Dandi o la liberación de la India
Es habitual leer y escuchar a la intelectualidad de tacón y lentejuela que habita por los mundos de Dios padre nuestro tócame el culo. Su agudeza antitotalitaria se coloca siempre a la zaga de su última publicación y sazonada de maniqueísmo. Lo mejor para no comprometerse es el maniqueísmo, o los neutrales, a los que tanto odiaba Zelaya.
Se colocan en el simplismo más descorazonador y no porque sean ignorantes, no, es porque esos textos que escupen dan réditos a aquellos de los que esperan sacar beneficio.
Bayly, el escritor llegado al Olimpo de la pluma de la mano de Vargas Llosa, se suma a esta vorágine de voces que claman contra la maldad del tirano (no de todos) y a favor de la impoluta democracia, que casualmente es la que a ellos más les renta.
Ha escrito un nuevo libro y ahora está haciendo la gira, como lo hiciera hace años Doña Concha, para dar a conocer su producto, que se venda y que los dineros caigan como gotas de rocío, o de lefa, en su nacarado rostro de ninfa de la poesía.
Pero claro está, para que el producto se venda, como los yogures, deben de estar bien colocados en el estante adecuado y en un contexto que invite al consumo. Y qué mejor lugar que un medio de comunicación de masas a los que se accede previo pago de tu imagen para apuntalar su causa.
Parece que Bayly no come ni valora lo importante de la comida. Su visión sobre una hipotética elección en su país de origen, Perú, es en apoyo de la hija de Fujimori, porque no desea que se “venezuenalice” el país y porque, además, ama su democracia por encima de todo lo que se pueda imaginar cualquier Merlín que pase por delante nuestro.
Es curioso ver como se deja de ser demócrata cuando metes la mano (ma non troppo, en el caso de Hugo Chávez) en la faldiquera del ricachón barrigudo (qué topicazo, pero me gusta que me llamen perra) y cómo lo que sirve para Italia, es un delito en Bolivia o una sin razón en Cuba.
Los intelectuales que configuran el paradigma del pensamiento occidental están comiendo tocino y bebiendo coca cola. Sus arterias tienen un colesterol que orienta el pensamiento y dibuja un cielo de un solo color y que, además, pone a funcionar todo el sistema nervioso para señalar a quien discrepa, no de discrepante sin más, sino de subversivo. Un subversivo es un delincuente y un delincuente una tara para la sociedad y, por lo tanto, está legitimado el uso de la violencia contra ellos. Eso es ser demócrata, una democracia de mercado que reparte renta sobre uno de cada cien y pone a los otros noventa y nueve ante el espejo de su propia inutilidad.
Estoy seguro de que alguien ahora está pensando, al leer esto, que si publicase un texto amargo contra el gobierno de la Habana ahora estaría nadando entre tiburones, y puede que sea cierto, pero una verdad a medias ya que a los tiburones se puede ir también por la vía peruana, o colombiana o made in usa, eso sí con la epidural de la retórica weberiana que daba legitimidad al crimen si éste estaba avalado por la libertad… de mercado, claro.
Alejandro Mora
“Una carta en dosmanzanas” quiere ser una sección abierta, a la que podéis enviar cartas que deseéis que publiquemos en dosmanzanas y con las que queráis dar vuestro punto de vista sobre actualidad, noticias o cualquier otro tema relacionado de una u otra forma con la realidad LGTB. Todas las cartas para ser publicadas deberán ser recibidas en nuestro correo electrónico (Para que no lo confundamos con cualquier otro mail recibido en esta misma dirección, indicad en el asunto: “Una carta a dosmanzanas”).
Dosmanzanas se reserva el derecho a no publicar alguna de las cartas recibidas. Dosmanzanas puede no compartir las opiniones expresadas en las cartas publicadas en esta sección.