Exposición de fotografías de Slava Mogutin en Madrid
Hoy podemos leer en la sección de cultura del diario El País una reseña del artista ruso Slava Mogutin, de cuyas obras se puede disfrutar estos días en Madrid. Mogutin, nacido en 1974 y abiertamente gay desde su adolescencia, fue acusado de «inflamar la división social, nacional y religiosa» y objeto de tres denuncias criminales. Gracias a la ayuda de Amnistía Internacional y el PEN American Center logró asilo político en Estados Unidos.
«Yo esperaba encontrarme ese ambiente bohemio que me fascinaba de los setenta y ochenta, pero no fue así», recuerda. «Visto en perspectiva, la escena artística rusa era mucho más radical y libre. Nueva York resultó muy conservador». Con todo, allí descubrió el vídeo y la fotografía y tuvo la oportunidad de entablar relación con personajes como el poeta Allen Ginsberg, el escritor y artista Dennis Cooper o los cineastas Gus Van Sant, Larry Clark y Bruce LaBruce. En poco más de una década, el que comenzara como poeta se ha convertido en un cotizado artista por cuyas fotografías se pagan hasta 12.000 dólares.
Mogutin rechaza la etiqueta de artista «para gays». «Mi público es mucho más amplio (…) Yo retrato lo que se aleja del mainstream, de la corriente principal. De hecho, lo que ahora se entiende por cultura gay me aburre», afirma. El tono homoerótico de muchas de sus fotografías es, en cualquier caso, indudable…
Mogutin expone hasta el 20 de marzo en La Fresh Gallery de Madrid (Conde de Aranda 5) Lost boys, una colección de imágenes de adolescentes rusos de la sociedad postcomunista tomadas entre 2000 y 2004, cuando pudo volver a su país. «Siempre fue un cliché retratar Rusia como un lugar totalmente severo y triste, pero yo estaba impaciente por mostrar un lado diferente de mi país, el cual es colorido, excitante, atractivo y lleno de energía», afirma. La muestra se complementa con otra serie , Stock boyz, que presenta a chicos capturados en webs pornográficas y pegados sobre las páginas de la sección de economía de The New York Times. «Ahora se mercadea con los adolescentes, los han convertido en merchandising», denuncia.