La afectividad y los sentimientos no saben de género
Ni de género, ni de orgullo, ni de pueblos o ciudades… La afectividad y los sentimientos no conocen situaciones dadas, preestablecidas, firmadas. Mirar a los ojos, rozarte por una piel, temblar ante su presencia, sentirte querido, apoyado, protegido, notar que tus opiniones son tenidas en cuenta, hablar para alguien… forman parte de un amplio elenco de afectos que no son privativos de un solo género, de dos, de manzanas y peras. Esa afectividad y sentimiento que transforma la vida para bien o para mal no están reservados para una pareja homosexual, para una heterosexual, para un padre y un hijo, dos hermanos…surge entre personas con capacidad para dar y recibir afecto, cariño, amistad, sentimientos. Puedes llevarte toda una vida dando y creyendo recibir afectos, puedes llevarte toda una vida teniendo relaciones sexuales con tus parejas o en los encuentros esporádicos de bares y locales ex profeso, puedes llevarte toda una vida creyendo que ésta es tu forma de amar, que ésa es la expresión máxima de afectividad. Por eso, cuando ocurre que esas expresiones cambian y se intercambian entre personas que ya tienen firmados esos intercambios de afectos es cuando surge un problema difícil de solucionar. Aquí no tiene nada que ver el outing, el orgullo, la aceptación, aquí lo que prima es las vidas que están alrededor y que también son objeto de intercambio de esos afectos. Algunos deciden por tirar hacia delante, otros decidimos por huir y privar a una sola vida (la mía) de esa afectividad.
No sé si esta vez el tiempo lo curará todo pero quiero que sepas mortal (rodeado de Atenea, sirenas y valquirias) que:
– Te quiero como nunca he querido a nadie.
– Daría mi vida por cambiarla y vivir junto a ti lo que me quede.
– A pesar de todo, lo único que quiero es que seas feliz con las personas que te rodean.
– Jamás viví un año tan bueno y malo a la vez. Esas contradicciones de sentimientos que parecen matarte pero que te dan vida a la vez.
– Y que eres la persona más maravillosa que vive en este Planeta.
Tu afectividad permanecerá guardada en mi corazón, en mi piel, en mi alma, en mi cerebro, en mis ojos, en mis manos… como un tesoro por si alguna vez necesitas que te devuelva sólo una ínfima parte de lo que tú has sabido darme sin quererlo y sin pretenderlo, Te querré siempre.
Juan C.
“Una carta en dosmanzanas” quiere ser una sección abierta, a la que podéis enviar cartas que deseéis que publiquemos en dosmanzanas y con las que queráis dar vuestro punto de vista sobre actualidad, noticias o cualquier otro tema relacionado de una u otra forma con la realidad LGTB. Todas las cartas para ser publicadas deberán ser recibidas en nuestro correo electrónico (Para que no lo confundamos con cualquier otro mail recibido en esta misma dirección, indicad en el asunto: “Una carta a dosmanzanas”).
Dosmanzanas se reserva el derecho a no publicar alguna de las cartas recibidas. Dosmanzanas puede no compartir las opiniones expresadas en las cartas publicadas en esta sección.
Juan, dices que prefieres huir.
¿Por qué te das por vencido?.
((Que no sea por los ‘otros’/ ‘as’, que no sea homofobia internalizada))
Un abrazo.
Que bonito, totalmente cierto, te enamoras de personas, no de sexos. Que lastima que el común de la gente no lo entienda.
Cuantos grandes amores no consumados a causa de prejuicios existentes. Que lastima.
Ea! ya he empezado la mañana con dos lagrimones :). Precioso, Juan, se nota que está escrito desde el corazón.
«aquí lo que prima es las vidas que están alrededor y que también son objeto de intercambio de esos afectos.»
La clave está aquí, eso no es cierto, es tu vida, tu preciosa vida y hasta donde sabemos es la única que tienes y tendrás. No te sometas a las voluntades más fuertes, no te postres a la creencia de que te debes a la felicidad de los otros porque sería una felicidad inmoral si para ello tienes que vender la tuya.
Hay muchas formas de hacerlo, no hay blancos ni negros hay miles de grises para jugar y conformar preciosas obras pictóricas de vida. Se puede ir trabajando la familia, las mistades, la pareja y llevar una vida no corriente sino coherente, coherente con uno mismo pues no hay nada más valioso en el mundo que el amor verdadero y eso es lo único por lo que hay que luchar.
Gracias, lol. Gracias, Olga. Gracias, yoyo. Y a ti también, Graciela. Te explico: no hay nada de homofobia ni en mi relato, ni en mi vida. Jamás engañé a nadie respecto a mis afectos y vivo mi vida conforme a ellos, sólo que esta vez prefiero guardármelos.