Cinco obispos de la iglesia de Inglaterra «se pasan» al catolicismo por su posición contraria a la ordenación de mujeres y a la homosexualidad
Cinco obispos de la iglesia de Inglaterra han anunciado su pase a las filas del catolicismo en protesta por la evolución progresiva del anglicanismo hacia posiciones más inclusivas respecto a mujeres y personas LGTB.
Son los obispos de Ebbsfleet, Andrew Burnham; de Richborough, Keith Newton; de Fulham, John Broadhurst, y dos obispos ya retirados, Edwin Barnes y David Silk. Una «conversión» que, pese a todo, no ha pillado por sorpresa a los anglicanos, que ya temían este tipo de deserciones. Rowan Williams, arzobispo de Canterbury, líder espiritual de la iglesia de Inglaterra y de la comunión anglicana, ha expresado su «pesar» por la decisión.
Y es que, como adelantábamos hace ahora un año, el fortalecimiento de la iglesia católica a costa de los sectores más reacccionarios del anglicanismo, que ven con malos ojos la ordenación de mujeres o de personas abiertamente LGTB y que se oponen rotundamente a que sean obispos u obispas, es una de las líneas de actuación que Joseph Ratzinger ha puesto en marcha tras su llegada al Papado.
Para ello la iglesia católica no ha dudado en crear una nueva estructura que permita acoger en su seno a este sector sin que renuncien a su propia liturgia. Los sacerdotes anglicanos que renieguen del anglicanismo y vuelvan al redil católico podrán, por ejemplo, continuar casados. Eso sí, los obispos no serán reconocidos, al menos inmediatamente, como tales.
Vaya, Rowan Williams debe de estar muy contrariado, sin duda, tan preocupado por la división que causa en su credo la cuestión homosexual, una batalla en la que parece coincidir con el enfoque de los que ahora se van, y resulta que lo que amenaza la unidad de esa iglesia es el viejo rival católico. Como los anglicanos deseosos de mantener un credo independiente, tanto en el ámbito orgánico como en el teológico deberían de pensar en encontrar un líder más capaz para hacer frente a los retos del momento presente. La principal amenaza para el anglicanismo no es el cisma por la cuestión homosexual sino su absorción por los cantos de sirena vaticanos.