar libros en inglés o francés que en la lengua oficialmente propia de esta tierra.
De modo que el caso de Valencia demuestra que el dilema que planteaba Sharon (#5) («¿qué es preferible, que unos pocos, y cada vez menos, hablen un ‘genuino’ catalan o que hablen ‘un mal catalan’ más gente, muchos de ellos tras un esfuerzo enorme?») tiene poco que ver con la realidad: el hecho de que sea cada vez menos la gente que hable una lengua determinada no garantiza en absoluto que dicha lengua mantenga ninguna genuinidad o pureza.
Muy interesante el debate sobre la «pureza» de las lenguas. Con el castellano, por cierto, también se ha dado, cuando se hablaba de su «contaminación» con el inglés en EE.UU (¿Qué tú piensas? Te llamo de vuelta luego de parkear el carro…). En esto, yo tengo una postura muy claro: una lengua «pura» es una lengua muerta, como lo era el latín eclesiástico, mantenido purísimo durante siglos porque sólo lo hablaba el clero en contextos litúrgicos. Es normal que cuando dos lenguas están en contacto, haya influencias, y en este caso el catalán tiene gran parte de su «frontera lingüística» con el castellano (además de la coexistencia de hecho que se da en las dos lenguas en gran parte de su territorio). También hay influencia a la inversa, pues a mi (ex)novio de Barcelona le oía en castellano expresiones que me sonaban raras hasta que vi que venían del catalán y se había castellanizado la pronunciación (el «terrado» y no la «azotea», «ves» en vez de «ve» -de ir-, «corredor» y no «pasillo», «receso» en vez de «retiro», entre tantas).
El contacto y la contaminación no tienen por qué ser negativas. Al contrario, son síntoma de que una lengua se está usando por gente viva y que por eso mezcla y toma expresiones de aquí y de allá. Otra cosa es la «sustitución lingüística», cuando se abandona directamente una lengua, como ha pasado, por ejemplo, en Valencia capital (patria de otro ex…), donde habla valenciano la megafónía del metro y poco más… Evidentemente, hay unos límites que han de venir dados por la necesidad de comunicarse, pero luchar por la pureza de un idioma me parece que es poner puertas al campo.
Abrazos, y ojalá se repitan estos intercambios tan interesantes.
Pues fíjate, Iván, que yo lo veo de forma diferente.
¿Para qué utilizar un término modificado de una lengua cuando ya existe en la lengua en la que hablamos?
Eso es simplemente empobrecer la lengua que se está hablando.
Creo que una lengua está viva cuando es capaz de incorporar términos nuevos (ya sean de otros idiomas, ya neologismos). Pero adoptar términos que existen…
En hay gente que defiende ese tipo de ejemplos que dices (que son tal y como los pones) en Cataluña y al final no hablan bien ni castellano ni catalán.
Me niego a utilizar palabras como «hall» cuando tengo «vestíbulo», como «parking» cuando puedo decir «aparcamiento».
Utilizar esas expresiones supone empobrecer mi idioma. De la misma manera que, por más catalán que hable, cuando utilizo el castellano procuro hacerlo afinando lo máximo. Igual que en catalán.
No sé, pero (y tal vez me esté equivocado), estoy convencido que eso de las «infuencias» (no va por ti, Iván) es una simple excusa para hablar/escribir incorrectamente una lengua. Que es lo que lamentablemente abunda.
Vamos que entre los préstamos, las influencias varias, las abreviaturas del teléfono, la laxitud académica y el resto de historias cada vez se habla peor y de escribir ni te cuento.
La lengua se empobrece que da gusto…o pena, más bien.
Una lástima con los idiomas tan bellos que tenemos.
Al expresarse por escrito, no siempre se acaba de afinar lo que se quiere decir. Te doy la razón lobogrino en muchas cosas; me gusta la mezcla de lenguas, pero no es que me guste sin más el que al final no se hable ninguna bien, haciendo una especie de nueva lengua. Saludos