El estereotipo, la pluma, y el ejemplo de una madre
La semana pasada me encontré con un blog que me emocionó y hoy, después de leer la noticia del niño de 6 años acosado en Suecia por gustarle vestir de rosa, me ha parecido oportuno comentarlo con vosotros. El blog se llama Raising my Rainbow, y su autora es la madre de un niño que, con solo tres años, ya es bastante afeminado. Me llamó mucho la atención la sinceridad de la madre. “Si Dios quiere que haya niños gays, prefiero criarlos yo a que caigan en una hogar homófobo”. Eso es lo que respondía cuando, al quedar embarazada, la gente le preguntaba “¿Y si sale gay?” -por cierto, si os preguntáis qué la hacía candidata a esa pregunta, al parecer es porque tiene un hermano gay (¡!). Sin embargo, en uno de los primeros posts reconoce que, cuando se dio cuenta de que su hijo podría ser gay sintió miedo. Pensó en todo por lo que su pequeño tendría que pasar si finalmente se confirmara que es gay. No es de extrañar que tuviera miedo, sobre todo pensando los últimos casos de suicidio de adolescentes gays en EEUU. Podía haber intentado ‘corregir’ a su hijo, pero finalmente decidió escribir su blog, para conjurar sus miedos y al mismo tiempo por si su experiencia podía servir de ayuda a otros padres y madres.
Me llamó la atención la manera tan valiente y tan sabia en que esta mujer afronta el problema. Al contrario que algunos gays, la madre de C.J. sabe que lo que hay que atajar no es la pluma, sino la homofobia. Porque sabe que la mejor manera de proteger a su hijo es hacerle sentir seguro para que se acepte tal como es, y no reprimir sus gustos y su manera de expresarse. Porque sabe que, si algún día en el colegio se meten con el pequeño C. J. por los mismos comportamientos que sus padres han intentado reprimir, pensará que sus acosadores tienen razón. Ella conoce a su hijo, le ha visto nacer y dar sus primeros pasos en la vida como un niño feliz. Sabe que no hay nada malo en él. Lo conoce.
Lo que probablemente no se imagina es que, si C.J. resulta ser gay y sigue siendo amanerado, habrá muchos gays que le critiquen sin conocerle. Dirán que perpetúa un estereotipo, que la culpa la tuvo su madre por dejarle jugar con muñecas, o su tío, por soltar pluma delante de él. Por un momento, incluso creerá que es una broma, y hasta se reirá. Pero no es broma. Según ellos todos los niños nacen machotes, lo que pasa es que en algún momento se encuentran con el estereotipo gay –con pluma, irresponsable, peluquero, etc- y lo adoptan. Y claro, al adoptarlo, su ‘mariquitura’ –perdón por el palabro- queda a la vista de los homófobos y se convierte en blanco de sus burlas. Lo que no queda nunca explicado es por qué un niño va a adoptar un estereotipo que no es socialmente aceptado, cuando a esas edades lo más normal es querer gustar.
A lo mejor resulta útil para entender su postura tomar como referencia otros estereotipos, el de chica rubia, por ejemplo. Siguiendo el mismo razonamiento de los gays antipluma, una chica que ha nacido inteligente y rubia, decide volverse tonta –modo ironic on- al comprobar que todas las rubias de la tele son tontas. Brillante.
Pero vamos por un momento a hacer caso a los gays anti pluma. Imaginemos que a todos los gays afeminados les damos una pastillita para acabar con la pluma –o mejor se la damos a todos, que hay muchos que no saben que la tienen-. Según ellos, ya se habría acabado el problema. Ya nadie cargaría en contra del Orgullo, porque sería una manifestación de lo más elegante, disciplinada y respetable. Ya ningún niño sería acosado en el colegio por manifestar que le gusta alguien de su mismo sexo. No habría grupos religiosos ni de ningún tipo manifestándose en contra de nuestros derechos. En ningún país del mundo los LGTB serían encarcelados o condenados a muerte. El matrimonio entre personas del mismo sexo sería posible en todos los países del mundo y podríamos adoptar sin ningún tipo de traba. No sé, pero a mi no me convence este sueño, más bien me parece el guión de una película de ciencia ficción de la serie B.
Al igual que la madre de C.J. no creo en las soluciones fáciles. Colarnos en el mundo hetero por el agujerito de la ‘respetabilidad’ no me parece la estrategia correcta. Creo que es mejor romper el muro, incidiendo en toda su superficie. Agrietarlo, desgastarlo, con nuestros puños, pero también con nuestras uñas y con nuestros tacones, y con todo lo que haga falta, hasta que podamos derribarlo y no tengamos que vivir en un mundo de heteros, sino en un mundo diverso habitado por tod@s.
Raúl Madrid.
P.D.: Como sé que algunos me vais a decir que el problema del estereotipo gay es que los jóvenes gays sin pluma no tienen referentes, os respondo, la solución es muy fácil. ¡Salid y manifestáos!
Estoy totalmente deacuerdo con el contenido que Raúl expresa, pero en mi caso, creo que dentro del mundo de la pluma, hay dos que sí que son criticables.
Una es la de aquellos que adoptan esa actitud para poder entrar dentro de un grupo social (lo cual ocurre), y la otra es la de aquellos que a la mínima que ven a un chaval que no adopta los clásicos estereotipos gritan al viento….»va de hetero».
No conocía el blog. Como idea es bonita, y sin embargo tengo la sensación de estar viendo el inicio de una película que sabes de antemano que va a acabar mal. Me surgen preguntas:
Criar al niño estimulando todos sus deseos y filias, ¿no es también tenderle una trampa?
¿Qué pasará cuando el peso de la sociedad (amigos, compañeros de clase, tíos, enemigos) caiga sobre el niño con toda su fuerza?
¿Bastará entonces el apoyo de una madre para que el niño vaya a sobrellevar el infierno que con toda seguridad se le viene encima?
¿No es también el deber de una madre preparar al niño para enfrentarse al mundo? Está criando un activista, una persona que sin quererlo va a salir a la calle con una diana. Si el chaval lo quiere hacer, sería maravilloso y 100% positivo, pero el hecho de que vaya a hacerlo producto del activismo de su madre, me produce el mismo recelo que el bautismo o la comunión cristiana (lo ideal sería que sea el niño, cuando madure, quien decida si quiere meterse en religión o no).
No estoy proponiendo que se le reprima violentamente o se le prohíba jugar con muñecas. Pero creo que puede haber un punto medio, como buscar otras cosas más neutras que le podrían gustar (animales, yo qué sé) para poner en una tarta de cumpleaños. La madre tiene también la obligación de preparar al niño para la sociedad en que, por desgracia, le ha tocado nacer.
No tengo una respuesta clara para esta situación. Sólo me pregunto si esta es la mejor respuesta. El tiempo lo dirá.
Sobre el resto del artículo, totalmente de acuerdo. La pluma es el blanco de los homófobos por ser el estandarte de la homosexualidad. Sin pluma, el odio seguiría ahí. Y a una pareja de chicos que se besa, aún no teniendo pluma ninguno de los dos, les lloverán los insultos y las condenas.
Pero los prejuicios íntimos que muchos hemos adquirido durante años de lavado de cerebro, esos son muy difíciles de quitar por más que entiendas el mecanismo de homofobia internalizada que hay detrás. Yo por ejemplo no creo que nunca me vaya a sentir plenamente cómodo ni con la pluma ni mostrando mi afectividad en público. Lo hago bastante, la verdad, pero siempre me siento como haciendo un ejercicio consciente, nunca me saldrá natural.
Y si a mí, que soy gay y que he entendido esto de la plumofobia, me cuesta tanto superarlo, ¿cuánto les costará a los que ni siquiera tienen el deseo de superarlo? Harán falta muchas generaciones, me temo.
Al, creo que la solución es la naturalidad ante todo.
Si el niño o niña pide algo asociado mayoritariamente con su sexo, no reforzarle ni aplaudirle.
Si el niño o niña pide algo no asociado mayoritariamente con su sexo, no reforzarle ni aplaudirle.
Si no se le reprime cuando pide algo propio de su sexo, tampoco hacerlo cuando pide algo propio del sexo opuesto. Salvo que se pida toda la tienda, obviamente, eso es fomentar su consumismo, jeje.
Si algún adulto implicado en su educación intenta obligarle a jugar con cosas propias de su sexo, mandarle amablemente a freir espárragos.
Conforme vaya creciendo, advertirle de que no a todo el mundo le va a gustar su forma de ser. Y aún así, siempre, hacerle saber que se le quiere. Y enseñarle a defenderse. En fin, a mi mi madre siempre me decía: «Tú no pegues, pero si te pegan, defiéndete».
Yo hay cosas, si tuviera un hijo, que sí reprimiría. A mí me ofende ahora ver por las calles anuncios de la película «Valor de ley» con The Rock manejando un pistolón y lemas como «La venganza nunca supo tan bien» o «Os mataré a todos». Me ofende la hipocresía americana (y por extensión, mundial) que censura un beso o unos genitales pero promueve obscenamente la violencia.
Si mi hijo pequeño quisiera a The Rock o una metralleta en mi tarta, no se lo pondría.
¿Es esto decir que las muñecas son malas, igual que lo es un arma? ¡No! No son malas, pero sí peligrosas porque le generarán problemas. Si al niño sólo le gustan las chicas desnudas, y quiere a Miss Marzo en la tarta, pues hombre, por mi parte no hay nada malo en ello, pero no seré yo quien promueva eso porque afortunadamente hay muchísimas otras cosas en el mundo que se pueden poner en las tartas.
Perdón, me refería a la película «Sed de venganza»
Es decir, que según tú, y corrígeme si me equivoco, para evitar los ataques homófobos que se puedan llegar a producir en un momento dado, lo mejor que uno puede hacer es echar mano de la represión (propia para evitar llamar la atención sobre conductas no aceptadas socialmente o ajena si se intenta aplacar un comportamiento «peligroso» -¿a los ojos de quién?- que pueda tener repercusiones negativas). Si ese es tu punto de vista me parece bastante cuestionable (por no decir otra cosa). Y si no lo es te pido disculpas por haberte interpretado mal.
Al, totalmente de acuerdo contigo en lo de las armas.
Respecto a lo demás que comentas, por ejemplo el tema de los desnudos, la actitud variará según la sensibilidad de cada familia. Creo que en estos casos no hay ningún manual que dicte qué actuación es la correcta. No hacer del sexo un tabú, ni una ocasión para el posicionamiento ideológico o religioso. Tener libros de fotografía con desnudos artísticos más o menos explícitos, de personas con físicos variados. Pero vamos, que cuando llegue a la adolescencia, le va a picar, más tarde o más temprano.
Adrips, llevas razón en que hay cierto tipo de pluma que viene como anillo al dedo para moverse en según que ambientes sociales frecuentados por gente que ‘tiene muchos amigos gays’.
Yo tengo algunos amigos sin nada, nada en absoluto de pluma, que podrían pasar por heteros toda su vida y que, sin embargo, jamás me han reprochado mi pluma o determinados comportamientos relacionados con ella. A estos amigos míos, me consta que nunca nadie les ha dicho ‘va de hetero’. El saber estar es lo que tiene.
Xano: asumo que lo que digo es cuestionable.
No promuevo la represión propia para evitar ataques homófobos. Pero la practico a menudo, sí, por pura cobardía (y el que no lo haga nunca, que levante la mano). En muchísimos momentos no me reprimo, y no porque sea espontáneo en mí, sino porque creo que la visibilidad es el mayor activismo que se puede hacer y está al alcance de todos.
No promuevo la represión ajena en el caso de este niño, pero sí soluciones alternativas como reorientar sus filias a algo que le vaya a generar menos conflicto. ¿Es eso horrible para el niño? No nos engañemos: las filias de los pequeños son de todo menos espontáneas. El padre que lleva al niño a pescar o al partido de fútbol, o le compra la camiseta de su equipo con 3 años, está poniendo mucho de su parte en las filias de su hijo, y no veo que nadie le acuse de represión o manipulación. El cine, la televisión, los juguetes mismos: todo lleva mensaje. Así que no creo que sea para llevarse las manos a la cabeza.
Tu pregunta de «¿peligrosa a los ojos de quién?» me resulta gratuita en este contexto. Es evidente que la sociedad es homófoba, y negarlo no aporta nada al debate. Si crees que este niño no va a tener un choque de trenes bastante duro en algún momento, vivimos en planetas distintos.
Por ejemplificarlo de forma muy exagerada, lo que hace esta madre me recuerda a lo que hace Roberto Benigni con su hijo en «la vida es bella»: crearle un falso mundo de seguridad en el que el mundo no le odia por ser lo que es. Bonito y peligroso a la vez.
A mi me parece que ese niño es ya muy afortunado, y creo que lo será aún más en el futuro. Su madre, además de amar profundamente a su hijo, es alguien muy inteligente que se preocupa por que el desarrollo personal de su vástago no tenga las amputaciones que otros mucho menos afortunados sufrirán desde su más tierna infancia, y que más adelante los marcará en su edad adulta con áreas oscuras que los harán mucho más débiles frente a los retos que les planteará la vida. Las observaciones sobre el ámbito social de algunos comentarios me parecen muy improcedente, ya que el ámbito social es precisamente en el que una buena formación tiene que empezar por la enseñanza de la hipocresía, un uso que además denota elevado nivel educativo y posición, o al menos aptitudes para conseguirla. En el ámbito personal y en sus relaciones más íntimas ese niño, y seguramente más adelante de adulto, gozará de la fuerza y la satisfacción que producen la seguridad en si mismo que está ahora adquiriendo, y que otros muchos niños, con madres y padres atentos a observaciones como las que se hacen en algunos comentarios, jamás podrán tener ni disfrutar.
Me parece que miráis sólo la parte obvia y bonita de la historia, pero rehuís la exposición a la violencia y al conflicto que hay detrás. Sin olvidar que hablamos de un niño que no está eligiendo la posición en el que se le va a situar.
Hay muchas formas de imbuir seguridad en sí mismo a un niño. No todas pasan por ocultar la realidad de una sociedad hostil.
Entiendo y asumo las críticas que hacéis. Los comentaristas de dosmanzanas sois habitualmente radicales (en el buen sentido), defendiendo sin matices las soluciones más pragmáticas y drásticas ante los conflictos homófobos, como es esta. Yo, por desgracia, me fijo más en las sombras que hay en el camino.
Al, en ningún momento he tenido la sensación de que la autora del blog no tenga pensado decirle a su hijo que hay gente a la que no le gusta su forma de ser. Lo único que hace es colocarse inequívocamente del lado de su hijo.
Una de las anécdotas que cuenta la madre me ha resultado muy interesante. Cuando el niño, sentado en las rodillas del Santa Klaus del centro comercial, le dice que quiere una muñeca, el Santa Klaus la mira a ella, en busca de ayuda, para que sea ella la que sugiera otro juguete al niño. Lejos de amilanarse, forzó al Santa Klaus a sacar a relucir sus prejuicios y a preguntarle al niño si ‘no quería otra cosa’. La respuesta del niño fue inequívoca: «Eso es todo». La actitud de la madre es la de: ‘No voy a ser homófoba por ti’. Y me parece admirable lo que hace. Requiere mucho valor. Pero ya está bien de ponérselo fácil a los homófobos.
Respecto a lo que dices de darle juguetes neutros, la madre de C.J. cuenta que el mayor de sus hijos utiliza las piezas del Lego para construir cosas. C.J., en cambio, prefiere travestir a los hombres y mujeres Lego.
Espero que tengáis razón con vuestro optimismo sobre esto, Raúl. No dudo que es la mejor actitud «en teoría», que es una actitud valiente, y quizá como dice Nazareno salga reforzado, o no, eso no lo sabemos ninguno porque no creo que haya precedentes. Lo que está claro es que el niño va a recibir lo suyo, más pronto que tarde.
Al, yo creo que si hay precedentes, otra cosa es que estén documentados. Los grupos sociales privilegiados, que por experiencia conocen (y practican asiduamente) la relatividad de los valores morales, estoy seguro que más de una madre, de un padre, o de un preceptor responsable último de la criatura en más de un caso, si ha sido consciente que crear sentimiento de culpa y complejos no es nada positivo para el futuro desarrollo del individuo, y para afrontar la dura vida social, donde la competencia es feroz y exige para poder sobrevivir una absoluta confianza en las propias fuerzas y capacidad de lucha. Yo estoy seguro que en esto, como en tantas otras cosas, la situación depende mucho de la clase social a la que pertenece el individuo.
Yo creo lo novedoso de lo que está haciendo esta mujer es que ella haya optado por hacerlo público y darlo a conocer. Hay radica sin duda su posición militante, además de elegir que su hijo crezca y desarrolle su personalidad con el ambiente apropiado para autoafirmarse, ha decidido que se conozca y que tenga transcendencia, haciendo posible que otros padres puedan elegir el mismo camino, a la vez que visibiliza a nivel social una realidad que se prefiere mantener oculta, pretendiendo hacer pasar el violento acoso que sufren todos los niños homosexuales en el ámbito educativo, social o familiar, como algo «natural» o «normal».
Sí creo que el chico, como tú dices, va a tener un choque de trenes en algún momento de su vida. Exactamente igual que lo hemos tenido todos. Desgraciadamente es el precio que se paga por ser diferente. Lo que no creo, ni asumo, ni acepto es que haya que reorientar los gustos del niño para evitar algo que seguirá formando parte de la vida hasta que alguien no reeduque las mentalidades obsoletas y prejuiciosas de unos cuantos. Pasarán generaciones, cierto, pero lo que no se puede hacer hasta entonces es ocultar esa realidad como si fuese algo vergonzante. Siempre habrá gente dispuesta a despreciarte por lo que eres, lo que piensas o lo que sientes. Siempre. En el momento en el que un gay o lesbiana, o alguien de su entorno, decide comportarse de manera diferente o sugerírselo a ellos para evitar que el homófobo de turno dé rienda suelta a su verborrea cavernícola, le está dejando ganar. Cada uno es muy libre de obrar como le plazca, por supuesto. Por lo que he podido leer esta madre está haciendo algo parecido: simplemente se limita a dejar que su hijo sea como es porque no hace daño a nadie ¿que más tarde o más temprano va a recibir lo suyo? Seguramente. Pero en el momento en el que existe gente que te critica, te desprecia o te humilla por ser como eres lo más importante que tienes que aprender es a tener respeto por ti mismo, por tus gustos y por tus decisiones. La madre lo respeta (chapeau por ella) y, probablemente, el chico aprenderá a hacer lo mismo. De lo contrario crecería avergonzándose de sí mismo o, al menos, creyendo que hay algo en él que no funciona adecuadamente y por eso tratan de corregir un comportamiento que no tiene nada de malo. Y eso sí que puede hacerle daño de verdad.
estupendo.necesario. lo subscribo al 100%.
al, ¿quien dice que se deba ocultar la realidad a un niño? La realidad es que sus gustos no tienen nada de malo; ocultarla es decirle lo contrario. La realidad también es que existe la homofobia, la solución es darle armas para defenderse. La primera: una buena autoestima, algo que las últimas tendencias en educación dicen que está directamente relacionado con lo que sucede en la primera infancia. La segunda: el apoyo incondicional de su madre y las personas de su entorno. Las siguientes pasan por explicarle las cosas al niño (que la homofobia existe, que tomarselo con humor puede ser una buena estrategia, que no todo el mundo es igual, ni todo el mundo es buena persona, etc), y espero que esas también lleguen.
No se puede inmunizar a nadie contra el sufrimiento. O quizá sí, pero solo ejerciendo un sufrimiento mayor. La mejor educación que pueden dar unos padres pasa por enseñar a ser uno mismo, a ser capaz de pensar críticamente y a no renunciar a tus principios por el qué dirán.
Además, das por hecho que se encontrará rodeado de homofobia. Como si tuviera que ser necesariamente una constante. Y las cosas no tienen por qué ser así, también puedes buscar un entorno en el que la homofobia sea menor, puedes hablar con el colegio antes de llevar ahí a tu hijo para ver que piensan del tema, y cuando ya vaya al colegio, puedes seguir hablando con los profesores para que hablen del tema (tanto roles de género, como orientación sexual, como diversidad en general). Con lo cual no solo se beneficia tu hijo/a, también lo hacen todos sus compañeros. Y quede claro: nada de lo que estoy diciendo es ciencia-ficción, es algo que me han contado que hacen madres lesbianas, y alguna madre de un niño gay.
Y mira, voy a explicar mi educación. Mi madre es una persona bastante peculiar. Muy idealista, entre otras cosas. Desde siempre, me enseñó que lo primero son las personas. Nunca se dedicó a regalarme muñecas, porque vió que no me gustaban. Tampoco me vestía con falda ni con vestidos, porque sabía que no me gustaban.
Todas esas cosas me supuesieron problemas de adaptación. Sin embargo, estoy muy orgullosa de mi infancia en este sentido, lo único que lamento es que mi caso sea una excepción a la norma. Mi visión crítica siempre fue mayor que la de la mayoría de gente de mi alrededor. Fui feminista casi desde mi nacimiento (sin estridencias y sin tener tampoco ningun deseo de discriminar al sexo masculino). Y también me costó muy poco asumir mi no-heterosexualidad.
En cuanto al tema de la pluma existen personas que la tienen de forma natural y esto se nota, algunas de ellas no son ni siquiera homosexuales. Pero existen otras, homosexuales siempre, que exageran bastante hasta el punto del escarnio. Al igual que estas mujeres cursis e inaguantables o los tíos esos que van de machos forzados hasta darme ganas de vomitar tampoco me gusta ver a las locas lanzando gritos, es ridículo.
Por cierto, en el texto y en el niño de Suecia acosado, el tema trans parece que ni se toca…curioso que no se contemple esta posibilidad…
Una pregunta importante: ¿Y si el hijo de la autora de ese blog se desarrolla normalmente -es decir, sin autorreprimirse, conservando la pluma- y resulta que, con todo ello, resulta que no es gay, ni trans, y le gustan las chicas?
Como a más de una amiga mía le erotizan copiosamente los tipos con falda, sospecho que el chaval no tendrá demasiado problema en lo que encontrar pareja se refiere. Pero, y aquí está lo chungo, creo que podría ser víctima de una doble presión: por parte de la sociedad, por no amoldarse a los estereotipos de género, y por parte de ciertas mentes estrechas en las cuales no cabrá que no se amolde a otra clase de estereotipos.
Siendo sincero, creo que este debate es bastante triste y que esa señora jamás debería haber comenzado ese blog.
La pluma, seas gay o no, en muchos lugares provoca discriminación homófoba. Diré más: la primera discriminación homófoba que se recibe es por la pluma, no por los gustos que tengas. Me parece muy bien que se tenga en cuenta la posibilidad de que NO sea gay, pero no podemos decir, «ah, es hetero, entonces nada, todo arreglado».
La posibilidad de que sea trans también se me ha ocurrido y espero que no la descarten. Me parece bastante más importante esta que la de que sea hetero sin ser trans.
Trakatrans, llevas razón. No he contemplado que el niño pudiera ser trans. Supongo que quería hablar del debate sobre la pluma y ello ha podido llevarme a invisibilizar otra posibilidad.
Duda metódica. Tanto si resulta ser heterosexual con un cierto gusto por travestirse, como si resulta ser trans, como si resulta ser bisexual como gay, esa presión va a existir, lo único que una educación no represora puede hacer es minimizar los efectos de esta presión social, hacer que le importe menos.
En cuanto a lo oportuno o no de escribir este blog, necesito más datos para saber por qué lo dices. Imagino que piensas que la madre, con este blog, está predisponiendo a la gente a que le trate como gay. A mi me parece más bien que le está plantando cara a una sociedad predispuesta a tratarlo como heterosexual y a presionarlo para que lo sea.
Conozco un caso de un niño con 8 años que tiene clarísimo que cuando alcance la edad pertinente se cambia de sexo. La cosa va en serio ya que han estado implicados psicólogos, padres y maestros, la conclusión es esa, el niño se siente niña.
Cuando he visto a un hombre muy muy amanerado y ésta pluma era natural, no exagerada o postiza, siempre he pensado que lo que en realidad era es transexual. Pero claro, con la homofobia galopante que hay no se atreven a dar un paso tan súmamente importante.
No acabo de entender la manía de muchos gays (y lesbianas) por la gente con pluma. Recuerdo hablarlo con uno de mis mejores amigos (gay él y con pluma de la que no tiene demasiada conciencia), y le intentaba hacer ver que estaba siendo igual de injusto q quienes critícan a los gays más allá de la pluma… Nunca me dió la razón, pero cada vez muestra su pluma con más esplendor 🙂
PD: también conozco ese blog y me encanta 🙂
duda metódica: has leído el blog? creo que te haría cambiar de opinión… (lo digo en serio)
Felicidades por el texto, Raúl. Me ha encantado. Es una historia muy reconfortante que regala optimismo en momentos en los que parece que todas las noticias son de homofobia.
Y tu reflexión posterior es de lo más acertada.
El tema da para una reflexión muy amplia.
Uno de los temas es que el rechazo homófobo heterosexual hacia los gays con pluma siempre es menor que hacia los que no la tienen. A fin de cuentas los primeros no dejan de ser «bichos raros diferentes a nosotros» mientras que el maricón sin pluma pone en evidencia que «la homosexualidad igual es algo normal» y que «cualquiera puede serlo» lo cual les desconcierta y les desarma.
Eso y por supuesto que «tener pluma» no es sinónimo de «ser maricón» sino que es otra cosa. Anda que no hay heteros con pluma.
O, lo que bien dices del rechazo de muchos maricones a la pluma de otros maricones como si eso les «perjudicase» o les diese problemas de rechazo cuando el rechazo no viene por tener o no pluma sino por lo que somos con ella o sin ella.
Y la educación y las lecciones que nos dan los niños sin prejuicios…
Muchos temas.
Sólo diré que yo de niño hubo momentos que me preocupé por si tenía pluma y no la quería. Y ahora de adulto que no la tengo cada vez la saco más y cada vez en más ambientes heteros.
A fin de cuentas la pluma, como el manido autocatalogarse como «maricón», es una de las más certeras armas que tenemos contra la homofobia.
«SI NO LES GUSTA TU PLUMA CLÁVASELA (LA PLUMA, SE ENTIENDE), NENAAAAA».
Pos eso 😉
Gracias por la carta, Raúl. Un placer leerte.
A mí no me gusta que me claven la pluma, a mí me gusta que me claven otras cosas más viriles.
Gracias a tod@s por vuestros comentarios y reflexiones.
Lobo, para mi también es un placer poder llegar a todos vosotros desde dosmanzanas 😉
Lobogrino , no puedo estar mas en desacuerdo con tu comentario final sobre la pluma («A fin de cuentas la pluma, como el manido autocatalogarse como “maricón”, es una de las más certeras armas que tenemos contra la homofobia»). ¿que pasa? que para llegar a la normalidad debemos adoptar posturas que no van con nosotros??
Y por cierto , ¿a ti te gusta escuchar a la gente hablar de «mongolitos» cuando se refieren a personas que tienen una discapacidad? Pues a mi no , ni eso , ni escuchar palabras como maricón que con los años han adoptado un contexto claramente pediorativo…