"Si se suman dos manzanas, pues dan dos manzanas. Y si se suman una manzana y una pera, nunca pueden dar dos manzanas, porque es que son componentes distintos. Hombre y mujer es una cosa, que es el matrimonio, y dos hombres o dos mujeres serán otra cosa distinta" - Ana Botella

La vida y el rugby

Mark Bingham abordó a última hora el vuelo de United Airlines con destino California. Iba a participar en la boda de un amigo de su fraternidad en la Universidad. Lo que no esperaba era encontrarse con la historia. El vuelo United 93 había sido secuestrado con la intención de estrellarlo en Washington D.C. Gracias a la intervención de Bingham y de otros, que tomaron la cabina del piloto, ese vuelo se estrelló en un campo de Pennsylvania, evitando la muerte de cientos más, quizá de miles.

Desde entonces, Bingham, que comenzó a jugar al rugby con los San Francisco Fogs y ayudó a fundar otro equipo en la Costa Este, los New York Gotham Knights, es recordado en una competición de rugby, la Copa Bingham, que reunió, en su última edición, a veintinueve equipos de distintas partes del mundo, en cuatro categorías. Este torneo tiene dos particularidades. Una de ellas es que está entre los veinte primeros torneos de rugby del mundo, la otra, y que hace más relevante la primera, es que es un torneo en el que participan, en su inmensa mayoría, equipos y jugadores de rugby gay y organizado por la IGRAB, una asociación de rugby específicamente gay. Mark Bingham tenía la firme convicción que a través del deporte, y más concretamente a través del rugby se podía mostrar a gente que no se creía capaz de lo que era, de que podían conocer a gente que no sabía lo que era un gay, de que podían jugar, divertirse y ganar. En suma, integrar.

‘El rugby’ dice un viejo adagio ‘es un juego de villanos jugados por caballeros’. Nada más cierto. Saltas a la cancha a exponerte a un peligro cierto, con la intención de  jugar según las reglas, a ganar, con la intención de ganar y si ganas, a respetar al contrario que ha perdido en buena lid; intentando no perder, pero si pierdes, a honrar el triunfo del contrario. En el rugby saltas al campo y no saltas sólo, y sólo no puedes hacer nada frente a quince del equipo contrario. En el rugby he aprendido que eres lo que eres en el campo y con eso has de jugar; no puedes pretender ser otra cosa porque el propio juego, más temprano que tarde, te pone en tu sitio. En el rugby no importa como seas -alto, gordo, bajo, flaco, guapo, feo- lo importante es que quieras jugarlo, y si quieres jugarlo, con honestidad, como cuando quieres vivir la vida, el rugby te encuentra un sitio.

Gareth Thomas encontró desde hace mucho su lugar en el rugby. Zaguero de la selección de Gales, capitán de esta selección cuando ganó en 2005 el torneo de Seis Naciones, 100 veces internacional con la camiseta de las tres plumas, jugador respetado y en activo. Sin embargo, sólo hasta hace poco ha encontrado su lugar en la vida: ha declarado que es homosexual, se ha sincerado y espera que su ejemplo sirva, como el de Bingham, para integrar, para no apartar a jóvenes que creen que es incompatible la práctica de un deporte como el rugby con su homosexualidad.

Su declaración ha levantado unánimes muestras de apoyo en el mundo del rugby. De su equipo, de su selección, de sus compañeros, de sus contrincantes; todos le han alabado el gesto y la valentía y han afirmado que tal declaración no minusvalora en absoluto su percepción de Gareth como jugador y como persona. Al hilo de estas declaraciones Peter Tatchell, el conocido activista británico, ha alabado la actitud del jugador, precisamente por hacerlo mientras estaba en activo, y se ha preguntado porqué en otros deportes, como en el fútbol, no ha sucedido algo parecido todavía.

El mundo del rugby ha comprendido sin muchas más explicaciones,  que  Gareth Thomas trataba de vivir,con la mejor de sus intenciones,una vida que no era, en el fondo, la suya; como jugar de segunda -el alto que siempre salta en los saques de linea y que es elevado por los ascensores- en medio de toda esa barahunda de la melé, cuando en realidad lo que te gusta, y para lo que vales, es ser zaguero  correr como un zaguero, dar el contragolpe como zaguero, y ser la última línea de defensa, como un zaguero, y sólo estás ahí porque pareces un segunda y no un zaguero, y al entrenador, como a las apariencias, se le ha figurado que eres segunda.

 Gareth Thomas le ha dicho a las apariencias que él no es segunda, sino que es zaguero. Gareth Thomas ha dicho a su gente y al mundo que es gay. Y con 1’92 metros, 100 kilos de peso y una probada habilidad en parar a quien se le cruce,  querríamos ver, en el fondo de nuestros corazoncitos, aunque sólo fuera por un momento, cual es el crétino homófobo, de los que nos solemos cruzar por la calle,  que se lo discute…

Feliz Navidad, por cierto.

Enrique Olcina

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