La terapia antirretroviral no impide que el VIH siga infectando nuevas células, aunque a muy pequeña escala
Según un estudio liderado por científicos españoles, en concreto del Instituto de Investigación del Sida IrsiCaixa de Barcelona, la terapia antirretroviral de alta eficacia -pese a reducir la carga viral hasta límites indetectables- no sólo no elimina del organismo el VIH, sino que en un determinado porcentaje de pacientes el virus continúa replicándose e infectando nuevas células, aunque a una escala casi imperceptible.
La noticia no supone por el momento novedad práctica por lo que se refiere a las pautas de tratamiento y prevención de la infección por VIH, pero es un importante avance en su conocimiento que puede redundar en beneficios futuros. Los resultados concilian dos hipótesis preexistentes: una sostenía que cantidades mínimas de virus continúan replicándose e infectando nuevas células a pesar del tratamiento, y la otra, que lo que sucede es que el virus se integra en el material genético de nuestras propias células de forma latente y se reactiva, por ejemplo, al abandonar la medicación. Ahora se ve que ambas posibilidades pueden darse al mismo tiempo.
El estudio ha sido publicado en la revista Nature Medicine (pulsa aquí para acceder al abstract).
Bug chasing: una práctica peligrosa pero marginal
En otro orden de cosas, menos científico y más social, se situa la denuncia por parte de algunos activistas en la lucha contra el VIH, como Carlos Alberto Biendicho o Percy Álvarez, del sensacionalismo con el que algunos medios informan sobre la práctica conocida como bug chasing, consistente en la organización de fiestas en las que se invita a personas seropositivas y en las que se practica sexo sin protección con la intención explícita de infectarse.
Sin negar la gravedad de dicha práctica, estos activistas denuncian que en cualquier caso es muy marginal en nuestro país, y que no puede usarse a la ligera para estigmatizar a la comunidad gay en general y a la de personas que viven con VIH en particular. Se insiste en que uno de los problemas fundamentales en la actualidad, desde un punto de vista preventivo, no es que algunas personas persigan «infectarse a propósito», sino que muchas personas ignoran que están infectadas.
Bug chasing: una práctica peligrosa pero marginal
Pues claro que es algo marginal, eso sólo lo hacen los desequilibrados que buscan morirse.
Gracias Flick por recoger la primera parte de la noticia. Tenemos en España al doctor Bonaventura Clotet i Sala que mas de una vez hemos nombrado en Dos Manzanas, uno de los mejores médicos que invetigan y tratan el VIH en España. Es el director de la Fundaciò IRSICaixa de la Fundaciò La Caixa, con lo que das un referente magnífico a quienes quieran una magnifica Unidad de VIH, el Hospital Germans Trias i Pujol (Can Ruti)donde esta esta Fundació.
La segunda parte, sobre los Bug chasing, quiero aclarar que como bien dices es algo anecdotico, pero no por ello menos importante. Las personas que pueden, mejor dijo que son atraigas por estas prácticas son personas son un trastorno psiquiátrico, que no se les ha diagnosticado y tratado. Pondré un ejemplo. ¿Que lleva a un conductor suicida a conducir en dirección contrario a altísimas velocidades y buscar la muerte o poner en riesgo de ellos? La sensación que buscan unos y otros es similar. Hay conductores suicidas, no tantos. Hay bug chaser, tambien, pero no tantos. Unos y otros deben de ser identificados y tratados.
El lunes, 15 de marzo, en mi columna de opinión en La Crónica de León publiqué el siguiente artículo desmontando el que publicó El Mundo, cargado de homofobia y sadafobia.
Artículo:
Los “bug chaser” o el odio inducido
El 23 de abril de 2.003, la revista Rolling Stone publicaba un artículo titulado “Bug Chaser, The men who long to be HIV+”, cuya traducción al español es “El cazador del bicho, el hombre que quiere ser VIH+”. En ese artículo se entrevistaba a Carlos que participaba en fiestas homosexuales, convocadas clandestinamente por Internet, donde una o varias personas estaban infectadas por el VIH y el resto no. Se practicaban relaciones sexuales desprotegidas, concretamente el barebacking, en español “follar a pelo”.
Había otra figura, el “gift givers”, en español el “donador del regalo”, que es la persona infectada por el VIH que puede transmitir el virus a quien mantenga relaciones sexuales con él en esa fiesta (orgia).
El morbo consiste, en este caso el de Carlos, ver si se infecta o no. Es la sensación extrema del riesgo a contraer el virus; sentirlo, imaginaria o realmente, como penetra en su organismo y las sensaciones que ello implica.
Son muchas las interrogantes ante esta práctica. ¿Son los mensajes mal explicados de que ya hay tratamiento? ¿Es el cansancio de más de 29 años de mensajes de “sexo seguro”? ¿O más bien son trastornos psiquiátricos de base, no diagnosticados y por tanto no tratados, de conductas autodestructivas, que nada tienen que ver con la orientación sexual de las personas?
Lo que no es de recibo es que se retome ahora el tema, publicando un artículo titulado “Yo jugué a la ruleta rusa del sida”, en la sección de Salud, sida y hepatitis del el periódico El Mundo, en el que sin hacer referencia al original que se menciona al principio de este artículo y descontextualizando, al tomar solo frases sueltas, de forma interesada, de reputadas y prestigiosas personas que trabajan en distintos ámbitos del VIH demonizan y estigmatizan al colectivo homosexual y de personas con VIH.
En España, si existen estas fiestas de forma organizada está por probar. No existen datos, ni evidencias de ello. Ni donde, ni cuando, ni como, ni quienes, ni el por qué han quedado acreditados. ¿Es esto periodismo serio? ¿No será acaso “el calumnia que algo queda” por el odio interiorizado hacia las personas homosexuales? ¿Somos tan descerebrados y suicidas más de 2.000.000 de gays españoles? ¡No, don Pedro José! No sea cómplice de propagar injustamente el odio. Usted no es así. Me consta.