Dos películas casi buenas
Cover Boy: L’ultima rivoluzione
(Italia, 2007)
Carmine Amoroso
Atípica historia de inmigración: dos amigos rumanos deciden viajar a Italia a buscarse la vida, pero en la frontera deben separarse. Uno de ellos se dedica al mundo del chaperío. El otro (Ioan) busca trabajo de mecánico hasta que conoce a Michele, un italiano que trabaja de limpiador en la estación Termini, muy machote él (Luca Lionello, que hace un papel magnífico)
Michele se apiada del guapo Ioan y le ofrece sitio en su casa. Y entonces empiezan los minutos más bellos del último cine italiano: la amistad/idilio de Michele y Ion, que escapan en moto a la playa y se bañan desnudos, al amanecer. Planean un futuro juntos, pretenden montar un restaurante italiano en el delta del Danubio. Michele no duerme por las noches para contemplar el cuerpo semidesnudo de Ioan.
Entonces aparece el perdido amigo rumano, que propone introducir a Ioan en el mundo del “marketing” (estrategias para vender su carne, vamos) y una fotógrafa, que se enamora de la cara limpia de Ioan y lo arrastra a las pasarelas de Milán. La película decae en la última media hora: el mundo de la moda resulta estereotipado y vacío y la relación con la fotógrafa, absolutamente muerta (aunque probablemente es lo que buscaba el director). El final se debate entre la felicidad y la infinita tristeza: tendrás que esperar hasta los últimos cinco segundos para decidirlo.
No es una gran película, pero podría haberlo sido.
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Antonio’s secret
(Filipinas, 2008)
Joselito Altarejos
Antonio tiene un secreto. Bueno, la verdad es que tiene dos: uno es su amigo del alma, con el que se queda a dormir alguna noche que otra y la cosa acaba como acaba (eso sí, con la luz encendida se acabó lo que se daba). Y el otro es su tío, que ha venido a vivir a su casa mientras espera un visado a Dubai y no tiene más remedio que compartir cama con su sobrino del alma: calor, juventud, gayumbos blancos, luz de la luna que se cuela por las ventanas abiertas… Una película generosísima en escenas tórridas, casi un softporn.
Pero al final, al director y al guionista se les va un poco la pinza. En cualquier caso, hay dos personajes inolvidables: la madre de Antonio, que descubre que su marido mantiene otra familia (algo que debe ser habitual en Filipinas, porque en todas las películas pasa), y otro de los amigos de Antonio, que quiere buscar las causas de la homosexualidad de su compañero por pura curiosidad intelectual y busca en internet toda la información que puede (“¿pondrás una peluquería?”). Seguro que no encontró la web de alguna asociación LGTB española contraria a peluqueros.
A destacar en el making of el casting para buscar a los dos protagonistas: no sólo se trata de decir bien el texto, sino de quitarse bien la ropa.
jajaja que bueno el comentario de los peluqueros, muy ingenioso…bueno todos sabemos a quien te refieres.
Decía mi padre, que Dios lo tenga en su gloria, que para tener perspectiva de las cosas hay que ver, leer y comer de todo, bueno, malo o regular.
Un día de estos a ver si nos hablas del «desayuno de la oración» del otro día, aunque no sea una peli, y me centro un poco, que, chico, este invierno ando algo despistao, que ya no sé quiénes son los capuletos y quiénes los montescos.
De la primera película sólo decir que es tristísima la situación actual, mucha gente sólo vive para la apariencia, la moda, las pasarelas etc.
Cuando compro algo de ropa busco que sea bueno y que me dure años, eso choca con la mentalidad de hoy en día que es compra «medio barato» pero malo para que se rompa pronto y compres más (porque lo que se busca es el cambio continuo de look), al menos en las grandes superficies. Ir de tiendas es algo que detesto.
Sé que no es un comentario de una película pero lo de la pasarela de Milán me ha dado pie a hablar de esto.