Cuatro libros para empezar el año

Los problemas que tuvimos con el servidor (y los que tengo yo con la torticolis, mi jefe y los exámenes) hacen que vayamos con un poquito de retraso con las lecturas, que se van acumulando. Gracias por vuestra paciencia.

Empezamos con De Gabriel a Jueves (Editorial Egales libro cedido por Berkana), la primera novela del bilbaíno Juan Flahn, al que algunos conoceréis por haber dirigido la película Chuecatown. De Gabriel a Jueves es un recorrido por el sexo de pago con un montón de capítulos que tienen nombre de chico, algunos tan sugerentes como Pepe, Melquiades o Medussa. El sexo para el protagonista es tan fácil como coger un teléfono, esperar media horita y soltar unos billetes al final (o al principio). Pero, cual película de Apichatpong Weerasethakul, tanto sexo frenético, tanta hormona y tanta física cuántica (el protagonista es un experto en todo esto) llevan a la postmoderna disolución del yo, a la pérdida de identidad, o incluso más: al desdoblamiento de uno mismo, a las conexiones entre el tiempo y el espacio, al tiempo cíclico de las reencarnaciones. Nada es lo que parece en De Gabriel a Jueves.

El ganador del XII Premio Odisea (Barsexlona, de José Guerra), es uno de lo más interesantes Premios Odisea de los últimos años: las aventuras de Daniel y sus compañeros de piso en una Barcelona sádica y salida. Daniel, un chico que no es gay pero vamos, ¡como si lo fuera! Interesadísimo en el cruising (por pura curiosidad intelectual y antropológica obviamente), por prostituirse en internet (está la vida muy malita), y sobre todo, interesadísimo en Guillem, uno de los más morbosos personajes de la última literatura de temática gay en castellano que recuerdo: un guardia urbano fornido que a la vez es elegante, intelectual, heterosexual como Daniel (¿?) y al que le encanta recibir abrazos y dormir en gayumbos abrazado a otro tío (¿alguien sabe cuándo la RAE va a incluir “gayumbos” en el diccionario? ¿o es que ellos están más interesados en la lencería femenina, o incluso la usan en la intimidad?). Veo la película basada en esta historia reventando la taquilla y las braguetas.

El finalista del Premio Odisea (La historia más triste del mundo, de Francisco Castillo Martos), sustituye la tragicomedia morbosa del libro anterior por el melancólico desamor, y la Barcelona efervescente por un Madrid casi catatónico (lo que es, aunque según mis últimos informadores Barcelona va por el mismo camino), de bareto de callejón con travelos en los que Pau ahoga sus penas de amor con Rosi «la Roja» (de nuevo un personaje impagable por el que más de un director de cine mataría). Una historia taciturna de superación y olvido para los muy masoquistas, como el que suscribe.

Y cambiando totalmente de tercio, El secreto del poder de las religiones al descubierto, de Santiago de la Iglesia Turiño (lulu.com) del que ya presentamos hace poco su otro ensayo ¿Por qué la bisexualidad nos hace humanos? Sentido biológico de la homosexualidad, hace una interesante reflexión que le llevará desde el terrible accidente que se acabó con la vida de doce personas en la estación de cercanías de Castelldefels, hasta la importancia del factor grupal como factor legitimador del poder que da autoridad a las religiones, a las que el autor ve como grupos de incuestionable obediencia jerárquica que adoctrinan a sus acólitos para perpetrar las peores maldades (11-S, 11-M, entre otras). Casi nada lo del ojo y lo llevaba en la mano.

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