Negro y rosa (y hacia el negro otra vez)
Hay cosas aún más aterradoras que Cuca García de Vinuesa. He pasado casi toda una semana estremecido con la lectura de Todo lo que tengo lo llevo conmigo (Siruela, 2010), de la premio Nobel rumano-alemana Herta Müller. Una parte desconocida de la historia, la de los alemanes que vivían en Rumania y que fueron deportados a campos de trabajo en Rusia para reconstruir el país. Parece ser que las conversaciones de la escritora con el poeta Oskar Pastior formarían parte de un libro escrito a medias entre ambos, pero el fallecimiento de Pastior obligó a Müller a emprender la tarea en solitario. El protagonista del libro (en el que suponemos que no es difícil reconocer al propio Pastior) es un joven de diecisiete años que ha tenido experiencias homosexuales en un parque o en los baños de su ciudad (algo que ha sido obviado por la critica literaria española, como no podría ser de otra manera, o es que no se han enterado de nada, lo que tampoco sería de extrañar), y que es enviado al horror del gulag ruso durante cinco años. Un estilo sintético y frío, casi abstracto, tan lacónico que duele, convierte la dura existencia en el campo en una lucha por la supervivencia basada casi exclusivamente en saciar el hambre y en aguantar el cansancio. Una novela que podría ser perfectamente un libro de poesía por la fortaleza de sus síntesis, por la contención narrativa (advierto que pese a su brevedad, o quizá precisamente por ello, es un libro difícil de leer) El protagonista abandonará el campo pero el campo no le abandonará a él. Se casará con una mujer pero se enamorará de hombres y seguirá manteniendo relaciones sexuales esporádicas en los parques, relaciones y enamoramientos que podrían pasar desapercibidos en una lectura rápida de la obra dada la riqueza lírica y lo abstracto de algunas de sus imágenes (algún roce de manos, una mirada en el autobús). El lenguaje es el que salva al protagonista de la atrocidad del campo. Las palabras se convierten en una tabla de madera a la que agarrarse tras el naufragio. Una obra maestra.
Nos llega este breve pero exquisito ensayo de esos tan necesarios ahora que, si nadie lo remedia, se acercan años (¿lustros?) duros: Rosa sobre negro. Breve historia de la homosexualidad en la España del siglo XX, de Albert Ferrarons, Editorial Egales (libro cedido por Berkana), con prólogo del ínclito Alvaro Pombo, que más sabe del tema por viejo que por diablo, hace un repaso por la evolución del lgtb-ismo en España desde inicios del siglo (siempre me resultan tremendamente interesantes los capítulos iniciales de este tipo de historias, por ser los más desconocidos), hasta la aprobación de la ampliación del matrimonio civil para parejas del mismo sexo (a ver si el Tribunal Constitucional decide ponerse de una vez a trabajar en el tema ¿o es que habrán leído a Fukuyama, tan pasado ya y tan demodé, y piensan que ya ha llegado el fin de la historia y no tienen que hacer nada más?). Un valiente proyecto de fin de licenciatura del autor (nacido en 1983) de esos que siguen siendo tan necesarios (los proyectos y los jóvenes valientes), que ponen negro sobre blanco (rosa sobre negro en este caso) los avances y retrocesos, las alegrías y sinsabores, los deseos y sufrimientos de un montón de personas que nos han precedido, que no están tan lejanas en el tiempo, que aún viven aunque ni les miremos, que ya vivieron cuarenta años de oscuridad y que ahora parece que con tanta fiesta y tanta ilusión hayan quedado mudos y estemos todos esperando a que desaparezcan definitivamente para que no nos cuenten más miserias. Algún día pagaremos su silencio, su ocultación y su menosprecio con nuestro sufrimiento. Y si no, al tiempo.
Fíjate que casi me ha estremecido más el último párrafo de tu artículo que la lectura de Herta Müller.
Qué necesaria resulta siempre la memoria.
es que la Müller es muy fría y yo muy caliente 🙂
Me encanta tu ultimo parrafo a la critica me parece buenisimo, me alegra que se haa escrito una historia de la homsexualidad, en la españa del siglo XX, ya era hora de hablar de quienes as sufrieron la represion franquista y que nunca seran homonejeados ni se les pondran placas en ningun cementerio por que han sido los parias de la memoria, los parias de los parias. Desde mi experiencia como historiador, no os imaginais lo dificil que es acceder cierto tipo de expedientes como eran los de «vagos y maleantes», si por que aparte de vagos y maleantes, eran «maricones», cuando no peligrosamente sociales, por un lado esta la propia ley que no te permite acceder a esos expedientes (tienes que ser el titular, familia del titular, o haber pasado cincuenta años, desde que se derogase esa ley), por otra parte la dificultad de muchos que llevaban una doble vida de reconocer que estuvieron detenidos por gays o lesbianas. Es un camino muy largo a recorrer, creo que el libro aparte de ser valiente es un paso importante a realizar.