Club francés rechaza a futbolista gay
Yoann Lemaire era jugador del F.C. Chooz, un modesto club de la región de las Ardenas (Francia) cuyo equipo está integrado por jugadores no profesionales. En 2009 se vio obligado a dejar el club tras un incidente que puso de manifiesto la homofobia de uno de sus compañeros. Ahora ha intentando reintegrarse, pero el club le ha negado esa posibilidad.
La historia es más compleja de lo que algunos medios recogen. Lemaire, siendo jugador del F. C. Chooz, publicó un libro titulado «Soy el único futbolista homosexual. Bueno, lo era…» en el que narraba su proceso de salida del armario ante sus compañeros. El libro es muy bien acogido, y el testimonio de Lemaire es considerado un ejemplo de tolerancia y aceptación. El modesto equipo se convierte en un símbolo de la lucha contra la homofobia en el fútbol. Incluso se organizan partidos entre el F.C. Chooz y el Paris Foot Gay, equipo parisino integrado por jugadores gays y simpatizantes de la causa LGTB.
Un día, sin embargo, ante las cámaras de televisión, y en un contexto cuyo origen no queda claro, uno de los compañeros de Lemaire le dirige insultos homófobos y se arranca de su camiseta la leyenda «tarjeta roja a la homofobia». La dirección del equipo no lo sanciona y la «luna de miel» llega a su fin. A partir de ahí, el contencioso va a más, añadiéndose una disputa económica sobre el alquiler de un autobús… Finalmente Lemaire se ve obligado a abandonar el club.
Meses después, Lemaire ha intentado reintegrarse y jugar de nuevo al fútbol, su gran pasión. El club, sin embargo, le ha denegado dicha posibilidad «por el bien de las dos partes» y para «evitar nuevos incidentes».
«Para mí se ha terminado», afirma resignado Lemaire, sin demasiadas ganas de acudir a los tribunales. El jugador, eso sí, ha manifestado su deseo de que tanto el Paris Foot Gay como el Ministerio de Deportes y la federación francesa de fútbol continúen trabajando contra la homofobia en ese deporte. Por cierto, según Têtu, tras conocer la historia un par de clubs han ofrecido ya al jugador la posibilidad de integrarse en sus equipos. Quizá no todo esté perdido…
¿Por el bien de qué partes? Tan sólo se sigue dejar campar al homófobo, joder que ya huele peor que el pescado podrido.