Conversación en la terraza
—Ya lo sé, tú no tienes la culpa de ser así, pero podrías arreglarlo. Tú tienes dinero, y a lo mejor podrías encontrar un médico que te curase.
—Esto no es una enfermedad, Miguel.
—Pero tampoco es natural.
—Es natural todo lo que da la naturaleza. Y te advierto que esto no ha sido de una pedrada… (ríe.)
—¿Pero tú nunca te has fijado en lo buenas que están las mujeres?
—Mira: cada uno busca las satisfacciones donde las encuentra. Sin más.
—¿Has pensado alguna vez en casarte?
—Sí, hace tiempo. Salí durante casi un año con una chica. Ella me quería; me quería mucho.
—¿Y tú a ella?
—También. Por eso la dejé.
—Ya. Dime una cosa: si tú supieras que existe una inyección capaz de hacerte normal… aunque te costara millones, aunque te quedases sin un solo duro… ¿qué harías, te la pondrías?
—No. Aunque fuese gratis.
—¿No?
—Cuando yo tenía tu edad, hubiera dado todo por no ser así. Se sufre mucho, ¿sabes?… cuando de repente descubres que tu mirada se dirige a otro lugar que la de tus compañeros; cuando en el cine notas que no es precisamente Marilyn Monroe la que te gusta; cuando por las noches sueñas con algo que te hace sentir avergonzado al día siguiente. Sí, se sufre mucho.
—Entonces, no comprendo…
—Pero llegas a una conclusión, y es que todos tenemos derecho a ser como somos, y que nadie, absolutamente nadie, tiene por qué hacerte cambiar.
—Bueno, eso es cierto, pero…
Hace poco vi por primera vez Los placeres ocultos, de Eloy de la Iglesia. La escena que acabo de transcribir, en la que el protagonista, Eduardo, un gay acomodado y culto, y Miguel, un atractivo muchacho que vive en una barriada marginal, conversan en la soleada terraza del apartamento del primero, me dejó boquiabierto. La película se rodó en 1976, es decir, sólo unos meses después de la muerte de Franco, y se estrenó en abril de 1977, semanas antes de las primeras elecciones democráticas tras décadas de dictadura. En 1976 y 1977 la homosexualidad era delito en España, pues seguía en vigor la franquista Ley sobre peligrosidad y rehabilitación social, que había sustituido en 1970 a la Ley de vagos y maleantes, y que no sería derogada, por lo que respecta a la penalización de la homosexualidad, hasta enero de 1979. El mismo año en que Eloy de la Iglesia rodaba su película, un joven valenciano de 17 años, Antonio Ruiz, le dijo a su madre que era homosexual… y tuvo que pagar por ello con meses de cárcel y destierro, y con una vida rota.
En ese contexto, atreverse a hablar abiertamente de homosexualidad, dedicarle toda una película al tema, y hacerlo además con la lucidez y la sensibilidad que refleja ese diálogo entre Eduardo y Miguel… Me dieron ganas de levantarme del sillón y aplaudir, en medio de la sala de estar de mi casa.
Dice Alberto Mira (en Para entendernos) que Los placeres ocultos “fue concebida durante los últimos estertores del franquismo y quizá no es lo que pudo haber sido. En 1976 la censura todavía funcionaba de manera feroz, y mientras películas como la homofóbica No desearás al vecino del quinto no habían preocupado a nadie, el film de Eloy de la Iglesia (…) fue inspeccionado con dedicación.” Es posible, pues, que la presión de la censura explique, al menos en parte, ciertas debilidades e incongruencias del guión. En cualquier caso, y a pesar de sus defectos, que los tiene, hay mucho de admirable en lo conseguido en esta película por de la Iglesia y su equipo.
Me pregunto qué hubiera pasado si yo hubiera tenido la oportunidad de ver Los placeres ocultos años atrás, en mi adolescencia. No estoy seguro de cómo habría reaccionado: quizá determinados elementos del guión me habrían asustado. Pero sí creo que las palabras de la escena de la terraza entre el protagonista y su joven amigo no se habrían borrado fácilmente de mi memoria: se habrían quedado allí, dialogando conmigo también, haciéndome parte de la conversación, invitándome a pensar y a cuestionarme muchas cosas… Tal vez, si eso hubiera sucedido yo habría logrado aceptarme y tomar el timón de mi vida antes, ahorrándome así años de angustiado desconcierto. Tal vez: por supuesto, no es posible saberlo.
Porque el hecho es que no vi la película, que no la había visto nunca hasta hace unas semanas. Me pregunto cuántas veces se habrá emitido Los placeres ocultos por televisión, y en qué horarios… En la televisión de mi adolescencia, casi las únicas menciones a la homosexualidad que recuerdo eran aquellos manidos, y en absoluto infrecuentes, chistes en que se ridiculizaba a los mariquitas. Claro está que los responsables de aquella programación televisiva no debían de considerar demasiado apropiado o deseable ayudar a las personas, y menos aún a los adolescentes homosexuales, a tomar el timón de sus propias vidas. ¿Y los de la programación de hoy?
Bravo, Nemo, bravíssimo!! Un precioso relato desde el que me siento identificadísima. Yo también soy una de las que sólo escuchaba hablar de (trans-homo-bi)sexualidades sólo de madrugada y de forma esquiva, con culpa, desde la otredad, contemplando un documental que se cebaba siempre en la mirada heterocuriosa de la cosa «homosexual». Y luego nos obsequiaban con esa perita en dulce de película (hoy me hace hasta gracia, pero cuando una era mocita…) que era «A la caza». En fin, noches para no dormir y no las ingenuas historietas de Ibáñez Serrador…
Yo también soy de las que piensan que la responsabilidad de los medios para una representación de la diversidad, de la misma de la que tanto se pretende hablar y la misma que se quiere defender desde la educación obligatoria. Basta de estar silenciadas en una televisión mojigata y atrasada que no se atreve a mostrar los avances habidos en leyes e igualdad social.
Estoy harta de anuncios patéticamente sexistas (los de detergentes es que me ponen histérica), de juguetes en campañas navideñas por las que no parece haber pasado el tiempo (hasta cuándo tendremos que soportar la pertinaz y paródica separación de (hetero)sexos)… vamos, que si sigo, a estas horas, se me enfría el café y, por consiguiente, se me calentaría aún más la boca…
Ois, perdónenme vuesas mercedes, pero es que el café aún no me ha hecho efecto. Me leo y releo y no me lo creo.
Acabo una frase que he dejado a medias, y ya de paso añado algo, anda:
«Yo también soy de las que piensan que la responsabilidad de los medios para una representación de la diversidad, de la misma de la que tanto se pretende hablar y la misma que se quiere defender desde la educación obligatoria ha de pasar por una representación de todas, repito TODAS las realidades. ¿Hasta cuándo tener que leer entre líneas, en pleno siglo XXI, para entrever, acaso vislumbrar, algo que se le parezca a transhomobi-erotismo? Creo recordar algún anuncio de compresas un tanto torti… pero ni me acuerdo.»
gracias Nemo, el discurso de Eloy era tan moderno que aún hoy sorprende (recuerdo alguna otra conversación parecido, creo que también de Los Placeres Ocultos, mientras se bañan en un río. O a lo mejor es de otra película y me falla la memoria)
Yo si ví películas de Eloy pero las que estrenaron cuando ya tenía edad para que me dejaran entrar al cine: El Pico, La estanquera de Vallecas, etc. Y me ayudó no a aceptar mi homosexualidad sino a comprender que me gustaban los tíos, es decir, primero vino el hecho objetivo y después llegaría la aceptación.
Ahora he vuelto a ver todas y su mensaje es siempre irreprochabla e incluso más moderno que películas MUY posteriores como Segunda Piel
gracias Nemo
dejo enlace a una reseña en Desayuno en Urano sobre La otra alcoba (como ves, tenemos de todo, jeje…)
http://archivo.dosmanzanas.com/index.php/archives/434
Precioso texto, Nemo. Eloy de la Iglesia ha sido sin duda puro compromiso y uno de los pilares de la representación abierta de la homosexualidad en el imaginario española. Como el Puto, accedí a otras películas suyas, a las que por edad me pillaron en tiempo, igualmente recuerdo El Pico, donde puede que presenciara (intuyera más bien) una relación sexual entre dos hombres por vez primera. Y donde la turbadora presencia de José Luis Manzano me fue dejando todavía más claro lo que ya sabía.
(Igualmente turbadora fue la Querelle de Fassbinder).
En otro sentido, en el de la extrema modernidad del diálogo, lo triste es que palabras similares se podrían escuchar hoy en algunas terrazas, y tendríamos que responder con argumentos idénticos.
Recuerdo haber visto las películas de Eloy de la Iglesia de madrugada, solo en el salón esperando que nadie de mi familia se despertase y con un libro en la mano para fingir que estudiaba con la tele de fondo.
Supongo que este tipo de cosas te hacen más fuerte y más luchador pero lo deseable es la normalidad de ver personajes LGBT en horarios de más audiencia.
Carajo, y pensar que compré el DVD hace tiempo y aún lo tengo pendiente de ver. De esta semana no pasa. Ya lo comenté más veces, la primera peli de temática LGTB que vi fue La consecuencia y casi me traumatiza, aquel chico confinado… Tenía yo 16 años, pasaron casi 2 de catarsis cuando ya salí del armario.
Puto la escena que comentas del río a mí me recuerda a Barry Lyndon.
Estupendo artículo, Nemo.
Desde luego el diálogo que transcribes de la película es de una actualidad casi hiriente. Parece increíble que las ideas sobre la homosexualidad cargadas de prejuicios de un adolescente en una película de hace más de treinta años las podamos seguir viendo, hoy día, en un montón de sitios, como por ejemplo (y como muchos de vosotros sabéis) en los grupos homófobos de Facebook, o en páginas de internet conservadoras. Es una vergüenza que esas ideas de «no es normal», «no es natural», «¿no quieres curarte?» se sigan prodigando.
A este respecto, permitidme que ponga aquí un enlace que ayer me dejó loco. Es de una… «cosa» llamada «metapedia» que pretende ser «una enciclopedia alternativa a las enciclopedias oficiales», según su propia definición.
Metapedia, s.v. «Homosexualidad»
Nota: no visitéis el enlace si no tenéis cerca un cubo para vomitar.
Bueno, el enlace es peor que la gastroenteritis que tuve este fin de semana. Porque además del vómito, se le une la mala baba y el veneno; amén del odio insano que nos profesan. Me alucina lo bien que le dan la vuelta a los argumentos para presentarnos culpables siempre, pase lo que pase. Ellos los «salvadores», nosotros los que «no queremos» ser salvados. No se me ocurre calificativo para ellos. ¿Sub-subnormales, metronormales? Es que sus argumentos son de tal bajeza que no encuentro símil que se le acerque.
Estupendo artículo. ¡Bravo! Ay, Dr. Turbio, qué recuerdos me trae lo que cuentas. Aquellas «extrañas» películas que, milagrosamente y como por arte de magia te enterabas de que las daban y que conseguías ver -muchas veces en la 2 cuando todavía era «la 2ª cadena»- medio a escondidas en un ambiente, si no hostil, al menos muy poco «entendedor».
Saludos
crasamet, rápidamente he ido a mirar otras definiciones en esa «Metapedia» y mira lo que encuentro
http://es.metapedia.org/wiki/Holocausto
Holocausto:
Se llama Holocausto al supuesto genocidio del pueblo judío que habría sido cometido por el régimen nacionalsocialista, y cuya historia surgió de la magnificación y tergiversación de los hechos en torno a los campos de concentración alemanes durante la Segunda Guerra Mundial con fines de propaganda de guerra.
«supuesto», «habría», «magnificación», «tergiversación»….
Sobre la «Metapedia»: [enlace]
Me temo que la han llamado Metapedia porque llamarla Nazipedia hubiera resultado un poco demasiado obvio…
Por cierto, no os perdáis el artículo sobre Hitler: descaradamente elogioso y apologético, incluye un apartado de «Obra pictórica» del Führer, lleno de estampitas banales y empalagosas. Escalofriante.
(Luego contesto a los comentarios, que ahora me es imposible.)
Pues el de Franco no tiene desperdicio
(en cuanto a lo de la obra pictórica: tengo una tía monja de setenta años que vomitaría de empalago)
«¿Y los de la programación de hoy?«.
En la televisión de hoy, mejor dicho, en la de anoche, en el programa estrella de la cadena amiga, la presentadora se cubrió de gloria al criticar a una ex concursante llamándola «travesti» (como si fuese un insulto) y al referirse al marido de otra ex concursante como un «hombre, hombre», porque esa ex concursante fue antes pareja de un hombre transexual. Y de paso, la presentadora sacó del armario a otra ex concursante más, que aunque todos ‘sabíamos’ (es un decir) que era lesbiana, que yo recuerde nunca lo había dicho en público. Vamos, que más sensibilidad y delicadeza con estos temas habría demostrado una alpargata.
Gracias por otro ínteresante artículo. Me quedo con ganas de ver la peli. La pregunta que concluye tu texto me parece interesante, pero creo que los adolescentes de hoy ya pasan más tiempo navegando por internet que viendo la tele. En internet se puede encontrar lo mejor y lo peor. Hace unos meses mi tío Jim me habló de una web (The Gay Youth Corner) http://www.thegyc.com/ que es una pasada. Miles de adolescentes lgtb son miembros y es una gozada. Tenemos que dar la batalla por internet y crear espacios para los adolescentes lgtb.
Que bueno!! Me quedo con ganas de ver la peli, jejeje. Salud chic@s
Jack: me permito citarte (de la reseña de La otra alcoba):
Totalmente de acuerdo, Jack. Además, sería difícil expresarlo mejor.
Os agradezco mucho a todos vuestros comentarios, que hoy son especialmente abundantes y jugosos. Permitidme una pregunta: ¿alguien recuerda haber visto Los placeres ocultos en televisión? Y si es así, ¿cuándo fue eso, y en qué horario?
Yo esta no la he visto, pero la que me impactó por lo valiente que es —incluso hoy en día lo sería mucho, así que en su momento no puedo ni imaginarlo— fue «El diputado», gran recomendación de jack. La he visto en vídeo, no sé si la habrán puesto alguna vez en televisión.
Nemo, si no recuerdo mal yo la vi en la televisión a finales de los ochenta en alguno de esos programas tipo filmoteca, como a la una de la madrugada, pero no te lo podría asegurar.
Exactamente, Rukaegos. Le echaron en 1987 en aquel famoso ciclo de los viernes «Cine de medianoche». Recuerdo el año porque fue en el que yo me independicé.
#18: gracias por la cita Nemo, es un placer.
Yo no recuerdo haberla visto por la tele, la verdad. Y el año 87 fue bastante duro (sólo aprobé una en junio) así que como para ver tele estaba yo !!
Por cierto que:
—¿Y tú a ella?
—También. Por eso la dejé.
es una de las frases más bonitas de las historia del cine español.
Felicidades por tu relato.
Yo también me quedé impresionado por esta conversación.
Hay películas muy posteriores que no tratan con tanta profundidad el tema de ser homosexual. De hecho, ahora mismo no me viene a la cabeza ninguna película tan didáctica al respecto.
Yo no he visto esta película, pero si recuerdo haber visto «El Diputado» en televisión, supongo que allá por los años 80. Yo creo que la primera película de temática gay que vi fue «Los chicos de la banda», en televisión, sin familia; no recuerdo el año, pero debió de ser bastante pronto ya que fue antes de que viera en el cine «Laberinto de Pasiones», de Almodovar. Es interesante la reflexión sobre la modernidad del tratamiento de la homosexualidad en el cine «progre» a finales de los setenta y primeros ochenta, a mi me gusta señalar que «Laberinto» se rodó apenas concluida la última intentona de golpe de estado en nuestro país, yo creo que hoy día una película española con una visión tan desenfadada, especialmente sobre el sexo, sería difícilmente digerible por la sociedad española, entonces también fue rechazada por una parte, aunque recibida con entusiasmo por otros muchos, que quizás ahora, o son menos entusiastas, o menos progresistas, o menos numerosos; o quizás una combinación de los tres factores.