Uganda: prolongan la prohibición de publicar datos de ciudadanos homosexuales a la publicación que incita a su asesinato
El juez del Tribunal Supremo ugandés Vincent Musoke-Kibuuka ha ordenado mantener, por el momento, la prohibición cautelar a Rolling Stone (publicación local que nada tiene que ver con su homónima estadounidense) de publicar fotografías, direcciones y otros datos personales de ciudadanos homosexuales. El caso, sin embargo, permanece en los tribunales.
La primera prohibición se remonta al 1 de noviembre, cuando el juez Musoke-Kibuuka estimó el requerimiento de la organización Sexual Minorities Uganda y ordenó la paralización cautelar de la campaña homófoba. Hasta entonces Rolling Stone había publicado dos listas, una primera de 100 nombres acompañados de la leyenda «Hang Them” (“a la Horca”) y una segunda de 14 nombres más. El juez estimó entonces que la publicación de las fotos violaba el derecho a la intimidad. Tras la difusión de las listas se han producido varias agresiones, alguna de ellas grave.
El juez Musoke-Kibuuka ha decidido mantener la prohibición después de que el editor de la publicación, Giles Muhame, al que había citado este martes para escuchar sus argumentos, le expresara que no había tenido tiempo de prepararlos debido un «problema personal con su mujer». Muhame, sin embargo, ha dicho que presentará dichos argumentos el viernes, cuando al parecer se reanuda el proceso.
En cualquier caso, la decisión provisional del juez ya ha despertado la ira de los homófobos. El pastor Solomon Male, por ejemplo, representante de la organización National Coalition Against Homosexuality and Sexual Abuse in Uganda (un grupo abiertamente homófobo) ha acusado al juez de «proteger a criminales».
Amnistía Internacional habla con Frank Mugisha
Una de las personas cuyos datos han aparecido en Rolling Stone es, por cierto, el activista Frank Mugisha, presidente de Sexual Minorities Uganda. Mugisha habló hace unos días con Amnistía Internacional sobre su situación. “Cuando leí el titular que rezaba ‘ahorcadlos’ y que luego dijeran que hemos salido a la calle a reclutar niños, me preocupó que la sociedad ugandesa leyese ese tipo de informaciones y cuál sería su reacción al leerlo. Dos días después de que el periódico hubiese salido a la calle, sufrí acoso en mi barrio, acompañado de insultos. Casi todas las personas que se citaban en el periódico han sufrido acoso, y algunas han sido agredidas”, ha contado.
“El acoso se produce a través de llamadas telefónicas, o de personas en la calle, vecinos, que les preguntan por qué reclutan niños y les dicen que ‘en los periódicos piden que os ahorquen, y nosotros creemos que os lo merecéis, merecéis que os ahorquen, que os maten’”, continúa Mugisha. «No sé lo que podría ocurrirme en cualquier momento. No sé quién quiere ahorcarme, no sé quién quiere agredirme. No puedo controlar mi destino. (Pero) no puedo volver a encerrarme en el armario. He entregado mi vida al movimiento, no puedo cambiarlo ahora”, añade valientemente.
Recordemos que en el Parlamento ugandés se encuentra en tramitación, pendiente de ser discutido, un proyecto de ley que persigue endurecer el trato penal a la homosexualidad (incluyendo penas de cadena perpetua y, en algunos casos, de muerte). Pese a la vía muerta en la que parece encontrarse el proyecto como consecuencia de la presión internacional, recientemente su promotor, el diputado David Bahati, insistía de nuevo en que saldrá adelante.