Obispo ortodoxo de Bulgaria condecora a los promotores de una ordenanza que prohibía las demostraciones públicas de homosexualidad
El obispo ortodoxo de Plovdiv (Bulgaria) ha condecorado a Todor Popov, alcalde de Pazardzhik, y a Stefan Yanev, fiscal de la misma ciudad. ¿Su mérito? La aprobación y convalidación, respectivamente, de una ordenanza municipal que prohibía mostrar en público la orientación homosexual.
Poco ha importado la decisión final de la fiscalía general de Bulgaria, que declaró ilegal la medida. Para el obispo Nikolay la actitud de Popov y Yanev es de por sí merecedora de ser premiada con la concesión de la orden del “Santo Apóstol Hermas”, el mayor reconocimiento que otorga la diócesis de Plovdiv, por su “defensa de los valores cristianos, de la moralidad y la espiritualidad ortodoxa y la santidad del matrimonio y la familia”.
La ordenanza municipal fue impulsada por el alcalde Popov poco después de que en la capital, Sofía, se celebrara este año la marcha del orgullo LGTB. La prohibición fue recurrida ante la fiscalía local de Pazardzhik, pero el fiscal Yanev la consideró acertada en base a “la ley natural”, equiparando la homosexualidad a otras “orientaciones sexuales antinaturales” como la pederastia, la zoofilia, la gerontofilia, la necrofilia y el fetichismo. Esta decisión fue a su vez recurrida por colectivos LGTB ante la fiscalía general de Bulgaria, que la declaró finalmente ilegal.
Noticia hubiera sido que se condecorara a la fiscalía general por ilegalizar medidas homófobas, o que el trolecillo este hubiese condenado la iniciativa de Popov y el otro subnormal.
Porque el hecho de que estos totalitarios religiosos quieran tener el control y coerción sobre todo, y para todo, recurriendo a las formas más bizarras de imposición, ya es bien conocido. Que esto sirva para, una vez más, poner de manifiesto que la religión lo emponzoña todo.