El Pentágono flexibilizará de inmediato la aplicación del «Don’t ask, don’t tell»

Ha bastado el impulso político de Barack Obama en su discurso del estado de la Unión para que la Administración estadounidense se ponga manos a la obra en lo que se refiere a la política de «Don’t ask, don’t tell», que impide a gays y lesbianas formar parte del Ejército salvo que mantengan en secreto su orientación sexual.

El secretario de Defensa Robert Gates y el presidente de la Junta de Jefes de Estado Mayor del Ejército, Michael Mullen, comparecieron ayer ante el Comité de asuntos militares del Senado para informar que desde este momento, y hasta que se produzca el esperado cambio legislativo, el Pentágono flexibilizará la aplicación de la ley, de forma que no se tendrán en cuenta acusaciones de terceras personas o que no estén suficientemente fundadas a la hora de iniciar una investigación sobre la orientación sexual del personal militar. Lo que no aclararon ninguno de los dos son los pasos que la Administración seguirá desde este momento para convencer al Congreso de la necesidad de derogar la ley.

La noticia de que la aplicación de la ley será «flexibilizada» ha sido bien recibida por los activistas LGTB, pero la consideran todavía insuficiente. Pese a todo muchos militares seguirán a lo largo de los próximos meses en riesgo de perder su puesto de trabajo.

Como recordaba hace unos días The New York Times en un editorial en el que pedía a Obama rapidez a la hora de cumplir su promesa, más de 600 militares gays o lesbianas han sido expulsados del Ejército desde que el demócrata es Presidente.